sábado, 28 de noviembre de 2009

NOS QUIEREN DEJAR SIN CASA EN NAVIDAD


Por: Miguel Godos Curay

Una lastimera invocación han lanzado el Centro Federado de Periodistas y el Colegio de Periodistas para que sus afiliados honren sus obligaciones pecuniarias y evitar que se consume el embargo de la sede institucional y su posterior remate por la administración tributaria de la ciudad. Agremiados y colegiados no pueden sustraerse a esta responsabilidad que de ejecutarse dejaría a los periodistas en la calle y sin casa donde pasar la noche buena. Perder un local que importó grandes esfuerzos por omisiones injustificadas sería imperdonable.

Quienes conocemos algo de historia sabemos que la Federación de Periodistas del Perú fue un baluarte de defensa de la libre expresión en el Perú. El Colegio de Periodistas se creó posteriormente y con recursos frescos del 1% de la publicidad aportado por los medios. Posteriormente los perdió a consecuencia de dispositivos de Fujimori. A lo que se sumó el perro muerto colegiado y la escasa contribución de sus miembros.

Antes el carnet de la FPP era una condecoración que reconocía en sus afiliados valiosos méritos a favor de la verdad y la defensa de derechos constitucionales fundamentales. La FPP no era el club de sospechosas señoritas pelamuelas que con grabadora en mano deambulaban por todos los convites. La FPP era un baluarte de libertad y sus afiliados eran incluidos dentro de la lista de piedras en el zapato de todas las dictaduras. El carnet de la FPP era un pasaporte de dignidad y de decencia. Aunque algunas veces avezados federados lo utilizaran hasta para ir al cine Variedades.

Hoy, habría que probar a sus afiliados como al oro -bajo sospecha de ser bamba- con el agua regia de una trayectoria periodística legítima o firme posición gremialista. Pues tan ausentes andan los gremios de periodistas que las escasas agremiaciones conocidas se dedican en lugar de la defensa de los derechos de los periodistas a las comilonas mensuales de cumpleaños y a las baby showers y misas de difuntos. Hoy un carnet de la FPP es como un título falso. Un atajo para presumir ser del gremio sin serlo. Una patente de corso frente a los periodistas formados en las aulas universitarias o en la cátedra siempre rediviva de una redacción periodística.

Los periodistas de ayer bebían café por hectolitros y eran naturalmente bohemios porque vivan en el cogüelmo de los acontecimientos públicos cotidianos. Sus conversaciones tocaban el filo de la madrugada y muchas veces acababan en conspiraciones por las grandes causas de una región como Piura. Así desnudaban a políticos de cuerpo entero. Otras veces concentraban su generosidad en causas altruistas que los llenaban de decoro y satisfacción. En otras leían sus notas sobre historias de la vida real que podían dar cuerpo a una novela o sus versos inspirados en una hembra que finalmente convertían en letra de un vals. Eran hombres de carne y hueso con un coraje imbatible. Y su lengua ¡líbrenos Dios! era tan afilada como un espada y tan generosamente humana para decir gracias.

Hoy no, son como saltimbanquis irremediables. No beben café porque les tiembla todo. Ni un pisquito porque se les caen las trenzas. Beben cremolada no para matar la sed sino para mantener la frialdad de la mollera y el tuétano. No defienden nada y no logran entender que las grandes causas no perecen por el miedo. Son temerosos de los juicios con los que se suelen blindar los sinvergüenzas. Son comunicadores light. Sin compromiso de conciencia y sin pasión por la libertad. Y ahí está el punto de quiebre.

Fueron los apasionados de ayer los que consiguieron el local para los periodistas piuranos y son los desapasionados de hoy lo que pueden perderlo para siempre si no despliegan un esfuerzo para honrar lo que negligentemente incumplieron hace tiempo. Los periodistas no somos ignorantes de la ley y sabemos con creces lo que acarrea su incumplimiento. De modo que no hay tiempo que perder para que el despojo se consume. Nos corresponde a todos colegiados y agremiados y a los que siendo del oficio rondamos la esquina movilizarnos como la abuelita amenazada por desalojo para que nos quiten la casa.

