sábado, 29 de mayo de 2010

LAS CIENCIAS NO MUERDEN


Por: Miguel Godos Curay

El pánico emocional a las ciencias habita en nuestras escuelas. El temor a los números y a la experimentación y exploración del mundo físico ha convertido los microscopios, telescopios, los prismáticos en objetos decorativos en las aulas. Tampoco los docentes se empeñan en despertar en sus discípulos esa curiosidad por la observación. Sólo se dedican a cumplir con un remedo de experimentación conforme a un programa poco estimulante para el aprendizaje. Se experimenta en la pizarra. Los más aprovechados contemplan las experiencias de otros en Internet.

Los cinco sentidos de los niños y jóvenes están en la plenitud de su capacidad de contemplar y admirar el mundo y el encierro casi penitenciario del aula impide la expansión de la capacidad inteligente. Samuel Robinson (Simón Rodríguez) abrió los ojos del joven Simón Bolívar, con quien habían fallado los métodos pedagógicos populares en su tiempo, para conducirlo a una admiración de la naturaleza trepado en los árboles, observando el maravilloso espectáculo del cielo estrellado. Recorriendo las orillas del mar. Observando el comportamiento de la república de las abejas. Escudriñándolo todo. Interrogando todo.

Si lo propio de la naturaleza del niño es el movimiento. ¿Tiene sentido ese afán cuadriculado de prohibir al niño que se mueva?. ¿Tienen justificación acaso el “Niño …No hagas”, “ Niño… no juegues”, “ Niño no grites”. Una escuela que prohíbe el hacer. Más tarde censura a una sociedad de pusilánimes, insensibles por el arte y la cultura. Una escuela que educa en el conformismo se queja más tarde que no existen inconformistas capaces de liderar grandes cambios. Una escuela en la que la enseñanza religiosa se refocila en un Dios que le duele todo y convierte la oración en un monólogo. Cuestiona más tarde el agotamiento del diálogo continuo con Dios y del uso decorativo de las biblias que finalmente nunca se leen. Y en dónde se confunde a los ángeles custodios con Pokemones y los Simpsons.

Un defecto de los piuranos es el andar mirando el suelo para buscar una peseta y por ello les duele la cerviz ( “cerviz levantó dice el himno…”) y son incapaces de contemplar el cielo. Se pierden el espectáculo del día, la noche y el mapa celeste. No miran de frente y poco a poco, por temor, tienen la sonrisa esquiva. Como no amamos los números desconocemos la extensión territorial de Piura. Mucho menos su población, los volúmenes de su producción y ni siquiera las distancias en nuestro basto territorio. Por eso somos desmedidos en el gasto. Y gastamos más de lo que racionalmente debemos gastar. No nos gustan los números y nos dan pánico las estadísticas que miden el éxito o fracaso en las gestiones públicas. Cualquier funcionario público podría corroborar este aserto. Pues nadie recuerda donde se le afloja pita.

En esta fractura escolar hemos inducido en los estudiantes a la errónea y peregrina idea de que las ciencias muerden y no es así. No hemos vinculado los números, la física, la astronomía, la biología y a la ecología con nuestra vida. Decimos que somos pródigos en riqueza pero no tenemos ni el remoto conocimiento de cómo esta se produce. Hablamos de gastar el Canon petrolero. Pero no conocemos como se formaron los depósitos de hidrocarburos. Hablamos de fosfatos pero no conocemos qué es el fósforo y cómo los sedimentos marinos son hoy una riqueza a punto de explotarse

Recorremos el litoral pero nuestros estudiantes no vislumbran el ecosistema marino. Y un profesor de biología no tiene un elemental conocimiento de cómo se captura un calamar gigante. Muchos de nuestros estudiantes de la sierra de Huancabamba, Ayabaca y Morropón no conocen el mar. Igualmente la mayor parte de los alumnos de los asentamientos humanos desconoce lo que cuesta producir un metro cúbico de agua potable en Piura. Y después nos quejamos de que haya hurtos inimaginables y que las amas de casa se solacen regando a manguerazo limpio arenales inhóspitos.

¿Cómo vamos a exigir a nuestros estudiantes respeten las áreas verdes si pocos son los colegios que tienen jardines y clavelitos? ¿Cómo vamos a combatir el dengue? Si desconocemos cómo se propaga el vector y mientras la epidemia se extiende en la escuela se habla del vacilo de Koch porque no hay una sintonía entre lo que se dice y finalmente se hace. Igual sucede con los cursos que fomentan el civismo, el arte y el deporte. La educación cívica abre los ojos de los estudiantes al elenco de derechos y deberes ciudadanos que más tarde les permiten participar en la vida pública. Convertida la evaluación de civismo en un levanta piernas en un desfile. No nos quejemos después de la mala calidad de alcaldes, regidores, consejeros y candidatos que tenemos.

