domingo, 28 de julio de 2013


UN PIURANO EN KENIA
Por: Miguel Godos Curay

En Kenia se penaliza el orinar en la vía pública
Los piuranos tienen virtudes y defectos bastante complicados. Uno de ellos es el vivir de las apariencias. A nuestros paisanos  les subyuga la irrealidad y huyen en polvorosa de la realidad misma. Por eso, no nos extrañen los circunloquios que utilizan para justificar lo injustificable. Nos encantan los eufemismos de todo tipo y en todos los escenarios. Difícil nos resulta admitir nuestros defectos para ello recurrimos a la pirotecnia verbal, al jarabe de lengua. En nuestra forma de hablar nos sumergimos en el ser y en el no ser al mismo tiempo. En Piura es común el estar “más o menos”. Un estado indefinido para decir que no estamos ni bien  ni mal. Pero como esta categoría insoportable para lo lógica no existe. No sabemos realmente cómo estamos.
Esta misma respuesta la encontramos al inquirir sobre el rendimiento escolar, al evaluar las gestiones de los alcaldes y el propio gobierno regional. En realidad nos encontramos sumergidos en el hoyo de los cangrejos pues caminamos en retroceso. Basta con medir  donde aterriza el progreso y en donde se percibe estancamiento. Lo mismo acontece en la gestión pública de muchas instituciones. Nuestras ciudades crecen más como consecuencia de la inversión privada que de la inversión pública. Los cambios producidos en Piura son inversión privada. Poco o nada se observa de inversión pública pues las obras acusan grandes deficiencias y demoras.

Esta indefinición existencial tiene sus bemoles y sus consecuencias previsibles. Se observa, por ejemplo, en el ejercicio de la actividad periodística en donde abundan los informadores sin medio conocido que pertrechados de magnetófono pululan  convertidos en el cuarto poder del Estado. A ello se suma el poco cuidado en el tratamiento noticioso y un pervertido afán de notoriedad. En nuestra ciudad se mantienen intactos los problemas cotidianos: inseguridad ciudadana, desaseo urbano y esa mala práctica ciudadana de arrojar desperdicios en la vía pública y orinar cuanto árbol se mantenga en pie.
En las redes sociales la inveterada práctica  es la confesión a boca de jarro. Ese bostezo colectivo los días lunes.  Y la diaria incitación a la comida sazonada, a los platos opulentos. Otros prefieren mostrar sus desconsuelos, su saludo cotidiano a los difuntos como si las benditas almas del purgatorio estuvieran conectados a la red. Sin faltar los políticos tremebundos, los resentidos,  los pornógrafos y los crédulos con Dios en la punta de la lengua. Todos pertenecen a la misma fauna piurana, indefinida, amorfa, aquella que habla de piuranidad pero a la hora de elegir no escoge lo mejor sino el premio consuelo estulto causa de todos sus males.

Así andamos entre los jueves culturales del Club Grau y los conciertos de la sinfónica. En el fondo la cultura nos escarapela el cuerpo y la música clásica nos provoca sueño. No se piense que tenemos afecto por la lectura. Nuestro mundo académico con las justas lee separatas. En Piura librerías genuinas no hay. Lo que hay son centros de venta de reproducciones piratas, la única librería de la que se tiene noticia está en el aeropuerto y abre puertas a las cinco de la tarde después de eso no tenemos nada. Pretender que lea un piurano es algo así como pedirle que se saque la muela. Los lectores contados están dispersos en esta apariencia descomunal de ciudad civilizada.
Hace algunos meses en Nairobi, la capital de Kenia, se ha adoptado una severa medida contra quienes mean los árboles, los edificios y muestran sus pobrezas en la vía pública. Este acto impropio ausente de civismo es hoy penalizado con una multa equivalente entre quince o veinte dólares y prisión. Con mayor severidad se  sanciona y escarmienta a quienes arrojan basura en la vía pública. Tal medida ha sido asumida porque se considera que una condición  elemental del progreso es el respeto al ambiente en el que se vive. Por este motivo diariamente se alecciona a los escolares ejercitando un efecto rebote entre sus padres de familia. Paralelamente en diversos puntos de las ciudades se han instalado retretes.  La polémica medida tiene sus promotores y detractores. Los primeros dicen que la educación es primero porque ahí en donde no se respeta las ciudades es probable que se aliente antivalores cívicos y se acabe dilapidando presupuestos públicos. Los segundos afirman que la calle es de nadie y ellos pueden hacer lo que quieren. Con ese sentido extraviado de la vida cívica se muestran indiferentes a los asaltos callejeros y el consumo de drogas. Por lo que podemos ver. Las ciudades son distintas aunque los problemas son los mismos. La capacidad de respuesta las distingue.