Aún recuerdo cuando el humano y diligente conserje Morales llevó a la redacción de Correo a una ancianita con orden de lanzamiento al día siguiente. Los abogados dijeron que no había nada que hacer. La ley es la ley. Los tinterillos: hay que aplicar un recurso extremo. Y este recurso movilizó a las almas generosas de Correo para cambiar la numeración de toda la calle y desaparecer el número de la casita humilde de la indigente vieja. Al otro día el juez y la fuerza pública no pudieron ubicar el inmueble materia de la diligencia la que se suspendió definitivamente. De modo que aún queda el recurso extremo de los periodistas unidos para defender nuestra única casa y pasar en ella la navidad.

sábado, 21 de noviembre de 2009

EL DESPERTAR DE LA UNIVERSIDAD


Por: Miguel Godos Curay

El doctorado Honoris Causa que la decana de América, la gloriosa Universidad de San Marcos, le confirió a su ex alumno Luis Bedoya Reyes es un solemne acto de justicia con un hombre de una trayectoria pública intachable. Bedoya, en el homenaje dijo las siguientes palabras: “Mi vieja universidad es respetuosa de la libertad y del saber. El saber se puede incubar en cualquier circunstancia, pero es mejor en libertad. Si algo representa la juventud es rebeldía contra cualquier forma de dominio e imposición. El ser libre es una especie de despertar y la universidad lo concreta y la simboliza”. Sin saber y libertad no se regodea la ciencia. El 27 de julio de 1978 al sumar sin condiciones los votos del Partido Popular Cristiano a los votos apristas para elegir a Haya como Presidente de la Asamblea Constituyente, Bedoya, dio también una demostración de elegancia política irrepetible.

El “despertar” de la universidad, en efecto, no puede interpretarse como el dominio de un grupo de poder que desplaza a las capacidades intelectuales y las anula. Como advertía Aristóteles no se trata de una fuerza que bloquea la razón y se impone destruyéndola. La imposición arbitraria de los eventualmente numerosos no es buena ni para la universidad ni para la democracia que necesitan de un clima de tolerancia y libertad en donde se pueda debatir, criticar y construir sólidas propuestas para la región y al país.

En la comunidad del conocimiento la lógica de la fuerza es un absurdo, un espejismo, una pretensión confusa que no permite ver el horizonte de esplendor que pueden construir las inteligencias. Las visiones a corto plazo favorecen la corrupción y el manoseo de los menos calificados para la ciencia, el humanismo y la cultura. Si hubiese que establecer coordenadas para una gestión exitosa habría que retomar el camino de la investigación profunda distante de la epidérmica y sin valor científico. Artificio para diligenciar premios consuelo para el bolsillo.

Con el soporte de una investigación científica seria y con resultados es posible articular una beneficiosa relación con la empresa y la inversión que están dispuestas a un vínculo estable y duradero cuando los servicios que solicitan a la universidad son eficientes. Fácilmente cualquier docente calificado de la universidad puede abrir espacios de oportunidad laboral que ayuden a mejorar sus ingresos por encima de los precarios sueldos estatales. Los descalificados, como en el proceso de selección natural no soportan la competencia de los mejores y prestigiados. Y están obligados a mejorar su desempeño.

Otro aspecto imprescindible es la acreditación emprendida como una necesidad de demostrar la calidad académica y formativa y no un festín burocrático. La UNP, nuestra universidad, necesita revalorizar a sus viejos docentes pues en la institución universitaria mundial “el conocimiento nunca se jubila” y los profesores “viejos” pero experimentados son los que animan con su valiosa experiencia a los jóvenes estudiantes y noveles investigadores. La universidad es comunidad y por ello urge un concilio de docentes, administrativos, estudiantes y padres de familia para iniciar una tregua de orden académico y respeto a los calendarios que desdeñe el perder el tiempo con demandas que afectan a los estudiantes y a los presupuestos familiares. Necesitamos paz laboral y una búsqueda necesaria de espacios que fortalezcan a la universidad en lugar de debilitarla.

Por ello es necesario el deslinde de la gestión que fenece y la nueva gestión que empieza. Esperemos que haya una preocupación honesta por los docentes y sus alumnos para que los caprichos no vulneren derechos fundamentales. Para que no se reproduzcan los señalamientos de malas prácticas ventiladas en las páginas de los diarios. Los piuranos necesitamos reafirmar nuestra credibilidad en nuestra Alma Mater. Necesitamos que la universidad esté presente en cada una de las instituciones que conducen las riendas de la sociedad de modo protagónico y efectivo. Esta no puede ser una presencia esquiva y a media agua. Un estar sin estar o un estar a medias.

