domingo, 29 de abril de 2012

Viceministra Majluf desoyó acuerdos y exacerbó conflicto social en Paita

¡DE LAS TERQUEDADES MINISTERIALES LIBRANOS SEÑOR!

Por: Miguel Godos Curay

Patricia Majluf es una científica prestigiada dedicada al estudio de los lobos marinos y la anchoveta. Sin embargo, ha resultado ser una mala operadora política. La turbamulta desatada en Paita es la consecuencia de su negligente actitud de echar por la borda los acuerdos entre los merluceros de Paita la vicepresidenta Marisol Espinoza y el Premier Valdez. Mal aconsejada por sus asesores la viceministra hizo caso omiso a los resultados de la pesca exploratoria y en su enfado se llevó de encuentro las conclusiones del crucero científico Miguel Oliver realizado en el litoral del Ecuador por el gobierno español que permitió vislumbrar la biomasa de merluza en el norte del Perú y el sur del Ecuador. ¿Sabía la viceministra que la ciencia no tiene fronteras?

La economía de Paita se sustenta en la pesca. Cuando la pesca se activa la economía se mueve. Las familias pueden enviar a sus hijos a la escuela. Y el mercado se moviliza en distintas direcciones. Después de siete meses de paralización la situación es bastante angustiosa no sólo para los empresarios sino para los pescadores y fileteros ocupados por la extracción de la merluza. La desocupación es el detonante de serios problemas sociales como el incremento de la delincuencia y la pobreza. Cuando los pescadores se cruzan de brazos consumen sus magros recursos y sobreviven a duras penas.

El recurso merluza ha mostrado una visible recuperación. Desde el 2000 la adopción de drásticas medidas como el sistema de cuotas de pesca y la reducción de la flota han permitido que el recursos se recupere. Sin embargo, la viceministra Majluf vinculada a conocidas ongs persiste en medidas cuyo correlato final será la desaparición de una actividad industrial que viene haciendo grandes esfuerzos para subsistir. Tras el conflicto desatado en Paita nuevas demandas han salido a flote.

Paita, el primer productor de pesca para el consumo humano en el Perú y provincia tributaria del Chira sólo cuenta diariamente con cuatro horas de agua potable. Las empresas pesqueras acarrean agua desde El Arenal en cisternas hacia sus plantas con insoportables sobrecostos. A contrapelo las empresas productoras de biocombustibles obtienen agua instalando sorbetes en el Chira. Otro de los problemas que enfrenta a paiteños y sechuranos es la jurisdicción de La Tortuga. El conflicto irresuelto tiene como telón de fondo las concesiones gasíferas y petroleras.

Preocupante es el mercado de tierras desatado en el tablazo de Paita en donde no se respeta ni siquiera la reserva natural de áreas para proyectos visionarios como el Aeropuerto Internacional que la región reclama. Ni la Procuraduría del Estado, ni inteligencia tributaria intervienen para determinar cómo opera esta rapiña sobre bienes nacionales.

Lo acontecido en Paita fue advertido oportunamente por la Defensoría del Pueblo. Sucede que muchos funcionarios públicos, con una disemia feroz, son incapaces de interpretar las demandas de las poblaciones. El caso de la viceministra Majluf que hizo tabla rasa de las demandas de los pescadores paiteños es uno de los tantos casos emblemáticos de conflictos que finalmente estallan en la cara de quienes representan al Estado.

Paita, puerto apacible tiene un viejo historial de calma y de respeto. Lastimosamente los oídos sordos exacerban con indignación a quienes se sienten burlados por el incumplimiento de los acuerdos. Paita está hoy de luto. La tristeza se siente hasta en los pelicanos del muelle fiscal. Llora la mamita Meche. Lloran los hijos sobre la costra del padre muerto. Llora la cevichera disimulando sus lágrimas con zumo de limón. Llora Caín con uniforme sobre el cuerpo de Abel sobre el suelo. Lloran los niños que no fueron a la escuela. Lloran las madres consumidas por la angustia. Llora Paita. Llora la luna. Lloran la merluzas con lágrimas de fósforo. Llora Paita puesto de pie. ¡Señor Presidente que no se vuelva a repetir la injusticia y el abuso!

