lunes, 16 de noviembre de 2009

LOS CIEGOS DE SECHURA


Por: Miguel Godos Curay
Quienes recorran al despuntar el alba las calles de Sechura podrán descubrir a dos personajes cotidianos que nos recuerdan que los voceadores de diarios, son aún una viva institución en esta generosa tierra. Lo curioso e insólito es que estos canillitas, que con sonora voz anuncian los diarios de Piura y sus primicias, son invidentes lo que no es ningún pretexto para que muy tempranito salgan diariamente a trabajar.

Estos personajes de los que les hablo son hombres de carne y hueso: Santos Chapilliquén Purizaca (35) y Víctor Mendoza Temoche (38) perdieron la visión en plena niñez a consecuencia del glaucoma. Son conocidos por todo el mundo. Quienes se imaginan, que por la ceguera, viven en las tinieblas descubrirán en estas criaturas un innato sentido del buen humor y la cortesía. Pertrechados de sus bastones guías inician su recorrido por calles y callejones. Víctor Mendoza Temoche, ameno y vivaz, es conocido en Sechura como “Condorito”. El sostiene que el sobrenombre es un rapto de cariño de sus clientes. Ambos tienen prodigiosas habilidades. Son expertos en cálculo matemático y dar el cambio exacto. Quienes los conocen dicen: “parece que tuvieran ojos en las yemas de los dedos pues nunca se equivocan al vender un diario. Cuando se producen dudas por si se tratara de un Correo, La Hora o El Tiempo o La República, El Trome o El Popular recurren al olfato, se guían por el aroma de la tinta. Nunca fallan”.

Maravillado por los testimonios vivos de sus habilidades los seguimos en su itinerario. Su presencia provoca la sensación que aquí en Sechura se ha producido el hallazgo redivivo de la picaresca jocosa de la antañona literatura hispánica. Nuestra admiración por ellos se hizo enorme. Todos los días tras su fatigoso recorrido a tientas a las 12.00, en pleno mediodía, se reúnen en la esquina de la Plaza de Armas junto al municipio con un inseparable amigo en silla de ruedas que a duras penas avanza porque a José Pazo Querevalú, la distrofia muscular dificulta sus movimientos para vender caramelos y movilizar su silla. El encuentro es siempre amistoso y profundamente humano. Los ciegos empujan la silla y el disminuido físico los orienta a buen destino cuesta arriba o a las fondas del mercado. Como dijo José Pazo: “Yo soy su mirada y ellos son mis pies”. Sonrientes y felices nos permitieron una foto y una lección de solidaridad irrepetible.

Los ciegos de Sechura son un océano de anécdotas. Los sechuranos, que hablan en doble sentido fieles a su ironía y humor, refiere “Condorito” Mendoza me dicen: “Condorito dame el ojo una hora”. El ciego sonríe. Otras veces, al pasar por las esquinas los estudiantes palomillas al vernos con los bastones en movimiento para cruzar la calle nos dicen que somos brigadieres de colegio que nos vamos al desfile. No faltan los que me dicen: “Condorito que te crees Francisco Pizarro blandiendo su espada”. Un hecho que les duele -por lo injusto-es que los conductores de buses no los quieren llevar a Piura. “Una silla de ruedas es mucho bulto”. Otros creen que la ceguera es contagiosa y no nos quieren llevar.

Cuando les preguntamos ¿Cómo dos ciegos y sechuranos de pura cepa ven a su pueblo?. Me respondieron al unísono que la inversión está cambiando Sechura. Las camionetas pasan raudas por nuestras narices. Las calles son transitables, hay nuevas construcciones con losetas y cemento por todos lados. Hay más movimiento porque al fin se van a explotar los fosfatos. Hay más trabajo para la gente. La pesca está mal por las vedas largas pero Sechura está creciendo. Según indicaron: “La niñez y juventud tiene que prepararse porque trabajo hay, lo que pasa es que no están preparados, para que vamos a engañarnos. Tienen que estudiar en Senati o en la universidad y les van a dar empleo. Nosotros ya quisiéramos tener las vistas en buen estado para ir a trabajar a esas empresas. Ya andaríamos con casco y uniforme. Ojala nos pudieran dar un trabajito pues podemos operar centrales telefónicas o en rehabilitación física (masoterapia)”. “Nosotros “vemos” que el progreso llegó a Sechura.”

“Condorito” Mendoza, nos reveló el secreto de su asombrosa capacidad de “ver” el futuro. Según su teoría “Hay personas que teniendo ojos no ven las cosas. Ellos ven atraso, nunca progreso, todo lo miran mal, nada de lo que se hace les parece bueno. Parece que de churres les pusieron en la boca un lamedor de hiel y de veneno. Son los que desaniman. Ponen trancas para que los que quieren avanzar se caigan. Son ingratos. Son enemigos del progreso de los pueblos. Con esos ni a la misa”.

Los ciegos de Sechura, son buenos como el pan de la mañana, tienen a Dios en la punta de la lengua. En verdad, en Piura, existen “ciegos que no quieren ver” con nombre propio. Y a veces deslizan su indigencia de futuro en las páginas de los diarios. Alguna vez escuche de Eduardo Schaeffer una frase lapidaria para definirlos: “Son una especie detestable de criaturas a las que cuando les das la mano te la muerden o tienen la pervertida costumbre de escupir en la sopa caliente que les brindas”. ¿Los vieron?.

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