Queremos una universidad que anime las conciencias que despierte orgullo, respeto y asombro. No indiferencia y vergüenza. Una universidad que refuerce sus cimientos en la limpieza moral y en el mérito intelectual. Una universidad que busque el bien común, el bien de todos y no el interés subalterno de algunos ávidos en el reparto. Quien ennoblece a la universidad, ennoblece a su región, se ennoblece a sí mismo y ennoblece al Perú.

Bien se ha dicho que la universidad es la patria del saber y la verdad. La universidad permanece y quienes la conforman por mandato inexorable de la vida mañana serán despojo terrenal. La buena memoria conservará el nombre de los que “trabajando, luchando y venciendo” la hicieron grande y merecieron conocerla y conducirla a la verdad. Los que no son pasto del olvido porque nadie en sano juicio, sin lastimar su salud, querrá recordar.
Foto:Luis Bedoya reyes, alcalde Lima con el presidente Fernando Belaúnde Terry.

lunes, 16 de noviembre de 2009

LOS CIEGOS DE SECHURA


Por: Miguel Godos Curay
Quienes recorran al despuntar el alba las calles de Sechura podrán descubrir a dos personajes cotidianos que nos recuerdan que los voceadores de diarios, son aún una viva institución en esta generosa tierra. Lo curioso e insólito es que estos canillitas, que con sonora voz anuncian los diarios de Piura y sus primicias, son invidentes lo que no es ningún pretexto para que muy tempranito salgan diariamente a trabajar.

Estos personajes de los que les hablo son hombres de carne y hueso: Santos Chapilliquén Purizaca (35) y Víctor Mendoza Temoche (38) perdieron la visión en plena niñez a consecuencia del glaucoma. Son conocidos por todo el mundo. Quienes se imaginan, que por la ceguera, viven en las tinieblas descubrirán en estas criaturas un innato sentido del buen humor y la cortesía. Pertrechados de sus bastones guías inician su recorrido por calles y callejones. Víctor Mendoza Temoche, ameno y vivaz, es conocido en Sechura como “Condorito”. El sostiene que el sobrenombre es un rapto de cariño de sus clientes. Ambos tienen prodigiosas habilidades. Son expertos en cálculo matemático y dar el cambio exacto. Quienes los conocen dicen: “parece que tuvieran ojos en las yemas de los dedos pues nunca se equivocan al vender un diario. Cuando se producen dudas por si se tratara de un Correo, La Hora o El Tiempo o La República, El Trome o El Popular recurren al olfato, se guían por el aroma de la tinta. Nunca fallan”.

Maravillado por los testimonios vivos de sus habilidades los seguimos en su itinerario. Su presencia provoca la sensación que aquí en Sechura se ha producido el hallazgo redivivo de la picaresca jocosa de la antañona literatura hispánica. Nuestra admiración por ellos se hizo enorme. Todos los días tras su fatigoso recorrido a tientas a las 12.00, en pleno mediodía, se reúnen en la esquina de la Plaza de Armas junto al municipio con un inseparable amigo en silla de ruedas que a duras penas avanza porque a José Pazo Querevalú, la distrofia muscular dificulta sus movimientos para vender caramelos y movilizar su silla. El encuentro es siempre amistoso y profundamente humano. Los ciegos empujan la silla y el disminuido físico los orienta a buen destino cuesta arriba o a las fondas del mercado. Como dijo José Pazo: “Yo soy su mirada y ellos son mis pies”. Sonrientes y felices nos permitieron una foto y una lección de solidaridad irrepetible.

Los ciegos de Sechura son un océano de anécdotas. Los sechuranos, que hablan en doble sentido fieles a su ironía y humor, refiere “Condorito” Mendoza me dicen: “Condorito dame el ojo una hora”. El ciego sonríe. Otras veces, al pasar por las esquinas los estudiantes palomillas al vernos con los bastones en movimiento para cruzar la calle nos dicen que somos brigadieres de colegio que nos vamos al desfile. No faltan los que me dicen: “Condorito que te crees Francisco Pizarro blandiendo su espada”. Un hecho que les duele -por lo injusto-es que los conductores de buses no los quieren llevar a Piura. “Una silla de ruedas es mucho bulto”. Otros creen que la ceguera es contagiosa y no nos quieren llevar.

