domingo, 29 de diciembre de 2013



¿Y LA AGENDA CULTURAL DE PIURA?

Por: Miguel Godos Curay

¿Y el Centro Cultural Mario Vargas Llosa de Piura? Una promesa incumplida del gobierno regional
Este año que se escurre como agua entre los dedos resultó un globo desinflado en el territorio olvidado de la cultura y el deporte. La escasa actividad realizada fue más entusiasmo que iniciativa institucional. El Centro Cultural Vargas Llosa, en el local que ocupó la Dirección de Educación, es más ruido que nueces, El escritor tendrá que seguir esperando se haga realidad la promesa incumplida. Ese entusiasmo comedido para el discurso y la finta.

La Orquesta Sinfónica Municipal, sigue padeciendo con angustia la falta de recursos que le dan vida. La poca música que se expande no llega a los grandes públicos. Es un asunto transitorio y efímero. No hay en realidad un honesto rescate del repertorio musical piurano. Nos hemos detenido en un repetido, presumido programa de interpretación siempre lo mismo. El cultivo de la música no es eso. Es mucho más. Es siembra con riego por goteo, más cultivo y menos vanidad. Cuando los logros saltan a la vista son producto del esfuerzo promotor de largo aliento.

Sin duda, que la cultura, el arte, la promoción de la ciencia y la educación son el último renglón de la agenda. Nos mostramos exultantes porque llegaron a Piura los patrulleros inteligentes. Desconocemos si vienen con su ración de gasolina para estar operativos. Y si es que con reiteración se nos dirá: ¡No tenemos combustible! La represión del delito siempre tiene sus límites. Nunca se piensa que al delito se le estaciona  y se le combate atenuando las frustraciones de los poblados marginales.
Piura, es el centro de la ciudad para las gestiones del municipio y el gobierno regional. No aspiramos a que cada municipio tenga una orquesta de cámara o una sinfónica. Nos contentamos con una banda de músicos que lleve alegría a los sectores populares. No queremos canchitas sintéticas olorosas a jebe. Sino campos deportivos en los que chicos y grandes puedan realizar actividad deportiva comunitaria.

Cerrar las vías los domingos. No es lo mismo que promover días sin transporte contaminante en el que la población camina masivamente para reencontrarse con su ciudad y el paisaje. En la estación veraniega bien debe promoverse la natación y los deportes acuáticos. Lo que hacemos de ordinario es contar los ahogaditos en los balnearios y la represa Los Ejidos. En realidad la ciudad necesita más áreas verdes cuidadas por los vecinos. Los algarrobos oxigenan la ciudad y dan vitalidad al paisaje ahí en donde nos agrede el cemento.

Hay una Piura ritual y plazuelera  de izamientos del pabellón nacional. Pero hay otra arrinconada que hay que atraer a los parques y plazas para la sana recreación. Hay una Piura gastronómica, plena de sabores para toda la familia. Pero también hay otra Piura inexistente marginal y olvidada en la periferia. Para ellos no existe el Ministerio de Cultura. Para muchos es una placa con una oficina y no una oficina con placa. Los ambientes que concurren las familias son los molls, iniciativa privada. El espacio público está abandonado a su suerte, a la indiferencia burocrática. Al poco valor que se confiere a la comunidad y a la cultura. Ahí está la Biblioteca Municipal, institución promotora de cultura. Pero necesita mayores recursos para expandir sus actividades para todos los sectores de la población.
El deporte es una herramienta efectiva para el aprovechamiento del tiempo libre de los jóvenes. Esto significa que la promoción del deporte, fútbol, baloncesto, vóley arrastran a los jóvenes y a los vecinos. No hay nada que impida la promoción del tenis en los sectores urbanos marginales. Sucede que hay que romper la cabeza a los responsables de las decisiones políticas. El ciclismo es otro deporte que requiere el impulso de los gobiernos locales. Para ello se requiere asignación de recursos y decisiones. Mucho más fácil para muchos regidores es calentar la silla y contagiar la indiferencia.
No hay razón para que durante dos meses los locales escolares permanezcan cerrados. Cuando bien se podría emprender campañas promocionales del deporte. No hay nada que impida que aprovechemos mejor el tiempo libre. Si se puede hacer algo por los niños y jóvenes en vacaciones no hay tiempo que perder. La ciudad y sus habitantes estarán siempre bien agradecidos. ¡Palabra!