domingo, 21 de julio de 2013



LAS REDES SOCIALES PRESERVAN  LA DEMOCRACIA
Por: Miguel Godos Curay

La designación de Pilar Freitas como Defensora del Pueblo provocó
un rechazo cívico unánime


La vigorosa reacción de los jóvenes a través de las redes sociales  desató una protesta nacional por la manipulada designación de los integrantes del Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo y Banco Central de la Reserva. Twitter y Facebook fueron la caja de resonancia contra esta pretensión a todas luces arbitraria y deshonesta. La “repartija” de cupos se convirtió en el caramelo de menta de dos ex congresistas del oficialismo, el ex abogado de Fujimori y el Grupo Colina. Como se dijo en las redes el pasado miércoles se convirtió en el día de la vergüenza nacional. El descrédito obligó al Presidente Humala a pedir a dos de los designados a dar un paso al costado. La súbita presencia mediática del mandatario no hizo sino desencadenar una crisis acompañada por las cartas de renuncia de los magistrados Víctor Mayorga y Francisco Eguiguren, En la frustrada componenda han resultado con yaya el oficialismo, el toledismo, el solapado fujimorismo y el propio Partido Popular Cristiano.

Otro fue el papelón de Pilar Freitas, cuyas cartas intimidatorias a la prensa tuvieron  un efecto boomerang  sobre  su designación al frente de la Defensoría del Pueblo. Por el contrario, una a una, desnudaron sus trapacerías para mantenerse al frente de la Fundación Canevaro. Mañana lunes protagonizaran un plantón en la Plaza San Martín de Lima. Víctor Isla, el presidente del congreso que pretende su reelección en el cargo, ha mostrado también una inaudita falta de olfato político. La presión mediática va a continuar hasta que se elija en estos cargos no sólo a quienes reúnen capacidad profesional sino una conducta pública intachable. La desaprobación pública del Congreso mengua todos los días. Las encuestas señalan que la popularidad de Ollanta y Nadine Heredia se vienen de picada.

Las redes son el nuevo espacio en donde se desliza la política. Esta experiencia ha germinado entre los jóvenes que han entendido que la democratización y la vigilancia ciudadana son un proceso indetenible. Es evidente que hay quienes usan internet como confesionario de sus desazones y paño de lágrimas de sus desconsuelos. Otros muestran sus desencantos con un afán pervertido de notoriedad. Pese a los deslices  de la afectividad sublimada crece el número de ciudadanos que expresan sus opiniones sobre la conducta de los políticos   y no tienen reparos en descalificarlos por su deplorable actuación pública. Sí los políticos verdes y curtidos buscaban congraciarse con algunos sectores de la prensa mermelera resulta bastante complicado ganar la adhesión  de quienes libre y espontáneamente opinan por la red.

En el mundo las tiranías más brutales han sido denunciadas por las redes sociales en todos los idiomas y los tiranos aplastados por las multitudes. La experiencia reciente nos enseña y nos ilustra sobre este fenómeno. El dictador libio Muamar el Gadafi finalmente victimado por una turba fue exhibido como una fiera ultimada  por jóvenes que registraron su hazaña con sus celulares. En el otro extremo  Malala Yousafzai (1997) la estudiante paquistaní y activista de la educación de las niñas fue acribillada por fanáticos talibanes. Sobreviviente del atentado, Malala, hoy candidata al Premio Nobel de la Paz, ha declarado que ni la violencia ni las balas de los talibanes podrán silenciarla. En el mundo millones de niños se han solidarizado con ella. Y la amenaza y el temor han quedado arrinconados. Como señala Ulrich Beck la convicción en la democracia se nutre de la dignidad  humana.