El deporte en la escuela es un estímulo para la competencia. No es un match interminable en el que transcurre, sin efecto formativo, una hora de educación física. El deporte prepara a los jóvenes para los desafíos de la convivencia. Y no en una descarga de las contenidas emociones violentas. La enseñanza del arte, con contadas excepciones como las de los hermanos Aquino, muchas veces se reduce a un dibujo libre en dónde se ignora el sentido de los cánones artísticos. Tampoco se valora el sentido profundo de la música. La formación musical. El reconocer el buen canto de la huachafería. Y después nos quejamos del mal gusto en el vestir y el abandono de la higiene personal en nuestros adolescentes. Sumemos a ello el descuido negligente de los locales escolares. El pintarrajeo rabioso del mobiliario y las letrinas alrededor de los colegios. ¿Quién sanciona a los promotores de grupos musicales de las empapeladas grotescas a los locales escolares? ¿Dónde está la autoridad?.

Propongo un debate sobre la escuela pública que no sea más de lo mismo. Y en donde se puede mirar con objetividad el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Y en donde no nos consolemos con el maquillaje estadístico de la disminución del número de analfabetos. Analfabetos funcionales tenemos por cientos y miles hasta en las propias universidades e integrando la legión de docentes. Porque los que saben leer y no leen son una legión tan numerosa como un nubarrón de mosquitos propagadores del dengue. Igual sucede con los temerosos de la ciencia. La ciencia despercude, cuestiona, critica y desbarata los argumentos que no son argumentos. Y nos permite mirar a las cosas en su justa dimensión. La ciencia cambia la vida de las personas. Nadie que ame la ciencia permitiría que una cucaracha o un roedor nos gobierne.

sábado, 22 de mayo de 2010

NEURONAS Y CIRCO ELECTORAL


Por: Miguel Godos Curay

Esta semana que pasó estuvo de paso por Piura, invitado por Petroperu, Guillermo Giacosa para hablar sobre el tema de ¿cómo somos? Y ¿cómo nos comunicamos? El tema fue motivo de profundas reflexiones en un inusual auditorio juvenil ávido de curiosidad. Como señaló Giacosa no hay razón para que criaturas dotadas de 100 mil millones de neuronas tengan una absoluta incapacidad de comunicarse.

La existencia es un maravilloso despliegue de la inteligencia. Los padres a través de sus gestos y sus propias actitudes personales transmiten a sus hijos desde la autoconfianza hasta la posibilidad de comunicar a otros su propia sensación de felicidad. Es el rol que cumplen las “neuronas espejo”. Tal es el extraordinario efecto de la imitación que hasta los hijos adoptivos que en un clima de afecto y de ternura, imitan a sus padres, finalmente acaban con un extraordinario parecido a ellos. Lo mismo sucede con las personas que tienen sintonía emocional y se aman saludablemente.

La sonrisa provoca descargas de dopamina esa hormona que permite que enfrentemos los desafíos de la vida con humano optimismo. Por el contrario de la desconfianza, el odio, la injuria y la propia estupidez el cuerpo descarga cortisol y adrenalina que enervan los músculos al extremo animal de la defensa. No nos extrañe por eso que finalmente tras esos padres, jefes y superiores rabiosos anide el temor, la sospecha y el cinismo.

Por el contrario en un clima de permanente comunicación aunque se viva en medios de grandes carencias anida la felicidad entendida como esa posibilidad de llevarse bien con uno mismo y con los demás. Ser feliz importa tener una existencia con sentido y mantener buenas relaciones con los otros. El infeliz deja un reguero de amargura, inquina, odio y ambiciones por la tierra que pisa. Es incapaz de reírse de sí mismo. Tras su aparente cáscara de seriedad es una persona que sufre pues su cosecha de soledad y de maledicencia no le permite el mirarse a sí mismo sino estar arteramente pendiente de deslizar su navaja rencorosa sobre la vida de los demás.

