sábado, 25 de diciembre de 2010

PENSAR PASADA LA NOCHE BUENA


Por: Miguel Godos Curay
Europa está cubierta de nieve y los aeropuertos no funcionan. En Piura se siente calor. Como nunca se vio antes, los piuranos concurrieron masivamente a los nuevos centros comerciales. El propio Mercado central estuvo ayer muy concurrido. El mango y la uva son las frutas abundantes de la estación. Pero en la mesa de noche buena hubo duraznos chilenos porque a nadie se le ocurre enlatar pulpa de mango y colocar en el mercado néctar de nuestro producto bandera. La revolución comercial llegó a Piura y la conmoción se siente en toda la ciudad. Los impactos son visibles y van cambiar la vida de los piuranos en todos los órdenes. Peor hay una navidad espiritual de significación profunda y otra material de la apariencia para el escaparate y el consumo.

En adelante los piuranos podrán comprar productos frescos, de buena calidad y con el peso completo. En adelante la opción de compra tendrá que confrontarse con dos conceptos nuevos: calidad y precio. Los cambios continuarán provocando sísmicos estremecimientos en el comercio. Los más afectados son los comerciantes informales y algunos formales que para preservar sus ganancias recurren a la informalidad. Los consumidores podrán contrastar hoy dónde son mejor tratados. Incluso las baterías de los servicios higiénicos limpios e impecables serán comparados con los hasta hoy mal olientes, sucios y pintarrajeados servicios de los establecimientos vecinos.

La comparación tiene su precio. No tiene objeto, por ejemplo, en el futuro enseñar marketing en la pizarra cuando el marketing operativo rinde resultados en las ventas y el éxito de las tiendas. También los escaparates organizados nos recuerdan que la disposición de los productos es arte de diseñadores y que muchos estudiantes de arquitectura pierden su tiempo haciendo maquetas cuando deberían asomarse a las galerías de arte y a las tendencias del diseño en el mundo. Acomodar zapatitos en los pasadizos y tratar de vender con artificio es un estilo de mercadeo fenicio propio de nuestras abuelas. Vender hoy requiere imaginación, creatividad y buen gusto. El presentar productos atractivos que sorprendan a los consumidores y los animen a una decisión de compra. El ofrecer productos para todos los bolsillos. Los productos bien presentados mitigan las frustraciones cotidianas. Es probable que muchas personas de escasos recursos no compren nada. Son las que señalan “venimos a ver las tiendas para engordar los ojos (las vistas en piurano)”. “Nos compramos pero paseamos y miramos”.

¿Se enseña creatividad en nuestras universidades? ¿Es posible educar para el buen gusto? La creatividad es un atributo de inteligencias abiertas. Estimulan la creatividad los inteligentes y audaces. Los creativos no son cuadriculados. El creativo transmite energía y fascinación en sus discípulos. El obtuso es incipiente, soso y aburrido. El creativo abre los ojos para contemplar el mundo asumirlo y recrearlo. El estrecho de mente cierra los ojos. El creativo hace. El escaso de imaginación presume. El creativo sabe porque se cultiva a sí mismo como una orquídea rara pero originalmente irrepetible. El nulo imaginativo es ordinariamente como la flor de muerto, tiene color para el momento, finalmente pasada la tarde pierde sus pétalos y queda desnudo. La belleza del creativo trasciende porque su aliento atisba universalidad.

El bueno gusto es sencillo y no es amanerado. El buen gusto tiene mesura y equilibrio. El mal gusto es estridente y desequilibrado. Es apariencia no es esencia. Es como la fragancia alternativa. Huele para el momento y al instante pierde su aroma. El buen gusto no es aparatoso y se construye sobre lo bueno y hermoso. El buen gusto muestra. El mal gusto demuestra lo que no se debe hacer. El buen gusto es parte de una manera personal de vivir. El mal gusto es imitación de otra imitación que a su vez es imitación de otra desventurada imitación. La creatividad es fresca y lozana. Sencilla y sublime. El buen gusto transforma el mundo. El mal gusto lo deforma perversamente.

Al que pueda ser mejor no hay que perdonarle el que no lo sea. Cuando la educación no provoca niveles de aspiración y de mejora en las personas no tiene sentido ontológico. La buena educación permanece. La mala educación es maroma de saltimbanquis intelectuales. Más exhibición que pasión. Advierte Savater que la educación nos preserva de ser imbéciles. La palabra imbécil viene del latín “baculus” que significa bastón. El imbécil, es en efecto un cojo pero no de los pies sino del ánimo y de la inteligencia.

En la clasificación de imbéciles encontramos la siguiente útil tipología savateriana: 1) El que cree que no quiere nada y todo le da igual. Vive en una siesta permanente aunque tenga los ojos abiertos y no ronque. 2) El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario. Pensar y embobarse frente a la televisión al mismo tiempo. 3) El que no sabe lo que quiere y no se molesta en saberlo, vive en una absoluta y permanente imitación de sus vecinos. En la vida acaba comprando y haciendo lo que no necesita y realmente no quiere. Su final es ser un conformista irreflexivo, 4) El que sabe lo que quiere pero finalmente acaba haciendo lo que no quiere, 5) El que quiere con fuerza y pasión pero eligió el camino equivocado. Es un despistado total. Lo peor de los imbéciles es que viven quejándose fastidiados de sí mismos porque nunca logran vivir la buena vida. El imbécil moral carece de conciencia y de buen gusto.

Una efectiva receta contra la imbecilidad recomienda el reflexionar: ¿Por qué queremos vivir humanamente bien? El comprobar si lo que hacemos corresponde realmente a lo que queremos. Mucha infelicidad anida en las personas cuando descubren el sin sentido de sus vidas y de lo que hacen. Mucha gente se dedica a acumular fortuna para vivir bien finalmente por avaricia acaban mal. Muchos se privan de placeres gratos y cuando descubren el cascaron de su miseria descubren que su vida fue una cuenta de momentos ingratos. Nos viene bien el afinar nuestro buen gusto moral. Repugnar la mentira, la falsedad, el odio y el engaño. Finalmente asumir la responsabilidad de nuestros actos. No es fácil, para muchos, arrancarse esa imbecilidad que tienen patente en el rostro y en sus actitudes cotidianas. En su estilo de hacer las cosas, En ese conducirse por la vida con una pata coja. El vivir en esa dislexia moral que engaña y que presenta como inocua la inmoralidad. El estar sumergidos en el estiércol y no darse cuenta.
(Foto: Tumba de Miguel Godos en el Cementerio San Francisco de Paita, con las flores que le llevé ayer)

domingo, 19 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD, LOS PIURANOS Y EL CELULAR


Por: Miguel Godos Curay

Uno de los ejercicios de los alumnos de redacción en la Escuela de Comunicación de la UNP fue en días pasados, el hacer una lista de las personas que no tienen navidad. La relación fue numerosa y empezó por los periodistas y los hombres de talleres en plena impresión de los diarios, los médicos en el quirófano y en los puestos de emergencia, las enfermeras, los ancianos solitarios en los asilos, los dementes, los policías de ronda, los viajeros, los mercaderes que tienen que aprovechar la oportunidad de colocar sus productos, los ateos y descreídos, los evangélicos que afirman que Jesús no tiene cumpleaños y los esotéricos que debaten sobre la existencia del ombligo de Adán. También los que, a la hora de la noche buena, están naciendo o están muriendo. Los solitarios ensimismados en su soledad y los que se quedan dormidos, ebrios de trementina y aguardiente. Los que sufren sin que nadie los consuele. Los que vienen y los que se van. No tienen noche buena los campesinos de las alturas que al filo de la noche tienen que colocar las semillas en los surcos. Porque esa noche bendita llueve. Y la lluvia alegre entona villancicos sobre la tierra reseca.

Habría que imaginar la desgarrada navidad en plena guerra sintiendo el silbido de las balas y el tronar de lo obuses, sobre los campos teñidos de sangre y de desolación. Navidad en la trinchera. Un río de lágrimas que se confunden con el lodo. Una mirada al cielo. Una oración. Navidad con los dientes apretados para no llorar recorriendo los campos desolados.

Navidad estentórea como un repique de campanas para alegrar la noche. Y el párroco Eduardo Palacios en plena noche buena agitando el campanario con una sonatina de contento desde una de las torres enhiestas de la matriz de Paita. Tenemos en la memoria, aquella noche en que doña Meche Mena tocó la puerta de la Casa Parroquial con un panetón en la mano para el padrecito. Porque los pobres y los humildes hacen de la navidad un don sublime irrepetible. Un pan dulce que a esa hora es una hostia de bondad. La negra Meche, la noble Meche se convirtió en la sonrisa de un ángel. En un piropo sublime del cielo. En un alfeñique de bondad inolvidable

En Catacaos, esa misma noche, las pastorcitas chaposas de largas trenzas y los cholitos enbrillantinados recorren los nacimientos. Y hay motivo para compartir chicha y clarito. Pavo y pastel de fuente. Chicha de maní para los churres. Champús, mazamorra morada y alfajores. Chumbeques con miel de naranja. Los vecinos alegres se vuelcan a las plazas porque es la fiesta del Niño Dios. En Narihualá, el niñito preside la noche alegre y las ollas abren su desdentada boca para despedir el hirviente aroma de tamal, el seco, sopa de novios o el caldo de gallina e punto de parida para que los pastorcitos no pierdan paso por el sueño.

Mi tía Eloísa, experta en enviar emplumados ebrios al cielo. Llamaba a mi abuelo José para que con harina, cascarones de gallina (huevos era una palabra impronunciable), anís y caramelos prepare el “pastel de fuente” para acompañar el pavo, horneado, en la Panadería de Cruz. Yo con curiosidad insobornable contemplaba como aquel abuelo daba forma a la masa sobre la mesa con hule nuevo. Según mis tías el pastel es discreto, silencioso y amable. El panetón, dependiendo de su textura es flatulento, sonoro y musical. Es un invento reciente. El panetón paiteño de la panadería de Vallejos, en el barrio de pescadores de la Punta, tiene fama y tradición. Pasas negras, almendra y maní. Fresco es ideal para las encías despobladas de las abuelitas. Seco, pasada la pascua, se convierte en galleta crocante. El pastel acompaña bien con pavo y vino oporto Tres Piernas. El vino dulce sauternes es para los niños.

El nacimiento piurano es barroco. Recargado de imaginería y motivos. En la cueva del Belén piurano está María, el niño y San José. Por los cerros desfilan hatos de cabras y de ovejas motosas de algodón. Maíces recién germinados sorprenden con su vitalidad. La estrella resplandece. Los espejos simulan lagos y en diversos pasajes se representan las cabañas de los pastores. Los entusiastas confeccionistas del nacimiento se inspiran en los textos bíblicos. Para los piuranos el nacimiento tiene que ser copioso para que el rito de la bajada de los reyes resulte entusiastamente divertido.

Conmovedora es la procesión del Niño Dios en Narihualá. Hemos seguido la procesión y el cortejo de los Reyes magos por las calles de la aldea, entre paredes de carrizo y fogones, entre barro y mates de caldo caliente y estofado, entre chicha carnuda y clarito. La banda pueblerina convoca a la fiesta y las cholitas engalanadas de celestes y azules de raso brillante acompañan el cortejo. Diablos y chirmías, redobles y clarinetes acompañan al bombo manzurrón. Es la fiesta del niñito sentado en una sillita. Es un niño como el que le regaló Manuelita Sáenz, a Nuestra Señora de Las Mercedes de Paita. Un “quitiño” tallado por las manos portentosas de los artistas de la Escuela Quiteña.

