martes, 27 de marzo de 2012

¿QUO VADIS HUMALA?


Por: Miguel Godos Curay

Preocupante es la forma cómo el Presidente Humala socava su popularidad y aprobación por una serie de acontecimientos que se le van de las manos y no hace absolutamente nada por resolverlos. El trato privilegiado de Antauro Humala y las licencias y excesos que se permite en prisión no hacen sino demostrar un favorecimiento inocultable y que las explicaciones de los responsables son jarabes de lengua que nadie con un centímetro de frente cree.

Igual sucede con algunas dependencias ministeriales. El otro día la viceministra de pesquería Patricia Majluf, por ejemplo, dejó bajo sospecha su prestigio científico tratando de explicar con inexplicables argumentos la situación de la merluza, recurso en visible estado de recuperación. El colmo resulta que recurra a la desinformación, distorsión de la data y al supuesto negado de que la información científica internacional no tiene validez.

Esta semana que pasó también se hizo público que de las 18 mil 700 hectáreas del Proyecto Olmos, 15 mil 600 fueron adjudicadas en subasta al Grupo Gloria. De modo que los agricultores lambayecanos, históricos defensores de la irrigación, se quedaron con los crespos hechos. Lo que se ha conseguido es favorecer un monopolio que ha cifrado el veloz retorno de su inversión en la producción de caña para producir etanol. En realidad los pequeños y medianos agricultores no son beneficiarios del Proyecto Olmos. El colmo resulta que el Estado peruano invierta 20 mil dólares por hectárea habilitada la que finalmente se ha rematado a 5 mil a un grupo económico poderoso. La procesión va por dentro en Lambayeque en donde incuba la frustración y la protesta.

La cereza de la torta de deslices del gobierno fue sin duda la torpeza diplomática de Rafael Roncagliolo. Sin embargo, hay que precisar que no se trata de una patinada reciente. El retirar de la Embajada del Perú en Francia al diplomático de carrera José Antonio Arrospide para colocar a la ginecóloga Cristina Velita Arroyo vinculada a la primera dama. Fue uno de sus inaugurales desaciertos. La inoportuna siembra de políticos en nuestras legaciones no ha cesado desde entonces. Ahora se suma el incidente diplomático por la suspensión de la visita de la fragata de la Armada Real HMS Montrose. La Embajada Británica en recientes notas ha señalado un tratamiento poco amistoso. En realidad ha quedado desnuda la improvisación y el talante poco diplomático de nuestro Canciller.

La conducción de la política exterior de un país es un asunto serio y no admite improvisación y manoseo político. Torre Tagle tiene un bien ganado prestigio que los desaciertos traen finalmente por los suelos. No quisiéramos pensar que el próximo año cuando se inicien los alegatos del Perú ante la Corte de la Haya se encuentre al frente de la diplomacia peruana. Un político con visibles limitaciones en el terreno del derecho internacional y los aconsejables procedimientos diplomáticos.
Caricatura El Trome: Excesos de Antauro Humala en penal salpican la gestión presidencial.

viernes, 16 de marzo de 2012

ELOGIO DE LA CEGUERA


Por: Miguel Godos Curay

La fascinación de la luz es un instinto humano natural. La luz nos permite observar detenidamente nuestro entorno. La oscuridad provoca temor y miedo hasta que nos atrevemos a descubrir la profundidad asombrosa de las tinieblas. Ahí en donde el espacio iluminado se convierte en bruma. En la oscuridad de la noche se afina el pensamiento. Los ciegos sueñan con una mirada perfecta en un mundo pleno de color que no alcanzan a ver los que embotan sus sentidos de luz sin reparar la maravilla que tienen entre manos. El ciego descubre el potente poder de la música y el silencio. La vida es una sinfonía intensa y apasionada.
John Milton, poeta ciego, no hubiera vislumbrado “El Paraíso” si en la plenitud de los sentidos se hubiera detenido en el asomo al caos de la existencia. Borges que sólo tenía sobre las pupilas la sombras. Tuvo una visión esclarecida con una asombrosa lucidez mayor a la de cualquiera de los mortales. Las criaturas míticas de sus ficciones son un caleidoscopio en el que asoman monstruosidades deslumbrantes e irrepetibles.

