jueves, 3 de diciembre de 2015

HISTORIAS INOLVIDABLES DE NAVIDAD

Por: Miguel Godos Curay
El Padre Juan Mckniff con niños legionarios en la Parroquia del
Santo Cristo Viajero de La Habana (Cuba)
Mi madre ora mucho, tiene un corazón enorme con sabor a galletita de maicena y canela, mi madre es capaz de perdonarle la vida al pavo porque se encariño con él y no merece ser la víctima propiciatoria de la nochebuena. Hoy debe estar muy feliz porque sus sueños de la familia unida, a pesar de los pesares, se hicieron realidad en la víspera. Fue lo que sentí cuando la hermana ausente tocó la puerta me abrazó  y me inundó de recuerdos, de sueños, de cariño frente al nieto que es copia fotostática de su padre. Frente a la abuela y el calendario de ausencias. La navidad nuestra no tiene nada que ver con los consumos desbocados sino con la fibra interior del afecto y la ternura. Ya está aquí y para mi madre la próxima noche de pascua será inolvidable.

 
Padre Eduardo Palacios: No hay navidad sin Jesús
Hay detalles que no podemos olvidar y siendo recuerdos nos llenan de energía vital amable y bondadosa. Una  navidad de esas que te arrebatan el alma tras la misa de nochebuena contemplé como varios tripulantes de los pesqueros polacos,  ese día en la rada de Paita, de rodillas pidieron al Padre Eduardo Palacios su bendición. Sus seres queridos estaban en la Europa fría y ellos desde Paita utilizaban con muchas oraciones el telégrafo del amor. Pero la noche de la bondad tenías muchas sorpresas cuando doña Meche Mena, con su primoroso vestido nuevo puso en manos del cura el paneton más delicioso de la tierra. El que le había enviado uno de sus hijos ausentes. Todo no quedó ahí. La navidad del cura de pueblo se sintoniza en su soledad con la de toda su grey. El Padre Eduardo me dijo  <>. Y me pidió que le acompañara al campanario de San Francisco y justo a las 12.00 de pascua repicamos las campanas hasta quedar extenuados. Los enérgicos repiques aún resuenan en mi alma.

Niño Jesús "El Doctorcito" Iglesia La Merced (Lima)
Otra navidad en Santo Domingo de Morropón, en plena lluvia, con la celebración al mediodía porque el aguacero no amainaba. Y para aprovechar las agüitas primeras se realizaba la siembra. Sentí la navidad con David Petraitis, un agustino venido de Lituania. Monseñor Daniel Turley me dijo: Pero sus gestos de nobleza resultan inolvidables frente al fuego ardiente para conjurar el frío. Otro inolvidable amigo fue el Padre Roberto Dueweque, hombre de grandes ideas y proyectos. Generoso y humano. No puedo olvidar al Padre Juan Mckniff, el viejo párroco del Santo Cristo del Buen Viaje en La Habana (Cuba) cuyo proceso de canonización ya se inició y cuando me dio la estampita de la Virgen de la Caridad del Cobre, en la sierra de Morropón, me transportó a la isla en la que estuve años después. Don Juan nos permitió conocer a un santo de carne y hueso. Ya estaba en la redacción de Correo cuando Dionisio Alberca, aún seminarista, un extraño virus la paralizó el cuerpo y tras las lluvias y huaycos era imposible su evacuación desde el Yumbe, en Santo Domingo. El pedido de mis amigos Agustinos de ayuda llegó. Era 1983, el Coronel Armando Llosa, me escuchó, pese a las severas críticas periodísticas por el hallazgo de alimentos enterrados en plena emergencia. Y un helicóptero de la FAP permitió salvar una vida que es hoy promesa de la cristiandad en el Perú. Todos estos recuerdos vivos se anudan en la navidad.

Fascinante, sin embargo, es la historia de la abuela Margarita, dona Marga que a sus casi cien años ensartaba agujas y sus dedos sarmentosos cosían con una vieja Singer de manivela los encargos de las campesinas. La abuela Marga, un día amaneció rebosante de alegría, pero se le ocurrió que a la centuria ya era hora de partir. Uno de sus deseos era recorrer Santo Domingo, de bordo a bordo. Una silla de ruedas en caminos tan culebreros no sirve para nada. Pero el pedido no podía quedar como un recado sin retorno. La solución fue prestar una vieja anda de guayacán de la Iglesia y ahí se le acondicionó una silla amarrada con cabuyas. En donde la abuela centenaria, como un viejo soberano inca, recorrió el pueblo. La abuela cargada por los más jóvenes era como un santo vivo que repartía bendiciones y sus ojos de postrero brillo llenaban los corazones de alegría. No era Papa Noel de la tradición nórdica. Sino una mujer de carne y hueso, partera, costurera, componedora de huesos, devota del santoral y cultivadora del arte adivinatorio con su vieja baraja española. Me cuenta Ovidio Calle, uno de los cargadores de que con su mirada extasiada se despidió feliz del mundo. Sus últimas palabras fueron consejos y el primero de ellos al tenor decía: <No se olviden de Dios. Ama a Dios> y >. Días después cerro sus ojos y como en los tangos el mundo sigue andando. O como en los cuentos de hadas. En la noche estrellada su carita de ángel, convertido en una arrugada y dulce pasa, nos dejó el dulce sabor de la gratitud y la bondad.

No puedo olvidar a Armando Burneo Seminario, que nunca olvidó a la familia de Correo. Recuerdo que a horas de la noche de pascua repartía pollos a la brasa entre los redactores y los canillitas que ahí se encontraban. Los gestos de nobleza emergen en la memoria como una película inolvidable. En otra ocasión encargue un perrito chusco a Isaías “chiquito” Benites y se apareció en plena navidad con un chivito de leche  con el que encariñaron mis hijos. Los juguetes de pilas quedaron abandonados y esa criatura con alma  llenó de ternura el hogar.

Otra nochebuena inolvidable la pasé con Octavio Zapata Albán. A la pollería que concurrimos, en un primer momento, no nos quisieron atender. Argumentando  el estado de abandono de mi convidado. Apelando a todas las misericordias posibles nos enviaron a comer a la cocina entre menaje y el movimiento de mozos y cocineros que reconcentraron de calor humano nuestra mesa. Fue una ocasión en  la que a  Octavio con modales finos lo vimos comer entusiastamente. Una mente extraviada por los laberintos de la enajenación no pierde, en su esencialidad, la dignidad y el decoro. Mario Navarro, el pintor, que hizo el milagro de hacer visibles a los invisibles me ha dado la razón. Octavio, el Greco, Héctor y todos los habitantes invisibles de la ciudad son como ángeles insomnes cuyos sueños son la letra menuda de los derechos humanos y los recovecos del egoísmo muchas veces disfrazado de felicidad.

Hay un recuerdo grato que me acompaña siempre. La representación navideña en el atrio de la Iglesia San Francisco de Paita. Teddy Montúfar, hizo el papel de San José. Luisa Sánchez, de María. A nosotros nos tocó ser los ángeles que acompañaban el pesebre del niño Dios. Aún recuerdo las primorosas alas hechas con plumajes juntados todo el año. El niño propicio para la ocasión fue Chichi Victoria de algunos meses de nacido. La vieja fotografía es un recuerdo inolvidable. El cortejo angelical tenía su propio parlamento. Tenía diez u once años pero de lo que dije no me olvido: Tenemos el recuerdo indeleble de haber sido, alguna vez en nuestra vida, ángeles de carne y hueso.

Aldo Cango cuenta la historia navideña de un club de madres pobres camino a La Legua que no tenía como celebrar la nochebuena. Dios providente no tuvo reparos en abrir la jaba de un camión de una empresa avícola que iba repartiendo pollos por todo el camino. Las aves caían a la pista y las madres, una a una, tuvieron su provisión de pollo vivo para disipar sus angustias. Fueron como una docena de hogares que tuvo que comer y los pollos saciaron el hambre de los pobres. Todos recuerdan a una de las vecinas que preparó aguadito de pollo y lo repartió, entre los pobres más pobres. ¡Para todos amanece Dios en navidad!.


sábado, 28 de noviembre de 2015

PELAO...PELAO...CON CUATRO PELITOS EN CADA LAO

Por: Miguel Godos Curay

Los abuelos son el tesoro más valioso de nuestras familias y nuestra sociedad
El abuelo José no tenía un pelo en su cabeza.  Y sonreía cuando sus nietos le decían al oído: “Pelao…pelao con cuatro pelitos en cada lao”. Vestía con ternos de drill blanco en cada festividad y beige todos los días del año. Nunca perdió  el lustre de sus zapatones de cuero negro. Los domingos concurría a la misa muy temprano y leía las páginas de La Industria para que lo escuchara como un pregonero de buenas nuevas.  Así me enseñó a deletrear los titulares del periódico. En las tardes cuando salía de la escuela me llevaba a recorrer el malecón y el muelle fiscal de Paita. De ahí partían los botes  con sus lamparines a la pesca de arenques frente a la playa de Colán.

Mi abuelo era zapatero remendón de oficio lo que no resentía su afecto por la lectura. Con sus leznas y suelas  reparaba los zapatos  de todos los vecinos. A veces del alcalde del pueblo, otras del subprefecto, otras del  policía municipal que recorría todo el mercado. Las prendas estimadas eran de los peloteros del barrio que convertían el calzado escolar en chimpunes. Entonces las mamás pedían cambio de media suela, refuerzo de los talones, zurcido de las grietas abiertas y parchado de huecos. Sus manos mágicas debían dejarlos como nuevos para continuar su trajín por el mundo. Él distinguía por sus pisadas y trancos a todos los habitantes del puerto de Paita al norte del Perú.
Los zapatos del Alcalde tenían desgastado el taco, los del Subprefecto pedían con  angustia reemplazo y estaban recocidos a mano. Los del señor Sears  del alto mando de la Policía Municipal despedían aroma de tinta negra de almendra. En algún momento fueron zapatos de oficial de la Armada Peruana pero  él los tiñó de negro brillante y con  el sonar de sus tacos saludaba a todo el mundo.