Jorge Dedios Morán, el párroco de Sechura, tiene un nacimiento cusqueño. Una maravilla de Mérida en donde San José y la Virgen, tienen el cuello largo. Las imágenes se proyectan al cielo como las imágenes del Greco, pero son divinamente hermosas. Si algo deberíamos hacer los piuranos es contemplar el cielo. Mirar en la noche buena las estrellas para encontrarnos a nosotros mismos. Huir del mundanal ruido para descubrir que somos madera para proyectos extraordinarios. Hay que mirarnos no en los espejos ajenos que nos deforman. Sino en los propios para aceptarnos y descubrirnos que somos diferentes.

Si hay un defecto muy piurano es la estridencia. La búsqueda desbocada de notoriedad en las apariencias huyendo del valor de lo esencial. Nuevamente descubrimos que a los piuranos les encanta parecer y aparecer. Huyen del ser. El ser requiere el aceptarse y asumirse como realidad irrepetible como lo que uno es, no como lo que no es. Una de las causas de la ausencia de los docentes universitarios en las marchas reivindicatorias. No es el sol reverberante. Es el desteñido del tinte capilar, que discurre por las sienes como al Cristo Yacente. El tinte, convierte la tercera edad en segunda o en primera. Las gringas al pomo están de moda en Piura. Como lo están los portentos de la cirugía que vuelve tersos los rostros arrugados y turgentes los pechos y traseros desvencijados por la gravedad.

Si hay virtudes en los piuranos la más excelsa, la más humana, es la solidaridad. El espacio compartido. El plato de comida entregado por una madre campesina en memoria del hijo ausente en un lugar lejano. Otra virtud es la alegría, que permite se rían de sí mismos. Piurano amargado y rabioso no es piurano. Es un extraterrestre que habita en los espesos e insoportables pantanos de la amargura. El piurano es creyente. Confía en Dios aunque algunas veces se escurre en las entretelas del demonio y de sus diablos personales y se deleita en la envidia, en el raje, en el rencor, en la codicia y en el olvido de Dios. Eso sí cuando está de malas se refugia en las iglesias, en el atletismo de la fe que son los peregrinajes. Cuando se siente bien disfruta de la opulencia del pavo que mira por encima del hombro. El piurano es bueno pero puede ser mejor. Si en lugar de hablar hiciera más. Si en lugar de vivir quejándose contribuyera a ser solución de los problemas que se inventa. Si los piuranos cambiaran un poquito serían ángeles. Sí solo entendieran que Dios habla en todas partes y no le gusta el celular. Habríamos construido una escalera hacia el cielo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

LOS PECADOS CIVICOS


Por: Miguel Godos Curay

Si existen pecados cívicos el primero de ellos es el cambiar del lugar monumentos o el remodelar plazas en buen estado. De ello bien pueden dar cuenta nuestras ciudades. En Piura, el retirar los ladrillos de recoche y colocar unas coloridas y resbalosas losetas dejó sin respiración a las raíces de nuestros ficus y tamarindos en nuestra Plaza de Armas. Hoy es un cementerio de árboles que a duras penas se mantienen en pie. En Tambogrande, el arboricidio fue salvaje y brutal. Árboles frondosos fueron arrancados de cuajo y el hermoso paisaje alterado para la posteridad. A ello se suma el armatoste de ladrillo y cemento construido en el acceso principal al pueblo. El resultado del disparate municipal es un mojón gigante de cemento. El perfecto y alucinado sueño de un imbécil.

La misma sensación se siente en Paita, en donde poco o nada se pudo hacer para esos ímpetus demoledores. Gracias al coraje de algunas señoras se logró mantener los pocos árboles en pie. En Sullana, al capricho consumado, se suma la tala ordenada por alguna mano siniestra para que se aprecie la desencajada estructura del edificio de la Caja Municipal. Los ayer hermosos jardines son unos terrales insoportables en los que cada día desaparece el espacio verde. El último despropósito está en Castilla. Alcaldes y regidores botarates deberían ser perseguidos hasta las últimas consecuencias por la Contraloría. También los colegios -de ingenieros y arquitectos- deberían advertir a la sociedad de esos constructores y constructoras expertas en desatinos vergonzosos para que las nuevas gestiones municipales no se conviertan en un festín de ladrones y sinvergüenzas. La cosmética urbana como cualquier cosmética es una ilusión perentoria para provocar la apariencia de progreso y desarrollo. Al final de cuentas “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Quedan plazas para una nueva y cuantiosa remodelación, sin espacio para la vegetación, circundadas de basura hedionda.

De todas las plazas que hemos recorrido una de las pocas que conserva su belleza es la de Chulucanas y como tal debe ser preservada de la botellería de plástico y las bolsitas de las golosinas. En los presupuestos participativos debería priorizarse, con sensatez, la inversión pública que mejore las condiciones de vida de las poblaciones. Atención a las necesidades básicas de salud y educación. Mucho de lo hecho hasta hoy son locales comunales que no se usan, bibliotecas que permanecen cerradas, capillas sin feligreses por todas partes, coliseos deportivos convertidos en fumaderos y estadios como el Miguel Grau que sólo se llenan por los resortes de la fe. Después nada. La educación y la salud siguen siendo tareas pendientes. Mientras tanto, encontramos en cada espacio público diseños arquitectónicos y de ingeniería peleados con el sentido común. Basta ascender por la escalera de la pinacoteca municipal para darnos cuenta de los mamarrachos consumados y consumidos. Últimamente, por ejemplo, están de moda los puentes con nombre propio. Dinero público colocado como postre a los especulativos negocios inmobiliarios privados.
Instituciones como la Universidad Nacional de Piura y sus estudiantes viven hoy en carne propia la perturbación de sus actividades académicas a consecuencia del explosivo impacto de los megacentros comerciales que encajonan el recinto universitario sin una compensación efectiva que repare los daños causados. Ruido insoportable, interrupción del tránsito, cortes de las vías y la conexión -sin mayor reparo- a las redes públicas de agua y alcantarillado. Aquí no hubo Estudio de Impacto Ambiental. Las consecuencias de la imprevisión serán visibles los próximos meses. A no ser que se garantice un acceso, sin interrupciones, a lo largo de la margen derecha del Río Piura para los pobladores del norte de la ciudad. De ahora en adelante habrá que soportar el intenso tráfico, el embotellamiento y los elevados costos del transporte.

Gregorio Duval, autor de un libro de hechos insólitos, cuenta que Virgilio preparó un funeral digno de emperadores a su amada mascota. Su “mascota”, era una difunta mosca verde como las que abundan en Piura. La ceremonia se celebró en su mansión, amenizada por músicos, a la misma fueron invitados las personalidades más relevantes como Cayo Mecenas, su protector. Se bebieron los mejores vinos y degustaron los platos más exquisitos. Y la susodicha mosca muerta fue enterrada en un mausoleo construido de fino mármol en sus tierras.

Todo este derroche, similar al de algunos de nuestros alcaldes, supuso un gasto de más de 800 mil sestercios para los bolsillos del apesadumbrado Virgilo. Podemos imaginar el gasto si tenemos en cuenta que el arriendo de un mansión romana de la época era de 2 mil sestercios anuales. Sucede que eran los tiempos del Segundo Triunvirato en la república de Roma, una alianza de cinco años realizada entre Marco Antonio, César Octaviano y Marco Emilio Lépido, tras el vacío de poder originado por el asesinato de Julio César. Llegó a oídos de Virgilio que el Triunvirato pretendía promulgar un decreto por el que se expropiarían las tierras de los terratenientes para repartirlas entre los soldados “jubilados”. Este decreto excluía a los terrenos en los que hubiera tumbas por considerarse sagrados. Con esta pequeña artimaña las tierras de Virgilio se libraron de la expropiación.

No estamos en Piura para nuevos pecados cívicos. Mucho menos para elefantes blancos. Ni para hacer mausoleos a las moscas como el avisado Virgilio. Por eso creo que el Nóbel a Mario Vargas Llosa reivindica y glorifica de algún modo a los piuranos. Todos los homenajes son plausibles si los mismos van acompañados de una apuesta por la cultura popular que ponga en las manos de los niños pobres y de lo estudiantes aplicados sus libros. Las obras de un autor elevado a las cumbres de la literatura y el reconocimiento universal. Habría que rescatar lo poco queda de la Piura que fue escenario de la vida de Vargas Llosa. Pero también contribuir a refrescar los laureles del Colegio San Miguel. Hemos sido testigos en Cuba de la devoción unánime por José Martí. Su pensamiento luminoso brota de la boca de los niños, los hombres, las mujeres, los maestros y los ancianos. En Piura, necesitamos replicar esta experiencia. Apropiarnos de la obra, la palabra y el pensamiento de Vargas Llosa. El mejor homenaje que le podemos tributar es leerlo y conocerlo. No convertirlo en un fósil exquisito. Sentirlo palabra viva, no palabra vacía. ¿Me entendieron?
(Foto: Tambogrande, el aluciando sueño de un imbécil)

domingo, 5 de diciembre de 2010

JA…JA…JA…JO…JO…JO….JI..JI..JI


Por: Miguel Godos Curay

Los comerciantes del mercado aunque intenten disimularlo las están viendo negras. También los supermercados urbanos. Ambos creen que la curiosidad y veletería de los piuranos se desparrama en los negocios nuevos. Y pasada la fiebre los clientes volverán como las oscuras golondrinas a adquirir sus productos de primera necesidad con kilos de 700 gramos, cuartillas de veinte limones, papas, camote y caballas vendidas en el suelo, esqueletos de pollo para disimular el caldo. Frutas remaduras y en mal estado. Ninguna de estas elucubraciones es cierta. El que vivamos en el moho no significa que nos guste la suciedad. Cuando descubrimos que podemos comprar bueno, limpio, con peso completo y a mejor precio. La boca se nos hace agua. En economía de escala los que compran en grande pueden bajar sus costos. Los chicos pujan y tienen que recurrir al recurso de compensar su bajo precio con gramos menos. Lo que en economía global, altamente competitiva, no funciona. Se compite con calidad y precios. A todo ello se suman las estrategias arrolladoras del marketing. Finalmente, los peces grandes devoran a los peces chicos.

¿Qué pueden y deben hacer los pequeños comerciantes? Los pequeños pueden y deben asociarse. Un riesgo para cualquier organización es la informalidad. El creer que al ama de casa le encantan los apretujones, la basura circundante y los productos baratos de mala calidad. Los tiempos han cambiado. No hace mucho contábamos a nuestros lectores la experiencia de instructores chilenos de pesca de palangres que recorrían el mercado de Piura. Su mayor desencanto estuvo en el mercado de pescado. Reproduzco la impresión. “No es posible que los peruanos y piuranos digan que el pescado es el alimento del futuro y lo vendan sobre baldosas sucias, lo laven en aguas inmundas y lo envuelvan en periódicos. No es posible –en cambio- que en el mercado de Piura y en las tiendas del centro de la ciudad los zapatos se exhiban en vitrinas. Los zapatos por más hermosos que sean van a pisar el suelo. Pero al pescado que nutre a los niños y a los jóvenes que son el capital de este país. No podemos darle ese trato infame. El día que los peruanos coloquen el pescado en vitrinas habrán dado un salto de progreso y desarrollo extraordinario”.