La democracia importa la conquista de derechos  ciudadanos, económicos y sociales. Y la protesta actúa como un resorte de la conciencia ahí donde se vulneran derechos elementales.  Lo que necesitamos es instituciones políticas sólidas y normas claras, sin el atajo de la corrupción y el mangoneo de quienes ejercitan el poder. El país, la región, la provincia y hasta la aldea lejana urgen  del civismo vigilante que madura las decisiones y las inversiones públicas sin el festín mafioso de quienes se enriquecen del erario.  En 1950, sólo 32 naciones merecían el calificativo de democráticas.  Hoy 183 merecen esa consideración. Lawrence Grossman, en su libro “La República Electrónica” realizó un redimensionamiento de la democracia en la era de la información. Una de   sus intuiciones fue el fortalecimiento  ciudadano gracias a la interactividad y uso del correo electrónico, la información e internet. De modo que así como hay ciudadanos que imaginan en Facebook un confesionario hay otros que sin desánimo y sin pigricia construyen democracia.

domingo, 14 de julio de 2013


OTRA VEZ EL DIABLO EN PIURA
Por: Miguel Godos Curay


Virgen del Carmen, el escapulario bendito provocaba
la estampida del demonio.
El relato es espeluznante. Nos recuerda esa saga de películas sobre posesiones demoníacas en las que el diablo hace de las suyas con sus inocentes víctimas. La historia acontecida en Piura da cuenta de un adolescente que fue expulsado de un colegio religioso a consecuencia de sus repentinas y alucinadas crisis de fe acompañadas de ojos desorbitados, retorcijones en el suelo, un aliento fétido de albañal y la inesperada reacción temerosa de sus compañeros de clase. Se trata de  histeria químicamente pura acompañada de sorprendentes testimonios en detalle de los acontecimientos.
El caso oído de la boca de uno de los protagonistas directos es sorprendente y tiene un desenlace digno de thriller pues el presunto poseso desbordaba sus casillas frente a objetos de acero, estampitas religiosas y el ajo macho.  Más tarde  el endemoniado jovencito convertido en aplicado universitario tuvo que soportar la muerte de su enamorada de la que conservaba frasquitos de orina, lágrimas y otros fluidos corporales en su mochila los que inhalaba para recuperar energías cuando se encontraba exangüe. La trama es de novela pero los personajes son criaturas de carne y hueso en una Piura que se transforma de aldea  a urbe con pretensiones de modernidad.

El tópico demoniaco no es ajeno a Piura desde tiempos inmemoriales. En Piura el diablo dejó de aparecer el día en que se iluminaron las ciudades. El callejón de la Torata, en las inmediaciones de la avenida Sánchez Cerro, era conocido como la bolsa del diablo porque por ahí hacía sus nocturnas incursiones. Otros sostienen que el diablo perdió el poncho en los tortuosos caminos al filo de la cordillera en Huancabamba. El diablo también sorprendía a los arrieros que frecuentaban el despoblado junto al cerro azul en la Silla de Paita. El diablo piurano suscribía pactos de sangre a quienes entregaba fortuna y poder.
En las mesas maleras de hechicería y curanderismo en Huancabamba está presente el diablo empecinado en hacer el daño y sembrar el infortunio. Entonces lo invocan y le piden con compromisos de parte. Mejor dicho, explican los chamanes, el diablo te da pero te quita y arrebata lo que más quieres y lo que más te gusta.  Al diablo le gusta el oro  materia principal de las ofrendas en la Laguna Negra. El diablo alienta la codicia, la arrogancia y la lujuria. Según sostienen los creyentes no soporta los escapularios dela Virgen del Carmen. Entonces huye en polvorosa escena ridiculizada por los diablicos que acompañan la procesión de la Virgen en Canchaque y Huancabamba.

En los chicheríos del Bajo Piura se dice que el diablo sorprende a las jovencitas lavanderas en las acequias con sus silbidos entre los totorales. Y como el diablo es asquiento huye del excremento. Por eso algunas viejas acostumbran tener sus bacinicas  pertrechadas  con  el propósito de alejarlo de su pretencioso y vehemente  deseo de seducir a las pezpitas. El diablo huye también del agua bendita, de las crucesitas de palma  tras la puerta. Hay también quien acostumbra al dormir colocar los zapatos en cruz para que el diablo no los haga recorrer más de la cuenta.
En Piura hay también el diablo capitulero y siete suelas dedicado a la política  y al medroso oficio de vivir del dinero público. Es experto en sobrevalorar obras, desaparecer el fierro y el cemento porque en su estado natural se dedica al hurto. A él se deben esas obras públicas que parecen hechas con lengua de gato porque no duran  y finalmente  se hacen y se rehacen continuamente. Hay otro diablo haragán dedicado a demorar expedientes  su estado natural es la pereza. Hace como que trabaja pero no lo hace. Otros diablos piuranos son los mentirosos, los farsantes y los perro muerteros.  Otra especie en apariencia patriótica son los diablos dedicados a las efemérides cívicas con el puro ánimo de los bocaditos, el raje y las fotos para los periódicos. Después nada. Para ellos la patria es una torta que se reparte a dos cachetes nunca una heredad nutrida con la savia de la historia y el respeto.   Este diablo es sumamente peligroso porque se propone a sí mismo como testimonio de vida lo que resulta inaudito y perversamente grotesco. Son como la higuera estéril que maldijo el Señor.  

