domingo, 14 de noviembre de 2010

LA CIUDAD DE LOS MIL Y UN CUENTOS


Por: Miguel Godos Curay

No menos de tres congresistas piuranos fueron estafados por la pirámide financiera de CADE y por vergüenza guardaron cómplice silencio. Dicen que uno de ellos, por todos ustedes conocido, consumada la estafa prorrumpió con nostalgia "Le robaron los huevos al águila".El asistente del padre de la patria que contaba esta historia la concluyó con esta frase: "ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón". En Piura los timos son un viejo y consumado arte. Allá por los 68 y 70 se apareció en Olmos la virgen María a una niña llamada Teodorita que recibía mensajes -que sólo ella era capaz de oír- de la madre de Dios en pleno trance “y con las vistas torcidas”. De pronto la cuesta de Ñaupe se llenó de peregrinos de toda laya que de los últimos rincones de Piura acudían con fervor milagrero. Entonces el milagroso algarrobo donde la virgen se aparecía se llenó de cirios y ex votos. Algunos de los fanáticos juraban y rejuraban que el mismo Espíritu Santo se aparecía diariamente en forma de chilalo en el bendito algarrobo. Las vianderas, taxistas y posaderas hicieron su agosto. Cientos de rosarios tocados por la niña Teodorita salieron a la venta, al igual que algodoncillos quita dolores y hasta botellitas de agua bendita aromatizadas con gotas de agua florida. Cirios y velas por cientos. El fervor decayó cuando uno de los tullidos que había caminado ante los ojos de los incrédulos declaró en la redacción de La Industria que sus males habían empeorado y retornó a sus cojeras. El padre de la niña durante mucho tiempo vivió de este fervoroso negocio. En el lugar de la aparición surgió un pueblo. Y un próspero negocio con camión para reparto de leña llamado “El Milagro de Teodorita”.

En Piura se vende, se vendió y se venderá sebo de culebra porque la ingenuidad nos fluye a borbotones. Un caso reciente es el próspero negocio de los honguitos Labomat que pulverizó ahorros y convirtió de en estafadores perseguidos por la Interpol a ingenuos sullaneros. La estafa llegó a límites insospechados y en la relación de víctimas se registra a más de un avisado e inteligente. Lo mismo sucede con productos que se anuncian y ofertan como cura definitiva para la diabetes y otros males con el presunto aval científico de universidades prestigiadas. No es así. Otros han convertido los productos naturales en una panacea para todos los males. Tras la agresiva promoción publicitaria y la aparente inocuidad de los fármacos se ocultan redes caza tontos para exprimir los bolsillos.

El mismo efecto tienen los tónicos capilares, las pastillas para reducir peso en una semana y sin dietas y los regeneradores de piel. Nunca funcionan. La aparente venta de estos productos en centros comerciales prestigiados nos les quita su sobredosis de cuento. También hay timos para “inteligentes”. Un ejemplo son los cursos de “aprenda a hablar inglés en quince días”. Lo cursos acelerados de chino mandarín y cuanto idioma sirva en la universidad para pasar por agua caliente una maestría y un doctorado. Tal es la situación que con contadas excepciones, ninguno de los magísteres y doctores de nuestras universidades puede sostener una conversación en inglés por cinco minutos. Que conste que los “doctores” conforme a la ley deben tener pleno dominio de dos idiomas en los cuales pueden sostener una clase impecable, escribir un artículo científico y poder acceder a la producción científica de primera fuente. En la realidad esto no sucede.

Otra estafa son las academias universitarias exitosas. En realidad no lo son. Los alumnos, con contadas excepciones, razonan en absoluto. Son aprendices memoristas de soluciones incapaces de operaciones racionales básicas. Todo ello consecuencia de tener una colección histórica muy completa de los exámenes de admisión de tal o cual universidad. Las academias son prósperos negocios veraniegos. Una propuesta razonable debe ser la incineración pública de estas coloniales fórmulas repetidas y descompuestas de medir las inteligencias. El día en que se adopten procedimientos más creativos de descubrir las actitudes de los estudiantes se tendrá mejores cuadros en la universidad. En esta tarea tienen que medirse los indicadores de éxito en la educación primaria y la secundaria. Sólo así no se caerá en el fiasco de tener por excelentes a memoristas astutos. En lugar de reflexivos honestos e inteligentes. Otra forma de estafa es el rito académico. El sonar cascabeles con foto incluida al concluir la maestría y el doctorado sin tesis sustentada. Una simple constancia de culminación de los estudios es causa de ríos de cerveza y gastos innecesarios. La tesis que es investigación pura trabajada, pensada y la suficiencia en el dominio de los idiomas son tareas imprescindibles hoy postergadas. Michael Porter lo ha señalado en Urubamba. Si el país no invierte en educación con seriedad no podrá sustentar competitividad. Porter establece como meta la suficiencia en idioma inglés en la secundaria imprescriptiblemente. La educación precaria reproduce como cáncer la pobreza.

Un nuevo mito piurano ha surgido en plena avenida Grau donde viejitos y viejitas adoloridas y desahuciados de todos los males, vestidos de blanco, pugnan por las 28 camas coreanas que a su decir los restablecen de todos sus males. Pese a que el tratamiento es gratuito y la presunta terapia obra milagros. El cuento flota en el aire y se huele. No faltan, por ejemplo, los que seducidos por esta terapia de masajes térmicos muevan cielo y tierra para adquirir sus tarimas quita dolores y poner su negocio portentoso en su barrio. La devoción por la cama coreana no queda aquí. Los más persuadidos y sugestionados se unen y reúnen para en un paleteo colectivo contarse chistes y olvidarse de sus males tras un masaje con los jades orientales. La terapia, en apariencia inocua, tiene como prolegómeno la visita de los coreanos con la consiguiente oferta de adquisición de los catres milagrosos. Mientras tanto, la pesca de adoloridos prosigue y las colas son numerosas todas las tardes. Cierto es que quien padece sus tragedias dolorosas se aferra a cualquier solución en busca de alivio. Es innegable también que los piuranos pertenecemos a esa legión inacabable de caídos del guabo. Es la misma historia del viejo aduanero que en el paso fronterizo durante los últimos diez años de su vida vio a pasar a un hombrecito sonriente en bicicleta. Todas las veces que se le hizo una pesquisa nunca se le encontró nada que contraviniera le ley. Pero a punto de dejar su puesto. Detuvo al sujeto y en tono de ruego le preguntó. -¿Vas a decirme de una vez por todas qué es lo que contrabandeas?- Sin perder la calma el hombrecito respondió: “-Je-fe-ci-to bi-ci-cle-tas”. A propósito ¿Qué nos quieren vender los coreanos?.

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