Mi abuelo José aprendió de su abuelo el oficio de zapatero. Cuando estaba alegre sonaba su martillo con su mágica musiquita para ablandar las suelas. Cuando escaseaba la tarea de clavos y leznas. Se entretenía con los cinturones y los aperos en la talabartería. Entonces incrustaba con primor remaches de plata de nueve décimos y estrellitas  para las sillas de montar caballo. Sus cinturones de cuero tenían una utilidad inimaginable. Servían como medida de longitud oportuna. En caso de urgencia  para ahuyentar  los perros. Algunos papás con su  sola presencia persuadían a los melindrosos a comer el puré de zapallo y el caldo de pata de toro  con garbanzos. Pero también para corregir las malacrianzas. Este era un escarmiento ingrato reservado sólo para los incorregibles y malvados.
Un primor eran los zapatitos de badana para los bebés, eran primorosamente delicados y con ojales y  brochecitos dorados. Mi abuelo decía: Son zapatitos de ángel y ellos acompañaban a los críos en sus sueños. Eran fabricados a pedido y la tarea empezaba dibujando una plantilla de cartón a la medida del piesecito. Eran cosidos  con paciencia en las noches de luna. Según mi abuelo para animar los sueños de los pequeñitos. Muchas veces, lo sorprendimos, en pleno sueño, con los zapatitos acabados en sus manos.  Su rostro era dulce y sobre su nariz aún pendían los espejuelos de vidrio grueso. Según su explicación las hadas madrinas le daban el toquecito final para poder entregarlos.

Los camioneros consideraban un portento el hallar un zapatito  de niño para colocarlo  del espejo retrovisor porque trae suerte. En cierta ocasión, después de una agotadora jornada de menudo trabajo, el abuelo con lágrimas besó los botines que tantas noches le habían quitado el sueño. Eran unos botines de cuero cabritilla de ojales de cobre. Cuando le pregunte a mi abuelo. ¿Abuelo por qué te entristeces  con esos botines nuevos? Me dijo son para un niño  que no puede caminar y su madre me ha pedido se los haga a la medida porque  ganas no le faltan de mover sus piernas enclenques.
Al día siguiente cuando al retornar de la escuela con curiosidad fui a mirar los botines del niñito triste. Y no los encontré en el aparador. Nadie supo darme razón hasta que retornó el abuelo. Según sus palabras los botincitos partieron hacia el hogar del niño en una hacienda vecina. Según me dijo, estos zapatitos  facilitarán al pequeño pueda dar sus primeros pasos y jugar a la ronda como todos los niños. Mi curiosidad se alimentó todos los días con la esperanza de que aquel niño triste pudiera ser feliz como todos los niños. Tanta era mi infantil curiosidad que imaginaba el rostro del pequeño. Corriendo en el patio de su escuela. ¿Cómo se llamaba es niño? ¿Por qué no podía caminar como todos los niños? ¿Cómo era?

Las conversaciones en los menesteres de la cocina de las tías hablaban de un pequeño que  había nacido tullido y sus piernecitas no podían sostenerse a consecuencia de la debilidad o de la polio.  El doctor le había recetado baños de arena caliente para tonificar los músculos y emplastos para recobrar la fuerza perdida. También le habían prescrito caldos de huevos de angelota y cabeza de albacora para la debilidad. Así pasaron los días y las noches sin noticias de la criatura.

El abuelo era un asiduo concurrente del cine Grau donde se proyectaban  películas los fines de semana. Nunca dijo no para llevarme al cine. En especial a los estrenos en blanco y negro de Tarzán. Para que la función no fuese aburrida llevaba un bolso de pasteles que gustaba compartir. Otras veces se dormía con sonoro ronquido. Cuando despertaba se inventaba los capítulos dejados de ver. De modo que su entendimiento de la serial le era singularmente propio.
El abuelo cumplía diariamente con el rito de afeitarse la barba espesa con la navaja. Entonces con pulso rejuvenecía. Algunas veces me jabonó al rostro con su espuma de jabón de Reuter rallado  y me decía: -Usted es ya un hombre- . En aquellos instantes con fervor multiplique mi admiración por su sentido tan intenso de la vida.

No puedo olvidar los trompos de zapote que me regaló en mi cumpleaños. Me dijo: “Da vueltas como la tierra”. Con su cuerda de pabilo aprendí a hacerlo bailar        sobre la tierra. En otras ocasiones me explicó el origen de las mareas y su relación con los ciclos lunares. “Al mar no hay que temerle porque su nombre es femenino”. Mi abuelo era amigo del chalanero Sabas y diligente me llevó a recorrer la bahía a fuerza de remo. Aquel día me sentí tripulante de las carabelas de Colón. Imaginé viajes por los siete mares, me sentí piloto de bajel pirata. Ahí estaba el abuelo dirigiendo con su vozarrón el navío. ¡Ojo al pito mano al breque! Ordenaba a todo pulmón. Así conocí al mar y aprendí a sentir devoción por el Almirante Grau. Otras veces recitaba los poemas de Rafael Alberti. “Branquias quisiera tener/ porque me quiero casar/ mi novia vive en el mar / y nunca la, puedo ver/.De    aquella tarde  de navegación nunca podré olvidarme. Sentí la misma emoción al contemplar el mar con los prismáticos. Antes mis ojos pelicanos, gaviotas, piqueros y guanayes  mostraban detalles de su vuelo en busca de peces. Ágiles lobos se sumergían y los bufeos corrían olas.  Mientras los botes al caer la noche retornaban con su pesca.
Gracias a mi abuelo crecí contemplando el mar. Todo lo aprendí de buena gana. Sabía amarrar anzuelos y ensartar los muy-muy como carnada. Aprendí a pescar, con paciencia, anguilas y cabrillitas. En las tardes cuando soplaba el viento de agosto era una diestro confeccionista de cometas que desafiaban los vientos. Con los cromos de viejas figuritas se sentía nuevamente niño y las golosinas le   fascinaban porque endulzaban la vida, las compraba en la confitería de don Francisco Ipanaqué por onzas. La felicidad soplaba por el lado del abuelo. Las clases en la escuela fiscal resultaban interminables frente a sus explicaciones prácticas y puntuales.

Una tarde rompió la monotonía de la entre siesta el niño de los botines con su madre. Carlitos, daba ya sus primeros pasos los  que completaría con un tratamiento  especializado en Lima. El niño parecía contento con sus progresos.  El demostrar el movimiento de sus extremidades era una señal  de que con una intervención quirúrgica él podría volver a caminar. La buena señora estaba agradecida. En una alforja había traído ciruelas y frutas de su huerta. El pequeño se acercó hasta mi abuelo y la extendió diciendo – Gracias don José- . Mi abuelo estaba emocionado y llegó a responder. “Ya verá usted como con la ciencia y su buena voluntad seguro que va a caminar y hasta jugar el fútbol”.La tertulia se prolongó con los recados de las tías. Carlitos, podía mover sus piernas con sumo cuidado y ensayar  sus pasos. No podré olvidar esta escena registrada como la cámara fotográfica del corazón, que detiene los más hermosos recuerdos de mi niñez. Muchos años después murió el abuelo. Su rostro era apacible. Como si en sus manos se hubiese posado la ternura de Dios.
(Cuento Finalista en el Concurso Mi Nieto y yo  promovido por SURA) 

LA MUJER EN LA HISTORIA PIURANA Y PERUANA

Por: Miguel Godos Curay
Universidad Nacional de Piura

Recreación del encuentro entre la señoras capullanas y la hueste perulera
Piura desde tiempos inmemoriales fue tierra de las señoras Capullanas, mujeres con poder político efectivo que gobernaron las vastas extensiones de los hoy territorios de Piura y Tumbes. Cuando los carabelines de Pizarro asoman  por las costas de Tumbes, en 1528, quedan sorprendidos por las enormes balsas tumbesinas con enormes velámenes de algodón. Un principal dio cuenta, en efecto, que “una señora que estaba en aquella tierra que se llamaba la Capullana, oída la nueva que de ellos decían, tenía gran deseo de verlos y les rogaba que saltasen en tierra, y que serían proveídos de lo que fueses menester”[1]

En la Crónica Rimada de Diego de Silva Guzmán, compuesta alrededor de 1540, por un amigo de los Pizarro describe este encuentro y el deslumbramiento del paisaje de tierra firme:

CXCV

A vista de un puerto pudieron llegar, /
Adonde una india hera señora,/
Que en viendo al avío luego a la ora/
Sus balsas inbíaa hazelle llamar./
Del buen capitán se inbía a quexar,/
Porque no quiere en su puerto surgir,/
Que le rruega que quiera (a) su tierra venir,/
Porque le quiere ver y hablar.

CXCVI

El Buen  Capitán de aquesto espantado,/
Dixo que el puerto no lo savía;/
Que de su gente inbiase un guía;/
De la india fue luego en un punto ordenado./
Quando ella misma con gran compañía/
Entró en el navío con mucha alegría,/
Que fue atrevimiento sin duda estremado.

CXCVII

Del Buen Capitán fue bien rrecevida,/
Rregocijándose mucho con ella,/
Estando espantados todos de vella,/
Sintiendo placer en gran demasía,/
Ella se fue con su compañía/
Él, queriendo otro día la tierra tomar ([2])

Las siguientes incursiones de los españoles en los territorios tallanes fueron bastante amables y permitieron el suministro de provisiones. Incluso Pizarro dispuso que españoles escoltasen a la curaquesa. Nicolás de Rivera, Pedro de Halcón, Francisco de Cuéllar y Alonso de Molina cumplieron en efecto la compañía de tan hospitalaria señora. Halcón anotan las crónicas “preciole bien la cacica y echóle los ojos (y) mientras más la miraba más perdido estaba de amores”[3]

Refieren los relatos que tras acoger a la Capullana con todo los honores en el navío Pizarro ofreció visitarla en tierra lo que se verificó días después. Con abundante comida, les dieron de comer mucho pescado y carne acompañada de la chicha. Hubo fiesta  y los principales indios que estaban con sus mujeres bailaron. El suceso tiene un final sorpresivo  pues Pedro de Halcón enloqueció súbitamente, en una mezcla de desafío a su capitán e incontenible pasión erótica. Tal fue su estado de delirio y afiebrada pasión que  Bartolomé Ruiz lo derribó con un certero golpe de remo. Lo cierto es que Halcón nunca se recuperó. Estos acontecimientos se registraron en 1528.

Sobre lo sucedido con Halcón menudean las especulaciones pues las señoras Capullanas tenían un dominio completo  sobre los hombres. Sin duda que eran expertas en filtros de amor y vivían con naturalidad en un sistema poliándrico. Tenían muchos maridos y según advierta Reynaldo de Lizárraga aborrecían al que dejaban amar y deleitaban al nuevo elegido con grandes fiestas de borrachera. En el antiguo Perú asevera el historiador quinientista Juan José Vega las mujeres para mantener la lealtad de sus maridos recurrían al chamico, el guanarpo y el guacanqui. Según  las crónicas la bella capullana, a bordo del carabelín, dio de beber néctar  de chicha a todos los tripulantes. Pizarro con discreción se abstuvo con su habitual prudencia. Halcón, el más entusiasta fue víctima de algún insuperable hechizo.

El Obispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón, Obispo de Trujillo, registró en su visita pastoral a San Lucas de Colán, en Paita, en acuarelas, el traje de las últimas capullanas. Parecido al albornoz árabe y arrastraba cola según l a autoridad de ls señora. En pleno siglo XX, Andrés Townsend, anota lo siguiente: “Hay una circunstancia sugestiva y excepcional en esta épocas del antiguo Perú: la del matriarcado ejercido en la costa norte por las capullanas que tuvieron “dominio autoritario” en pueblos de  la actual comprensión d Piura, con las cuales trataron los conquistadores. I si capullana viene de capuz (etimología dudosa a mi juicio) cabe recordar que ese tipo de túnicas se han usado hasta hace poco en Eten y Monsefú, aunque la institución matriarcal hubiera desaparecido hace cuatro siglos” son doña Leonor, Cacica de Menon[4]

Los cacicazgos gobernados mujeres se mantuvieron durante la colonia. Aparecen en  los documentos coloniales el Cacicazgo de Nariguala. El de doña Luisa Capullana de Colán y de doña Isabel de Sócola la Capullana de Sechura. Otras son doña Leonor, Cacica de Menon (Catacaos) y doña Latacina, Cacica de Colán. Doña Pancatil, Cacica de Punta Aguja quien obtuvo su título en 1640 tras un pleito por la posesión de Punta de la Aguja Nonura y Pisura cerca de la Isla Lobos, hoy jurisdicción de Sechura. Memorable resulta la acción de  doña Paula Piraldo y Herrera. Encomendera de Colán que en 1615 se enfrentó a la escuadrilla holandesa de Jorge Sipilberguen. El Conde la Granja elogió su valentía al decir: “Que el Perú defraudara de esta gloria, si el con la suya no honrare su memoria”

Sin duda, que la mujer en el Perú, está personificada en figuras contrapuestas. La colonia nos legó a Santa Rosa de Lima, a la vuelta de la esquina asomaba Micaela Villegas la amante del Virrey Amat conocida como la Perricholi. Pero insuperable en su heroísmo es Micaela Bastidas mujer combativa y mártir esposa de Túpac Amaru. Otra peruana inolvidable fue Flora Tristán socialista en la pepa del alma y de acrisolado amor por el Perú desde Europa. No tuvimos una Sor Juana Inés de la Cruz pero desde Huánuco nuestra Amarilis Indiana envió su epístola versada superior en lirismo al Fénix de los In genios. Hubo mujeres de memorable coraje como Isabel Barreto de Mendaña que el 16 de junio de 1595 partió de Paita a la Polinesia..
   
Piura, está íntimamente vinculada a Pola Salavarrieta cuya escultura de madera al ser reemplazada por la de la Libertad de mármol en 1872 siguió llamándose Pola por la pura devoción piurana a la libertad. Lo propio nos sucedió con Manuelita Sáenz la Julieta Huracanada de Neruda que en su extraordinaria grandeza hizo votos de pobreza y humildad en Paita. Ayer recordamos precisamente 159 años de su ausencia. Pero quienes la admiramos sabemos que está viva en la conciencia de América. Ayer fue un día de convocatoria planetaria por su memoria en la Cofradía Manuelitaria. En París donde se encuentra Anne Marie Hocquenghem, en Bogotá de Otto Morales Benites, en  La Habana de Xamara de la Osa, en Quito, en Nicaragua la patria de Sandino. En Paita y hoy en Piura en donde en un peregrinaje  de admiración concurren ustedes. Manuela es el rostro de la madre aguerrida que trabaja, la estudiante que se forja en las aulas para conquistar derechos. Manuela es el abecedario de la patria. Heroica combatiente, conspiradora del salón y la tertulia, guerrillera sin tregua. Pendón de libertad del continente.

Quisiera acabar mis palabras con los versos de un Yaravi sentido que dice:

Mientras me dure la vida,/
Seguiré tu sombra errante,/
Aunque a mi amor se opongan
Agua,fuego, tierra y aire.”[5]

 





[1] Herrrera Antonio, Historia de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme de la mar océano, Buenos Aires, 1944, Década II, Lib. I cap. VI


[2] Silva de Guzmán Diego de, La Conquista de la Nueva Castilla o La Crónica Rimada, Lima, Biblioteca Peruana, 1968, Primera Serie, Tomo I, estrofa XXVII


[3] Vega Juan José, Pizarro en Piura, Colección SEC, Gobierno Local de Piura, 1993


[4] Prieto de Zegarra Judith, Mujer Poder y Desarrollo en el Perú, Editorial Dorhca,1980


[5] Traducción de Sicramio, Mercurio Peruano 101, Lima 22 de diciembre de 1791.

SE SOLTO CATON EN PIURA

El periodista es lo que no es: Ni juez, ni
fiscal, ni cura. Es un simple espectador de
la realidad

 Por: Miguel Godos Curay
Una revieja lección de periodismo enseña  que el pecado favorito de los periodistas es creerse en sí mismos un poder y como tal someter a su antojo y beneplácito a  quienes según, su presunción,  merecen un juicio mediático. En este juego de apariencias, como se puede apreciar, quien tiene la navaja por el mango nunca se corta. Este es el argumento de la escandalogía. El provocar remolinos y tormentas en vasitos de agua. Por lo demás nunca observan con detalle los hilos que los sostienen, las sacadas de vuelta a la Sunat para la evasión fiscal, la doble contabilidad, el mal trato laboral y el abuso contra sus propios empleados de la redacción obligados a la renuncia por contratos onerosos e indignos, las planillas fantasmas, los lobbys lubricados para bien de la empresa depositaria de la verdad. Son como la pandilla de don gato expertos en urdir pendejadas para aumentar las ventas cuando la devolución se incrementa todos los días. Realmente nunca juegan limpio. Presumen ser discípulos de Catón, censores severos que cautelan la moral pública. Sin embargo, a contrarias se ceban con el mal. ¿Quién moraliza a los moralizadores?

La lógica del esperpento tiene sus límites. Pues los anunciadores  no disfrutan colocando sus avisos en páginas donde asoma una lectura contrahecha de la realidad. El que sólo consume pesimismo, desencanto, desilusión, violencia como si se tratara de un basurero colectivo, tarde o temprano, se enmierda, no se enmienda, como se esperaba. La amargura y la soledad finalmente les consumen. Alguna vez un  gurú de la prensa francotiradora, me dijo: “Mi oficio es el de un juez que sentencia, un cura que sostiene la moral y un juez responsable de la salud de la sociedad”. Definitivamente, la descomunal burbuja, nos permitió concluir que tal señor no entendió nunca que el periodista ético y consecuente no es ni fiscal, ni cura, ni juez de nada. Es un simple espectador de la realidad y que como tal debe una fidelidad  inclaudicable e insobornable  a la verdad. Lo demás es retórica y cosmética

Las maromas, la posición de equilibrista en el cable, la presunción, la suspicacia ésa urdimbre sospechosa de mentiras. Ese regateo con la verdad para aderezar sus infamias en la ocultación. Esa falsa lealtad para adular y obtener una verdad. La felonía químicamente pura no le viene bien  bajo ninguna circunstancia. Hay quienes intimidan con arrogancia de gladiador otros con la chaveta en la mano. Y hay también los que valiéndose de su contumacia aguerrida presumen que todos los que ejercitan función pública son una legión de delincuentes. No es así. Y esa es la razón de la energía paralizante por la que se devuelven presupuestos que no se gastan por temor.

Pero hay también los expertos en tergiversaciones, se han graduado en interpretaciones torcidas de las cosas. Son los que escupen el chocolate en navidad, se mean en el refresco, sin reparar que pertenecen a la legión de los pedigüeños. Y se nutren de su propio veneno. Otros son los que viven de la injuria, parienta cercana de la difamación y la calumnia. No han de faltar los perjuros que mano en la biblia y por la memoria de su abuela  prometen cumplir con los códigos de ética cuando su práctica inveterada es la imprecación, el pecado de la soberbia, el señalamiento abusivo, la cultura de la sospecha. Es probable que  en su bolsillito junto al Cautivito de Ayabaca  coloquen  el colorido almanaque de la bataclana de turno. Así, estas señoritas estrechas de conciencia que ejercitan el periodismo fingiendo integridad resultan las pizpiretas esmirriadas de este boom empresarial de la prensa concentrada. Milagros Leiva, ante ellas es la inmaculada concepción del nuevo periodismo. No faltaba más.

lunes, 19 de octubre de 2015

CHUSIS UN PUEBLO MOCHE EN LA ANTIGUA SECHURA

Por: Miguel Godos Curay
Miguel Godos, en presentación de libro sobre Chusís 

Este libro del historiador Paolo Pastori es una compilación de estudios de arqueología sobre Chusís (Sechura) los que la luz de la heurística permiten anticipar la hipótesis sobre la presencia Moche en Sechura. El libro, es un aporte editorial de la Municipalidad de Sechura, editado en pulcro offset,249 páginas, es una herramienta útil para los especialistas y no especialistas interesados en la arqueología del desierto.


Paolo Pastori, autor de libro sobre arqueología Chusís
Los contenidos se distribuyen en seis capítulos, divididos en dos partes. Los tres primeros dedicados a  Chusís la geografía, arqueología y el marco histórico. La segunda parte, está dedicada en tres capítulos, a la prospección arqueológica en Chusís, el descubrimiento del cementerio prehispánico (1989), la interpretación preliminar de los hallazgos y un anexo, sobre el Chusís actual asentado a decir de Lorena Zúñiga  en las cabeceras de las estructuras prehispánicas.

La otrora hacienda Chusís tenía 500 hectáreas y el último feudatario fue  Federico Valdiviezo, expropiado por la Reforma Agraria de Velasco. Actualmente Chusís tiene 178 viviendas y 604 habitantes de los cuales 292 son varones y 258 mujeres. Existe entre los pobladores una enorme expectativa por el Museo de Sitio y la protección del sitio arqueológico constantemente profanado por huaqueros.

Como sus antepasados los Chusís contemporáneos viven de la pesca y la agricultura. En Chusís aún es posible saborear pasadito de caballa, cachemas encebolladas y para abreviar la sed chicha de jora. Sechura, advierte la Coordinadora del Seminario de Arqueología de la PUCP doctora Mercedes Cárdenas Martin, “es un pequeño gran desierto de 64,000 km2 en el cual bien podría caber un departamento”. Josefina Ramos de Cox, dio cuenta de los primeros asentamientos precerámicos y tumbas en extrañas cavernas en las playas de Nunura. Este fue uno de los primeros catastros arqueológicos del desierto  (1975-1976) con el financiamiento de la Fundación Volkswagen de Alemania.