Cuando les preguntamos ¿Cómo dos ciegos y sechuranos de pura cepa ven a su pueblo?. Me respondieron al unísono que la inversión está cambiando Sechura. Las camionetas pasan raudas por nuestras narices. Las calles son transitables, hay nuevas construcciones con losetas y cemento por todos lados. Hay más movimiento porque al fin se van a explotar los fosfatos. Hay más trabajo para la gente. La pesca está mal por las vedas largas pero Sechura está creciendo. Según indicaron: “La niñez y juventud tiene que prepararse porque trabajo hay, lo que pasa es que no están preparados, para que vamos a engañarnos. Tienen que estudiar en Senati o en la universidad y les van a dar empleo. Nosotros ya quisiéramos tener las vistas en buen estado para ir a trabajar a esas empresas. Ya andaríamos con casco y uniforme. Ojala nos pudieran dar un trabajito pues podemos operar centrales telefónicas o en rehabilitación física (masoterapia)”. “Nosotros “vemos” que el progreso llegó a Sechura.”

“Condorito” Mendoza, nos reveló el secreto de su asombrosa capacidad de “ver” el futuro. Según su teoría “Hay personas que teniendo ojos no ven las cosas. Ellos ven atraso, nunca progreso, todo lo miran mal, nada de lo que se hace les parece bueno. Parece que de churres les pusieron en la boca un lamedor de hiel y de veneno. Son los que desaniman. Ponen trancas para que los que quieren avanzar se caigan. Son ingratos. Son enemigos del progreso de los pueblos. Con esos ni a la misa”.

Los ciegos de Sechura, son buenos como el pan de la mañana, tienen a Dios en la punta de la lengua. En verdad, en Piura, existen “ciegos que no quieren ver” con nombre propio. Y a veces deslizan su indigencia de futuro en las páginas de los diarios. Alguna vez escuche de Eduardo Schaeffer una frase lapidaria para definirlos: “Son una especie detestable de criaturas a las que cuando les das la mano te la muerden o tienen la pervertida costumbre de escupir en la sopa caliente que les brindas”. ¿Los vieron?.

domingo, 8 de noviembre de 2009

CARMEN DE LA FRONTERA HORA CERO


Por: Miguel Godos Curay

Lo sucedido en Carmen de la Frontera, no es sino el epílogo sangriento de la exacerbación de un viejo conflicto alimentado con desinformación, la primacía de los riesgos relativos y renuencia al diálogo de una y de otra parte. La descalificación de la minería formal marcha al galope con la violencia de uno y otro lado. Unos no respetan los contextos culturales y los derechos preexistentes de las comunidades. Y los otros cerrados a toda posibilidad de diálogo recurren a la violencia como recurso extremo frente a lo que consideran una amenaza para su economía de subsistencia.

Río Blanco tiene un rico historial de confrontación. El proyecto no cuenta con la licencia social y los intentos por obtenerla han resultado fallidos al igual que las mesas de diálogo con previsibles resultados por la poca flexibilidad de los interlocutores. Mientras esto sucede la minería informal que envenena los torrentes y las fuentes de agua pero que ocupa a muchos agricultores pobres que abandonan sus tierras para dedicarse a la extracción de oro: sigue boyante.

La informalidad minera tiene impactos indeseables como la contaminación de aguas y tierras que quedan inutilizables de por vida. Los ayer pacíficos caminos a la sierra se han llenado de salteadores. Por ejemplo, la bomba de tiempo está en las Lomas y Suyo. El delito actúa como una amenaza a la paz social en Sullana. El flujo y reflujo del crimen se expande incontenible.

La minería formal ha sido descalificada por quienes han descubierto que el oponerse a la inversión es un negocio rentable. Lo es también para algunos ambientalistas que obtienen recursos del exterior y para narcotraficantes cuyas impenetrables rutas de mula por donde conducen PBC y látex de opio a la frontera pueden quedar al descubierto. A estos factores se añade la frágil respuesta del Estado y su ausencia ahí donde más se le necesita con servicios educativos, de salud y de saneamiento de calidad. Hoy en la sierra de Piura la electricidad y la comunicación celular se abren paso con velocidad inusitada.

Arriba, en las alturas andinas, la televisión muestra lo que una costa urbana y dispendiosa tiene y disfruta y lo que una sierra postergada ignora y anhela. Estos contrastes provocan frustración y rabia. Sumemos a ello la prédica y la acción violenta (cierre de caminos, flagelaciones y amenazas, vandalismo, ataques a la propiedad, siniestros) que ha roto en mil pedazos lo que ayer era una égloga de tranqulidad.