domingo, 22 de abril de 2012

¿ES LA IMBECILIDAD CONTAGIOSA?
Fernando Savater
Por. Miguel Godos Curay
Savater advierte que quienes  saben lo que quieren pero hacen lo que no quieren merecen el insoportable calificativo de imbéciles. Igual sucede con los que se empecinan en desinteresarse por el sentido de su vida. Otros son los que equivocando el camino se desangran consumiendo todas sus energías. Al final,  extenuados se consumen en una indigencia desoladora. El imbécil es  un indigente moral que necesita de un bastón para andarse a tientas por la vida. Realmente, el número de imbéciles que nos rodea es inimaginable. Los hay de todo tipo, condición y sexo. Con cuello y corbata, con cargo y sin cargo. El autoengaño convierte al imbécil en presumido. En este extremo hay un universo considerable de sujetos que compran un auto o un bien costoso para demostrar que existen y que tienen poder. A escala los hay que compran el blackberry y traje de marca.
Otros son los que se arrepienten de su elección personal y descubren la colección de defectos de su decisión. Entonces el desencanto se apodera de ellos y la vida se sumerge en una cíclica monotonía. Muchas veces, la imbecilidad consume a los que gobiernan pero también a los gobernados. El gobernante imbécil se convierte en un sujeto incapaz de interpretar las demandas ciudadanas. Para él todo va bien y sin contratiempos. Cuando la realidad oronda y lironda lo contradice sin contemplaciones. Por supuesto entre los consoladores de la imbecilidad están la adulonería y la franela. La incondicionalidad grosera que embota la conciencia y el decoro.
En el territorio  ciudadano la imbecilidad puede interpretarse como esa indiferencia colectiva, una especie de sueño de perro inacabable del que se desinteresa por la vida pública. En Grecia al que se desentendía de la vida pública le llamaban “idiotás”. Y es una especie de idiotez colectiva no ejercitar la vigilancia ciudadana de los que gobiernan. La distancia entre el idiota y el imbécil es imperceptible pero no admite confusión. Cojean de la misma pata y exhiben la misma sonrisa.
La imbecilidad como el camino del infierno está empedrada de buenas intenciones, de promesas incumplidas. De un erróneo sentido de la lealtad. Así se confunden los planos. Cuando la lealtad tiene precio se convierte en una concesión capitulera de beneficios personales que lesionan el bien común. Imbéciles hay en todos los campos de la actividad humana. En las aulas, en los consultorios, en las empresas, en las organizaciones vecinales. Los hay acostumbrados a una moral de elástico condicionada a sus caprichos y a su volubilidad. Los hay  sumergidos en una infelicidad  que les consume el alma y el corazón. Suelen acumular fortuna pero los sorprende la muerte a la vuelta de la esquina. A esta laya pertenecen como dice Segura  esas viejas mañosas con cara de virtud.
El mejor antídoto para la imbecilidad es el aterrizaje en la realidad. La sinceridad y la verdad juegan su parte. Son como la vacuna contra la rabia. Los caminos cortos y sin atajos no existen. No es posible erradicar la imbecilidad de golpe porque hay una imbecilidad gozosa del que siente que le arrancan la piel cuando le cantan sus verdades las que no admite. El admitir el error estremece la conciencia y provoca cambios. El mejor negocio advierte el sabio es comprar a los hombres por lo que valen y venderlos por lo que creen que valen. Lo mismo podríamos decir de los que gobiernan. Muchos podrían ser una oferta perfecta de cabras al barrer.
El primer beneficio es el asomo  de la felicidad. La felicidad no se compra en un escaparate. Ni se vende por kilos en el mercado. La felicidad es un esfuerzo de todos. Compromete a los que mandan pero también a los que acatan los mandatos. La felicidad es un estado de bienestar colectivo. En donde los ciudadanos colaboran con los que gobiernan. Y en donde los ciudadanos asumen cívicamente  que no pueden continuar con un entorno mugroso y en un estado permanente de zozobra y desorden. Decía el viejo Rabindranath Tagore que un pueblo lejano existía en el centro de la ciudad una fuente. Una bruja malvada una brumosa noche arrojó una pócima y envenenó  las aguas. Los vecinos que bebieron  las aguas envenenadas, al día siguiente en turbamulta se dirigieron en protesta  a  reclamar vivamente porque el rey había perdido la razón. El rey acongojado en la noche y acompañado de su propia soledad recorrió las calles del pueblo. Al pasar por la fuente bebió del agua envenenada. Al otro día el pueblo exultante de felicidad se alegró y celebró que su rey había recobrado la razón.