La risa y la felicidad son parientes cercanos y tienen vigencia humana universal. Darwin descubrió, por ejemplo, que el lenguaje de los gestos transmite emociones profundamente humanas. Niños sordos, ciegos y disminuidos físicos, que nunca han tenido la experiencia de observar un gesto de sonrisa o escucharla, gesticulan como los demás cuando están contentos. En el aula ha quedado demostrado que los profesores que admiten sus errores cuando se equivocan o que tienen capacidad de reírse con sus alumnos en temas tan complejos como la enseñanza de las matemáticas o reflexiones teóricas. Obtienen mejores resultados que los que con dureza demuestran inflexibilidad emocional.

El cerebro tiene dos hemisferios. El izquierdo es el procesa las operaciones racionales. El derecho o cerebro límbico procesa las emocionales. De modo que el docente que usa y provoca la actividad de ambos hemisferios obtiene mejores resultados. Mientras el izquierdo desanuda el problema racionalmente, el derecho e ilumina de creatividad y despierta con vivacidad la sonrisa. La emoción de lo divertido y gracioso se activa con la dopamina a la que también los científicos denominan la hormona de la felicidad.

Lo mismo sucede al escuchar un chiste. El chiste tiene un componente racional que es la situación que plantea. Y un componente emocional causado por la paradoja que destornilla la sonrisa. La sonrisa es producto de la comprensión del componente ilógico, imprevisible e incongruente. La sonrisa según la neurociencia provoca niveles deseables de dopamina que nos hacen sentir bien. Quien se siente bien, se comunica bien y aprende bien. De ahí la importancia la risa humana distanciada del automatismo biológico de los animales.

Los mejores chistes, revelan los estudios, son los que en el buen sentido toman el pelo a los serios en su mayoría políticos cara dura. Blanden siempre para sus discursos demagógicos una aparente actitud de decencia moral en el fondo no lo son. Se trata de demagogia pura. Cuentan de un Diputado que recorriendo sus haciendas de Piura encontró a un humilde jornalero que tenía un asombroso parecido con él. El político sólo atinó detenerse en su cabalgadura y preguntarle sonriente: “Oye cholo…seguro que tu madre trabajo en la casa hacienda”. A lo que el sonriente cholito respondió:” No mi señor quien trabajó ahí fue mi apá”.

En otra ocasión el mismo personaje reunido en la plaza del pueblo perorando sobre la integridad moral y la honradez en pleno discurso y a boca de jarro interrogó al auditorio: “Si aquí en este pueblo hay un corrupto que se ponga de pie”. Ante la sorpresa de todos se levantó con una conmovedora humildad el Teniente Gobernador que en su pueblo tenía fama de ser justo. El Diputado sumamente preocupado le dijo: “Así que tu eres el único corrupto en este pueblo”. “No mi Doctor, sucede que no podía permitir que usted fuera la única persona que esté de pie”

Los chistes más reídos provocan sentimientos de superioridad. Ironizar sobre el modo ser de un pueblo y sus personajes, alivia y relaja las tensiones y nos exorciza de las tragedias cotidianas.Según Richard Wiseman, gestor del Laboratorio de la Risa en Internet: “las personas que contrarrestan el estrés con el humor tienen un sistema inmunitario sano, sufren un 40% menos de infartos de miocardio o apoplejías, tienen menos dolores en los tratamientos dentales y viven cuatro años y medio más”.

La risa hace segregar dopamina que relaja la tensión. Sentimientos negativos prolongados producen agotamiento y perjudican al organismo. Por eso, los científicos recomiendan reírse 15 minutos al día, como mínimo. Por eso en tiempos de lances electorales es bueno reírse. Y escuchar (sin tomarlas en serio) las propuestas de nuestros candidatos.

domingo, 16 de mayo de 2010

¿COMO ENSEÑAR PERIODISMO?


Por Miguel Godos Curay

La enseñanza del periodismo no puede ser un ejercicio de memoria o un jarabe de lengua. Lo que de memoria se aprende se olvida a la vuelta de la esquina. El periodista necesita nutrirse de experiencia humana fresca. De conocimientos que cambian cada minuto. De un ideal de belleza por encima de ese afán exhibicionista en el que se sumergen los huachafos.

De un sentido de la ética profundo y la convicción de no poder saberlo todo. Un periodista no es un juez ni debe ser juez para poner en entredicho las acciones de otros o la vida de otros, ni moralista a rajatabla como un cura, ni creerse por vanidad la última chupada del mango. Como bien sostenía Max Mogollón en sus tertulias de café, en Correo de Lima. En política, bien sabe el periodista, que los que hoy están arriba anochecen pero no amanecen. Por eso, escribe siempre, pisando tierra. Nunca opines por apariencias. Ni oigas los cantos de sirenas. Bebe de las fuentes y cultívalas. No es buena la vanidad. El periodista vale lo que su inteligencia pero por encima de su capacidad está su integridad ética. Ni grande con lo pequeños ni sumiso con los grandes. Todo poder es transitorio y efímero. El viejo Max decía de Mario Castro. “El zambo Castro Arenas es veleto porque es inteligente y v brillante”.