Otro factor es la errática gobernabilidad movida por el clientelismo populista de autoridades municipales que no escatiman pulverizar presupuestos con tal de sostener el tinglado de su sillón. Lo que en los municipios de la sierra se hurta se convierte en las residencias piuranas o sullaneras de alcaldes uñas largas. Constructoras y consorcios aparecen como conejos de la manga. Hacen y deshacen. Contratan, sobrevaloran y reparten. En este escenario enfrentarse a la minería puede resultar sospechosamente plausible pues no permite que se vean los latrocinios de fondo.

Un libro publicado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) el pasado febrero “Minería y Conflicto Social” sostiene que la colina de Henry’s Hill, 2,800 metros sobre el nivel del mar, se haya en medio de un gran disputa que involucra comunidades de campesinos (Segunda y Cajas y Yanta) y hasta agencias internacionales. En torno al proyecto Río Blanco se encuentran en el escenario regional una serie de actores adicionales como la Iglesia, Ongs, grupos de profesionales, universidades, medios de comunicación social y el propio Gobierno Regional. A nivel nacional está el Estado y los inversionistas multinacionales.

Para unos Río Blanco es la batalla mayor para convertir a la sierra en un distrito minero lo que pondría en grave riesgo los bosques de neblina y la generación de agua. El escenario en disputa, por el futuro de las provincias de Ayabaca y Huancabamba, es de polarización absoluta y en apariencia irreconciliable. Para unos la batalla a muerte por el agua ya empezó para otros hay que acabar con la pobreza. Indudablemente que esta lucha tiene que ser equitativa y justa. Con un redistribución efectiva de riqueza. Lo que de ningún modo justifica la violencia criminal que enluta hoy a inocentes familias. La vida humana es un don y un derecho inapreciable. No permitamos, por ello, que de ningún manera se enseñoree la impunidad.
GRAFICO: REVISTA CARETAS EDICION 2103 5/11/09

lunes, 2 de noviembre de 2009

LA RONDA DE LA MUERTE


Por: Miguel Godos Curay

La tradicional festividad de Todos los Fieles Difuntos fue instituida en el año 1030 por San Odilón, abad del Monasterio de Cluny, como una fecha especial en la orden benedictina. En el siglo XIV Roma la aceptó y se propagó a toda la cristiandad. En México y Perú la fiesta de los difuntos adquiere relieves extraordinarios pues poblaciones enteras se vuelcan a los camposantos para orar, velar, comer, beber y bailar ante las tumbas de sus seres queridos.

En Piura las “velaciones”, el concurrir a los cementerios a velar y pasar la noche cerca de los difuntos es una tradición de vieja data. Durante estos días los panderos se esmeran en elaborar roscas y panes de muerto, al igual que los “angelitos” de dulce para recordar a los párvulos fallecidos. Las “calaveras” de dulce y la miel de chancaca con panecillos son parte de esta costumbre secular en el Bajo Piura. En Paita y Sechura se acostumbraban el escabeche y picante junto al muerto.

Estos días legiones de rezadores para responsorios desfilan por los cementerios. Coloridas flores naturales y de tela, llenan de colorido los camposantos. La muerte tiene enorme significación simbólica para los piuranos. No sólo es el recuerdo de los ausentes sino una proximidad a un cierto sentimiento gozoso de exilio que nos acompaña siempre. El difunto desde el lugar en el que se encuentre, conforme a nuestra mentalidad, es capaz de intervenir como protección de sus deudos. Por eso la veneración no se extingue y lo escenarios en donde la muerte traumática se produce son venerados al filo de la carreteras en donde se colocan túmulos y cruces. En Piura, las “almas” o ”ánimas benditas” son protectoras y milagrosas.

PIURA Y SUS RITOS FUNERARIOS
Los ritos funerarios locales tienen significaciones propias. Así por ejemplo, cuando alguien muere en la casa se coloca un vaso con agua en el lugar donde se produjo el deceso. Una vieja tradición es el rezo de nueve días. En la casa del difunto se colocan cortinas y cruces de duelo. El luto de los familiares se expresa en el traje negro o en una banda de tela negra en el brazo de los deudos. Junto al Santo Cristo se coloca el vasito el que en caso de secarse es repuesto inmediatamente por los deudos. En la sierra de Piura se acostumbra el bañar el cuerpo de los difuntos antes de amortajarlos. Y entrada la noche se entonan las conmovedoras notas de la “Salve de las Vacas” que resumen enseñanzas bíblicas sobre la muerte del justo y pobre.