Lo mismo hay que decir y repetir a los pequeños comerciantes. Ser limpios y ser honestos no cuesta sino la decisión de hacer mejor las cosas. No podemos continuar con esa indiferencia y sometidos a la manipulación de quienes gozan y disfrutan a gran escala de la informalidad. La economía es un factor muy dinámico y el tren de la historia no pasa todos los días. Hay que mejorar lo que sabemos hacer procurando la satisfacción de los usuarios y consumidores. No es tiempo de quedarse paralizados o cruzados de brazos. O esperar la providente intervención del Cautivo de Ayabaca o la Virgen de la Puerta. El Cautivo y su mamá ayudan a quienes se ayudan. Una fe inactiva no sirve de cimiento a la esperanza. Un predicar sin hacer es pura paja. Hay que cambiar aunque nos duela y nos cueste. Fácil es para cualquier candidato aprovechar a las mesnadas de huevos fritos y timoratos y empujarlos a la protesta callejera. A escupir al cielo con los resultados que todos conocemos.

Recomienda el marketing estrategias para mantener la lealtad de los clientes. Los clientes son el principio y fin de cualquier negocio. El tener clientes satisfechos es signo de éxito. El tener clientes leales no es sino la consecuencia de un buen servicio y de calidad. El buen vendedor es como el buen profesor al que buscan y quieren sus alumnos. Es el que enseña no el que engaña. No es el que dicta sino el que comunica. No es el que habita en una torre de marfil sino el que pisa el suelo con sus pares y les ayuda descubrir que la realidad es lo que es, no, lo que a cualquiera se le ocurre que sea.

¡Acción y decisión! Es una frase para estos tiempos de tribulación y angustia pero también para una contemplación del mundo con otros ojos. Una madrugada pasada en la ruta de la carretera de Chiclayo a Piura he visto subir en la combi, en plena madrugada, a doña Témpora con sus hijas Julia y Angelita cargando sus galoneras y bidones de buena chicha de Tabanco. En la penumbra estas mujeres se encomiendan a sus devociones porque van a empezar un día de Dios. Por eso, son corteses y no despiden malhumor como esas viejas que sacan a pasear el perro por la cuadra todas las mañanas. Uno no sabe finalmente si la vieja pasea al perro o el perro pase a la vieja. Finalmente ensucian el parque donde juegan los niños.

Iniciado el recorrido por la ciudad Doña Témpora abre los ojos para ver donde empieza una nueva construcción. Así distribuye a sus hijas con sus canastos y fuentes por toda la ciudad. Ella utiliza una curiosa estrategia. Averigua ¿cuántos obreros hay? y ¿cuánto tiempo durará la obra? De este modo calcula los litros de chicha que venderá por jarras y la cantidad de cachemas y caballas que va a necesitar para el cebiche. Doña Témpora no sabe leer. Pero con un bolígrafo marca en su brazo el número de jarras que vende y lleva una cuenta perfecta de su negocio. Pasada la tarde, se reúne con sus hijas y con algunos comprados, retorna hacia Tabanco. Una de sus ilusiones es comprarse un celular de sesenta soles para comunicarse con la “base”. Y ha pensado llamar a su casa desde una cabina pública para recibir encargos de comprado. “Plumones, cartulina, café en grano, jabón, papel cometa, pilas” que ella puede llevar desde Piura con un recarguito módico. Según su contabilidad si se gana con la chichita. Para el “merco” no falta. Los churres pueden ir a la escuela. Las “chinitas”, la Julia y la Angelita usan blue-jeans y cuando culminen la secundaria se irán al Senati. Son modernas pero no se arriesgan a usar lentes oscuros porque vayan a decir que están “mal de las vistas”.

La estrategia de Témpora es marketing puro. No lo aprendió en ninguna escuela de negocios o en alguna universidad. Es una enseñanza de la escuela de la vida. Es marketing el buscar oportunidades y aprovecharlas. El no cruzarse de brazos, el tener saltos de progreso humano. El cambiar para bien. El formalizarse. El pensar en el futuro con los pies puestos en el presente y liquidando ese pasado que como un lastre nos arrastra a la incompetencia. Al entender que la fe mueve montañas cuando se tiene la mirada limpia y la fe puesta en Dios dador de vida de salud y de libertad. El entender que el sembrar el bien tiene un rédito enorme. El fortalecer nuestros valores. El creer en la solidaridad y en la competitividad de los mejores y que la alianza de los peores será siempre una jalea de fracasos.

El creer para crear, el apostar por la educación de los hijos antes que por las posesiones materiales. El entender que las personas no valen por lo que tienen sino por lo que saben y lo que hacen. El entender que duermen mejor los que fatigados de tanto trabajar reposan como ángeles que los que pierden el sueño preocupados por fabricar dinero. Una cosa es la vigilia del genio y otra es la inseguridad producto del mal genio que provoca la amargura de no tener todo el billete acumulado. Finalmente con dinero no compras salud ni felicidad. El entender que un infarto. Una palabra que tiene siete letras acaba con las pretensiones de los necios. El amor por la vida no es la cinta pegalotodo para unir los pedazos de un billete roto. El amor por la vida es ese contento de caminar con el viento en el rostro. Ese jarro viejo de café que nos revitaliza las mañanas. Ese encuentro con amigos que como tú valoran la amistad como el mejor don del ser humano. Ese reencuentro alegre con los que sufren y de los que nadie se acuerda. Ese caminar por la ciudad porque nos olvidamos del dinero para el pasaje y no nos angustiamos tontamente. Ese reírnos de nuestros errores, esa despreocupación porque nos falla el tinte en la cabeza porque compramos juventud a la fuerza. Esa vehemencia por descubrir la felicidad en la compañía de cada uno de los miembros de tu familia empezando por aquellos que se empecinan en escabullirse del afecto y la ternura. En perderle miedo al reloj que nos recuerda que llegamos tarde. Ese soportar a los insoportables y a los testarudos porque en el circo de la vida hay payasos y payasas en todas partes. Con un Ja..ja.ja.. el otro día aparecieron las pintas de un candidato en plena avenida Sánchez Cerro. Y el taxista observador me advirtió que los mismos autores de la pinta fueron los autores de la visual carcajada. Porque así los contratan de nuevo. Jo..Jo..Jo.. resuena la sonora carcajada del rubicundo panzón que anuncia la noche buena. Ji….Ji...Ji es la sonrisa socarrona y feliz de la Témpora cuando cada tarde retorna a su casa.

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA VERDADERA RIQUEZA DE LAS NACIONES


Por: Miguel Godos Curay

Cuando en 1990 el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) estableció como premisa el IDH (Índice de Desarrollo Humano) que mide la longitud de la vida, el logro educativo y el nivel de ingresos se disponía de información comprobable en la mayor parte de los países. Sin embargo, se descubrió que una de las debilidades de este método era la falacia estadística y los sesgos de la distribución. No se disponía de una medida cuantitativa de la libertad humana. Pese a las dificultades se llegó a una importante conclusión: “La verdadera riqueza de una nación está en su gente”. Esto significa que no sólo es necesario tener necesidades satisfechas. También se puede llegar a una vida saludable y humana a través de las oportunidades educativas. Como advierte Amartya Sen la educación expande la libertad humana. Muchas veces con modestos ingresos son posibles logros en salud y educación cuando se utilizan con racionalidad y sin el manoseo corrupto los recursos. Los fracasos son producto de gestiones irresponsables y mediocres en las que se oponen los intereses personales a los intereses colectivos. Hoy se ha incorporado al IDH el Índice de Desigualdad de Género (IDG) y el Índice Pobreza Multidimensional (IPM). Pueden haber mejorado los niveles de ingresos, pero la discriminación y la violencia contra la mujer persisten. Hoy existen pobres que tienen televisor a color pero carecen de los servicios básicos. Viven en hacinamiento. Las propias ciudades se conciben para los centros comerciales que empujan el consumo, para los vehículos y el asfalto. No se piensa en las personas.

El desarrollo que mejora personas requiere de un tejido institucional no de una telaraña que traba las buenas iniciativas. Los pequeños empresarios urgen de una saludable eliminación de los mecanismos restrictivos y excesivas regulaciones para estimular la competencia. Resulta inexplicable que mientras la recaudación tributaria arremete contra los pequeños negocios, se permite a las grandes empresas mineras aportes voluntarios. Otra constatación es la de entender que la prosperidad de un día para otro no es sostenible. Tampoco lo es el beneficio obtenido de formas sucias de acumulación producto de la corrupción.

Si la salud y educación mejoran, pero no hay una participación activa de los ciudadanos en la vida política, no hay desarrollo. Sino consolidamos la democracia local abriendo espacios para las mujeres, excluidos y minorías no podemos hablar de progreso. Conforme al informe del PNUD 2010 en el mundo existen mil 750 millones de pobres que viven con menos de un 1.25 dólares diarios. Eso sucede en África Subsahariana, pero también en la Piura andina y a la vuelta de la esquina. El desarrollo humano es expansión de oportunidades. Y privados de oportunidades están nuestros niños mal educados en la sierra y en la periferia urbana de Piura. Las niñas de la sierra entregadas para el trabajo doméstico en la ciudad, los niños trabajadores del mercado y las madres migrantes de las zonas urbano marginales. Los hijos de los mineros informales no vislumbran futuro. En educación no hay progresos significativos. De la retórica, el decir mucho y hacer nada. Los indicadores son aplastantes.

Sumemos a ello la desconfianza en las instituciones del gobierno y la administración de justicia. Una sensación de inseguridad colectiva nos afecta. Otra lección del informe viene de la economía. Cuando la economía de un país se sostiene sólo en la minería puede producirse lo mismo que en Congo, Zambia Zimbabwe donde la caída de los precios del cobre deprimió la economía y hasta hoy no levantan cabeza. La pobreza multidimensional afecta a más del 62% de las poblaciones. En los países desarrollados las muertes son de 16 fallecidos por mil nacidos vivos, en Piura las cifras son del orden de los 31 por mil (2005). Las cifras no han variado mucho. Entregar dinero a los pobres de la sierra sólo ha servido para incrementar el consumo de cerveza y el abandono de cultivos de trigo, cebada y papas para comprar arroz y fideos. La pobreza maquillada no es desarrollo.

Otro aspecto paradigmático en Piura es el incremento de la diabetes consecuencia de la obesidad mórbida y la mala nutrición por inapropiados hábitos alimentarios. De cada cien piuranos por lo menos 10 padecen diabetes de modo asintomático hasta que no son afectados por una secuela del mal. Antes se creía que la diabetes se disparaba ahí donde había exceso de consumo chatarra. Hoy la epidemia de diabetes frecuenta barrios marginales y hasta la sierra de Piura. La inversión tiene impactos directos e indirectos en la vida de la personas. La economía se activa porque existe una correlación positiva entre los niveles de ingresos, la educación y la salud. Sólo en Venezuela se ha producido una diminución de los ingresos pero la esperanza de vida ha aumentado 14 años en promedio.