viernes, 13 de abril de 2012

CRONICA DE LORAS, FELINOS Y CABRITOS


Por: Miguel Godos Curay

Las viejas familias piuranas tenían una curiosa devoción por sus mascotas. Podría tratarse de una lora vieja, un negrito silbador, bulliciosos periquitos. Una gallina a la que por cariño la familia entera renunciaba al puchero del buen caldo. Lo mismo sucedía con los perros y los gatos llamados con nombres insólitos de personajes del cine, la farándula, la insolencia o la mordacidad de sus dueños. Los animales siempre fueron grata compañía y preocupación hogareña entre nuestros abuelos.

Tengo fresco el recuerdo de doña Paulina una picantera de La Muñuela a quien pescadores sechuranos le trajeron una canasta de huevos de la isla para que prepara suculentas tortillas. Doña Paulinita cogió algunos cascarones y los colocó al calor de una pata echada que tenía en su corral. El resultado más tarde fue una docena de patitos y un extraño pajarraco que acompañaba a todo lugar a los pequeños. Fue así como doña Paulina crió en su corral un emplumado pelicano de largo cuello y grande pico al que alimentaba con vísceras del pescado con el que preparaba su cebiche. Doña Paulina bautizó a su engreído como “Plumas”. El que se convirtió en un pelicano hermoso y que más tarde con sus poderosas alas buscaba alimentarse en las orillas del mar. Pasada la tarde retornaba a su hogar a reunirse con su familia y sus hermanos. La amorosa dueña coleccionaba en las ranuras de su quincha de carrizo las plumas de su singular mascota.

Otra es la historia de doña Margarita Paz una venerable anciana de Santo Domingo de Morropón con una hermosa inverna en la que pacían sus robustas vacas. Según comentaban sus vecinos toda la inverna era cuidada y recorrida por un robusto macanche. Un culebrón de más de dos metros al que los intrusos habían visto abreviar la sed en las orillas de las acequias. Otras veces tomaba sol a la vera del camino. Según recuerdan para “Salomón”, así se llamaba el macanche, doña Margarita dejaba cestas de huevos como retribución a sus servicios. Otros afirmaban que la abuela entablaba conversaciones con el animal. Otras veces se enroscaba en los higuerones en donde hacía demostraciones de su habilidad para trepar la copa de los árboles. Doña Margarita, refieren, se sentaba en uno de los piedrones del camino y hasta ahí el macanche llegaba para enroscarse en sus pies.

Los gatos son también animalitos sensibles. En Paita he escuchado más de una historia de una gata llamada “Lulú” que marchaba por los techos hasta el mercado para hurtar trozos de carne que abandonaba en la cocina de su ama pobre para que pudiera preparar alimento. Los felinos son criaturas sensibles y su temperamento se puede establecer por el ronroneo que acompaña sus movimientos. Los gatos en la sierra son muy bien estimados porque ahuyentan a las ratas que acaban con los zurrones de granos. Según la convención un gato mozo vale por una gallina o dos pollos. Un gato es una garantía contra ratas y ratones.

Las loras en especial las llamadas “Aurorita” o “Nicolasa” son expertas en el silbar y repetir palabras que les enseñan sus amos. La loras atrevidas y lisurientas son fiel reflejo de sus propietarios. Alguna vez he visto como se le soltaba la lengua a un loro “mudo” con trocitos de torta mojada en aguardiente. De pronto el lorito ebrio se tornaba eufórico y entusiasta en sus gorgoritos y movimientos. Mascotas inolvidables son también los perros sean de raza o chuscos. La realidad ha demostrado que los canes ordinarios y plebeyos tienen una asombrosa capacidad para subsistir y preservan la lealtad a sus amos.