Todos los estudios científicos alimentan la hipótesis particular que conecta Playa Nunura y la selva de Huayurco, atravesando el paso de Porculla de lo que sería la primera cultura Amerindia integradora, ecuménica, unitaria y continua. Es muy probable que por la vía del Amazonas, los Vicús,  una especie de fenicios andinos, navegaran por los ríos amazónicos conectando la cuenca del Atlántico con la del Pacifico. Facilitando el comercio de pescado y sal.

Chusís, es uno de los sitios arqueológicos de la Región Piura reconocido por el Ministerio de Cultura, en donde se han realizado estudios sistemáticos. Pionera en este esfuerzo es la arqueóloga Rosa Palacios Ramírez  quien en los años 1989,1995 y 1998, efectuó  excavaciones y se adentró en las entrañas de las civilizaciones del desierto. Pastori, acopia la información existente y reconstruye la información perdida.

Los pocos documentos preservados reunidos  dieron lugar a la tesis de Maestría de Pastori titulada “Estudio de contextos funerarios en el complejo arqueológico Chusís (Sechura) período Intermedio Temprano” cuya hipótesis es la existencia de un asentamiento temprano y sus relaciones con el área nuclear Vicús-Mochica del Alto Piura.  La aproximación sujeta a revisión es la de una relación entre Moche- Vicús y Chusís en Sechura.Estamos hablando del siglo IV DC pero de la permanencia de un milenio de pasado de Sechura.

En 1995 los estudios de Rosa Palacios se realizaron con el auspicio de la Municipalidad de Sechura. En esta oportunidad  se realizaron valiosos hallazgos en los contextos funerarios. Las tumbas encontradas eran similares a las sepulturas Vicús en el Alto Piura caracterizadas por la forma de bota. Se suman a ello  restos de camélidos y canes. Dejando evidente intercambios comerciales.

El paisaje de Chusís es el de un desierto reverdecido por los algarrobales entre los que se desliza como una serpiente la carretera de asfalto. Las fotografías del profesor Adolfo Venegas muestran la plenitud del paisaje y permiten adentrarnos a Chusís. Hay una amplia explicación de la geografía, la flora y la fauna. En el desierto no faltan los algarrobos (Prosopis Pallida), los zapotes (Capparis Scabrida), los vichayos (Capparis Ovalifolia), faiques (Acacaia Maracantha) y las patitas ratón (Coldeenia Paronychioides).

El botánico checo Tadeo Haenke en el siglo XIX refiere lo siguiente: “Pertenecen a este partido algunas leguas del desierto de Sechura, comúnmente llamado el despoblado, cuyo camino es de treinta y dos leguas. Hay en él muchas salinas, y se cría también una yerba conocida con el nombre de lito, que es la barrilla con que hacen el vidrio en Europa. La usan los habitantes de Piura y Lambayeque para hacer ceniza de las lejías con que cuajan sebo para fabricar jabón; también la emplean en dar fortaleza a los tintes, y por esta razón es grande su consumo. Mantiénense en este desierto muchos caballos, mulas y burros de unas raíces que llaman yucas de monte, que suplen la falta de hierba y agua; no tienen dueño, y el que quiere se dedica a cogerlos para domesticarlos” [1]

Este libro es una herramienta metodológica y didáctica de suma utilidad para investigadores, docentes y estudiantes. Sobre todo para acabar con el huaqueo y la profanación de las necrópolis cuya consecuencia inmediata es la destrucción de valiosas fuentes para la investigación científica. La presencia Moche es indiscutible en Sechura, los vestigios en la cerámica son numerosos así como de objetos metálicos. Chusís e Illescas  son escenarios de  grandes transacciones y de una continuidad  cultural ininterrumpida de  siete mil años desde finales del periodo lítico hasta los primeros tiempos de la colonia. En Chusís aparecen también adobes Moche que son indicio de un incipiente desarrollo urbano. Paolo Pastori, es historiador egresado de la Universidad de Trieste (Italia) y es Magíster en Arqueología Andina por la Universidad de Trujillo. Su mayor aporte es el acopio y heurística del fascinante pasado de Sechura.


[1] Haenke Tadeo, Descripción del Perú, escrito  que se conserva en el British Museo de Londres, catalogado  con el N°17

miércoles, 14 de octubre de 2015

LUIS ALBERTO SANCHEZ EL DOCTOR OCEANO

Miguel Godos pregunta. LAS responde. Observan el doctor Noe Zapata,Luis Alva y Alcalde José Aguilar.
LAS toda una leyenda y un modelo de consecuencia política.
LAS y su infaltable pipa y sus anteojos de gruesos cristales. Un zahori memorable.
La generación del Conversatorio Universitario, en el extremo derecho LAS
Miguel Godos en entrevista a LAS
Por: Miguel Godos Curay
Universidad Nacional de Piura

LA ARISTOCRACIA DE LA INTELIGENCIA         

Nació Luis Alberto Félix Sánchez Sánchez, un 12 de octubre de 1900 en la tradicional calle Monopinta 214 (hoy jirón Caylloma). Fue bautizado en la parroquia de San Marcelo, sus Padrinos fueron Domingo Olavegoya y Carmen Blanco de Sánchez (su abuela). Sus padres fueron Alberto Leandro Sánchez Blanco y Carmen Margarita Sánchez Patiño, primos hermanos, que contrajeron matrimonio en 1892 en el Callao. Tuvo dos hijos con Mercedes Vargas, su primera esposa: Luisa y Luis Alberto. Su segunda esposa fue Rosa Dergán, de origen libanés con quien contrajo matrimonio en 1934. Doña Rosa aportó cuatro hijos al segundo matrimonio los cuales recibieron el apellido Sánchez, así como sus dos hijos sanguíneos recibieron como segundo apellido Dergán. La familia Sánchez-Dergán quedó conformada por: Aurora, César, Luisa, Joselo, Luis Alberto y Salma.

Como señala Pablo Macera: “Era hijo de la clase media peruana, angustiada por el empobrecimiento que vino después de la guerra con Chile; pero sus familiares se ajustaron los cinturones para darle la mejor educación posible, cuando lo matricularon  en La Recoleta, que era uno de los colegios más exclusivos de Lima y en donde sus compañeros de carpeta eran los hijos de la oligarquía o burguesía limeña”.[1]

Sin duda, tuvo un talante extraordinario para el deporte, la amistad, la buena lectura y las frases inteligentes. Macera, refiriéndose a esta etapa juvenil anota: ““El "cholo Sánchez", como lo llamaban cariñosamente, nunca se sintió menos que los demás ni los demás ejercieron despotismo, quizás porque eran otros tiempos, quizás porque las clases altas peruanas se sentían entonces -hacia 1900-  más seguras que hoy, y la seguridad siempre hace amable a la gente; pero, sobre todo, porque Luis Alberto Sánchez tenía un ángel de simpatía que hipnotizó siempre hasta a sus peores enemigos.  Era imposible dejar de sonreír o reírse a carcajadas con una frase ingeniosa suya y aunque hablase mal de uno mismo, lo hacía con tal alarde de inteligencia que escucharlo resultaba una verdadera fiesta”.[2]

No es raro por ello que descollara en las lides literarias y que fuese tan talentoso con las letras y con la pluma. Durante su vida fue un apasionado por el papel impreso y la lectura. En él, como en el pensamiento Bergsoniano, no regía la temporalidad racionalista que  polariza entre el pasado consumado e irremediable y el presente fugaz e inaprehensible. Sino dos temporalidades diferentes la duración exterior del mundo de los cuerpos, en la que el tiempo se comporta como un  espectador que no penetra en su realidad.  Y otra la vida interior, espiritual, que es la duración de la vida de cada uno. Entonces el paso del presente al pasado es una categoría radical insuperable. El tiempo psicológico entonces es irreversible porque es la sustancia de nuestro ser.
Sánchez, por su disminuida agudeza visual fue una inteligencia sumergida en las sombras y laberintos de la ceguera pero no en los espejismos y alucinaciones de  la ilusión. Su caverna, como en el mito platónico, sólo le permitía distinguir sombras. Las yemas de sus dedos leían la esferita con relieve de un Longines para invidentes acostumbrado a su inglesa  puntualidad.

Era de estatura mediana. Frente ancha, su pelaje de zorro gris se hizo blanco en los 93 años y cuatro meses de su azarosa existencia. Usaba anteojos de cristales gruesos con los que apenas divisaba sombras. Su aspecto era el de un genuino zahorí intelectual, un alquimista fascinado de la palabra.  Ameno conversador animaba sus diálogos con ocurrencias imprevistas y anécdotas graciosas. Era un conversador impenitente y un crítico mordaz. A consecuencia de la retinitis pigmentaria, que es una incapacidad genética de respuesta a los estímulos de la luz, fue perdiendo la vista hasta no ver nada.

Sobre el tema Sánchez recurría siempre a la sutileza dialéctica y paradigmática: “Yo no creo que el mundo se divida en sol y sombra. Todo es matiz en la vida. Cada vez creo menos en los colores fuertes. Cuando yo empecé a perder la vista –y en mi tiempo la tuve muy perdida-yo creía que la ceguera era negra y resultó que era blanca…”[3]

No se arredró ante esa personal tragedia y por el contrario se abrió al diligente apoyo de sus discípulos y de su secretaria asistente, la bibliotecaria de profesión, Marlene Polo Miranda. Marlene Polo Miranda organizó el archivo de La Prensa considerado uno de los más completos del Perú. Fiel a su legado se encuentra hoy al frente del Instituto Luis Alberto Sánchez que edita sus obras y preserva su legado. Lo acompañaban siempre como lazarillos por los pasillos de la universidad sus alumnos.

Entre ellos: Alberto Franco Ballester que fue parlamentario aprista y el actual Académico de la Lengua, el periodista Ismael Pinto Vargas. A donde fuera siempre le rodeaban los jóvenes nunca despojados de la curiosidad para conocer a un maestro extraordinario y a un zorro de carne y hueso. Uno de sus discípulos fue el estudiante Javier Eduardo Cheesman Jiménez, estudioso de Valdelomar y valioso acopiador de su obra dispersa. En Piura lo conocimos como el Padre Cheesman, ya sacerdote, nos introdujo en el estructuralismo de Saussure en la Universidad de Piura. En lo escritos sobre Valdelomar se oculta con las iniciales de (JCHJ).