Los saltos de oportunidad en las familias pobres y de escasos ingresos están en la educación. Un padre vendedor ambulante puede empujar, con mucho esfuerzo, a su hijo a la universidad. En este esfuerzo se empeña toda la familia y a consecuencia del sacrificio de otros integrantes del clan. Mientras un estudiante carenciado se esfuerza se raja existen otros con mejores oportunidades educativas que tontean y pierden el tiempo. No es que la calidad sea privativa de los centros privados, las miserias y la precariedad formativa se muestran descarnadamente en la universidad en donde la incompetencia se acumula a niveles insostenibles. En un sector tan sensible como la educación tienen nula presencia los padres de familia y casi nunca se escucha a los estudiantes quienes con sinceridad son los primeros evaluadores de sus maestros. En China, Malasia y Tailandia las escuelas están ocupadas con actividades y programación todo el año. En tal dramático escenario nuestras escuelas están cerradas a las actividades académicas y docentes, tres meses durante las vacaciones. Después nos quejamos de los pocos logros.

Uno de los conceptos que urge explorar a partir el pensamiento de Amartya Sen es el concepto de seguridad basado en el apoyo y la solidaridad en donde la acción directa de los actores sociales prima sobre el crecimiento. El Estado debe mantener un poder compensatorio para limitar el abuso de poder de los grupos capitalistas y poderosos. Si esto no sucede se producen conflictos que provocan perturbaciones y desaceleraciones económicas que afectan a poblaciones dueñas de sus recursos naturales. Ha demostrado el informe que muchas veces se produce crecimiento económico sin desarrollo humano. Un fenómeno interesante es el proceso de urbanización que transforma los arrabales y tugurios en viviendas dignas. Otra es la especulación rentista que acapara tierras y las revende a precios exorbitantes. En Piura el paradigma es elocuente. Un piurano recién casado en una urbanización en ciernes paga 70 dólares metro cuadrado. Una empresa dedicada a la producción de etanol pagó 10 dólares menos, sesenta dólares, por una hectárea (10 mil metros cuadrados).Estas asimetrías económicas son del todo insoportables porque irritan la justicia e indignan a los ciudadanos.

En el mundo hay variadas experiencias. En Alemania, la educación, es responsabilidad del gobierno estatal, en Francia es el gobierno nacional, los gobiernos locales se ocupan de esta responsabilidad en los Estados Unidos. En el Perú la responsabilidad corresponde tanto, al Ministerio de Educación, los gobiernos regionales y locales. A pesar de todo, los resultados son poco alentadores. Los municipios no invierten en los colegios de la periferia desatendidos y abandonados. El gobierno regional no se apropia aún del valor de la educación de calidad y el Ministerio de Educación sigue siendo una politizada rémora.

En Costa Rica los niños acompañan a sus padres al acto de sufragio. Incluso participan en una elección nominal que educa cívicamente al niño y los prepara para las responsabilidades cívicas del futuro. Nosotros prohibimos con las fuerzas del orden la presencia de los niños y seguimos siendo autoritarios. Los derechos civiles son fundamentales para el desarrollo. Aún existen poblaciones vulnerables. Etimológicamente la raíz latina de vulnerable significa “herida”. Y tienen una herida quienes no gozan de sus derechos. Un tema crucial es el empleo, el desempleo y el sub empleo. Cuando no hay protección las empresas se tornan abusivas y hostiles. No pagan lo justo y despiden a sus trabajadores para eludir obligaciones sociales. La falta de trabajo afecta a las familias y en especial a los niños que dejan de acudir a la escuela.

En el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2010 Perú ocupa el ranking 63 con un IDH de 0,723 y está incluido entre los países con desarrollo alto. Chile están en el ranking 45 (0,783), Argentina en el 46 (0,775), Brasil está en el ranking 73 (0,699); China está entre los países de desarrollo medio en el ranking 89 (0,663), Ecuador en el 77 (0,695) y Bolivia en el ranking 95 (0,643). Con Desarrollo Humano muy alto está en primer lugar Noruega (0,938), Estados Unidos en el lugar 4 (0,9002), Japón en el 11 (0,884), Canadá en el 8 (0,888) y Alemania en el 10 (0,885) y el Reino Unido en el 26 (0,849). Sin duda estamos mejorando en el contexto mundial. Pero podríamos estar mejor sin corrupción y con una activa vigilancia ciudadana que acaba con las brechas de exclusión en salud, educación e inversión pública.

domingo, 21 de noviembre de 2010

EN LEGITIMA DEFENSA


Por: Miguel Godos Curay

Queremos formular una contestataria propuesta a nuestros amigos lectores y a los que no lo son. La de no comprar ningún producto ni recurrir a los servicios que salvajemente nos colocan en la punta de la nariz estos publicistas aviesos que ocupan las principales arterias de la ciudad y han despersonalizado nuestros, hasta ayer, apacibles rincones sin que nadie nos preserve de la contaminación publicitaria. Sólo así entenderán que los piuranos y cualquier ciudadano civilizado quiere una ciudad para sí: limpia, abierta y acogedora y digna. Una ciudad para sus habitantes no para los comercios que de una día para otro trastornan todo movidos por el resorte del consumismo. Bueno es culantro pero no tanto. El consumo por el consumo mismo nos ha convertido en adictos a las tarjetas, a las deudas impagables. A la ignorancia respecto al Código del Consumidor actualmente vigente, el que aplicado a las ofertas que no lo son, a los pagos por reposición injustificados y a tramposas ofertas. En donde el presunto descuento no es sino el incremento al precio que se exhibía un día antes. Al dos por uno y a otros cuentos mercantiles que el Código sanciona pero que nosotros dejamos pasar por desconocimiento. Igual sucede con los denominados servicios públicos regulados, servicios de salud, servicios educativos, los inmobiliarios y los financieros perversamente explicados con letra de pulga.

A los piuranos nos falta cultura del reclamo. Nos han educado para no reclamar con un falso sentido de nuestros derechos. Todavía hay quienes piensan que cuando uno dice lo que tiene que decir en defensa de sus derechos: falta el respeto. Nadie es irrespetuoso cuando exige justicia. El abuso disfrazado es insoportable. Hay que acabar con estas malas prácticas. No es así y no tiene porque ser así. Convivimos con una serie de mandatos irracionales que lindan en el abuso y contra ellos hay que arremeter con decoro y dignidad. Hay escuelas públicas y privadas en las que se apropian de los efectos personales solicitados a los niños. En otras los mejores trabajos de los alumnos pasan a ser patrimonio de la profesora a la que con inaudita perversión en Piura se llama “miss” como si en el castellano no hubiera la palabra apropiada.

No faltan los que utilizan los vehículos y bienes del Estado como si fueran propios. Son propiedad común,pertenecen a todos y están al servicio de todos. No de uno o cuatro gatos que ocupan cargos públicos de modo transitorio. En Cuba, por ejemplo, los bienes del Estado están de modo efectivo al servicio de todos. Así por ejemplo, el auto de un ministro o de cualquier funcionario que en su desplazamiento encuentre niños que se dirigen a la escuela tiene la obligación de llevarlos. Son el capital más valioso de un país. No se si la misma experiencia se puede aplicar en Piura. En donde los bienes del Estado se convierten en prenda apetecida y símbolo del disfrute del poder. Hay buses que deberían movilizar a estudiantes a sus centros educativos y sólo se dedican a conducir vacas sagradas que tienen sueldo y lo suficiente para pagar un pasaje. Hay que enseñar a nuestros estudiantes, niños y jóvenes, a reclamar. La cultura del reclamo nos inmunizará frente a abusos de todo tipo que menudean a diario. En las instituciones públicas donde se demoran los trámites y en donde los tiempos burocráticos nos provocan rabia e indignación.

Una práctica que se extiende cada día en la universidad es el poner freno a los docentes que nunca entregan un sílabo o no tienen reglas claras para evaluar a sus alumnos. Ya en San Marcos, en la UNI o en la Católica al profesor que improvisa, los alumnos le paran el macho y lo aclaran. “Profesor lo que usted nos está explicando ya lo conocemos de modo que prepare bien su clase”. No se piense que en servicios educativos no se aplica el Código del Consumo. Se aplica y de modo terminante cuando no se brinda información veraz, oportuna, completa objetiva y de buena fe sobre las condiciones del servicio así como las condiciones de los costos pactados.

Igual trato corresponde a los servicios de salud y los financieros y otros. Algunas clínicas, para reducir costos, cubren sus cuadros de personal con legiones de practicantes. Otras veces en jerga enrevesada registran servicios que engordan la factura. Sin contar las prácticas negligentes que tampoco están ausentes. Los servicios financieros son también motivo de razón y queja. Se entregan tarjetas de consumo como estampitas y a sola firma. Y no hay que ser ingenuos para no reparar sobre las consecuencias del mal uso de las mismas y las impagables deudas que se generan a partir de la irresponsabilidad.

Un modelo digno de encomiar es el servicio que presta la empresa más conocida por los piuranos y talareños, por su puntualidad y el celo con el que preservan la seguridad de sus pasajeros. Turistas que retornan de Máncora pueden arribar a Piura con puntualidad europea para abordar el avión. En sus buses se movilizan diariamente desde dolidos viajeros pacientes de la seguridad social, estudiantes, trabajadores de las empresas petroleras, amas de casa y docentes. El cumplimiento de los horarios y el orden facilita la comunicación de Piura con Talara y sus distritos. Esta empresa cumple a pesar del progresivo deterioro de una carretera sinuosa en la que una serpiente de cisternas de crudo que diariamente se desplazan a la refinería de Talara destroza con impunidad. Algunos tramos en donde aún queda carretera el asfalto parece, a consecuencia del sobrepeso, un borrador. No es posible que la provincia productora de hidrocarburos tenga una carretera en malas condiciones. Y no hay razón para que cisternas cargadas de crudo paguen una bagatela en los puestos de peaje y sin la posibilidad de permitir la reconstrucción de la maltratada vía.

No sucede lo mismo con otras empresas que se detienen a recoger pasajeros en el camino sin medir las consecuencias. El tema de la seguridad para los usuarios de servicios de transportes es tierra de nadie. Los piuranos son fieles a la tradición gondolera de viajar con hatos y garabatos. Aún no hemos percatado que en otras latitudes un viaje tiene que ser seguro y cómodo. Sin esa fauna de pedigüeños y tragicómicos que pican los bolsillos de los viajeros y otras veces operan como eficiente servicio e los salteadores. A todo ello hay que poner fin. Hay que exigir de una vez por todas, buen trato. No podemos continuar así con este atropello inacabable.

domingo, 14 de noviembre de 2010

LA CIUDAD DE LOS MIL Y UN CUENTOS


Por: Miguel Godos Curay

No menos de tres congresistas piuranos fueron estafados por la pirámide financiera de CADE y por vergüenza guardaron cómplice silencio. Dicen que uno de ellos, por todos ustedes conocido, consumada la estafa prorrumpió con nostalgia "Le robaron los huevos al águila".El asistente del padre de la patria que contaba esta historia la concluyó con esta frase: "ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón". En Piura los timos son un viejo y consumado arte. Allá por los 68 y 70 se apareció en Olmos la virgen María a una niña llamada Teodorita que recibía mensajes -que sólo ella era capaz de oír- de la madre de Dios en pleno trance “y con las vistas torcidas”. De pronto la cuesta de Ñaupe se llenó de peregrinos de toda laya que de los últimos rincones de Piura acudían con fervor milagrero. Entonces el milagroso algarrobo donde la virgen se aparecía se llenó de cirios y ex votos. Algunos de los fanáticos juraban y rejuraban que el mismo Espíritu Santo se aparecía diariamente en forma de chilalo en el bendito algarrobo. Las vianderas, taxistas y posaderas hicieron su agosto. Cientos de rosarios tocados por la niña Teodorita salieron a la venta, al igual que algodoncillos quita dolores y hasta botellitas de agua bendita aromatizadas con gotas de agua florida. Cirios y velas por cientos. El fervor decayó cuando uno de los tullidos que había caminado ante los ojos de los incrédulos declaró en la redacción de La Industria que sus males habían empeorado y retornó a sus cojeras. El padre de la niña durante mucho tiempo vivió de este fervoroso negocio. En el lugar de la aparición surgió un pueblo. Y un próspero negocio con camión para reparto de leña llamado “El Milagro de Teodorita”.