Luis Alberto Sánchez, el indiscutible maestro sanmarquino, leyó más, con persistente esfuerzo con mayor brío que todos sus alumnos y a fuerza de escuchar se volvió memorioso y sutil en la pureza de la expresión. Ciego fue Homero, el poeta que cantó con envidiable detalle las hazañas de Odiseo. Resulta que la ceguera ilumina las profundidades de la conciencia y convierte las limitadas percepciones en un mundo desbordado de fantasmagoría y de ideas que brotan incontenibles.
Somos en la vida una colección irrepetible de imágenes que conservamos en la memoria. Algunos pasajes de nuestra vida resultan poderosamente inolvidables. Las manos de la abuela. El rostro de las personas que amamos queda detenido en el tiempo. El paisaje de un rincón añorado en el que fuimos alegría queda colgado con un alfiler imaginario en las cuatro esquinas de nuestra memoria interior. Los paisajes más tarde se convierten en territorios desolados. El torso desnudo y el seno en el que se detiene la inasible belleza femenina. La fotografía que nos recuerda que fuimos niñez y juventud. La casa nueva. El cielo preñado de lluvia. El plato delicioso de cebiche aromado de limón y ají.

El mar, la puesta de sol moribundo sobre el tornasol de la tarde. El vapor que parte en el puerto con su chimenea. Los colores de la insignia del colegio. El rostro en la pantalla del ordenador. El mensaje de texto en el celular. La carta escrita a vuelapluma. El recibo de consumo de agua. El libro de poemas que ya nadie lee porque se acabó el colegio. El diploma con letra cursiva que dice que eres docto o maestro en nada. Y que mal de males sino se despinta la tinta los nuevos críos coleccionarán como adefesios del abuelo y la abuela. Y nosotros humanos apasionados descubriremos que hay una ceguera del corazón que es como la ceguera del alma. De ojos que ven pero que no tienen capacidad de asomarse a la belleza invisible del amor sincero, el decoro, la honestidad, la libertad y a la espontaneidad con la que baten sus alas plenas de felicidad y vida los chilalos.
(Foto: Luis Alberto Sánchez)

martes, 6 de marzo de 2012

VARGAS LLOSA EN LA UNP



Por: Miguel Godos Curay

De Mario Vargas Llosa podemos afirmar “es un escritor del Perú para el mundo”. El Premio Nobel de Literatura le fue otorgado el 2010 «por su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota». A sus 17 novelas suma nueve piezas teatrales, una veintena de ensayos, un libro que recoge sus memorias titulado “El Pez en el Agua” y una copiosa producción periodística. Toda su vasta producción ha sido traducida a más de veinte idiomas.

A su vocación literaria suma una indeleble honestidad intelectual como tenaz defensor de la libertad y firme opositor a las dictaduras. Esas resonancias contra el autoritarismo y el estatismo lo han convertido en un intelectual comprometido con la libre expresión, el pluralismo y la tolerancia. Con tales timbres su contribución al restablecimiento de la democracia en el Perú es un aporte invaluable que la historia aquilatará en su momento.

Las jóvenes generaciones encontrarán en su vida un esfuerzo humano de construcción y elaboración intelectual. Un estímulo para internarse en la atmósfera de la creación literaria, una pasión intensa por la literatura y la palabra. Un magisterio que predica la esperanza en un mundo mejor.

Son tan abundantes los méritos honoríficos y literarios del doctor Mario Vargas Llosa que resulta difícil enumerarlos sin olvidar su talante humano e intelectual, su sinceridad y su valentía para llamar a las cosas por su nombre. Para el Perú es un humanista insigne que convoca adhesión y cálida admiración a la inteligencia y a la creación. Su grandeza anima y contagia optimismo por el futuro de un país en donde todos acceden a la educación sin exclusiones. Vargas Llosa es como el nuevo amanecer piurano pleno de luz en donde se esfuman las sombras del oprobio y la cobardía.