Otras costumbres extendidas son las de retirar los cadáveres de hospitales por la puerta posterior o el postigo. El muerto nunca sale por la puerta principal. Tras el velatorio, en algunas localidades, el féretro sale de cabeza de la casa. Según la explicación: así como al nacer vino al mundo. Al salir de su casa los que cargan el ataud realizan tres inclinaciones de despedida. Costumbre extendida es el acompañamiento de la banda de músicos, la misa de “cuerpo presente” en contraposición a la de “cuerpo ausente” que corresponde a la memoria del fallecido.

Una sutileza es la ubicación de las manos si las lleva juntas es probable que “se lleve a otro miembro de la familia”. El muerto debe ir “con los brazos abiertos al encuentro del Señor”. Tampoco debe portar crucifijos u objetos de metal que impiden el descanso eterno del alma. También se acostumbra desbastar los trajes para que en caso de necesidad el alma se de cuenta que habita en la dimensión de la ausencia.


PREPARADOS PARA EL VIAJE
Recuerda el maestro Víctor Delfín que de niño advirtió que a lo inevitable no hay que quitarle el cuerpo “que de todos modos somos finitos, que la Parca puede aparecer en cualquier momento, y que es mejor tener el cajón, el envase o el estuche listo con antelación. Fue eso lo que hizo un vecino de Bellavista (Bajo Piura) que entre los horcones de la humilde morada como un peje envuelto en papel de bolsa estaba un catafalco adquirido en vida por su dueño para cuando llegara el momento. En la vida decía el propietario del catafalco hay que estar preparados para todo. Además el sólo mirarlo me recuerda que para morir hemos nacido. Entretanto gozaba de buena y se divertía gozoso.

TIPOLOGIA DE LA MUERTE
López Aranguren (1909-1966) en su tipología de la muerte sostiene que hay una muerte eludible que nos recuerda que la muerte es lo contrario de la vida. La paraliza y la extingue. La muerte acaba con la vanidad de las pretensiones humanas. La muerte no puede ser eliminada de nuestra existencia. Lo que eliminamos temporalmente es la preocupación por la muerte. Muy piurano es por eso el imaginar el entierro y adquirir el metro y medio de tierra o el nicho cerca de un amigo para descansar plácidamente.

Los jóvenes reprimen el pensamiento de la muerte viviendo el momento con desenfreno. Aunque hoy la vida se prolonga con procedimientos científicos y tecnológicos. En muchos de nosotros subyace el temor al envejecimiento que no es otra cosa que el temor a la muerte. Hoy también se ha puesto de moda la cosmética funeraria que embellece los cuerpos para aparentar una sensación inasible de vida.Epicuro (341 AC.-270 AC), filósofo griego nacido en la isla de Samos decía: “yo y la muerte somos incompatibles. Cuando la muerte venga a mí, yo no estaré ya; y mientras yo viva, la muerte no está en mí”.

Otra es la muerte muerte apropiada: Es la muerte aceptada pues desde que nacemos estamos muriendo. La muerte es asumida con angustia como pre-ocupación, la anticipación del final. Muerte absurda es la que no tiene racionalmente sentido, la muerte inasimilable de una criatura con una enorme potencialidad de ser. Muerte negada: Es la mentira piadosa del médico que ofrece la mejoría, dando falsas esperanzas al moribundo. Esta muerte va acompañada de procedimientos que provocan la enajenación póstuma para atontar y adormecer al enfermo a la hora de morir.

En la tradición piurana, muy cristiana, se preparaba al moribundo para bien morir. Hoy se hace lo contrario. La muerte piurana no es a muerte en hospital o en la soledad de un asilo. Es una muerte humanizada en donde el moribundo rodeado de los suyos parte en agonía sosegada con el pensamiento puesto en el consuelo de la resurrección. Muerte buscada: No es un acto personal sino el último de los actos humanos. Lo cierto es que como dice San Pablo: Morimos ante Dios y hacia Dios. Sólo así la muerte tiene sentido. La muerte acaba definitivamente con nuestro proyecto de felicidad. Nadamos entre el absurdo y el misterio. Un piurano convicto sabe que la muerte es como un cambio de piel sino que ante los ojos de Dios.