En Piura se vende, se vendió y se venderá sebo de culebra porque la ingenuidad nos fluye a borbotones. Un caso reciente es el próspero negocio de los honguitos Labomat que pulverizó ahorros y convirtió de en estafadores perseguidos por la Interpol a ingenuos sullaneros. La estafa llegó a límites insospechados y en la relación de víctimas se registra a más de un avisado e inteligente. Lo mismo sucede con productos que se anuncian y ofertan como cura definitiva para la diabetes y otros males con el presunto aval científico de universidades prestigiadas. No es así. Otros han convertido los productos naturales en una panacea para todos los males. Tras la agresiva promoción publicitaria y la aparente inocuidad de los fármacos se ocultan redes caza tontos para exprimir los bolsillos.

El mismo efecto tienen los tónicos capilares, las pastillas para reducir peso en una semana y sin dietas y los regeneradores de piel. Nunca funcionan. La aparente venta de estos productos en centros comerciales prestigiados nos les quita su sobredosis de cuento. También hay timos para “inteligentes”. Un ejemplo son los cursos de “aprenda a hablar inglés en quince días”. Lo cursos acelerados de chino mandarín y cuanto idioma sirva en la universidad para pasar por agua caliente una maestría y un doctorado. Tal es la situación que con contadas excepciones, ninguno de los magísteres y doctores de nuestras universidades puede sostener una conversación en inglés por cinco minutos. Que conste que los “doctores” conforme a la ley deben tener pleno dominio de dos idiomas en los cuales pueden sostener una clase impecable, escribir un artículo científico y poder acceder a la producción científica de primera fuente. En la realidad esto no sucede.

Otra estafa son las academias universitarias exitosas. En realidad no lo son. Los alumnos, con contadas excepciones, razonan en absoluto. Son aprendices memoristas de soluciones incapaces de operaciones racionales básicas. Todo ello consecuencia de tener una colección histórica muy completa de los exámenes de admisión de tal o cual universidad. Las academias son prósperos negocios veraniegos. Una propuesta razonable debe ser la incineración pública de estas coloniales fórmulas repetidas y descompuestas de medir las inteligencias. El día en que se adopten procedimientos más creativos de descubrir las actitudes de los estudiantes se tendrá mejores cuadros en la universidad. En esta tarea tienen que medirse los indicadores de éxito en la educación primaria y la secundaria. Sólo así no se caerá en el fiasco de tener por excelentes a memoristas astutos. En lugar de reflexivos honestos e inteligentes. Otra forma de estafa es el rito académico. El sonar cascabeles con foto incluida al concluir la maestría y el doctorado sin tesis sustentada. Una simple constancia de culminación de los estudios es causa de ríos de cerveza y gastos innecesarios. La tesis que es investigación pura trabajada, pensada y la suficiencia en el dominio de los idiomas son tareas imprescindibles hoy postergadas. Michael Porter lo ha señalado en Urubamba. Si el país no invierte en educación con seriedad no podrá sustentar competitividad. Porter establece como meta la suficiencia en idioma inglés en la secundaria imprescriptiblemente. La educación precaria reproduce como cáncer la pobreza.

Un nuevo mito piurano ha surgido en plena avenida Grau donde viejitos y viejitas adoloridas y desahuciados de todos los males, vestidos de blanco, pugnan por las 28 camas coreanas que a su decir los restablecen de todos sus males. Pese a que el tratamiento es gratuito y la presunta terapia obra milagros. El cuento flota en el aire y se huele. No faltan, por ejemplo, los que seducidos por esta terapia de masajes térmicos muevan cielo y tierra para adquirir sus tarimas quita dolores y poner su negocio portentoso en su barrio. La devoción por la cama coreana no queda aquí. Los más persuadidos y sugestionados se unen y reúnen para en un paleteo colectivo contarse chistes y olvidarse de sus males tras un masaje con los jades orientales. La terapia, en apariencia inocua, tiene como prolegómeno la visita de los coreanos con la consiguiente oferta de adquisición de los catres milagrosos. Mientras tanto, la pesca de adoloridos prosigue y las colas son numerosas todas las tardes. Cierto es que quien padece sus tragedias dolorosas se aferra a cualquier solución en busca de alivio. Es innegable también que los piuranos pertenecemos a esa legión inacabable de caídos del guabo. Es la misma historia del viejo aduanero que en el paso fronterizo durante los últimos diez años de su vida vio a pasar a un hombrecito sonriente en bicicleta. Todas las veces que se le hizo una pesquisa nunca se le encontró nada que contraviniera le ley. Pero a punto de dejar su puesto. Detuvo al sujeto y en tono de ruego le preguntó. -¿Vas a decirme de una vez por todas qué es lo que contrabandeas?- Sin perder la calma el hombrecito respondió: “-Je-fe-ci-to bi-ci-cle-tas”. A propósito ¿Qué nos quieren vender los coreanos?.

domingo, 7 de noviembre de 2010

¿POR QUÉ SALIMOS MAL EN MATEMATICAS?


Por: Miguel Godos Curay

Esta semana que pasó fue de exámenes finales en la UNP. Confieso que es una de las etapas mortificadoramente desagradables e insoportables para cualquier docente decente en la universidad. Durante estos días hay que tener oídos para escuchar los argumentos sin argumento, al que recurren los estudiantes para justificar sus bajos rendimientos e indigencia académica. Si no es la enfermedad de la abuelita, recurren a problemas familiares de toda índole, enfermedades imaginarias y contagiosas justificadas por un irresponsable médico amigo, furtivos embarazos y hasta imperdibles oportunidades laborales que no nos permite estudiar.

Existe en la universidad una subdesarrollada gabela perniciosa llamada el examen “sustitutorio” o “suplicatorio”, que permite a estudiantes negligentes y a vagos redomados, tener una evaluación salvavidas. Finalmente a rastras y sin decoro, estudiantes de la hora undécima, aprueben cursos para mantenerse a flote en esa vacación permanente que para muchos es la universidad. Otros recurren al vínculo familiar con el que pretenden aceitar y lucrar un trato preferente. Otros utilizan una matemática absurda que permite esos conejos salidos de la manga que convierten un 10.45 o un 10.50 en un “once” aprobatorio. El once es la cuerda floja. La mediocridad piadosa disfrazada de aprobación.

En la matemática financiera un redondeo de estos que se aplican con facilidad y sin reparos en la universidad podría convertirse a escala en un robo descarado, brutal y descabellado. Nuestro decimal sistema aprobatorio es una heredad colonial. Un piso resbaloso que prolonga esa actitud fresca indefinida que se expresa en esas respuestas a la interrogante: ¿Cómo estás en matemática? “Estoy más o menos”. No es más ni es menos. No estoy ni bien ni mal. La lógica, sin embargo, sólo admite dos posibilidades. O estar bien o estar mal. Ontológicamente nadie puede ser y no ser al mismo tiempo. Mejor dicho nadie puede estar mal y estar bien a la vez.

Sucede que en nuestra mente hemos instalado este espacio indefinido para justificarnos. Ese ámbar del semáforo que no es rojo ni es verde. Una cultura ámbar del que nunca sabe como está y vive sumergido en una mística “ojalatera” de posibilidades especulando neciamente en el “ojala me saque la tinka”, “ojala apruebe”, “ojala me vaya bien” sin dirigir la voluntad a un esfuerzo humano con claros propósitos e ilusiones por ser mejor.

Existe una severa traba del aprendizaje llamada la “discalculalia” que no es otra cosa que la dificultad para el aprendizaje de las matemáticas, el equivalente a la dislexia pero con los números. Quien la padece, por ejemplo, no puede completar problemas numéricos, es incapaz de dar la hora, administrar dinero a la hora de ir de compras, hacer presupuestos. En la vida práctica, quienes la padecen, pierden la noción del tiempo con inaudita irresponsabilidad de su vida y sus actos. Entre los mayormente afectados por la discalculalia están los ludópatas, los incapaces de realizar economías y ahorros, los que pulverizan presupuestos en menos de lo que canta un gallo y los que compulsivamente gastan y se endeudan sin medir las consecuencias. Ese aparente bienestar de hoy se torna en la angustia de mañana a consecuencia de las deudas inmanejables.

Habría que imaginar a un alcalde o presidente regional tocado por la “discalculalia” con una incapacidad absoluta para manejar responsablemente los dineros públicos, ofreciendo lo que no puede dar o dando un uso impropio a los recursos públicos. Hay una discalculalia corrupta y medradora que es el soporte de las coimas y de esa desembozada forma de ir perforando presupuestos como si se tratara de un acto normal cuando en realidad se trata de una actitud criminal disfrazada de honestidad.

Cualquier persona con cinco dedos de frente sabe que sus acciones permiten valorar su talante moral. La moral no es un adorno sino un atributo de conducta impecable en los ámbitos público y privado. No es posible que una persona sea intachable públicamente y en su esfera humana íntima y personal sea una indigente de valores. Hay una moral cosmética y postiza de los malhechores del bien. De los que ejercitan la caridad y el altruismo para tranquilizar su conciencia o para las páginas sociales de los diarios. La densidad moral de una persona es como la luz del candil que ilumina el espacio que ocupa. La luz se asocia con la transparencia, la limpieza en cada uno de sus actos. En los pequeños pero también en los que entrañan grandes decisiones. Es distinta la moral de la moralina como es distinto el oro de la hojalata.

El inmoral sabe y tiene conciencia que transgrede el orden moral. El amoral vive al margen de la moral porque no se ha dado cuenta que está en los linderos de la moralidad y no se ha dado cuenta ni le interesa saberlo. Lo seres humanos no sólo aprendemos a razonar y a emplear los números para mensurar y dar sentido a nuestro vida. Los números no sólo expresan nuestros caminos lógicos para el raciocinio también provocan emociones y actitudes. Existe en nuestros estudiantes, pánico frente a los números. No es casual que entre los infortunados que huyen del cálculo existe una verdadera legión de impuntuales y poco ahorrativos. No es casual que entre los que pierden el tiempo sin límites haya adictos al juego por encima de sus posibilidades racionales de asumirse a sí mismos como personas.