Del regente Asencios, en los talleres, de Garcilaso en Lima. Aprendí que nadie nace sabiendo. En la vida todo se aprende. De Ronald Coloma me quedó claro el parentesco del periodismo con el buen pisco y la bohemia. Un buen periodista es un conversador inagotable de historias. Es un ser humano audaz. Ronald vestido de peluquero y acompañando a Silvio Coffiure entrevistó en el Aeropuerto a la señora de Gaulle. De nada sirvieron los cordones policiales. Un periodista que no rinde culto a la palabra que no devora un buen libro y no siente el éxtasis que provoca una buena frase. No pertenece a esa cantera de los adictos a la tinta y el papel. Es un vulgar comején de las redacciones pero no más.

Lección impecable nos enseñó Laureano Carnero Checa que acompañaba al Embajador de los Estados Unidos a visitar Tambogrande. Laureano se dedicó a probar secos chavelos rociados de espumante clarito, recorrió ramadas y abandonó el cortejo de la prensa que seguía a la comitiva diplomática. Finalmente a la vera de la carretera a Piura el propio Embajador detuvo su auto y recogió al periodista. La entrevista exclusiva de “Casacarita” Carnero Checa sobre carnudos temas políticos en Perú y Cuba dio la vuelta al mundo. El periodista genuino no se confía en la grabadora. Sino en su papel y lápiz. En la reproducción exacta de la escena. Sus cinco sentidos están puestos en la noticia. En el extraordinario valor humano que encierra una primicia. Sin primicias los diarios son más de lo mismo.

Con Enrique Chirinos Soto y con Luis Alberto Sánchez. Aprendí dos cosas. Hay entrevistados a los que hay que mirar y citar como los toros Miura. Primero hay que pulsearlos con preguntas incitadoras para calentar cuerpo y después conducirlos por los temas en los que desgranan sus polémicos puntos de vista. Enrique Chirinos, saboreaba el castellano y la gustaba oír la sonora y musical expresión piurana. LAS era erudito. Si le demostrabas que conocías el tema y le preguntabas con propiedad tenías la faena hecha. Lo entrevisté una media docena de veces. Y guardaba memoria de cada una de las ocasiones en las que lo frecuenté.

Sin duda que hay talantes extraordinarios. Son personajes memorables que provocan la sensación de estar con la sabiduría cara a cara. Fue lo que me sucedió con la doctora María Rotsworowski Diez-Canseco en el Archivo Departamental de Piura. Aprendí de las cacicas capullanas, en los matriarcados tallanes con los expedientes judiciales en mesa. Narihualá Sechura y Punta Aguja. Doña María es una señora culta de fácil palabra y amena para enseñar. Cuando le dije “doctora” me dijo que lo era para sus amigos. Era una estudiosa autodidacta.

Puedo dar fue de Augusto Tamayo Vargas, Gonzalo de Reparaz Ruiz, Vicente Tauro del Pino, José Pareja y Paz Soldán, Vicente Rodríguez Casado, Luis Enrique Tord, César Gutiérrez Muñoz gracias a la facilidad que nos brindó la UDEP. Con el historiador José Antonio del Busto Duthurburu recorrí las iglesias de Colán y Sechura valiosas joyas de la Piura colonial. Durante mis cinco años de estancia en la sierra de Morropón frecuenté la tertulia de José Sabogal, Sinesio López y de Juan Mac Kniff, un sacerdote agustino expulsado de Cuba cuya causa de canonización marcha por buen trecho. Todo ello gracias al periodismo.

He tenido oportunidad de amistar con Guayasamín, a quien los amigos de lo ajeno despojaron de su pasaporte en Piura y participé al lado de Rigoberta Menchú en el homenaje que en su casa de Quito le tributó la América indígena. He tenido el privilegio de conversar con Fidel Castro, recorrer Quito con Rodrigo Borja Cevallos mandatario ecuatoriano. Y acompañar durante 1983 en un viaje en helicóptero a Tumbes al presidente Belaúnde. Y aunque parezca mentira cuando don Alberto Fujimori era un entusiasta chinito que encandilaba multitudes lo acompañe con curiosidad en todas sus actividades en Piura.