Nunca mostró miedo a las tinieblas y a la oscuridad. Sus itinerarios habían sido memorizados matemáticamente. Gradas de escalera cuando iba al estudio del jirón Moquegua, pasos, esquinas. La peor ceguera es la de la ignorancia atrevida del que no sabe nada y presume, advertía. La ignorancia indagadora y penetrante es la del sabio. Sánchez fue un sabio y un maestro memorioso. Su erudición humanística fue como la del eminente sanmarquino don Pedro Peralta Barnuevo Rocha y Benavides (Lima, 26.11.1664- Lima, 30.4.1743): “El Doctor Océano” que abordó con pasión todos los temas por la inteligencia humana escudriñados y conocidos. Peralta fue un académico de “abrumadora universalidad”. A su modo  y con una voracidad insaciable lo fue Sánchez.

Advierte Sánchez: “… a través de Peralta se puede estudiar tantos temas y subtemas de su época: la ciencia física, la astronomía, las matemáticas, la ingeniería militar, la poesía, la arquitectura, la teología, la historia, el derecho, la política, la docencia universitaria, la lingüística. Esta increíble máquina de pensar y decir asombra no sólo por la cantidad de sus obras, sino por la extraña cualidad de algunas de ellas, suficientes en número y  mérito como para justificar la más alta fama”.[4] Peralta fue tres veces Rector de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos. Merecimiento que en la  historia de San Marcos sólo lo tuvo Sánchez. Tres veces Rector de San Marcos en la república.

En sus artículos, como en su columna Cuaderno de Bitácora no hubo tema que no abordara con singularidad exquisita. Macera, con humanas pinceladas describe al multifacético Sánchez juvenil: “Esgrimista, nadador, bailarín, mujeriego, amigo de los cafés, era también un lector impenitente medio ciego, que en vez de leer los libros los rozaba y palpaba con sus ojos miopes.  Con esta lectura casi al tacto devoró documentos, toda la poesía y novela posible publicada en Perú o en América y Europa,  para terminar siendo a los 21 años un asombroso erudito”.[5]

La prosa periodística de Sánchez es una muestra de un amplio conocimiento de los temas  que aborda, con citas oportunas y llenas de episodios de historia viva. En este extremo resulta persuasivo y convincente, es un magisterio para doctos e indoctos, próximos y lejanos, para peruanos, latinoamericanos y extranjeros. Hay quienes extraen enseñanzas de sus escritos, en otras, escalda a los políticos porque entiende que la prosa periodística es una forma de educar al pueblo. Si polemiza no es sólo para sentar posición sino para hacerse comprender de quienes están al otro lado de su orilla ideológica. Sánchez, por propia confesión, se declaró enemigo de la pereza y mejor amigo del estudio, la lectura y la inteligencia.
Sin duda, amó al Perú por encima de los naturales desencantos y los odios viscerales. Siendo uno de los intelectuales que mayor influencia tuvo sobre Haya de la Torre, fue el único que le expresó con firmeza todas sus discrepancias. Como señala Nelson Manrique:  “Haya era siete años mayor que Sánchez, pero el prestigio continental del que este gozaba como intelectual acortaba las distancias y lo convertía en un interlocutor privilegiado. No es que Sánchez le dijera a Haya qué debía hacer, sino que en él Haya encontró el más firme respaldo al cambiar algunas de las definiciones fundamentales de lo que hasta entonces había sido la doctrina y la práctica aprista[6]
Sánchez, corta más que una espada filuda cuando responde. Esta soberbia respuesta que  le dio a Haya nos exime de mayores comentarios: «Por no creer en la infalibilidad de nadie, me aparté del catolicismo, no obstante los 2.000 años de dogma, de entrenado dogma de que disfruta. Mal voy a creer en mi propia infalibilidad, si no admito la secular del Pontífice»[7]
Un genuino esgrima verbal que sólo acabó en las postrimerías de Haya. Confiesa Sánchez, que acudió a Villa Mercedes, a horas de su viaje a Boston quebrantada su salud por el  cáncer pulmonar. Haya me besó la mano y yo le besé la frente. Fue como una despedida postrera plena de ternura. No lo volvió a ver más sino hasta las exequias en Trujillo.
Aunque Sánchez no ocultó sus diferencias nunca llevó la sangre al río.  Ello en parte a su iniciación masónica en Lima el 3 de mayo de 1926. Los vínculos entre la masonería el Apra bien pueden dar lugar a una heurística del liberalismo y la sutileza de la ideología. Antenor Orrego se incorporó el 16 de julio de 1933, Luis Heysen, el 17 de septiembre de 1933 y Haya de la Torre el 23 de octubre de1933. Como señala Eugenio Chang-Rodríguez “la masonería les inculcó la vida virtuosa, la práctica del cristianismo respetando la libertad de creencias religiosas y pautas de conducta ceñidas a altas exigencias de realización personal normadas por la virtud”.[8]
PERTENECIO A LA GENERACION DE LA REFORMA UNIVERSITARIA
La proximidad de la celebración del primer centenario de la Independencia despertó un interés histórico por la efeméride lo que llevó a un grupo de jóvenes a organizar una serie de conferencias por el período 1800-1825 a la que se denominó Conversatorio Universitario inaugurándose el 10 de junio de 1919. Los objetivos enervados fueron: La investigación profunda del alma y la historia nacional a fin de construir una teoría del Perú. Esta empresa exigía una aproximación crítica a la sociedad y a la cultura cimientos de la república. El grupo mostró una preocupación sensible por la necesidad de una Reforma Universitaria que colocara a la institución universitaria en la dirección de los cambios e innovaciones que bullían en la academia en Europa y el grito de Reforma de Córdova. Por primera vez se colocaron bajo la mirada de la universidad las expresiones del indigenismo y el Perú profundo. Esta constatación finalmente despertó un sentido profundo de compromiso y solidaridad con los históricamente olvidados del Perú oficial.

Como advierte Macera: “La historia fue su primera amor. Precisamente en torno a ella se constituyó el Conversatorio Universitario de 1919, grupo juvenil ansioso de escribir una nueva historia del Perú en vísperas del primer centenario de la independencia nacional. En la revista Mundial aparece la histórica fotografía del Conversatorio, en la que se aprecia a Luis Alberto acompañado de Raúl Porras, Jorge Guillermo Leguía, Víctor Raúl Haya de la Torre, Ricardo Vegas García, Manuel Abastos, Guillermo Luna, Carlos Moreyra Paz Soldán y José Luis Llosa Belaúnde, sumándose a ellos el joven Jorge Basadre. Eran los tiempos de la reforma universitaria, movimiento que le permitió sentirse carne, hueso y alma de su generación. Allí parece que, sin rubricas ni voz, se suscribió el pacto de honor que lo mantendría unido a Haya de la Torre y otros grandes líderes de esa eclosión estudiantil que habría de cambiar la historia del Perú y América”.[9]

La generación del conversatorio fue una especie de recomposición de energías intelectuales tras la debacle de la guerra con Chile. Sánchez define a esta etapa con los siguientes objetivos: Desconcierto frente a la incertidumbre del futuro, entusiasmo capaz de enormes emprendimientos, nacionalismo brotado de un amor al Perú, y rencor por las heridas no cicatrizadas del pasado. La primera guerra mundial sobreviniente, el choque de las ideologías no sólo aumento la perplejidad. Los ideales por el Perú, surgieron entonces en el destierro, la violencia, la melancolía y la mutilación. El resultado fue la búsqueda de un nuevo destino para el Perú. Las conferencias de los integrantes del conversatorio fueron publicadas con colectas realizadas en cada conferencia. El aporte abrí caminos y erizó los espíritus con inagotable admiración por el Perú. A la vuelta de la esquina la Reforma Universitaria, la primera guerra mundial, la revolución mejicana y la revolución rusa. El manifiesto a los hombres libres en Sud América  de los estudiantes cordobeses (1918) proclamaba: “Si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo proclamamos bien alto el derecho sagrado  a la insurrección… El sacrificio es nuestro mayor estímulo, la redención espiritual de las juventudes americanas, nuestra única recompensa, pero sabemos que nuestras verdades lo son –y dolorosas- de todo el continente… Estamos haciendo una revolución; estamos viviendo una hora americana”.