En cambio, quienes valoran el tiempo dedicado al trabajo, al estudio al compartir familiar. Cimientan su responsabilidad, valoran el dinero que tienen en los bolsillos y cuánto cuesta producirlo. Son capaces en cualquier momento de la vida detenerse para medir el camino recorrido y sentir los saltos de progreso que le ha brindado la vida. En apariencia números y palabras van por caminos diferentes. En realidad existe una relación muy próxima que permite que seamos dueños de sí mismos. Hace algunos días científicos de la Universidad de Oxford realizaron una experimento científico en el que administrando imperceptibles estímulos eléctricos al lóbulo parietal del cerebro de un grupo de voluntarios les ayudaba a resolver problemas numéricos. La experiencia ha permitido concluir a neurocientíficos en que hay muchas posibilidades para enfrentar la discalculalia. Sin embargo, lo que no han anticipado, los hombres de ciencia, es el haber encontrado un eficiente antídoto contra la irrefrenable voracidad de los corruptos.

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL TERREMOTO COMPETITIVO QUE SE VIENE


Por: Miguel Godos Curay

Cuando los cuatro mega centros comerciales que a ritmo febril se construyen en los cuatro puntos cardinales de a ciudad empiecen a funcionar. El impacto será el de un terremoto económico cuyo epicentro será el mercado central. Los pequeños comerciantes, adictos a la informalidad y acostumbrados a operar al margen de la ley serán los primeros afectados. Después, en jerarquía de mayor a menor, los damnificados por cientos y miles serán los mayoristas a mayor escala, los que redistribuyen y los que hasta hoy la pasaban bien de ahora en adelante -sino reaccionan- las verán negras.

El concepto de mercado sucio, hacinado y desordenado con bajos precios pero con peso incompleto está a punto de morir. Los cómodos y modernos centros comerciales ofrecen una transacción limpia, con peso completo y precio. Sin la hostilidad que provoca ese modo informal de hacer las cosas. Los sobrevivientes de esta asimétrica batalla serán los comerciantes formales los que actúan con la ley y que desde este momento emprendan una reconversión que les permita mantener la lealtad de sus clientes ganados con un buen servicio. Los que no lo hagan los van a perder irremediablemente.

La mejor estrategia para ganar clientes es la de brindar un buen servicio: Precio, peso y trato justos. Una de las ineludibles condiciones es la limpieza y seguridad. Un mercado limpio atrae. Un mercado sucio es producto del desorden. En la cabeza de cualquier consumidor está fijada la idea: la suciedad atrae a personas que viven al margen de la ley en pos de víctimas a quien despojar del poco dinero que puedan portar.

Es importante la estrategia de precios y la calidad de los productos. Nosotros nos hemos metido en la cabeza la falsa idea que las frutas fermentadas, en descomposición, son buenas para jugo. Y no es así. Igualmente se puede observar en la carnicería que hay piuranos que compran lomo fino, otros pulpa blanda, otros pulpa y hueso, otros sólo hueso, otros recortes. Lo mismo sucede con las aves. Hay quienes sólo se alimentan con vísceras y patas de pollo. Aunque todo el mundo argumenta que son para el gato. No hay evidencias en Piura de gatos con obesidad mórbida o muy bien nutridos. Hay muchos en aparente fortuna pero cuando acuden al mercado desnudan su falta de chibilines y su economía de guerra.

El mercado de Piura, que es bueno recorrer, con las necesarias provisiones, es un caleidoscopio de la economía de Piura. Hoy abunda la fruta con nuevos productos de la estación: mango, uva y ciruela. Pero el piurano es muy aficionado al arroz, al guiso graso, al frito oloroso a especias y ajo. Como en las pasadas elecciones en la que hubo cuatro candidatos andinos y serranos en la contienda. En el mercado de Piura, resuma la sierra, muchos desayunan tortillas de trigo y queso. Café de olleta y tamales. Lo que significa que hay una presencia mayor de Ayabaca y Huancabamba.

La informalidad, hoy, mañana y siempre, es una mala aliada para competir porque es una actividad al margen de la ley. El comerciante informal que tiene una buena jornada chupa y come el día. El formal ahorra, tiene un horario, paga impuestos, se asegura. Conoce con claridad lo que ingresa y lo que egresa a su bolsillo. Planifica y proyecta. El informal amanece y anochece sin interesarse mayormente en las mejores oportunidades del mercado. Vive a sobresaltos acosado por los usureros y los peces gordos que viven de sus necesidades.

No quisiéramos tener un mercado en escombros pero lo menos que pueden hacer nuestros comerciantes es perder el tiempo en componendas políticas y en reclamos callejeros que exacerbados sólo dejan en el camino víctimas inocentes y problemas sin resolver. Si en efecto la solución de los problemas del mercado requiere decisiones políticas. Los mecanismos de la economía operan sin decretos ni resoluciones. La competencia arrasa y sin contemplaciones a quienes no están preparados para enfrentarla. Ni los ruegos ni las invocaciones a todos los santos regulan el mercado. Como bien dice el refrán “a Dios rogando y con el mazo dando”. Mejor dicho para mejorar hay que trabajar arduamente, hay que sudar la camiseta. Hay que organizarse y ordenarse por encima de quienes con desconocida pretensión e interés, buscan ganar a río revuelto con las necesidades y expectativas de otros.

Se avecina un terremoto competitivo. Hay que estar preparados pero con lo mejor que podamos hacer. Es tiempo de claridad de ideas. Tiempo de decisiones. El salir a las calles con las cajas destempladas esperando la solidaridad colectiva no es ninguna solución. ¿Creen ustedes que las amas de casa saldrán a defender a la mala caserita que les vendió con falto de peso? ¿Creen ustedes que el pueblo que consume saldrá a las calles para preservar el maltrato histórico de un servicio incompetente? ¿Creen ustedes que el sacrificado padre de familia que adquiere un saco de arroz con peso incompleto pero por el que pagó precio justo saldrá a las calles?. No hay que pedir peras al olmo. Estas demandas no guardan correspondencia y lógica.

Piura tiene el privilegio mayor de ser la capital peruana de las microfinanzas. Sus cajas municipales son las de mejor salud y vigor en el sistema financiero y en alianza con los empresarios formales pueden mejorar el mercado y convertirlo en un centro de abastos limpio, moderno y competitivo. Es más pueden ayudar a miles de comerciantes al tránsito a la formalidad. Esta es una batalla entre las microfinanzas que cautelan el interés social y la usura que carcome la economía del mercado. Este es un negocio para ganar. Una estrategia para mejorar y ganar clientes. Una estrategia para que Piura se sacude y mejore la calidad de sus servicios. Realmente poco o nada se puede esperar de los políticos tan dados a vender humo en víspera de elecciones. Tampoco se puede cifrar la solución de este carnudo problema a regidores tan dados a resarcirse con la dieta de sus gastos de campaña. Aquí solo hay lugar para dos actitudes. Una actitud activa e inteligente de anticipación a lo que pueda ocurrir con soluciones consensuadas de mejora. O por el contrario actitudes reactivas como el salir a las calles, arrojar los tachos de basura para que Piura se ve a más sucia de lo que está, vociferar frente al municipio y finalmente contratar pandilleros para los enfrentamientos callejeros con los resultados que ustedes conocen. Para entonces la lucha por la competitividad estará irremediablemente perdida.
Gráfico: Primera plana de El Tiempo tras violento enfretamiento en el mercado.

domingo, 24 de octubre de 2010

INCERTIDUMBRE Y RESPONSABILIDAD SOCIAL


Por: Miguel Godos Curay

Los dilatados escrutinios de las actas electorales están a punto de concluirse. Lo que se viene no es para reírse ni para celebrar. Las papas queman en la mayor parte de municipios. Muchos electos alcaldes estarán atados de manos los primeros meses de gestión. Otros encontrarán una “caja” china” de sorpresas: incrementos remunerativos aprobados en la hora undécima, obras inconclusas, legiones de contratados con sus demandas en mano y la inminente paralización de servicios públicos como la evacuación de desperdicios en la ciudad. Esta es la sorpresa de año nuevo para los electos alcaldes. Sumemos a ello el pago de la gratificación a todos los servidores y la planilla adicional de cesantes y jubilados. Y el agotamiento de recursos en programas sociales como el “vaso de leche”.

Cuando culmina una gestión edil. Las primeras golondrinas en partir vuelo son los funcionarios de confianza. Los eficientes y los negligentes. Los que vienen tardan mucho en aprender. El problema es desmontar un aparato administrativo para montar otro sobre la marcha. No es suficiente una comisión de transferencia, generalmente, calientan la silla. El pedido a contraloría para deslindar la vieja gestión con la nueva tarda y demora en llegar. El desconcierto y la incertidumbre provocan climas de súbito e inesperado temor en servidores y funcionarios de carrera. Los contratados las ven negras. A contrapelo la flamante autoridad marcha con una legión de integrantes del equipo de campaña que esperan una colocación inmediata e impostergable.

Realmente estamos en cuenta regresiva. Y urge estar precavidos para que el trauma del cambio no paralice la administración de nuestras ciudades. Piura, en este momento está convertida en una trinchera insoportable, con zanjas y huecos por todas partes. Vehículos con materiales interrumpen el tráfico en cualquier momento. Arboricidios, como el perpetrado en el San Miguel revelan que el afán demoledor deja pingues ingresos en quienes aprovechando la circunstancia venden desde las varillas de hierro de los muros desplomados hasta la última raja de leña de añejos algarrobos traídos por los suelos. ¿Cuesta tanto el progreso?. Sin duda que en este arriba flores y abajo temblores la vigilancia ciudadana es una necesidad.

Piura parece un cuerpo humano al que el escalpelo y el bisturí han sometido a una intervención quirúrgica interminable. Pos supuesto que una ciudad con las vísceras en remiendo huele mal porque los trabajos, en muchos casos, no se realizan con la celeridad debida. Y a nadie, absolutamente a nadie se le ocurrió publicar un cronograma con plano adicional en donde se efectúan estas paralizantes intervenciones. El correlato son amontonamientos de basura justo en el momento en que arrecia el calor y el ciclo de propagación de las moscas por millones se cataliza irremediablemente. ¡Válganos Dios!.

Preocupante resulta que los candidatos, aquellos que pintan muros y empapelan la ciudad con su rostro y sus manidas ofertas electorales, salvo contadas excepciones, hayan tenido el coraje de dejar la ciudad limpia. Piura es un asco. Y nos falta la energía cívica para no ensuciarla más. Igualmente, hasta el momento, no hay autoridad que pueda detener esa grosera ocupación publicitaria de la ciudad que ha convertido el espacio urbano en un cancel de la huachafería y el consumismo salvaje.

El centro de la ciudad, realmente da pena. Ni la avenida Grau, el mentidero solaz de los piuranos se salva de los roba tapas y los roba losetas, que centímetro a centímetro, destrozan lo que nos queda de calzada. Mientras tanto, prosiguen nuestros males frente a la indiferencia que anonada y paraliza.