Vargas Llosa nos recuerda también el significado profundo de la conciencia individual que conoce con claridad que cada uno tiene un deber que cumplir. Y el que no lo abandona con el cobarde pretexto de que otro hará lo que dejé de hacer es parte de esa sociedad democrática donde es posible la solidaridad, la dignidad humana, la cultura y el repeto a la vida.

En marzo del año pasado convocados por el historiador quinientista Miguel Maticorena Estrada estuvimos en San Marcos abordando tópicos vargallosianos. En aquella ocasión recordó Hugo Neira los vínculos juveniles de Vargas Llosa con la universidad de San Marcos. La disciplina intelectual que aprendió del maestro Raúl Porras y también la temperatura política del momento lleno de emoción social y revolucionaria representada por la prédica de don Issaac Humala. Pero en el mundo todo cambia y el materialismo histórico difundido en los catecismos ideológicos de Politzer se convirtió en el materialismo histérico que abrió caminos diferentes a los jóvenes estudiantes.

De Mario Vargas Llosa debemos encomiar su pasión por la lectura, su dedicación al estudio que le permitió obtener el Doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. Y que más tarde lo convirtió en un escritor metódico dedicado con puntualidad admirable a ese trabajo primoroso de elaboración y reelaboración de los textos hasta convertirlos en filigrana plena de significación y sentido. Quienes piensen que el genio es producto feliz de la inspiración descubrirán asomándose a su vida, horas y horas, de trabajo silencioso elaboración y corrección.

En 1967, cuando se concedió a su novela “La casa verde” el Premio Rómulo Gallegos pronunció un memorable discurso intitulado “La literatura es fuego”. Insuperable alegato en defensa del oficio del escritor. En aquella ocasión convocó al espíritu de un poeta olvidado Oquendo de Amat para mostrar la naturaleza inconforme del escritor. Es un texto estremecedor de extraordinaria lucidez que con el permiso de su autor me permito reproducir.

“Hace aproximadamente treinta años, un joven que había leído con fervor los primeros escritos de Breton, moría en la sierras de Castilla, en un hospital de caridad, enloquecido de furor. Dejaba en el mundo una camisa colorada y Cinco metros de poemas de una delicadeza visionaria singular. Tenía un nombre sonoro y cortesano, de virrey, pero su vida había sido tenazmente oscura, tercamente infeliz. En Lima fue un provinciano hambriento y soñador que vivía en el barrio del Mercado, en una cueva sin luz, y cuando viajaba a Europa, en Centroamérica, nadie sabe por qué, había sido desembarcado, encarcelado, torturado, convertido en una ruina febril. Luego de muerto su infortunio pertinaz, en lugar de cesar, alcanzaría una apoteosis: los cañones de la guerra civil española borraron su tumba de la tierra y, en todos estos años, el tiempo ha ido borrando su recuerdo en la memoria de las gentes que tuvieron la suerte de conocerlo y de leerlo. No me extrañaría que las alimañas hayan dado cuentas de los ejemplares de su único libro, enterrado en bibliotecas que nadie visita, y que sus poemas, que ya nadie lee, terminen muy pronto trasmutados en “humo en viento, en nada”, como la insolente camisa colorada que compró, para morir. Y, sin embargo, ese compatriota mío había sido un hechicero consumado, un brujo de la palabra, un osado arquitecto de imágenes, un creador cabal y empecinado que tuvo la lucidez, la locura necesaria para asumir su vocación de escritor como hay que hacerlo: como una diaria y furiosa inmolación”

“Nuestra vocación ha hecho de nosotros, los escritores, los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo. No se si está bien o está mal, sólo se que es así. Esta es la condición del escritor y debemos reivindicarla tal como es”.

Este homenaje que tributa la Universidad Nacional de Piura es también el reconocimiento a esta ejemplar lealtad a la palabra. Palabra con la que balbuceamos a mamá, palabra que nos sirve para soñar, alimentar nobles afanes, expresar nuestras infantiles rebeldías o inquietarnos con próximas aventuras. Sin la palabra nos quedaríamos sumergidos en el escepticismo y en la perplejidad frente al espectáculo del mundo. Sin la palabra es imposible preservar la libertad frente a la amenaza totalitaria y autoritaria. Sin la palabra no es posible la exaltación adolescente de la ternura ni la oración a flor de labios. Sin la palabra no existen la escuela, los maestros y la sinceridad. Sin la palabra no se preserva la memoria de los abuelos.

