Por: Miguel Godos Curay
Una noticia enviada desde París por Rosendo Li da cuenta esta semana que la Sociedad Nacional de Juegos de Lotería “ La Francesa de Juegos” ha emprendido una campaña ética para persuadir a sus clientes a que no se envicien en la compra de lotería ni malgasten su dinero de este modo. Algo así como si en el Perú a las empresas de la tinka, tragamonedas y las raspaditas se les ocurriera de la noche a la mañana decirles a sus numerosos clientes, especialmente a los pobres: no sean cojudos cuiden sus bolsillos de este cuento fácil y vicioso para convertirse en felices millonarios.
En países como el Perú la ilusión instantánea para salir de la pobreza es una descarada e inhumana humillación para millones de pobres que gracias a la seducción publicitaria acaban creyendo que raspando o llenando un pedazo de papel su vida cambiará de la noche a la mañana. Realmente de acuerdo a las probabilidades matemáticas la posibilidad de tener un número premiado de seis cifras es una sobre 14 millones de series. Lo que hace improbable que cualquiera de esos clientes que forma su cola semanalmente sea el ganador.
Las empresas de juegos tampoco tienen la voluntad de advertir los riesgos a sus clientes de este consolador autoengaño. Todos aspiran a ser ganadores y viven con esta ilusión sin reparar en procedimientos poco transparentes como los resultados obtenidos porque con el argumento de la conveniente y necesaria reserva del nombre de los ganadores, finalmente, se pasan de largo estos detalles. La distribución geográfica de los premios, casi todos concentrados en Lima y la ausencia de “premiados” en provincias, así como la confiabilidad de los sistemas electrónicos de registro son aspectos de los que no existe información accesible en este carrusel de ilusiones transitorias y mentiras.
De ahora en adelante los billetes de lotería franceses deberán tener indicaciones similares a las que advierten los riesgos de la nicotina en las cajetillas de cigarrillos. Frases como “ Fíjese sus límites, sea dueño de sí mismo”, que equivaldrían a advertir que el juego perfora los bolsillos y que es bueno culantro pero no tanto deberían consignarse en los billetes de lotería. Sin embargo, se plantean muchas dificultades como la que despierta la frase: “Fumar mata” Los fumadores compulsivos lo harán a contrapelo de su libertad y a sabiendas de las consecuencias de sus actos.
La polémica desatada en Francia tiene sus bemoles. Pues por un lado la Sociedad Nacional de Juegos ha anunciado que invertirá 5 millones de euros en dos años para advertir a los jugadores y potenciales jugadores los riesgos de la adicción. Contradictoriamente la inversión publicitaria para convencer zonzos es cinco veces mayor y se utilizan lemas con letras enormes con inscripciones como la que dice: “Juega todo… ten cojones” contradictoriamente con imperceptibles letritas se consigna: “Contrólate, se dueño de tus apuestas” .La incitación al juego es más fuerte que la advertencia
En el Perú el juego es estimulado por la publicidad que incita a comprar más billetes de lotería para tener mayores oportunidades de premio. Entre nuestros tinkeros encontramos una tipología sui generis. Hay, por ejemplo, los que mezclan sus sentimientos religiosos e ilusiones con la esperanza de ser millonarios. Son los encargan al santo de su devoción su bolsillo. Otros son los que dejan de comprar sus alimentos o postergan alguna necesidad básica por comprar lotería. Sino lo hicieran se sentirían intranquilos. Finalmente sucumben con ganas de comprar más. Otros son los que llevan años insistiendo con la construida esperanza que el premio vendrá. Mientras tanto el Estado no muestra en absoluto interés en intervenir las empresas de lotería y los juegos tragamonedas que son fuente de una inimaginable evasión fiscal.
Últimamente las ciudades del Perú, con bonanza o con pobreza visible, se han llenado de casinos y tragamonedas. Sin embargo, en el Perú no existe dispositivo que advierta a quienes concurren a esto lugares los riesgos del vicio. Si se colocaran frases como las siguientes: “El juego envicia,¡ Contrólate!” , “Antes de jugar, recuerda que tienes un hogar”, “Si tu adicción al juego no puedes controlar huye de este lugar”. Es probable que se motiven reflexiones en algunos pero no en los jugadores que se retiran con los bolsillos hechos trizas.
Las casas de juego están diseñadas para despertar en las personas una desinhibición efectiva. Los dispensadores de dinero están en el mismo local y los clientes reciben de guapas anfitrionas alcohol con bocadillos sin posibilidades de abandonar el lugar. La adicción al juego entre hombres y mujeres adultos es una nueva afección a la salud mental de los peruanos a la que el Estado no presta atención. Hoy las máquinas tragamonedas están hasta en las tiendas del barrio y son miles los niños pobres que aquí inician un curso acelerado de ludopatía. Un fenómeno peruano curioso es el efecto consolación que provoca una tinka bajo la almohada mientras los mercaderes de sueños disfrutan el dinero de millones de pobres.
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