Ya es hora que todos pongamos freno a estos abusos que hacen de Piura un tugurio indigno para vivir lejos de la ciudad que todos soñamos. No es una tarea imposible, por ejemplo, ser limpios. No es una tarea imposible respetar las áreas verdes. Hoy en el mundo la arquitectura y la ingeniería respetan la naturaleza y con plasticidad respetan sus contornos. Bien se señalaba, hace poco, que nuestras autoridades se empecinan en hacer calles de avenidas amplias para que transiten vehículos pesados lo que no está mal. Pero es mucho más importante el preservar, defender y proteger una ciudad para sus habitantes. Ello demanda que las empresas que inundan la ciudad de cartelones gigantescos no atropellen nuestro derecho a mirar el cielo y a tener un paisaje urbano limpio. Sepan los salvajes taladores de algarrobos del Colegio San Miquel, que con saludable criterio, en la Universidad de Piura el rincón más hermoso es el que procura un viejo y vencido algarrobo que se cayó pero nadie, por puro amor a la naturaleza toco y ni siquiera afeitó con el filo de un hacha. Es una reliquia viva que fomenta el amor por la vida. En cambio hay quienes se empecinan por derribar todo. Son los nuevos bárbaros de esta errónea y falsaria modernidad.

Hace poco los vecinos de Sechura organizados cívicamente en un impecable acto de coraje cívico lograron en los tribunales una sentencia ejemplar que dispuso el retiro de una antena que con toda desfachatez se había erigido a unos metros de la antigua iglesia de San Martín de Tours con la complacencia de las autoridades municipales y los sinvergüenzas. En Piura, contradictoriamente, hasta el momento no se ha podido retirar uno de estos armatostes y ni siquiera uno de esos cartelones que afean la ciudad. Que conste que muchos de estos son un peligro público porque sostenidos con endebles pernos y cuatro alambres templados pueden caerse en cualquier momento.

Piura está cambiando, pero preservémosla para sus niños, sus jóvenes y para sus mujeres. Se yerguen centros comerciales en los cuatro puntos cardinales. Es hora de exigir a éstas apresuradas inversiones inmobiliarias que ejerciten la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) devolviéndonos en justa compensación parte de lo que no quitan. Si quieren una relación amable con Piura inviertan en su contorno, en las zonas de impacto directo pero también en las del indirecto. No se trata de que nos coloquen un colorido e iluminado arbolito de navidad. Sino que se acuerden que Piura y los piuranos existen. Y es preferible dar antes que con coraje y energía cívica tengamos que pedirlo. ( Foto: Arcangel Adrianzén Carrasco-Comunicación UNP)

domingo, 17 de octubre de 2010

COMUNICACIÓN Y BUENAS NOTICIAS


Por: Miguel Godos Curay

Todo el mundo aplaude el rescate de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados, desde el pasado 5 de agosto, en la mina San José (Chile). Un yacimiento de cobre a 700 metros de profundidad. El accidente fue calificado como una conmovedora tragedia después del terremoto del pasado 27 de febrero. Tras la infructuosa búsqueda un breve mensaje desde las entrañas de la tierra devolvió la esperanza. Todos los ojos de Chile y el mundo concentraron su mirada en esta circunstancia humana crucial y dolorosa. Periodísticamente el interés humano fluye en la ausencia, la tristeza, la angustia y la melancolía. En estos casos la realidad desborda a la ficción. Las circunstancias extremas como alicientes iluminan con significaciones profundas la vida y nos recuerdan que somos humanos con sentimientos, con convicciones y con valores extraordinarios. Personalmente un hecho que nos conmovió es cómo a partir de un casi imperceptible mensaje el esplendor de la vida fluyó con un vigor extraordinario sobre la perplejidad planetaria. Este hecho en apariencia anecdótico demuestra el valor extraordinario de la comunicación humana.

Lo propio se siente en la comunicación entre personas. Existen familias, instituciones y sociedades que no necesitan 700 metros de distancia para incomunicarse y llenarse de desolación e incertidumbre. La soledad de los ancianos, la de los niños colocados salvajemente frente al televisor, o la de los adolescentes intentándose comunicar con interlocutores desconocidos que les dispensen afecto y ternura en el ordenador, porque no lo tienen en el hogar, a un riesgo indecible resulta tan dramático como el vivir sepultado en una mina.

Es increíble la forma como construimos barreras infranqueables entre nosotros para incomunicarnos. A contrapelo existen verdaderas patologías en sujetos dedicados a usar el ciberespacio con desconocidos propósitos para el delito y la injuria. Pocas veces valoramos lo que realmente significa comunicar. Existe una práctica inveterada, entre políticos y malos estudiantes, el de dar la sensación que escuchan pero no lo hacen. Quien no escucha no comprende. Comprender es necesario para comunicar. Comprender, hay que advertir, no significa coincidir. Comunicar y saber comunicar exige compartir. En efecto, como señala Javier Fernández Aguado, existe una “sordera” que perturba la comunicación fluida en las organizaciones. Existe una sordera para oír las demandas insatisfechas. Existe una sordera que surge de la arrogancia y del abuso.

La comunicación es un lubricante del entendimiento humano. Tanto a nivel familiar, laboral y en la propia sociedad, la comunicación es el ingrediente íntimo que cohesiona y fortalece la buena relación humana. No existen distancias entre lo que acontece al interior de una familia o en el interior de una empresa. La comunicación fortalece y cohesiona. La incomunicación mina progresivamente los valores e infecta con desesperanza e incertidumbre las posibilidades de realización.
La comunicación tiene como punto de partida la realidad. Si se alimenta de irrealidad se convierte en diálogo de humo, en ficción, en deformación, en alucinación que es una percepción vacía o en espejismo que es la falsa percepción. Por ello la comunicación no puede cifrarse en los esfuerzos de emisión de un boletín. La comunicación requiere un diálogo interactivo, un saber escuchar. La comunicación es como el agua para una planta. En gotitas resulta insuficiente pero en exceso y desproporción puede provocar una sobredosis de conocimiento no compartido. El retener información muerde la confianza y detiene el desarrollo personal y organizacional.

Por este motivo, resulta mucho más eficaz, comunicar con adhesión a la realidad. Está demostrado que niños alimentados por sus madres con amor viven mucho más saludables que los que son tratados por nodrizas antisépticas pero con frialdad de robot aunque reciban una mayor porción de alimento. La salud de los ancianos mejora cuando el lubricante de una amena conversación deshoja sus recuerdos. En Cuba, en donde el horizonte de vida humana se ha expandido a los 120 años, se valora a los abuelos y se estimula que como bibliotecas vivientes y parlantes vuelquen sus conocimientos a los niños y a los jóvenes. Un abuelo que se siente útil alimenta sus ganas de vivir. Una palabra amable, un saludo y un abrazo cordial devuelven las ganas de vivir. Théophraste Renaudot (1586 – 1653), célebre médico y periodista francés, descubrió que las buenas noticias sanan y curan. Una buena noticia enciende el ánimo. Es una lotería de felicidad que nos refresca las ganas de vivir y hacer. Casi todas las buenas noticias son parientes cercanas de la verdad. La amargura y el desencanto son hijas putativas de la mentira, la falsedad y el engaño. Las malas noticias tienen que se tratadas como el empaque desechable y ser colocadas en el trastero en el que deben colocarse.

Piura, necesita buenas noticias. No sólo en las páginas de los diarios que son vehículos públicos de lo que nos acontece. Sino en el seno de sus instituciones, en las escuelas, en las universidades, en los clubes, en los gremios, en las familias ahí donde menudea el chisme y la voracidad por la vida ajena. Piura necesita de buenas noticias que despierten de su pereza a la burocracia. Y que nos hagan mirar con luz de sol primaveral que tenemos una ciudad que puede volver a ser limpia, en donde cada uno de nosotros puede contribuir al cambio que todos esperamos. Realmente de malas noticias estamos hartos. Esta semana que pasó hubo buenas noticias respecto a la marcha económica de Piura. Seguimos creciendo económicamente con dos sectores vigorosos: la manufactura y la construcción. Sume a ello el Nóbel de Mario Vargas Llosa tan entrañablemente ligado a Piura. Un valor intangible extraordinario para Piura que no ha sido aquilatado en su justa dimensión. Una buena noticia sería que los candidatos limpien sus pintas y su propaganda que afea la ciudad.

Una buena noticia es como un bálsamo de esperanza que da ganas de vivir. Una mala noticia es un veneno que enferma la conciencia e inyecta a la vena la desconfianza, el rencor, la envidia, el orgullo, la mentira, la miseria y el fracaso. Quien fabrica veneno y esparce veneno acaba nutriéndose de su propia inmundicia que es algo así como adquirir un pasaporte eterno a la infelicidad. Nosotros creemos en el poder iluminador de las buenas noticias.
Ilustración:Théophraste Renaudot (1586 – 1653)

domingo, 3 de octubre de 2010

¡AL MOMENTO DE ELEGIR NO SE EQUIVOQUE!


Por: Miguel Godos Curay

Hoy es un día de responsabilidad cívica para todos los peruanos. El elegir a nuestros presidentes regionales y alcaldes requiere la sensatez suficiente para evitar el error de elegir a ciudadanos ineptos para el ejercicio de la función pública. No son suficientes las buenas intenciones, las promesas, las improvisaciones, la presunta experiencia, la declaración personal de bienes, los armatostes políticos o los afanes vindicadores de plausibles causas. Necesitamos alcaldes y presidentes regionales transparentes y coherentes con lo que dicen y lo que hacen. Esto significa que deben ser transparentes en cada una de sus decisiones y mostrar con los instrumentos que provee la tecnología ¿cuánto gastan?, ¿cuánto ganan?, ¿quiénes los asesoran?, ¿cómo es su situación económica al momento e iniciar su función pública y finalmente cómo se van al culminarla?

Los pecados de los ciudadanos alcaldes y presidentes regionales son por todos conocidos. Aunque todos anuncian que practicaran políticas de puertas abiertas finalmente se encierran bajo siete puertas y siete llaves. El diálogo democrático es bloqueado por barreras impenetrables. Luego se produce inevitablemente el vicio manido del nepotismo. Monseñor Cantuarias señalaba con puntualidad que el piurano nepotismo socava a todas nuestras instituciones públicas. La palabra nepotismo es de origen italiano y proviene de “nepote” que significa sobrino. El nepotismo no es otra cosa que el colocar a los familiares y allegados en cargos públicos. Así según el ilustrado Monseñor existe un nepotismo de la sangre, el colocar a familiares directos e indirectos en cargos del aparato administrativo, luego viene el nepotismo del afecto que desliza a los amigos en cuánto cargo puedan ocupar para garantizar una lealtad sumisa y cómplice. Finalmente viene el nepotismo del partido porque el candidato ganador coloca, como retribución feliz, a quienes gastando las suelas lo apoyaron en su campaña. Así con este malentendido modo de hacer las cosas las planillas pujan y la burocracia muelle se multiplica.

A la gimnasia democrática no sólo le importa el elegir. Es necesario informarse oportuna y adecuadamente para no improvisar. A todo ello se suma el vigilar a los ciudadanos que resulten electos, Vigilar significa exigir información periódica sobre los actos de gobierno. Vigilar significa pedir cuentas. Vigilar significa también, si fuese menester, exigir revocatorias. Vigilar significa también concurrir a las sesiones de concejo porque son públicas. Y no hay argumento legal para que existan “sesiones secretas” en donde se aprueban dietas y la conformación de directorios violentando la ley y la legitimidad. Igualmente se nos debe informar exhaustivamente en qué condiciones inician su gestión. Los deslindes son necesarios.