Un escritor es un alfarero de la palabra. La palabra es materia viva que nos aproxima y nos integra humanamente. ¿Qué sería un piurano sin su ¡gua! que concentra el asombro? ¿Qué sería Piura sin sus churres, sin las mozas pezpitas y el dejuro de las abuelas? ¿Qué sería de los piuranos si no existiera la palabra salud?

La palabra es materia elemental para la literatura. Sostiene Vargas Llosa que la literatura es “...uno de los más enriquecedores quehaceres del espíritu, una actividad irremplazable para la formación del ciudadano en una sociedad moderna y democrática, de individuos libres, y que, por lo mismo, debería inculcar en las familias desde la infancia y formar parte de todos los programas de educación como disciplina básica. Y sabemos que ocurre lo contrario, que la literatura tiende a encogerse e, incluso, desaparecer del currículo escolar como enseñanza prescindible.”

¿Qué significado para los piuranos tiene Mario Vargas Llosa?
Con Mario Vargas Llosa, Piura asciende al pináculo de la inmortalidad literaria. El piurano, con sus virtudes pero también con sus defectos, se convierte en un arquetipo de curiosidad planetaria. Para los piuranos es el deslumbramiento de su propia identidad. El descubrimiento de su rico pasado en la perspectiva de un mejor porvenir. Hay una contraste de momentos y emociones entre la Piura de 1946, 1952 y la del 2012. Sin embargo, perviven en el espacio y en el tiempo las instituciones, los personajes, la propia concepción del mundo y esa visión tan humana de construir el futuro.

No hay piurano que no se mire a sí mismo leyendo las páginas de Vargas Llosa. No hay piurano que no sucumba a la amistad, al piqueo, al bebe y a la jarana. No hay piurano que renuncie a la alegría y se queda extenuado por esos repentinos afanes de cambio y de progreso. No hay piurano que no mantenga invicta su devoción a Grau y lo sienta con patriotismo en las profundidades de su alma. No hay piurano que no se devoto del Cautivo de Ayabaca y de la Mechita pero no por ello renuncie a Las Huaringas. Por si acaso.

No hay piurano huérfano de gratitud. Por eso hoy la Universidad Nacional de Piura rinde homenaje a la inteligencia, al pensamiento, a la honestidad intelectual, a la tolerancia y a la posibilidad de un Perú redimido por los libros y las bibliotecas tal como los soñaron maestros inolvidables como Carlos Robles Rázuri y José Estrada Morales.

Doctor Vargas Llosa su obra engrandece al Perú, revitaliza las esperanzas en una nación respetuosa de las libertades elementales. Un país en el que cada niño al nacer no sólo venga con un pan bajo el brazo sino además con un libro bajo el brazo. Un Perú en el que se revalore la educación de la niñez y la juventud acaso no el capital más preciado de un país. Y la mejor salvaguarda para la democracia.

Los desafíos del presente son como las utopías y los sueños, al ser compartidos por todos se convierten en realidades y eso es lo que hay que procurar para que en nuestras escuelas y universidades no falten libros, ni maestros que desatiendan sus cotidianas obligaciones.

Creemos doctor Vargas Llosa que su visita a Piura es un gesto noble que compromete nuestra cortesía y nuestra hospitalidad. Por ello, agradecemos de todo corazón en nombre de la Universidad Nacional de Piura el venir a nuestra casa.