No me perdí las exequias de Haya en Trujillo. Y pude contemplar el final de Velasco Alvarado. Cuando todo el mundo la emprendió con denuestos contra Delfín por su polémica paloma de la paz. Lo defendí con convicción serena. Me conmoví periodísticamente con la visita de Juan Pablo II a Piura y me pareció extraordinaria la iniciativa de Juan Ricardo Olaechea para pedir que el Santo Padre viniese a Piura. Creí junto a Pepe Aguilar y Manuel Dammert, de orillas políticas opuestas, que las grandes causas no perecen por el miedo y que la lucha por la Defensa del Canon Petrolera aún no acaba.

Confieso que el periodismo es una pasión que sólo se aprende apasionadamente. Cada línea que se escribe, cada palabra que se pronuncia, cada imagen que se capta son historia pura. Algunos acontecimientos irrepetibles quedan registrados para la inmortalidad. He sentido sobre mi camisa beig correr la sangre de un policía herido en un millonario asalto al Banco de la Reserva. Las balas nos silbaban por la cabeza recorriendo los grises farallones de Paita con el historiador Juan José Vega en pos de los restos de Manuelita Sáenz. He caminado muchas noches insomnes por caminos de la sierra. No he dejado de vivir con verdadera adhesión por el periodismo un día de mi vida.

Por eso el periodismo requiere coraje. La holganza de la oficina. La sopita caliente. La comodidad muelle, la adulación gratuita no van con el periodismo. Algunos te admiran otros te odian por puro odiarte. Como si quisieran arrebatarte tu modo de mirar las cosas. Tu modo de contemplar el mundo. Y hasta el propio desenfado para tratar asuntos tan sorpresivamente inesperados como los menudos acontecimientos políticos.

El periodismo, queden advertidos los apóstoles de este oficio, es un oficio de larga data. Pero no es el oficio más antiguo del mundo. No confundan. Nuestra conciencia, nuestras convicciones, nuestra lealtad no están en venta. No se piense que los periodistas han nacido para ser los primeros en las listas institucionales de la caridad política. No es así nuestro tesoro más valioso es la dignidad. Fieles al pensamiento mariateguiano nuestro combustible son las ideas. La ilusión de una patria educada en la que el pan se reparta y comparta con todos. El sueño de trabajo digno para los hombres y mujeres dueños de este país socavado por las corruptelas.

Algunas veces nos cansamos de explicar a nuestros hijos que en esta batalla desigual de los malos contra los buenos resplandece siempre la justicia. A veces nos asalta la sensación que los corruptos ganan por goleada y no es así. Lo bribones, los malvados, los sinvergüenzas, los depredadores tienen las horas contadas. Finalmente emergen con nuevo brío y energía hombres y mujeres que creen en el Perú que desean para sus hijos y los hijos de sus hijos un mundo de realizaciones y oportunidades. Esta fe. Esta religión cívica se llama periodismo. El periodismo permite atisbar el futuro posible entre el canibalismo en apariencia imposible de los que no tienen ni patria ni bandera. El periodismo sino se enseña con pasión. Es puro meneo en una academia de baile. El periodismo es garra, sentir el fuego y la alegría intensa que provoca una cumbia en el cuerpo como puntualiza García Márquez. Y si quieres escribir sobre esa cumbia interminable que es la vida. Apréndela a bailar.

domingo, 9 de mayo de 2010

COMULGANDO CON MAMA


Miguel Godos Curay

Confieso que en la vida me he topado con extraordinarias experiencias humanas de mamá. Cuando debutaba como periodista en Correo una de mis comisiones fue la de concurrir al asilo de ancianos en la colorida celebración del Día de la Madre. Una de las alegres abuelas que disfrutaba del homenaje sacó de su boca un caramelo y me lo ofreció. Créanme que sentí un profundo estremecimiento humano. Un cierto reparo. Un antiséptico temor a la saliva de la viejita. Pero la ancianita cuya conmovedora soledad provocaba lágrimas porque nadie acudía a visitarla. Me dejó sin alternativa y acepté el caramelo. Créanme fue una comunión sin hostia inolvidable. Toda mi existencia se convirtió en una vibración de ternura. De adhesión humana. Cuando llegué al periódico Renán Estrada, el director, me preguntó cómo me había ido en mi comisión y le relaté con pormenores lo acontecido. Me pidió que escribiera mi experiencia humana. Por pudor. La escribo después de treinta años y en homenaje a mi madre.