UNA AFIEBRADA PASION POR LAS LETRAS
Temprano empezó la actividad de escritor de Luis Alberto Sánchez. Para él, escribir fue una pasión desmesurada, una manera de palpar el mundo, el más eficaz vehículo de relación con los demás”.[10] Siendo aún estudiante publicó en el boletín recoletano. A los 9 años ya había redactado su primer cuento titulado “Los ladrones audaces”.
Luis Alberto Sánchez marco con sus escritos casi toda una centuria. Continentalmente perteneció a esa generación de ensayistas que hicieron de América el eje de sus pasiones, entre los que estaban Alfonso Reyes, Germán Arciniegas, Pedro Henríquez Ureña, Alejo Carpentier, José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Samuel Ramos, Gabriela Mistral, Baldomero Sanín Cano, Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, entre otros. Cultivó con igual fervor la Literatura, la Educación y la Política, así con mayúsculas
Según el crítico Washington Delgado, Luis Alberto Sánchez es el fundador de la historia literaria del Perú. La literatura peruana, es un derrotero para una historia cultural del Perú, publicada por primera vez entre 1929 y 1936, siendo reeditada y ampliada varias veces, hasta 1975, en que salió la definitiva edición, en 5 tomos. Para Sánchez la literatura era un hecho social, anticipándose en su metodología a Pierre Francastel que interpretó la pintura como un hecho social y a Pierre Bordieu como “exteriorización de la interioridad” con la que es posible el despliegue de la comprensión del texto literario en sus significaciones íntimas y profundas en un contexto social.
Sánchez es un cultor de la biografía. Historias dispuestas con tramas de novela escritas con prosa aceitada y sonora. Su estilo es como el que emplea Louis de Wohl en sus biografías de los santos. Sánchez penetra en la vida de reconocidos intelectuales peruanos, los humaniza y los muestra en sus vericuetos humanos e intelectuales. Destacan sus biografías del Inca Garcilaso de la Vega, Manuel González Prada, Manuel Ascencio Segura, José Santos Chocano, Pedro de Peralta y Barnuevo, Augusto B, Leguía y Abraham Valdelomar.
El epílogo de Garcilaso es de por sí un final de película en el que se concentra el leit motiv de la añoranza. “¡Lírico clérigo indiano: tanto despecho y la ternura! Bandera de rebelión serán en adelante la nostalgia de Garcilaso Inca de la Vega. ¡Tuyos son para siempre Isabel Chimpu Ocllo, su gloria su amargura y su dolor![11]
Entre sus ensayos históricos destacan la Historia General de América, varias veces reeditada, Breve Historia de América editada por Losada,  El Perú: Retrato de un País Adolescente, (Buenos Aires, 1958), América, desde la revolución emancipadora hasta nuestros días (México, 1975) y Fuentes Documentales Sobre la Ideología de la Emancipación Nacional (1980). Destacan también sus memorias que publicó bajo el título de Testimonio personal; memorias de un peruano del siglo XX (6 volúmenes, 1969-1988); y sus escritos de política partidaria, como Apuntes para una biografía del Apra (3 volúmenes, Lima, 1978-1981).
Entre sus libros publicados destacan:
Los Poetas de la Revolución. Lima, Imp. Torres Zumarán, 1919. Folleto No. 16 del v. de "Folletos Peruanos".
Los Poetas de la Colonia. Lima, "Euphorion, 1921; 301 p. Antes del título: Historia de la Literatura Peruana, 1.
Elogio de Manuel González Prada. Lima, Imp.Torres Aguirre, 1922; 142 p.
Sobre Las Huellas Del Libertador. Lima, E. Rosay, 1925; 179 p. "Crónicas escritas en el transcurso de una romería por los países de Bolívar".
Don Ricardo Palma y Lima. Lima, Imp. Torres Aguirre, 1927; 144 p.
Góngora en América. El lunarejo y Góngora. Imp. el Sol. Lima 1927; 44 p.. Reeditada en Quito, Ecuador en "Publicaciones de la Biblioteca Nacional de Quito". 1927.
Literatura Peruana. Derrotero para una historia espiritual del Perú. Lima, Imp. y encuadernaciones Perú, 1928; 3 t.
Se han sublevado los indios. Esta novela peruana. Lima, Casa Ed. La Opinión Nacional, 1928; 69 p. (Publicado conjuntamente con Equivocaciones de J. Basadre).
Lima Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de letras. Programa de Literatura americana y del Perú, dictado en 1928 por Luis Alberto Sánchez. Lima, Talls. tips. de la Prensa, 1929; 20 p. Folleto No. 8 del v.4 de "Folletos Peruanos: Literatura".
Don Manuel. Lima, F. y Ed. Rosay, 1930. 266 p.(Biblioteca Peruana, Director: Jorge Guillermo Leguía).
Don Manuel; vida de Manuel González Prada, un precurseur sudaméricain. Tr. de l'espagnol par Francis de Miomandre. París, Ed. Excelsior, 1931; 318 p.
Carta a una indoamericana. Cuestiones elementales del Aprismo. Quito, 1932; 39 p. "Carta dirigida a la escritora peruana Rosa Arciniega".
América: novela sin novelistas. Lima, Ed. Librería Peruana, 1933; 211 p.
Castellano, para la instrucción media, primer año. Lima, Ed. Librería Peruana, de Domingo Miranda, 1933; 76 p. Para el segundo año; 84 p.
Curso de Historia Literaria, Para la instrucción media, quinto año. Lima, Librería Peruana, de Domingo Miranda, 1933; 82 p.
Nociones de Literatura y Arte Nuevo, para el cuarto año de instrucción media. Lima, Ed. Librería Peruana, de Domingo Miranda, 1933; 110 p.
Aprismo y Religión. El anti Rodó. Lima, 1933; 47 p. (Colección Ensayos. Serie Trujillo).
La Escuela Primaria en el Perú, Quito, Imp. Nacional, 1933; 42 p. Antes del título: Publicaciones del Ministerio de Educación Pública.
Gramática Castellana, para el cuarto y quinto año de primaria. Lima, Ed. Librería Peruana, 1934; 86 ps.
Historia de la Edad Media. Lima, Ed. Librería Peruana, 1934; 142 ps. ilust.
Panorama de la Literatura actual. Chile, Ed. Ercilla, 1934; 209 p.
Principios de Economía Política Aplicada al Perú, texto para el quinto año de secundaria. Lima, Ed. Librería Peruana, de Domingo Miranda, 1934; 174 p.
Víctor Raúl Haya De La Torre o el político. Crónica de una vida sin tregua. Santiago de Chile, Ed. Ercilla, 1934; 237 p. (Biblioteca América, VII).
Breve tratado de Literatura General y notas sobre la Literatura nueva. Chile, Ed. Ercilla, 1935; 174 p. (Biblioteca Ercilla).
Historia Contemporánea. Cuarto curso. Lima, Ed. Librería Peruana, 1935; 223 p.
Historia Moderna. Lima, Librería Peruana, 1936; 168 p. ilust.
La Perricholi. Chile, Ed. Ercilla, 1936; 175 p. (Colección Contemporáneos).
La literatura del Perú Republicano; derrotero para una historia espiritual del Perú. Chile, 1936; 145 p. Tirado aparte de Atenea, Revista de la Universidad de Concepción.
Don Manuel. Biografía de Manuel González Prada, precursor de la Revolución Peruana. 3a. ed. corr. Chile, Ed. Ercilla, 1937; 236 p.
Historia de la Literatura Americana (desde los orígenes hasta 1936). Chile, Ed. Ercilla, 1937; 631 p.
Índice de la Poesía peruana contemporánea. (1900-1937), Chile, Ed. Ercilla, 1938; 359 p. (Colección Biblioteca Americana).
Garcilaso Inca de la Vega, Primer Criollo. Chile, Ed. Ercilla, 1939; 257 p.
Balance y Liquidación del Novecientos. Chile, Ed.Ercilla, 1941; 210 p.
El Pueblo en la Revolución Americana. Buenos Aires, Ed. América, 1942; 226 p.
Historia General de América. Chile, Ed. Ercilla, 1942; 2 t. ilust. mapas.
Una mujer sola contra el mundo (Flora Tristán, La Paria). Buenos Aires, A.L.A., 1942; 241 p. (Tercera serie, IV).
Breve historia de América. México, Ed.Coli, 1943; 664 p.
Nueva Historia de la Literatura Americana. Buenos Aires, Ed. Américalee, 1944; 476 p.
¿Existe América Latina?. México, Fondo de Cultura Económica, 1945; 289 p.
La literatura Peruana, Derrotero para una historia espiritual del Perú. Ed.P.T.C.M., 1946, 2a. ed.
El Señor Segura, Hombre de Teatro; biografía y crítica. Lima, Ed. P.T.C.M., 1947; 165 p.
Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Memoria leída por el señor Rector Dr. Luis Alberto Sánchez, en la inicio del año académico de 1947; 32 p.
Proceso y Contenido de la Novela Hispanoamericana. Madrid, Ed. Gredos, 1953; 664 p.
Haya de la Torre y el Apra, Crónica de un hombre y un partido. Chile, Ed. El Pacífico, S.A., 1954; 475 p.
¿Tuvimos maestros en nuestra América? Balance y Liquidación del Novecientos. Buenos Aires, Ed. Raygal, 1956; 192 p.
Escritores Representativos de América. Madrid, Ed. Gredos, 1957.
Una mujer sola contra el mundo. Prólogo de José Jiménez Borja. 1957. Nueva Ed. Lima, Mejía Baca & P.L.Villanueva; 245 p.
El Perú: Retrato de un país adolescente. Buenos Aires, Ed. Continente, 1958. 201 p.
Aladino, o vida y obra de José Santos Chocano. México, 1960; 551 p.
La Universidad no es una isla...Lima, Ed. Villanueva, 1961; 237 p.
Examen espectral de América Latina. Buenos Aires, Ed. Losada, 1962; 240 p.
La Universidad de San Marcos. Memoria. Imp. de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; 118 p.
La Universidad en la América Latina. Lima, Imp. de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1962; 61 p.
El pecado de Olazábal. Lima, 1963. Edición Populibros.
La Literatura Peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú. 3a. ed. 5 vlms. Lima, Ediventas, S.A. 1963.
El Doctor Océano. Estudios sobre don Pedro de Peralta y Barnuevo. Lima, Imp. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1967; 338 p.
Balance y Liquidación del Novecientos. 3a. ed. corregida. Lima. Imp. Universidad Nacional Mayor de San Marcos; 238 p.
Un sudamericano en Norteamérica; ellos y nosotros. Lima, Universidad Nac. Mayor de San Marcos, 1968; 322 p.
Testimonio Personal. Memorias de un peruano en el siglo XX. Lima, Ed. P.L. Villanueva, 1969; 1377 p.
Valdelomar o la Belle Epoque. México, Fondo de Cultura Económica, 1969; 450 p.
El Pueblo en la Revolución Americana. 2a. ed. corregida y aumentada. Lima, Ed. Villanueva, 1970; 236 p.
Breve Historia de América. Buenos Aires, Ed. Losada, 1972; 553 p.
Introducción Crítica a la Literatura Peruana. Lima, Ed. Villanueva, 1972; 235 p.
Historia comparada de las literaturas americanas. t. I y II (con ilustraciones. grabados, fotografías). Buenos Aires, Ed. Losada, 1973; 401 y 464 p.
Cuaderno de Bitácora. (Selección de artículos periodísticos recopilados por Willy Pinto G.). Lima, Mosca Azul; 339 p. 1974.
Historia comparada de las Literaturas Americanas. (t. III). Buenos Aires, Ed. Losada; 371 p.
Los poetas de la colonia y de la revolución. Lima, Ed. Universo, 1974; 341 p.
Panorama de la Literatura del Perú. (Prólogo de Washington Delgado). Lima, Ed. Milla Batres; 173 p.
Conversaciones: Luis Alberto Sánchez y José Miguel Oviedo. Lima, Ed. Mosca Azul, 1975; 100 p.
La Literatura Peruana; derrotero para una historia cultural del Perú. (4a. Ed. aumentada; 5 tomos), 1975 - Ed. L.P. Villanueva.
Visto y vivido en Chile: Bitácora chilena 1930-1970. Lima, Editoriales Unidas, 1975; 191 p.
El Señor Segura, Hombre de Teatro (vida y obra con documentos originales). 2a. Ed. Lima, Ed. San Marcos, 1976; 237 p.
Escritores representativos de América. (3A. serie; 3 vls.) Madrid, Ed. Gredos, 1976.
Historia comparada de la literatura americana.(t.IV). Buenos Aires. Ed. Losada, 1976; 446 p.
Mito y realidad de González Prada. Lima, Ed. Villanueva. 1976; 90 p.
Testimonio personal: memorias de un peruano en el siglo xx. (t.IV). Lima, Ed. Mosca Azul.1976; 513 p.
Documentos inéditos sobre la familia González-Prada. Lima, Ed. Jurídica, 1977; 70 p.
Drama de las palanganas veterano y bisoño. (Documentos inéditos sobre Micaela Villegas "La Perricholi", La Quinta de Copacabana y el hijo del Virrey Amat). Lima, Ed. Jurídica, 1977; 143 p.
El Pecado de Olazábal. (Novela), 2a. Ed. México, Joaquín Mortiz, 1977; 242 p.
La Juramentación de Darío Beltran. (Novela). Lima, Ed. Mosca Azul, 1977.
Escafandra, Lupa y Atalaya. (Antología de Ensayos, 1923 y 1976). Madrid, Ediciones Cultura Hiapánica, 1977; 363 p.
Nuestras vidas son los ríos. (Historia y leyenda de los González Prada).Lima, Ed. de la Universidad Nac. de San Marcos, 1977; 405 p.
Apuntes para una biografía del Apra. Lima, Ed. Mosca Azul, 1978.
Historia de una industria peruana. Cervecería Backus y Johnston, S.A. Lima, Editorial Científica S.R.L., 1978; 300 p.
Tres Ensayos Polémicos. Lima, Editora Atlántida, S.A., 1978; 135 p.
Garcilaso Inca de la Vega. (Reedición). Lima, Banco de los Andes, 1979.
Apuntes para una Biografía del Apra: la violencia. (t. III). Lima, Ed.Mosca Azul, 1981; 243 p.
El Perú: Nuevo Retrato de un País Adolescente. Lima, Ed. Mosca Azul, 1981; 126 p.
Correspondencia Luis Alberto Sánchez-Haya de la Torre. (2 tomos). Lima, Ed. Mosca Azul, 1982.
Nueva historia de la literatura americana. Chile, Universidad Católica de Valparaíso, 1982; 614 p.
Los Señores. Relato Esperpento. Lima, Ed. Mosca Azul, 1983; 176 p.
Los Burgueses. Relato Esperpento. Lima, Ed. Mosca Azul, 1983; 167 p.
Los Redentores. Relato Esperpento. Lima, Ed. Mosca Azul, 1985; 144 p.
Los Revoltosos. Relato Esperpento. Lima, Ed. Mosca Azul, 1984; 152 p.
Política Sin Caretas. Cuaderno de Bitácora. Okura Editores, S.A. Lima,1984; 257 p.
Pasajeros. P.S.N.C. Orcoma. (Novela). Lima, Print Colors, S.A., 1984; 55 p.
Sánchez tiene la palabra. Testimonio Parlamentario. (3 tomos). Lima, Centro de Documentación Andina, 1985.
Conservador no; reaccionario sí. Nota sobre la vida, obra y proyecciones de don José de la Riva Agüero y Osma. Ed. Mosca Azul. Lima, 1985; 115 p.
Escafandra, Lupa y Atalaya. 2a. Ed. Banco Industrial del Perú. Lima, 1986.
Nuestras vidas son los ríos. 2a. Edición. Banco de Comercio. Lima, 1986.
El Perú: Nuevo retrato de un país adolescente. Reedición. Lima, Ed. Mosca Azul, 1986.
Rigoleto el sigiloso. 1a. Ed. Editorial Mosca Azul. Lima,1987; 154 p.
Flash Perú retrato de un país adolescente. 1a. Ed. Editorial PEISA. Lima, 1987.
Historia General de América. Reedición, 3 tomos Editorial DESA S.A. 1987.
Las crónicas de Luis Alberto. Editado por Luis Alva Castro. Editorial DESA S.A..Lima 1988; 358 p.
La vida del siglo. Antología y extractos de libros de LAS. Compilación y prólogo de Hugo García Salvatecci. Cronología y bibliografía de Marlene Polo. Biblioteca Ayacucho, N° 135, 461 p., 1988
El Coronel. Relato. Mosca Azul Ed., 164 p. 1989
Leguía, el Dictador. Presentación de Luis Alva Castro. Ed. Pachacutec, 192 p. 1993
Sobre la Herencia de Haya de la Torre. Con la colaboración de Hugo Vallenas. Ed. Nova Print S.A., 251 p. 1994
A Bolívar. Libro póstumo, escrito en 1968. Al cuidado de Hugo Vallenas. Lima, 1997.2