Esa Piura que después de conocerla da ganas de olerla, de sentirla, de andarla y de pisarla. Esa Piura cuya historia se pierde en la noche de los tiempos. Esa Piura en la que los tonderos nos recuerdan que el verdor de los algarrobos es anuncio de esperanza. Quisiera culminar con las palabras del escritor paiteño Luis Felipe Angell Lamas Sofocleto que dice: “Piura es la tierra donde el sol nunca se devalúa, la chicha nunca se evapora y la amistad (y la gratitud) nunca se extinguen”. ( Discurso UNP 05.03,2012) ( Foto: Oscar Senmache Antón)

sábado, 3 de marzo de 2012

VARGAS LLOSA: DE ESTOCOLMO A PIURA


Por: Miguel Godos Curay

Lo dice el propio escritor. Para Mario Vargas Llosa Piura tiene una sobrecogedora presencia en su vida. Algo así como si la ciudad, el paisaje alucinado, sus personajes se le hubiesen metido en lo más profundo de su alma. Vargas Llosa vivió en Piura entre 18 a 22 meses de su vida, pero fueron suficientes para dejar huella en su inspiración, en el recuerdo y la añoranza. En Estocolmo al recibir en Premio Nobel recordó este jalón de la tierra. “Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban “el pie ajeno” –lindo y triste apelativo–, donde descubrí que no eran las cigüeñas las que traían los bebes al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez vi subir al escenario una obrita escrita por mí”.

En 1946, su abuelo don Pedro Llosa era Prefecto de Piura. Mario vino directamente desde Cochabamba (Bolivia), donde radicaba la familia, a Piura para estudiar la primaria en el Colegio Salesiano. El primer gran descubrimiento fue que sus compañeros de clase eran mayores que él. Y que entre las alucinadas prácticas estaba el observar el curso del río y el desplome de los mitos infantiles respecto al origen de la vida. En palabrotas los buenos estudiantes piuranos eran expertos. Aquí estableció vínculos con muchos piuranos como Javier Silva Ruete, los Artadi, los Checa entre otros.

Posteriormente retornó en 1952 para culminar la secundaria. Después de la salida del Colegio Militar Leoncio Prado. Piura fue una ocasión para el reencuentro con viejos y entrañables amigos. Fue matriculado en el Colegio San Miguel aquí disfrutó de la generosa amistad del profesor Carlos Robles Rázuri. Con la experiencia periodística adquirida en La Crónica incursionó en La Industria. Escribe noticias a vuelapluma, pule entrevistas y redacta columnas sabrosas a las que titula “Buenos Días” y “Campanario” con notas de actualidad. Es un año fructífero y fecundo en donde también como recuerda Jorge Moscol Urbina logra estrenar el 17 de julio de 1952 en el desaparecido Teatro Variedades “La Huida del Inca” obra teatral inspirada en un drama indígena.

En las aulas de San Miguel a consecuencia de las protestas estudiantiles contra el Director Marroquín surge “Los Jefes” relato en donde fluye la fresca impronta del estilo periodístico. Fue en Piura en donde también en un cine recién inaugurado cerca de la Plaza de Armas donde tuvo la primera impresión de Madame Bovary de Flaubert puesta en escena por Jennifer Jones en el papel de Emma y Rodolfo caracterizado por Louis Jordan. Todo esto es Piura en Vargas Llosa. Un hato de recuerdos, una experiencia humana intensa en donde como señala el crítico mexicano Tanius Karm
“...Piura facilitó al joven Mario la oportunidad de consolidar la naciente vocación literaria”.

Según MVLL Piura fue acogedora. “Los baños en la piscina del Club Grau, los esfuerzos para entrar a las películas para mayores en el Variedades y el Municipal y las expediciones, que nos llenaban de excitación y de malicia, a aguaitar desde las sombras aquella “Casa Verde”, erigida en los descampados que separaban Castilla de Catacaos, sobre la que circulaban mitos pecaminosos. La palabra puta me llenaba de horror y fascinación. Ir a apostarme en los parajes vecinos a aquella construcción, para ver a las mujeres malas que allí vivían y a sus nocturnos visitantes, era una tentación irresistible, a sabiendas que cometería pecado mortal y que tendría luego que ir a confesarlo.” Este cúmulo de vivencias nutrió la inspiración del escritor que hoy emprende el peregrinaje de retorno a las raíces.
Foto: Miguel Godos, MVLL y Mónica Zapata