lunes, 8 de julio de 2013



LA LUZ DE LA FE ENTRE NOSOTROS
Por: Miguel Godos Curay

Papa Francisco,advierte,Cristo es la luz en las tinieblas
La encíclica Lumen Fidei (Luz de la fe) es una mirada erudita y profundamente filosófica sobre la historia de la salvación. El texto firmado por Francisco es también suscrito por Benedicto XVI. Pese a su brevedad  el texto es rico en citas y profundidad teológica. Si Cristo es la luz inagotable, el espacio iluminado por la fe  es el territorio de la confianza en Dios. Los primeros cristianos llamaron a Jesús el verdadero sol. Ese mismo sentimiento tenían los alcaldes indios y los devotos en la festividad del Corpus Chiristi en el Cuzco mestizo. Recuerda la encíclica aquellos acápites de la Divina Comedia donde Dante hace profesión de fe y la misma brilla como una chispa. Ser cristiano es vivir con intensidad ese fuego que incendia el mundo y la existencia toda. Lo opuesto es tiniebla, la oscuridad y el abismo.

La ceguera existencial es un mal que consume al hombre contemporáneo. Quien vive cerrado a la posibilidad de la trascendencia no vislumbra futuro. El materialismo, el existencialismo, el hedonismo, la fundación de una comunidad humana despojada de solidaridad y valores. Nos deja abandonados sin esperanza. La esperanza no es simplemente la luz al final del túnel. Sino esa posibilidad humana que surgida de la caridad y la justicia mejora  a los hombres y los rescata del reduccionismo salvaje del materialismo.

El sentido profundo de la palabra fieles nos conduce a una lealtad y a una fidelidad que desborda lo puramente humano. Sostiene el texto que la fe es como esa luz que asoma por los vitrales de las catedrales góticas. La tentación de la incredulidad es como el gusano de la desconfianza que penetra en las sociedades, en las organizaciones y en el seno de las familias. La desconfianza es corrosiva y destructiva. No es posible sostener la fe en la mentira, ni en la duda.

Cristo, advierte, es testimonio veraz, fehaciente, es como la confianza que depositamos en el arquitecto que construye la casa, el abogado que nos defiende en los tribunales. Cuando el hombre se aleja de Dios con la certeza equivocada que se encontrara a sí mismo se precipita hacia el fracaso y a la miseria. La proximidad a Jesús exige la condición filial del amor, pero un amor participado que camina al encuentro de los pobres, los desvalidos, los que son presa de la injusticia.

San Pablo por ello invoca la humildad frente al orgullo altanero. En la entrega a los demás encontramos el sentido de nuestro propio ser. La fe operante es la que anuncia a Jesús y lo comparte en genuino sentido de comunión y solidaridad. La fe está vinculada a la verdad. El mundo vive una crisis de verdad. En un mundo que alcanza enormes progresos materiales nos  hemos acostumbrado a aceptar la “verdad tecnológica” aquella que construye el hombre con su ciencia. Esta verdad en apariencia opulenta no lo es todo ni explica las inquietantes interrogantes del hombre. La falacia del progreso no aclara las crisis que sacuden el mundo.

Para San Pablo con el corazón se cree, es el centro donde se entrelazan esas dos dimensiones del hombre: el entendimiento, la capacidad de conocer y la voluntad, esa capacidad de querer. Con esa misma potencia se proyecta hacia el amor y la verdad. Como señala Ludwig Wittgenstein existe una conexión entre fe y certeza, entre fe y verdad, entre fe y realidad. Por eso la fe y la razón se refuerzan mutuamente como postulaba Juan Pablo II. Nuestra fe, la fe de nuestro pueblo es como esa llama que enciende otra llama. Un cirio que enciende a otro como en esos mosaicos  iluminados en donde resplandece la fe de nuestro pueblo. Sin duda, todo ese camino es posible con el auxilio de María a quien invocamos como intercesora en este peregrinaje en busca de la verdad.