Doña Hilda Valdiviezo de Fernández es una mamá de “acero inoxidable”. Se quedó viuda muy joven lo que no fue ningún impedimento para que sacara adelante a su numerosa prole. Con su difunto esposo aprendió los secretos de la fotografía. Recorrió caminos, aprendió en vivo y en directo lo que la vida dura enseña. Lejos de endurecérsele el corazón se convirtió en una piscina olímpica de ternura. Cuando el hambre le tocaba la puerta puso en práctica sus cursos intensivos de sobrevivencia. Y descubrió el maravilloso don de la fe y de la palabra. Su cátedra de amor humano tiene envidiables resultados que ya quisiera tener la academia. Ella enseña a los que la escuela ya no puede enseñar. Ella destapa a los tapados y descubre sus capacidades humanas.

Para doña Hilda la Teoría de la Inteligencias Múltiples no hace sino validar lo que aplica hace mucho tiempo. Para enseñar a niños ciegos se vendó los ojos y aprendió Braille. Sus manos crean y recrean porque no haya cachivache que en sus dedos no pueda ser reciclado. La vida la ha golpeado peor que canilla de futbolista. Pero ahí está con esa inextinguible fe que mueve el corazón de las madres y sólo se detiene para leer pasajes del Evangelio y bendecir a manos llenas a quienes se acercan a su casa. Esta zamba recia manos de ángel. Tiene el cielo en su sonrisa. El secreto del educar está en el amar.

La maestra Isilda, vivía camino a la Estación del Ferrocarril en la calle Independencia de Paita. Los lentes con los que leía de cabo a rabo La Industria eran heredad de su madre. Era alta como un pino y leve como un comino. Siempre vestía de negro y tenía una voz sonora para cantar a viva voz las tablas aritméticas. Una estaca en su corral poblado de macetas de cunas del niño y diamelas marcaba con prontitud la hora. Se sabía el recorrido del sol de memoria y las quinchas de la escuela tapizadas con páginas de la revista Life eran una curiosidad para todos los niños. Una de sus tareas diarias era el maíz tostado que molía con azúcar rubia y que los alumnos disfrutaban. Los cucuruchos de mashca eran un tributo querendón a la infancia. Para la maestra Isilda la oración era una obligación diaria y el respeto a la madre un mandamiento. Aún la recuerdo releyendo vejas postales enviadas por sus hijos vaporinos que mano en mano de sus párvulos permitían recorrer en postales descoloridas y olorosas a Naftalina: San Diego, Shangay, Hong Kong , Portugal, La Habana, Valparaíso, Marsella y hasta la sede del Papado. El sábado víspera del día de las madres. Nos peinaba con gomina y nos condecoraba con una flor roja elaborada con primor por sus manos que orgullosos lucíamos en el pecho.

Mis abuelas eran personajes de cuento. Recuerdo a mi abuela Pascuala friendo pescado en un perol sobre un fogón. Su oído estaba siempre atento al reloj de la Iglesia San Francisco de Paita. Mi abuela Juana tenía los ojos zarcos y el refranero en la punta de la lengua. Conocía las propiedades de las hierbas y en todo momento tenía la memoria puesta en sus hijos. Mi madre bien podría aparecer como mi hermana. Lo que ella sabe, que es enorme, lo aprendió en un tiempo en que se creía que la educación no era buena para la mujer. Su corazón es infinito. Sus hijos somos su apuesta y vive pendiente de las angustias de cada uno. Todo lo que tengo se lo debo a ella y a mi esposa. Mi pasión irrefrenable por la lectura se lo debo a ella. A mi mujer le agradezco esa actitud maternal y amorosa cuando compro un libro. No me pone reparos cuando lo hago y comparte mis deseos. Se que este es un recado de corazón para todas las madres las ausentes y las que están aquí. Ellas se merecen un océano de gratitud. Una lágrima de madre es una gota imperceptible y diminuta pero en la que se oculta toda la inmensidad de Dios.

jueves, 6 de mayo de 2010

LUCHO BARRIOS. EL SABOR DEL CORAZON


Por: Miguel Godos Curay

Lo encontré en Guayaquil y según me dijo iba a un homenaje a Julio Jaramillo el “Ruiseñor de América”. Busco entre mis archivos la fotografía que le hice con el fondo del Guayas y no la encuentro. El anuncio de su partida en la radio me dejó atónito. Lucho Barrios fue un bardo popular que enterneció a nuestros abuelos. Eres mi niña bonita…uno de sus sentidos boleros es el himno cebollero de los chancleteros. Cuando nació mi hija. Después de recibir la noticia en la maternidad del Hospital Reátegui. Fuimos con los amigos de Correo a un brindis en el bar de “Las Mascaritas” y ahí Lucho Barrios convirtió mi alegría en lágrimas.