Cuentan las historias que el general La Mar cuando partió desterrado en 1829 a Costa Rica se llevó un cabrito, que le fue regalado como mascota al momento de partir. Este chivito piurano le acompañaba a todas partes haciendo mil piruetas y dando demostración a todos de los engreimientos que le propinaba su dueño. Al morir el general en la ciudad de Cartago el 12 de octubre de 1830, refieren las crónicas, se ornó al animalito con un crespón negro y el mismo acompañó con los ojos vidriados todas las pompas fúnebres. Dicen que días después perdió de pronto el apetito y no quiso comer. Una mañana fue encontrado yerto junto a la tumba del general. Ahí, refiere la leyenda, fue enterrado y acompañó a La Mar hasta que sus restos fueron repatriados al Perú por Panchita Otoya.
Foto: General don José de La Mar.

sábado, 7 de abril de 2012

EL LABERINTO DE LOS SUEÑOS


Por: Miguel Godos Curay

El miércoles pasado recordamos al filósofo pero mejor amigo Vicente Santuc Laborde ( SJ Francia 1936-2011) fundador del Cipca ( Centro de investigación para el desarrollo del campesinado), Radio Cutivalú y la Universidad Jesuita Antonio Ruiz de Montoya. Con este entrañable gesto humano se inició también la celebración de los cuarenta años del Cipca. En la cuenta menuda no es poco tiempo de trabajo en el campo, el escenario en donde mayores impactos económicos se han producido. Y en donde urge concentrar los esfuerzos para enfrentar la apropiación de la tierra (nuestra) frente a la arremetida brutal y hostil de un mercado que apaña predios y los negocia al más rico postor. La perogrullada de Olmos donde el estado invierte 20 mil por hectárea para adjudicarla a 4,500. No deja de preocupar respecto a lo que podría suceder en el Alto Piura. Lo mismo acontece en el Chira donde las tierras se arriendan y se venden a diario a los productores de etanol. En Piura ya se desbocó el negociado de la tierra y el agua. Y el tráfico está a la orden del día. Los ayer agricultores se asientan en las periferias urbanas de la ciudad. Hay un violento cambio de la matriz productiva. ¿Quiénes abordan la reflexión sobre esta crisis? ¿Preocupa esta crisis a los responsables de las decisiones políticas? ¿Está la crisis en la agenda de la universidad? ¿Cuánta falta nos hace Vicente?

Si hay un atributo con el que podemos recordar a Vicente es la frescura de su pensamiento. La alegría y la sencillez. En buena cuenta encarnaba el sensible humanismo que acompaña a los genuinos filósofos que no son complicados. El enredo y extravío en los vericuetos del dogmatismo no es un atributo propio de una inteligencia que descubre la verdad. Vicente fue un hombre esclarecido que abrió caminos y que construyó esperanza a través de sus sueños. Los sueños compartidos son realidades. Conforme al carisma ignaciano creía en el eficaz combustible de la solidaridad humana. Todos recuerdan su sonora carcajada pero también su sutileza lógica para extraer de los decires de la Chepa Mena filosofía pura.

Vicente se fue sin alarde, sin estridencia y sin miedo. Su cuidadosa elección de las palabras para expresar su verdad fue una nota distintiva. Amó lo peruano y lo piurano con una galana finura que todos recuerdan. Su calidad humana lo hizo dueño de un señorío de la inteligencia propio y profundamente humano y cristiano. Sus enseñanzas no se olvidan porque fueron actitud de vida. Sus inquietadoras lecciones de filosofía son un asomo reflexivo desde la sencillez hasta lo profundo esa fue la tónica que asumió en “El topo y su laberinto” (2005)

“El Perú es un país apasionante y a la vez desesperante” confesó a Caretas refiriéndose a la institucionalización costeña y urbana de la república sin incluir a la sierra y a la selva. El Perú es un país de exclusiones. En el territorio académico acusó a las universidades “que forman mentes estrechas de funcionarios que en cuanto tengan un poquito de poder lo harán sentir”. El Perú, puntualizó, necesita mentes abiertas capaces de competir en el mercado internacional. El desafío mayor es el conectar a la universidad con la vida nacional. Una universidad que enseña, indaga, investiga y propone. La distancia entre la universidad y la realidad es un océano de naufragios y desilusiones. Para la universidad no es suficiente ser el repositorio del pensamiento crítico sino del pensamiento constructivo que aporta soluciones. Si la universidad no se sumerge en la realidad difícilmente puede apelar a su ínsito afán de comprensión del mundo y ser predicada por muchos.

