viernes, 31 de octubre de 2025

OSCAR AQUINO LOS ATRIBUTOS DE LA CREACIÓN

Oscar Aquino Ipanaqué un maestro de las formas y la creatividad.

Por: Miguel Godos Curay

Es un privilegio mayor aprender la técnica escultórica del maestro Oscar Aquino Ipanaqué en los talleres de arte de Instituto de Arte y Cultura de la Universidad Nacional de Piura. El maestro enseña con el ejemplo. Su trayectoria despierta y abre los ojos de los jóvenes creadores y los deslumbra. Siempre hemos pensado y pensamos que la universidad es el recinto de la inteligencia. De los que saben, de los que enseñan y los que aprenden. Aquino, con su proverbial sencillez, su nobleza de corazón es una viva demostración de lo que necesita el Perú sacudido por la violencia y la desolación.

Aquino, es una viva esperanza del Perú que crea con legítimo orgullo y nobleza. Lleva el arte en la sangre y en su viva inteligencia. No pierde el tiempo y su integridad de maestro y de artista es la mejor lección para sus discípulos. Las formas de las cortezas   de cedro amargo, palo santo, algarrobo y zapotes se transforman en sus manos creadoras. Sus creaciones tienen como apremio vocación de universalidad. No es casual que sus madres, chicheras, campesinos, santeros y bailarines de tonderos y marineras rezuman proyecciones de forma y belleza para transformar el paisaje de nuestros villorrios y pueblos. La proyección para lo grandioso la crea y recrea Oscar Aquino en cada una de sus piezas.

Oscar Aquino, a sus 67 tiene una trayectoria de reconocimientos impresionante: ocupó el primer lugar en el concurso nacional "Peruanos que suman" del diario El Comercio, compitiendo y superando a casi un centenar de destacados maestros de todo el país. Hace algunos días recibió la Medalla de Honor del Colegio de Profesores del Perú por su valiosa trayectoria como docente y escultor. Según la crítica -el maestro Oscar Aquino Ipanaqué- es el único piurano en recibir esta alta distinción. Aquino es considerado un genio piurano del bicentenario. Pese a haber recibido reconocimientos el maestro preserva su generosidad y sencillez con sus discípulos.

En una ocasión entrevistando a Oswaldo Guayasamín en el salón del Hotel Esmeralda, a propósito de la construcción de la Capilla del Hombre en Quito, me advirtió, que con tanto capital humano valioso preferimos con enfermo exotismo lo foráneo ajeno deleznable y abandonábamos la arcilla, la piedra y nuestras maderas que tienen vocación de eternidad. Necesitamos, predica Aquino, arte en las escuelas y en los pueblos destruidos por la deplorable ingeniería que destruye nuestras ciudades. La modernidad pasmosa destruye los paisajes naturales y los convierte en insoportables laberintos de hierro despojados de naturalidad.

Urge rescatar el arte que inspira la enseñanza diaria a los estudiantes. Hay que llenar las ciudades de esculturas y murales que hablan sin palabras mientras los gobiernos locales sucumben por el cemento que derriba árboles y desconecta a los pueblos de su paisaje natural. Visitar el taller del maestro en el jirón Arequipa de Catacaos es descubrir las manos del artista creador tallando la madera con gubias y martillos. La madera cobra vida y se transforma, su arte crea y recrea, su taller tiene las puertas abiertas a quienes deseen aprender fiel a su arraigo y tradición familiar.

En el taller como en el aula la escena se inunda de pasión por la belleza. Las manos y la inteligencia fluyen para dar vida a las formas y proporciones. Jubilado ya en la tarea docente su taller sigue siendo aula abierta en donde los inquietos churres de la cuadra lo contemplan trabajar. Es una forma de educar haciendo. Las acciones se abren paso a las palabras y a sus personales inquietudes en las trajinadas calles y callejones de Catacaos.

Oscar Aquino es un artista esencial. Pertenece a esa memorable legión de artistas de la estirpe de los alfares de Simbilá, los tejedores de esos sombreros de paja toquilla que salidos de esta bendita tierra eran comerciados en el mundo como Panamá-Hat, de esas sabias taberneras que elaboraron para el Inca la más sabrosa chicha de la que se tiene noticia en el norte del Perú. O de esos joyeros con sus primorosas dormilonas y zarcillos para el cofre de alguna princesa mora. Hace poco una legión de turistas que visitan Catacaos buscaban su taller o algún museo que muestre sus piezas. Muchas recorren el mundo en los cinco continentes por aquello que mientras trajinas el mundo eres imperceptible en tu casa.

Nos regocijamos con legítimo orgullo por los logros y conquistas del maestro. Hoy lo acoge con acierto la Universidad Nacional de Piura. El alma mater de la inteligencia piurana debe abrir sus puertas a este legado centenario que urge rescatar del olvido. La cerámica, los mates burilados, la escultura, la pintura y la santería son múltiples expresiones de la cultura popular que urge rescatar.  Aquino, es un ejemplo, un derroche de inteligencia y bonhomía. Los devotos del Cautivo de Ayabaca le agradecen las efigies que preservan con devoción. Este es el atributo más valioso de un artista popular el saber penetrar en los sentimientos del pueblo.

El maestro tiene la virtud de despertar en sus alumnos una curiosidad inagotable y amor por la belleza. Tarea complicada en el mundo de la enseñanza en donde se repite lo que se lee. El artista interpreta  y crea con las intensas profundidades de su insondable creatividad por eso entre sus discípulos afortunados hay buena madera que continuará con sus enseñanzas. Tiene Catacaos una vieja deuda con el maestro. Muchas veces por el prurito enfermo de la envidia te olvidan y te ocultan. Mientras el esplendor de la trayectoria brilla con luz propia. Así lo sentimos en las galerías capitalinas. No es casual que, en Lima, hayamos escuchado esta frase con mucho acierto: “Aquino es Catacaos y Catacaos es Aquino”.

Piura, noviembre de 2025.

 

 

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