Por él conocimos pasajes de ese idilio atormentado y bohemio entre Julio Jaramillo y Anamelba la incomparable intérprete de boleros cantineros. El Rey del Bolero era un embajador musical del Perú en todas partes. Nació en el Callao un 22 de abril de 1935. Y como todos los porteños era expansivo y abierto. Sus canciones son parte de la artillería amorosa de los amantes de antaño. A Lucho Barrios se le recuerda entre nubes de humo de cigarro, perfume espeso y los ojos cerrados. El bolero se baila con las manos palpitando como el corazón y las mejillas pudorosamente esquivas pero con una proximidad estremecedora entre criaturas que sintonizan sus sentimientos.

Todas las ocasiones que estuvo en Piura era un contertulio obligado de Renán Estrada en cuya discoteca Lucho Barrios tenían un altar junto a Los Panchos. El bolero es un combustible de pasión para los amantes ardientes. Avis rara en este tiempo de síncopes musicales y torbellinos de ruido. La euforia del diletante de boleros es una euforia elegante de hombres hombres, bien peinados con brillantina y con aliento de chiclets Adams. El bolero no soporta el hedor abombado punky. La escasa higiene y el mal gusto.

Las letras de los boleros, de cualquier bolero son poemas que en algún momento penetraron en la memoria del pueblo. Partiendo de México, el bolero recorrió el Caribe echó raíces en Cuba y hasta recibió veneración de Rubén Darío. Era el ingrediente balbuceado de las serenatas y noches de ronda. El bolero surge de los sentidos sentimientos y nació para ser entonado a viva voz. El bolero nace de los arrebatos amorosos en los cuales el corazón nubla la razón.

Los boleros de Lucho Barrios son canciones del alma, añoranzas bajo la luna. El intérprete de boleros es un cantor o un guitarrista de carácter intuitivo como sostiene el cubano Helio Orovio. El Diccionario de la Real Academia define al bolero como “baile típico español, derivado de las seguidillas, ordinariamente cantado y seguido por una o varias guitarras”.

Pero el bolero nuestro es otra cosa. Ese esencialmente romántico y placentero, apasionado y sacude la imaginación frente a la belleza inasible de la mujer. Las historias, los requiebros, los sueños, los deseos en carne viva, las palabras, los dolores y los desengaños nutren las letras de los boleros. El bolero surge de la sutil alquimia del encuentro entre una mujer y un hombre. El bolero canta y cuenta. Es una canción del alma. Eso fue el rito cotidiano que significó al vida de Lucho Barrios.

Desde las 7.32 de la mañana, hora de su partida, su vida pasó a ser un grato recuerdo. El protocolo médico dice que una secuela complicada de la diabetes le arrancó la vida. Por eso era un hombre dulce de sentimientos a flor de piel. Aún recuerda su médico de cabecera que cuando ingresó al hospital advirtió lo siguiente: “Hermano, háganme lo que quieran pero no me entuben porque mi voz la quiero conservar”. Durante su meteórica carrera grabó 150 álbumes que hoy son piezas de antología y más de mil canciones. Todas con letras sentidas. Cuando anunciaban su presentación decían de él: “Con ustedes… "Mister Marabú", otras veces lo anunciaban como el "Amo y Señor del bolero" en Ecuador y el "Rey de los cebolleros" en Chile. “"Porque esas letras hacen llorar mi hermano".

El 8 de agosto de 2002 lo condecoró como Embajador Musical de Perú el propio presidente Ricardo Lagos, en reconocimiento a su trayectoria musical de más de 40 años y por su importante contribución a la hermandad entre Chile y Perú. En vida fue el único peruano que ofreció un recital en el Teatro Olimpia de París. La muerte quiso susurrarle al oído.. .. “ansiedad de tenerte en mis brazos musitando palabras de amor”. Y él respondió como Chico Novarro : “ Arráncame la vida de un tirón/ que el corazón ya te lo he dado…..”

domingo, 2 de mayo de 2010

EL REENCUENTRO CON LA TIERRA DE MANUELA


Por: Miguel Godos Curay
¡Manuela de Paita!. ¡Manuela de Quito! ¡Manuela de América!. Mujer espada, mujer pasión, centauro desbocado, mujer dinamita, conciencia y libertad, acción y palabra, mujer signo y estrella. Mujer huracán y torbellino. Pétalo y silencio, ternura y rabia al mismo tiempo. Mujer dialéctica, causa y consecuencia, mujer con los pantalones bien puestos, mujer hermosa de numen estremecida por las olas del mar. Mujer refugio para el guerrero, mujer ligada indisolublemente a la política y los designios de la patria. Mujer de fuego y de nácar. Flor silvestre de Quito, fenómeno natural que no descifra la ciencia. Mujer guerrera, amazona vestida de república, mujer libre como el viento. Audaz como los cormoranes que siguen los veleros en alta mar. Mujer mujer.