Vicente Santuc, advirtió premonitoriamente, que el Perú vive un momento de apuro por explotar los recursos naturales “sin siquiera hacer antes un mapa para saber cuáles son explotables, teniendo en cuenta las dimensiones humanas, sociológicas, los riesgos y de allí programar lo que se debe hacer hoy”. Su mensaje esencial, para una sensible peruanista, se resume en el “soñar un país en el que quepamos todos”. Sueño que aún se torna complicado por la inmadurez de nuestra clase política. El pretencioso afán de acumular riqueza sin compartirla. Por la superlativa confianza en una educación excluyente, distanciada de la realidad, discriminatoria y centrada en el retoricismo. Y por esa arrogante indiferencia del poder que cohabita con la corrupción, el abuso y la infelicidad.
Foto: Vicente Santuc, rodeado por el grupo fundador del Cipca. Bruno Revesz, Francisco Mugiro, Juan Hernández,Carlos Schmidt entre otros.

jueves, 5 de abril de 2012

¡SECHURA SACUDETE DE LA VIOLENCIA!


Por: Miguel Godos Curay

La imagen de un sechurano arrojando piedras y saqueando la comisaría de su pueblo es una imagen brutal insoportable. Eso es lo que hemos visto con estupor en la prensa nacional. Si algo distingue a los sechuranos es su proverbial cortesía e inteligencia. Lo que no significa que toda generalidad tenga sus excepciones. Lo acontecido antier nos deja perplejos por la forma salvaje y demencial con la que se destruyó la propiedad privada. Lo que con mucho esfuerzo se construyó se deshizo porque una horda criminal exacerbada por el alcohol y las drogas saqueó lo que encontró a su paso.

¿Quién los convocó para tirar piedras y hoy esconde la mano?
¿Quién dirigió a esa pandilla de abusivos con el rostro cubierto que despojó de sus cámaras fotográficas a los periodistas para que no quede registro de su accionar criminal? ¿A dónde fueron a parar los objetos sustraídos? ¿Qué espera el Ministerio Público para actuar e identificarlos porque es muy seguro que tienen prontuario y que hoy han sentado plaza en Sechura? ¿Quién devolverá las horas perdidas de clase que afectan a cientos de niños y jóvenes? ¿Quién devolverá la tranquilidad a Sechura que ahora con dolor dará su último adiós a la víctimas de esta confrontación innecesaria y sangrienta?.

La violencia es el derecho de las bestias y tenemos la serena convicción que los legítimos sechuranos respetuosos de su heredad tienen que hacer un claro deslinde con los agitadores. Todas las fuerzas vivas de Sechura tienen que rechazar esa asonada violenta que merece el repudio de toda la sociedad. Los agitadores deben estar de plácemes porque han dejado vacía la comisaría como si se tratara de un pueblo del lejano oeste sin orden y sin ley. Corresponde a las fuerzas vivas de Sechura en un acto de desagravio tomar nuevamente posesión del local policial y reafirmar que Sechura tiene vocación de paz y de respeto. Que el coraje cívico de un pueblo se oponga al miedo cerval que siembran los truhanes y los pillos.
Ayer en el Colegio de Ingenieros se acordó con el compromiso del Ministerio de Energía y Minas, el Frente de Defensa de la Bahía de Sechura, Savia, comunidad, congresistas, vicepresidenta Marisol Espinoza, Defensoría del Pueblo y autoridades de Sechura llevar a cabo tres mesas técnicas de debate los días 16 de abril, 10 de mayo y 11 de junio para tratar la problemática y observaciones de los pobladores. Para finalmente. el 3 de julio, realizar una audiencia pública en la ciudad de Sechura en condiciones de tolerancia, respeto y seguridad. El acuerdo ha sido suscrito por las autoridades y fuerzas vivas de Sechura representadas en la reunión.

El éxito de la propuesta depende de los sechuranos convencidos en las posibilidades del diálogo como forma y procedimiento con el que las personas civilizadas se entienden. La democracia permite que todos, sin discriminación de ninguna clase, sean escuchados. Estamos convencidos que dialogar es una necesidad de una sociedad que busca procesar y resolver sus discrepancias de la mejora forma. Otra cosa es patear el tablero y buscar soluciones, como en los tiempos de la caverna, a pedradas. Destruyendo la propiedad ajena y atemorizando a las madres, a los niños y a los jóvenes.