La democracia exige diálogo. Según el profesor Georges Vedel (5.07.1910-21.02.2002) el funcionamiento de la democracia necesita de cinco diálogos imprescindibles. El primer diálogo es el que debe existir entre el poder constituyente y el poder constituido. La constitución no sólo es un elenco de derechos posibles sino una limitación a los abusos del poder. El segundo diálogo es el que debe existir entre el poder ejecutivo y el poder legislativo. Los atascos decisionales que enfrenta Piura tienen en gran medida causa en el diálogo inexistente entre nuestra representación parlamentaria nuestras autoridades municipales y regionales y el propio ejecutivo. La alfalfa parlamentaria menudea por doquier. Muchos de nuestros congresales, salvo contadas excepciones, se han dedicado a saludos por aniversario institucional y a la extensiva y cantinflesca práctica del “yo te condecoro tu me condecoras”. Que conste que entre los más condecorados está el propio señor Cautivo de Ayabaca que ostenta el grado de Coronel de la desaparecida Guardia Republicana. (¿?) Nos consuele la opinión de Palmiro Machiavello, diplomático peruano. “Las condecoraciones son los tatuajes del hombre civilizado”.

El tercer diálogo es el que debe existir entre las mayorías y las minorías. Lastimosamente lo que se observa es un irreconciliable revanchismo entre los que ganan y los que pierden. Pasadas las elecciones se produce una venganza apache entre los hinchados de soberbia triunfadores y los que fueron derrotados. Si se trata de funcionarios o servidores públicos están condenados a la Siberia de la “mesa de partes” o “el archivo”. La democracia legítima no tolera estas malas prácticas. Ahí donde la democracia funciona la minoría fiscaliza a la mayoría y le señala el rumbo cuando se desvía de camino. La democracia parlamentaria británica, por ejemplo, tiene previsto el funcionamiento de un gabinete en la sombra conformado por la minoría que representa la “leal oposición” a su majestad.

El cuarto diálogo que urge la democracia es el que debe existir entre gobernantes y gobernados. Si el gobernante no oye a su pueblo no tiene brújula y no tiene rumbo para conducir la cosa pública. Lo que hemos visto hasta hoy es un diálogo de sordos. Y una acentuada torpeza en el buscar soluciones a las crecientes demandas ciudadanas de los piuranos. El diálogo que necesitamos no es el que se monta teatralmente con el nombre de audiencia sino que el surge espontáneo, natural y fluido ahí donde las papas queman y en donde las obras públicas muestran la negligencia de las empresas constructoras. Diálogo cara a cara y sin temores como dice el vals. Necesitamos alcaldes que recorran las calles de sus ciudades y los mercados ahí donde bulle la agenda invisible de las demandas ciudadanas. No necesitamos alcaldes que remodelen plazas y demuelan locales municipales para pulverizar presupuestos. Queremos alcaldes que inviertan en salud, educación y en calidad de vida,

El quinto diálogo es el que debe existir entre el gobierno las corporaciones profesionales y los sindicatos. Tienen los gobernantes que escuchar a aquellos que por su formación profesional conocen mejor de las ciencias y las artes. Los colegios profesionales no son convidados de piedra ni una cofradía de timoratos con medalla en el pecho para celebrar aniversarios institucionales o la incorporación de un nuevo miembro. Tienen una responsabilidad cívica en señalar con puntualidad cuándo se cometen inexcusables yerros en una gestión pública. O cuando las malas prácticas de un colegiado muerden con vergüenza un presupuesto público. Mucha impunidad anda suelta. El gobernante tiene también que dialogar con los sindicatos pero no para preservar capellanías y privilegios. Sino para mejorar la calidad de los servicios públicos, agilizar la burocracia y oír sugerencias que puedan dar solución a problemas urgentes. La democracia no es una solución a todos los problemas, pero es un camino posible que requiere energía ciudadana y entereza moral. Bien dicen en Piura que al que gobierna no sólo hay que mirarle la cara bonita sino las uñas y las manos.

Pasadas las elecciones cuando el ruido de la campaña se convierte en silencio. El electo presidente regional, sus consejeros, los alcaldes y sus regidores vivirán en carne propia lo que es el ejercicio de la autoridad y el poder. De ellos depende ser responsablemente transparentes. De ellos depende aterrizar en la realidad cuando la ebriedad de la soberbia y arrogancia se les sube a la cabeza. De ellos depende hacer de Piura y de nuestras provincias ciudades prósperas en donde vivir humanamente es posible. De ellos depende cerrar las puertas o abrirlas a un diálogo perenne. El viejo Perícles decía que el mejor gobernante para la pólis (ciudad griega) es el que engrandece a su ciudad y su ciudad se engrandece en él. Esa es nuestra búsqueda. Ojala sea nuestra mejor elección.

domingo, 26 de septiembre de 2010

¿ENTRE EL ESTADISTA Y EL OPORTUNISTA?


Por: Miguel Godos Curay

Esta semana que pasó, invitado por la Universidad César Vallejo, me pidieron hablara a un teatro municipal lleno de estudiantes sobre dos temas puntuales y vigentes: gobernabilidad y responsabilidad social. Mi primera reflexión surgió del repensar el territorio regional. Piura con 35 mil 962 kilómetros cuadrados de extensión territorial es más grande que Israel que tiene 22 mil 145 kilómetros cuadrados y Bélgica que tiene 30 mil 528 kilómetros cuadrados. De modo que siendo Piura, territorialmente “un país” encajado en el Perú, necesita de un gobernante con perfil de estadista. No puede ser un gobernante improvisado dedicado a las menudencias domésticas o a las repartijas. Tiene que ser un gobernante dedicado a mover los engranajes de la economía regional y por ello tendrá que optimizar la asignación regional de recursos y asegurar que en el cuadro de la política económica nacional no traten a Piura como una hija de vecino. Además debe estar conectado a las organizaciones sociales de la región lo que en política significa gobernar con todos y para todos. No puede ser ni debe ser la vedette de su partido.

Debe hablar perfectamente inglés para que los operadores del capital y la inversión extranjera no lo hagan cholito y tener la suficiente capacidad para convocar al empresariado, la sociedad civil y a las diversas dependencias del Estado, que en Piura, a mil kilómetros de Lima son organismos disminuidos, simples mesas de partes incompetentes que no resuelven absolutamente nada. Deberá coordinar estrechamente con la representación parlamentaria en asuntos tan serios y carnudos como la descentralización fiscal. Piura es un buen puerto para las inversiones. Con empresas que hacen aportes fiscales significativos. Pero estos lamentablemente no se hacen en Piura sino en Lima. De tal manera que el gordo centralismo sigue siendo alimentado por regiones muy ricas como Piura. Sin embargo en la redistribución de los beneficios siempre nos toca el hueso y el pellejo. Lima come siempre lomo fino.

Similar rol corresponde a los consejeros, a los alcaldes y regidores, cuyas desarticuladas gestiones son la causa de la ingobernabilidad y su causa inmediata, el caos, desorden y falta de autoridad en la que se sume Piura y sus provincias. Los señalamientos ciudadanos a gestiones corruptas no pueden ser desoídos. Es tal dimensión de la ineficiencia que la desconfianza ciudadana está presente en los procesos de licitación de obras públicas, en estudios técnicos observados, en las provisiones de enriquecidos lácteos de escaso valor nutritivo sostenidos por redes mafiosas en los municipios, en el nepotismo descarado y grosero. En la falta de indicadores efectivos de logro que permitan establecer si avanzamos o nos encontramos estacionados en el atraso como consecuencia de deficientes gestiones públicas.

Las paradojas se extienden a muchos sectores como el sector educación. Según la Defensoría del Pueblo, el más corrupto y quejado. Realmente no hay logro educativo y este se refleja en la precariedad del rendimiento en los exámenes de ingreso a la universidad, en el poco interés por la lectura, y en el extendido pánico emocional a las ciencias. Estudiantes de centros educativos públicos y privados. Enfrentan el mismo mal. Si los gobernantes se desconectan de un sector de crucial importancia para el futuro de la región estamos fritos. ¿Cómo transformamos los impulsos de crecimiento en estadios de desarrollo si la educación se encuentra en el rasero? En poco o en nada han contribuido los esfuerzos de capacitación emprendidos por el propio Ministerio de Educación. Las evaluaciones realizadas no reflejan la realidad porque son arregladas con cosmética de eficiencia para el cobro mensual. El maquillaje se cae por sí solo cuando se analizan críticamente los resultados en la escuela.

La construcción social de una región requiere de perfilar con nitidez la relación con el Estado y con todos los sectores sociales, sin exclusiones, en el propio territorio regional. El primer vínculo es político y requiere coraje para exigir lo que por justicia y por derecho nos corresponde. El segundo es social y requiere con todas las provincias un trato equitativo frente al superlativo peso de los enclaves urbanos y costeros. Instituciones como los colegios profesionales, los sindicatos tienen que ser oídos. No es posible, por ejemplo, que lo padres de familia no tengan expedito el derecho de participar como escuchas de una clase de matemática que reciben sus hijos en una escuela pública porque el Sutep se opone.

No es posible que se haya abandonado en la escuela pública la educación cívica que permite formar ciudadanos reconocedores de sus derechos fundamentales, ni que se haya abandonado el deporte que enseña a competir, ni la educación por el arte que nos asoma a la belleza. No es posible que tengamos servicios públicos deficientes y que las quejas no sean oídas oportunamente. Problemas como la inseguridad ciudadana tienen que ser tratados desde la raíz. La estadística señala que en Piura hay un efectivo policial por cada 800 ciudadanos. A la inseguridad social se suma la inseguridad jurídica y la falta de respeto a la propiedad pública y privada pues nos estamos exentos de las invasiones o las apropiaciones producto del mafioso negociado de tierras que ha acabado con los espacios públicos como nuestras playas. Vivimos enfrentando consecuencias mientras las causas, persisten ignoradas.

En Piura hablamos de desarrollo humano pero lo que se observa es “desarrollo inhumano” del trabajo de niños, que deberían concurrir a la escuela, en el mercado, en fundos agrícolas y en los socavones mineros. Igual sucede en los grandes mercados de los capitales transnacionales en donde se eluden beneficios sociales. Aún existe maltrato a los ancianos y el deambular de nuestros enfermos mentales es parte del paisaje urbano local. Sumemos a ello la trata de personas y el surgimiento de negocios prósperos producto de la acumulación sucia de la corrupción, el narcotráfico y la trata de personas. El desarrollo es también reducción del desempleo, la pobreza y la inequidad.

El gobernante que elijamos debe tener una visión clara del territorio regional y provincial no puede ni debe ser ajeno a la necesidad de aprovechar los variados capitales que tenemos y que en su calidad de bienes públicos deben utilizarse en armonía con las poblaciones. Los piuranos no hemos desarrollado aún capital simbólico, que es esa capacidad de pensar y asumir una imagen territorial y tener la capacidad de proyectarla en el espacio y en el tiempo. Todo ello bebiendo de las fuentes de la cultura, de la historia y asumiendo los desafíos de la geografía que no nos son esquivos. Queremos un estadista con visión que nos represente con legitimidad en la construcción de la región que queremos.