SU FILIACION POLITICA UNA PASION MONOGAMA
Sánchez se afilió al Apra en 1931. Desde entonces tuvo una pasión monógama por el aprismo del que fue asambleísta constituyente en dos oportunidades y parlamentario en cinco más. En efecto, ese mismo año fue elegido diputado al Congreso Constituyente, que se instaló al inicio del  gobierno del presidente Luis Miguel Sánchez Cerro. Poco después fue apresado y deportado, al igual que el resto de los miembros de la Célula Parlamentaria Aprista (1932). Trabajó como profesor visitante y periodista en Cuba, Centroamérica y Ecuador. En 1933 retornó al país al amparo de la amnistía decretada por el gobierno de Óscar R. Benavides. Asumió entonces la dirección de La Tribuna, vocero del aprismo. Pero al reiniciarse la persecución política, fue nuevamente deportado en noviembre de 1934.

El Perú se sumergió en un baño sangriento. Se fusiló a ocho marineros en la Isla de San Lorenzo tras un proceso sumario (11.05.1932),  seis mil apristas en Trujillo fueron pasados por las armas (7-12 .05.1932), se llenaron las cárceles de presos políticos, los 22 congresistas apristas partieron al destierro. El 15 de mayo de 1535, a la 1.40 de la tarde fueron asesinados el Director del diario El Comercio Antonio Miro Quesada de la Guerra y su esposa María Laos de Miro Quesada, en el frontis del Teatro Colón, frente a la Plaza San Martín, cuando se dirigían al Gran Hotel Bolívar. El asesino Carlos Steer Lafont, un joven aprista de 19 años.

Sánchez se trasladó a Chile, donde se desempeñó como subdirector y luego director de la Editorial Ercilla. Simultáneamente, ejerció la docencia en la Universidad de Chile (1935 y 1937-1938) y dictó cursos y conferencias en distintas ciudades del continente. Pocos conocen que Luis Alberto Sánchez fue compadre de Salvador Allende y padrino de su hija María Isabel Allende Bussi.
En 1943 retornó al país y en 1945 fue elegido diputado por Lima. En abril de 1946 es elegido decano de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y, poco tiempo después, rector de la Universidad para el período de 1946 a 1951; como tal, actualizó el proyecto del rector Manuel Vicente Villarán, para la construcción de la Ciudad Universitaria. A finales de 1946 fue nombrado jefe de la delegación peruana en la Unesco. En 1948, el gobierno de  Bustamante y Rivero, declaró ilegal al Partido Aprista, acusándolo por su participación en la frustrada rebelión del 3 de octubre de 1948. Al día siguiente el Ministro de Educación informó que Sánchez estaba impedido de continuar en funciones de rector. El 13 de octubre Sánchez partió por tercera vez al exilio.
Durante su destierro laboró como profesor universitario en diversos países como México, Puerto Rico, Cuba, Guatemala, Uruguay, Panamá, Colombia, Venezuela, Francia y Estados Unidos. Al retornar el Perú a la senda democrática, Sánchez regresó al país y a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En ella se desempeñó como decano interino de la Facultad de Letras (1958). El 26 de abril de 1961 la Asamblea Universitaria lo eligió por segunda vez rector para el período 1961-1963. Esta vez la dictadura recurrió a presuntos malos manejos y corrupción.
Todos los señalamientos se hicieron nada cuando sus acusadores comprobaron que el rector acusado de enriquecimiento no cobraba hace mucho tiempo su sueldo de rector. En 1962 Sánchez fue electo Senador pero el golpe de Estado de aquel año impidió el funcionamiento del Congreso. Al año siguiente volvió a ser elegido para integrar la Cámara Alta para el periodo 1963-1969. Fue elegido Presidente del Senado en 1966; ese mismo año, la asamblea de San Marcos lo eligió por tercera vez como rector. El golpe de estado del general Juan Velasco Alvarado puso fin a su periodo como senador, así como a su rectorado en San Marcos.
Retornó a las labores legislativas al ser elegido miembro de la Asamblea Constituyente (1978-1979), de la cual fue Primer Vicepresidente y Presidente de la Comisión Principal. A raíz de la enfermedad del Presidente de la Asamblea, Víctor Raúl Haya de la Torre, se encargó de su conducción durante el transcurso del debate constitucional. Sánchez volvió a ser elegido Senador en las elecciones generales de 1980. Durante su gestión fue presidente de la comisión de Constitución y Derechos Humanos del Senado. En las elecciones de 1985 postuló para Primer Vicepresidente de la República en la fórmula electoral aprista encabezada por Alan García, resultando electo. En mayo de 1989, García lo nombró Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Presidencia, cargo al que renunció en setiembre del mismo año. En las elecciones de 1990 fue elegido Senador, pero sus labores legislativas se vieron interrumpidas por el autogolpe de 1992.
En un artículo publicado en la revista Caretas, César Lévano decía que Luis Alberto Sánchez encarna la verdad de que en América, política y cultura marchan juntas, pero a esto habría que agregar que Sánchez supo hábilmente combinar la experiencia misma de la vida para hacer de cada una de sus obras, una novela.”[12]

César Hildebrandt en un artículo y a la vez homenaje póstumo escribió sobre su inventario de virtudes y defectos. Sus acusadas inexactitudes, su vocación sin regodeos por la belleza femenina pero sobretodo su integridad moral. Refiere Hildebrandt esta nota muy humana, muchos televidentes le reclamaban por los tiempos suplementarios que graciosamente le otorgaba para que se explaye en sus programas de entrevista en la televisión. Es que Sánchez tenía mucho que decir en un país en donde los políticos enmudecen y su pretensión es sólo balbucear.

Fue el último hombre culto de la política peruana y ni siquiera su dócil proximidad a Haya de la Torre le impidió otear otros horizontes y alimentar su curiosidad de humanista picaflor y omnívoro. Su figura se agiganta frente a la piara de traidores que el fujimorismo arrea hacia la nada. Sus estrecheces de senador despojado y columnista plural lo condecoran. Frente a los Trelles, los Rey, los Yoshiyama, los Montesinos, los Hermosa y los Freundt, el humano e imperfecto Sánchez resulta un titán de la honestidad. Al fin de cuentas, él sólo tuvo que convivir con el odriísmo reciclado y hacer migas con Julio de la Piedra. Esos cadáveres con chofer y escolta, esos viudos de sí mismos ignoran, desde luego, que el viejo Sánchez, ciego y mordaz vidente para tantas cosas, enterrado y homenajeado, solo como solo pueden estar los que se fueron, hecho hoy musgo y mañana olvido, está infinitamente más vivo que todos ellos.”[13]

SAN MARCOS UN REFERENTE MARAVILLOSO PARA UNA VIDA
Sánchez está ligado a la vida de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos la Decana de América, fundada un 12 de mayo de 1551. Ahí  se inició en la cátedra de Literatura peruana y Americana a los 27 años. Sánchez mantuvo vivo e invicto su amor a la Alma Mater. Por propia confesión San Marcos fue una intensa pasión: “Mi novia, mi esposa, mí viuda”. Fue su Rector  en 1945, 1961 y 1966, sin embargo en estas tres oportunidades, debido a las intrigas políticas y las parroquiales pellejerías, no culminó sus periodos de gobierno. En 1948, en el 1963 y en 1969 fue arrancado de San Marcos. No fueron suficientes los tanques y las bayonetas para acallar su voz de protesta. En el Perú las dictaduras se cebaron con la inteligencia.  