Deploramos con dolor la sangre derramada. Creemos que el crimen de quienes hoy ocultan sus manos no debe quedar impune. La propia sociedad tiene que formular un rechazo a todas las formas de violencia y abuso. Lo ocurrido es la indeseable forma de ahuyentar la inversión y acabar con potenciales fuentes de trabajo para muchos que los necesitan. Sechura vive un proceso económico de cambio de sus matrices productivas. Frente a una pesca en crisis y una acuicultura que genera empleo, existe una agricultura que no se adecúa a las nuevas tecnologías, la minería no metálica en desarrollo y los recursos energéticos que reposan en el mar.
(Foto: Cierre de puente en Sechura tras acto de violenta protesta)

MEDIO SIGLO DE EPENSA


Por: Miguel Godos Curay

Aún recuerdo la mañana de la entrevista con Mario Castro Arenas en la dirección de Correo de Lima en marzo del 82. Hablamos del tópico piurano del que debería preparar sendos suplementos conmemorativos del 450° aniversario de la fundación de Piura. Mi colección de fichas producto de innumerables lecturas absolvió todas las interrogantes. La serie de artículos propuestos fue aprobada sin reparos. Los siguientes días recorrí librerías en el itinerario zahorí de hablar y escribir de Piura, de su historia, de su presente y su futuro.

Correo me dio la oportunidad de compartir momentos inolvidables con Max Mogollón, Ronald Coloma y Parcemón Adanaqué, piuranos en la redacción de Correo y Ojo. En Correo mis rudimentos de tecnología periodística se arrinconaron frente a la impresionante velocidad de la impresora Harris. Me sumergí en los talleres y me fueron revelados los secretos del papel y de la tinta. Aún tengo en los oídos el pitido intermitente de los teletipos y las radios transmitiendo noticias para las filiales de Correo en el norte y en el sur.

En el local de Garcilaso se sentía aún el recuerdo entrañable de Luis Banchero y la audacia periodística de Raúl Villarán. Desde entonces me he sentido identificado con Correo. Con su gente, con don Enrique Agois Paulsen y con Kiko, Lucho y Charly Agois Banchero. Con el estilo muy personal de hacer el periodismo de Correo. Por vivir el vértigo de las primicias, por abrir la puerta hacia nuevas experiencias de diarismo. He recorrido la redacción como reportero, jefe de informaciones, editorialista, puntual entrevistador y Director. Mi experiencia periodística está salpicada de acontecimientos inolvidables. De desoladores diluvios pero también de historias humanas irrenunciables.

Muchos de los personajes que conocí están ausentes. Pero preservan una lealtad insobornable por Epensa que cumple este año medio siglo de existencia. Una empresa como esta es como una gran familia en la que los logros suman esfuerzos humanos. No se trata de la camiseta puesta como en el fútbol sino de una sintonía humana con aspiraciones y sueños que se hacen realidad. Los personajes desfilan cada uno con su sello propio se complementan unos a otros. Un periódico no es solamente un servicio público. También encarna de algún modo las aspiraciones colectivas, las demandas ciudadanas. Los reclamos que incomodan a las vacas sagradas. Las frases que pintan de cuerpo entero el cinismo de los políticos. O desnudan las soterradas pasiones en las que incurre con contumacia el poder.

Un periódico es eso y todos lo demás. El rostro sonriente de una beldad congelada en el tiempo. Un acontecimiento doloroso que nos desgarra hasta las lágrimas. O también la novela escrita a medias sobre la vida de un insólito personaje. Un diario es mucho más que la existencia reconcentrada en sus páginas. Es también como una nube de sueños que se eleva por encima de las estrellas. Medio siglo de vida no es poco, ni la vuelta de página de un cuaderno en el que se registra día a día la historia de un país. Es también nostalgia, rabia, placer y desencanto de contemplar el mundo con todas sus miserias pero también con la confiada esperanza de un tiempo mejor. Algo así como encaramarse en el edificio más alto de una ciudad para contemplar el camino recorrido para sentir la sensación irrepetible de una bocanada de aire fresco. O caminar con la neblina que humedece el rostro y nos recuerda que un nuevo día está por venir.
(Foto: Luis Banchero Rossi, visionario artífice de Epensa)