Te viniste a refugiar a Paita frente al Pacífico porque la contemplación serena del mar inunda los corazones solitarios de paz y de lágrimas. Y aquí se acabó tu vida echa jirones y 0ni la guadaña de la peste pudo extinguir tu amor que ardió con la quinchas del viejo puerto destruidas por la rabia del pirata. Manuela, recorrió las calles recogiendo párvulos para enseñarles el abecedario y entender que la libertad no es un “departamento del Perú” o una “estatua” en Nueva York. Manuela, con mayúscula conspiradora pura. Recia pistola para perforar las conciencias de todo un continente.

Manuela, buena señora de sus comadres cholas y sus negras jamaiquinas aceituna. Manuela cofrade de la Merced que con las Benites, las Castillo y las Orejuela organizaban los ruegos y los velorios por la libertad de América. Manuela fusil, Manuela agua para la sed devoradora, Manuela historia, Manuela batalla, Manuela gloria de América. Manuela de Quito y Manuela de Lima Caballeresa del Sol y patriota consumada. Manuela de Septiembre a quien Bolívar llamó para la posteridad:”Libertadora del Libertador”. Tu nombre está escrito en los viejos callejones del puerto y en la noche envuelta en tu mantón de bruma recorres Paita para auxiliar a don Alexander Ruden, el Cónsul Americano en Paita en menesteres de la traducción. Corres entre las sombras mientras los marineros ebrios entonan canciones en una babel de lenguas. Los balleneros recalan en plena madrugada en la bahía. El puerto duerme entre los relatos de ballenas endemoniadas y cachalotes gigantescos que los viejos bucaneros por una copa de ron cuentan y encandilan a los mozos de Paita.

Manuela la amiga de Garibaldi. La anfitriona de Ricardo Palma. Manuela fantasmagoría que todas las noches recorre las orillas risueñas del mar con su pasión por la unidad de América a cuestas. Manuela milagro silencioso que renace en todos los plenilunios con la luna. Manuela palabra en tiempo presente en los recuerdos y en las evocaciones sentidas de los bardos. Manuela de Paita reclinada en su silla de ruedas, venerable anciana. Venerable señora. Venerable entre las venerables viejas de Paita. Mujeres de armas tomar. Mujeres con decisión y coraje. Mujer mujer.

Mujer de Quito, bramante río que recorres las cordilleras. Mujer hermosa, capullo encarnado que penetra la inmortalidad con su aroma incomparable. Manuela confidente más segura que una fortaleza inca de piedra. Manuela frágil como el quinde que bebe el néctar de las flores. Manuela química pura de lealtad a la patria. Alquimia de sentimientos tan nobles como la piedra filosofal que transmuta la que toca en oro.
Generala condecorada con los astros que titilan en la noche y llenan de color el firmamento. Manuela carta abierta para la libertad de América. Manuela imprenta e impronta. Sangre y tinta. Coraje y furia. Sonrisa e ironía. Manuela de las manos regordetas y sensuales para las caricias y colocar con precisión las balas. Manuela volcán. Cabellera que discurre como el agua en catarata. Manuela sabor a pescado frito y galleta. Manuela cafecito en el Zanjón. Manuela que asomas invisible en todos los balcones al caer la tarde. Manuela que acaricias sueños y grandezas. Manuela a la que con devoción amamos los libérrimos. Manuela de la Cofradía de los Contestatarios. Manuela con vocación de socialismo cuando el socialismo era una epidemia de justicia y humanismo. Manuela verso, Manuela palabra, Manuela, gentil paloma mensajera con un mensaje a la eternidad.

Manuela mártir por causa del amor a Simón de América. Manuela fórmula para conjurar los olvidos. Tu tierra que es la tierra entrañable de Paita se va como un recado Quito, a Bogotá y a Caracas. A un reencuentro espiritual que despierte la unidad entre los pueblos. Manuela de mayo, de noviembre y de todos los calendarios. Manuela, flor inmarcesible, bienaventurada semilla que en la humildad enorme tejió su vida con hilos imperecederos de inextinguible grandeza.