Como advierte Macera: “Sánchez democratizó la universidad al incorporar masivamente a las clases medias y populares, por una ampliación de vacantes que solventó económicamente gracias al enorme poder que tenía en el parlamento.  Internacionalizó también a San Marcos convocando a maestros de todos los continentes para dictar cursos, conferencias, congresos, etc. Quiso también restablecer los derechos de San Marcos sobre sus inmensas propiedades, tan descuidadas en ese entonces”.[14]

A pesar de los pesares y de los indecibles sufrimientos que le provocó la ingratitud maniquea y el temor a su inteligencia se mantuvo en pie. Mientras en el Perú le cerraban las puertas, las universidades del continente le conferían distinciones académicas y le abrían sus aulas de par en par:  “Aunque sufrió agravios, insultos y maltratos de algunas gentes de San Marcos, Sánchez amó a San Marcos casi por encima de todo. Quizás ahora convenga decir algo sobre lo que San Marcos significa.  He repetido varias veces que, junto con la Iglesia Católica y las comunidades indígenas, San Marcos es la institución más antigua del Perú, anterior a la República, al ejército y a los partidos políticos; es muy probable que San Marcos sobreviva a todos ellos y de hecho a nosotros, que aquí en el Congreso, ya estamos de salida sin haber ingresado, del todo”.[15]
Las clases de Sánchez fueron realmente lecciones memorables que copaban las aulas. Ahí estaban sus epígonos y detractores, unos con la libreta de notas y otros con la lengua desenvainada. Su magisterio es timbre de orgullo para San Marcos. “Intelectual cultísimo, su didáctica ha sido viviente y no libresca. Hombre de responsabilidades a veces agobiadoras, las tuvo en todos los órdenes, todos los días, toda la vida. Pero, hombre de profundos sentimientos humanos, ha estado siempre, sin rebajas, sin falta de tiempo, en la preocupación personal afectuosa, en la amistad leal; lo que no cambiaríamos ni aun por todo lo demás tan valioso, como con justicia admirativa hemos dicho”.[16]

EL SANCHEZ QUE YO CONOCI
Lo conocí en la plenitud de su vida pero con un vigor intelectual extraordinario. Se repartía para dar conferencias en el Club Grau, el salón de actos de la Municipalidad de Piura y en el antiguo local del Partido Aprista en el jirón Ica. Impresionaba, a primera vista, por su escasa visión, era conducido como un ciego por su infaltable lazarillo Carlos Alberto Franco Ballester, pero con afiladas respuestas a sus críticos. Tenía la fama de ser “el zorro de la política peruana” Entonces sus respuestas se convertían en estruendosa ovación. Como en el Club Grau algunos jovencitos se ubicaban incluso sentados en el lustrado piso en pos de un discurso magistral ilustrado. Aún recuerdo una pregunta a boca de jarro formulada por Armengol Ríos, cuya inocultable militancia por la izquierda era su impronta. La pregunta hacía alusión a la ubicación política del conferencista: -¿Usted es de derecha o de izquierda doctor Sánchez?- preguntó. Sánchez, respondió, sonriente: “Depende  desde el lugar en que usted decida mirarme. Bien podría decir ahora que usted está ubicado en la derecha y yo en la izquierda. Yo me ubico en la izquierda porque es el lugar del corazón y es mi afiliación personal que no es la suya pero que yo respeto porque es convicción”. La respuesta despertó una ovación y prosiguieron las preguntas.

Otra ocasión, siendo aún estudiante de la Universidad de Piura, acompañé al periodista Segundo Infante a una entrevista pertrechada de una carga casettes y de pilas en el Hall del Hotel de Turistas. Infante, caustico en sus preguntas al estilo de César Hildebrandt a quien los periodistas de los sesenta y setenta querían imitar. Trató de sorprenderlo. Sánchez, era una tromba demoledora en corrección gramatical y en soberbias respuestas. Asistí a una verdadera  ronda de box intelectual que el provocador no pudo culminar. De testigo actuario pasé a entrevistador para culminar la jornada. Le pregunté ¿Cuál era el mayor virtud de Luis Alberto Sánchez? y me respondió: “Ser Luis Alberto Sánchez un lector y escritor insobornable y empedernido”
  
¿Y su mayor defecto? “Dejar de ser Luis Alberto Sánchez”. Los temas se deslizaron por tópicos piuranos. Una alusión a Felipe Cossío del Pomar, el piurano del gran exilio, en Gandia (Valencia) y en San Miguel de Allende  en Mexico, cuyo deseo era ser sepultado en Piura y por eso fiel a esa voluntad póstuma, está en el Cementerio San Teodoro. Con una fineza proverbial confesó que Cossío era un hombre múltiple. Un estudioso profundo del arte cusqueño. Que a fuer de sumergirse en la iconografía de los arcángeles  de la Escuela Cusqueña y en las bellezas del renacimiento empezó a mover sus pinceles como ellos. Felipe quería pintarlos y le brotaban del alma indios  con mejillas sonrosadas casi europeos. Pero no cejó en sus propósitos estéticos y los practicó en San Miguel de Allende donde envejeció la arquitectura nueva, y a la arquitectura vieja le dio la lozanía de la juventud gracias a sus amigos ricos como el torero Juan Belmonte, su cuñado,  y Mario Moreno Cantinflas.  Sánchez evocó al gran amor de Felipe que fue la cubana Estella Fons.  Ella lo acompañó en su periplo por el mundo. Era como su hada madrina. Y como en los cuentos de hadas al cerrar sus ojos para nunca más abrirlos Felipe. Como las hadas buenas se llenó de profunda tristeza y también se marchó. La grabación y la transcripción del discurso la publiqué en Correo, la leí tantas veces, que me resultó inolvidable. Otros de los temas conversados con Sánchez fue  la entrevista que hiciera a Paulita Orejuela Castillo  “La Morito” en Paita en 1922 sobre el final de Manuela Sáenz, el gran amor de Bolívar. Y me dio muchas luces. Otras veces habló sobre su amistad piurana y aprista con Alfonso Vásquez Arrieta, Carlos Manrique León, Miguel Guevara Morán y el joven abogado Luis Paredes Maceda entre otros. De Vásquez Arrieta era su compadre y este parentesco espiritual tenía el común denominador de su proximidad a Haya de la Torre y al aprismo. Pese a su edad tenía una memoria de elefante, pormenorizada y escrutadora de los detalles. Gracias a su acogida lo entrevisté siempre en cada ocasión que vino a Piura en donde se podía compulsar su amena conversación y su sapiencia. Durante el proceso de regionalización acompañó a Alva Castro a ciclos de conferencias con Javier Pulgar Vidal, también erudito y con profundo conocimiento de la geografía peruana. Realmente fueron ocasiones extraordinarias de escuchar a peruanos inteligentes de primera fuente. Los políticos  y algunos intelectuales de ahora salvo excepciones como las de Mario Vargas Llosa y Marco Martos, nunca hablan ni declaran porque sus agentes entregan la  nota hecha para publicar. Parecieran criaturas despojadas de inteligencia para la esgrima verbal y no pronuncian palabra. No sucedía esto con Sánchez. Era un genuino señor de las palabras.

EPILOGO
La familia estableció un horario para no dejarlo sólo en la clínica. En completa lucidez pidió que llamaran a su viejo amigo  el Padre Gustavo Gutiérrez, con él sostuvo un diálogo largo, una confesión prolongada, el viático necesario para la partida. Todo estaba dispuesto  como él quería. Su mayor fortuna eran sus libros. Sus bienes, los que la honestidad permite tener y nada más. Cerró sus ojos ahora ausentes y partió. Falleció el 6 de febrero de 1994 y fue sepultado en el cementerio de La Molina. Hoy se cumplen 115 años de su nacimiento para la universidad peruana es un acto reparador de justicia recordarlo.




[1] Macera Pablo, LUIS ALBERTO SANCHEZ EL MAESTRO MAYOR DE LA LITERATURA, Conferencia de homenaje 2007.
[2] Macera Pablo, Opus cit.
[3] Hildebrandt César, Cambio de Palabras, Segunda Edición, Editorial Tierra Nueva ,2008
[4] Sánchez Luis Alberto, EL DOCTOR  OCEANO, Estudios sobre don Pedro Peralta Barnuevo, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1967
[5] Macera Pablo, Opus cit.
[6] Manrique Nelson. “¡Usted fue aprista!” Bases para una historia crítica del APRA, Fondo Editorial de la PUCP, Clacso, 2009. 
[7] Haya de la Torre, Víctor Raúl y Luis Alberto Sánchez,  Correspondencia 1924-1976. 2 tomos, Mosca Azul Editores.
[8]  Alva Castro Luis, “El Aprismo es un acierto y una profecía” Cartas de Víctor Raúl haya de la Torre a Felipe Cossío del Pomar 1948-1975, Instituto Víctor Raúl Haya de la Torre, Lima, 2010.
[9] Alva Castro  Luis, Homenaje a Luis Alberto Sánchez, 2007.
[10] Martos Carrera Marco, Múltiples miradas de Luis Alberto Sánchez sobre el Perú contemporáneo, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2002
[11] Sánchez Luis Alberto, Garcilaso Inca de la Vega Primer Criollo,  Fondo del Libro del Banco de los Andes, Lima 1979.
[12] Gonzáles Carla V, Sánchez Biógrafo. Espéciales de la UNMSM
[13] Hildebrandt César, Estar lejos. Desde Madrid,  Oiga, 7 de marzo de 1994.
[14] Macera Pablo, Opus cit.
[15] Macera Pablo, Opus cit.
[16] Del Mazo Gabriel,  Libro de homenaje a Luis Alberto Sánchez en sus 40 años de docencia universitaria, Talleres Gráficos P. L. Villanueva S. A., Lima, Perú, junio de 1968