lunes, 23 de diciembre de 2013



NAVIDAD DEL RECUERDO Y EL CORAZÓN

Por: Miguel Godos Curay

La navidad comprometía a los pavos aderezados por las abuelas
Me encantan las historias de navidad porque en todas ellas hay una cucharadita de ternura. Mis abuelas no le daban pelota al panetón. Ellas preparaban el pastel de fuente amasado con harina cernida y mucho cariño. Del pavo se encargaba el abuelo. El rito empezaba en la víspera en la que le abrían el pico y le empujaban una botella de oporto  para emborracharlo y abrir las compuertas de la sensación de felicidad que despierta la ebriedad. Un pavo triste que padece el dolor de una muerte trágica no sirve para la noche buena. El pavo feliz tiene sabor y contagia de euforia a todos. La ciencia moderna dice que el pavo ebrio libera serotonina y oxitocina las hormonas de la felicidad y la confianza. De modo que la felicidad de pascua tiene su explicación.

Las viejas empezaban a machacar ajos, cominos, clavo y canela para el aliño aromático que se sentía por toda la casa. Cumplido el aliñado el pavo marchaba rumbo a la panadería del barrio donde se cocía divino y sabroso. Luego retornaba a casa y esperaba a la familia entera que concurría a la tradicional misa del gallo. Pavo sin misa es blasfemia.

Luego de la misa todos en el hogar se deseaban parabienes con lágrimas en los ojos. Se perdonaban viejas rencillas y todos los mataperros se sentían niños buenos. El nacimiento esperaba que la vieja tía Isabel trajera al niño. Se preparaban hectolitros de chicha de maní y chicha morada, mazamorra, empanadas y pasteles para todos. Las pastas fueron incorporadas poco a poco. Primero fueron los tamales verdes y amarillos de puerco.

Tras besarle los piececitos al niño todos concurrían a la mesa. Cada uno tenía su espacio y lugar. El abuelo José la presidía con solemnidad y empezaba la cena. También se repartía recados a los vecinos y allegados. Los regalos venían luego. Los abuelos nos hacían felices con trompos de zapote, maromeros, camiones de madera y pelotas de 32 paños de cuero aromadas a la almendra del tinte fresco. Las niñas tenían muñecas, ollitas, platitos de porcelana o barro cocido. La felicidad flotaba en el ambiente. En las calles candelillas y cohetecillos alegraban la fiesta. Todos abrían de par en par las puertas de sus casas.

El niño Jesús estuvo siempre presente. Aún recuerdo los gestos del Padre Eduardo Palacios, que al sonar la primera campanada de las doce de la noche buena, me invitó a una experiencia alucinante acompañarlo al campanario de San Francisco y sonar las campanas al revuelo de alegría por el nacimiento de Jesús. La soledad del campanario rota por la alegría recordaba en todos los hogares al rey de la humanidad. No me olvido de  este gesto del Padre Eduardo. Los corazones tristes se tronaban alegres con la llegada de la navidad. Las campanas resuenan en mi memoria.

Los mayores brindaban en la noche buena con licores para la ocasión. No faltaban los oportos y las damajuanas de vino comprado en los vapores italianos que recalaban por Paita. No faltaba el anís para asegurar una buena digestión. La noche se prolongaba hasta el otro día en un ambiente de familia. Pastores y comparsas recorrían los nacimientos a cambio de golosinas y chicha de maní.

Un nacimiento gigantesco era el de la Panadería Cruz, en el jirón Junín, ahí uno contemplaba caravanas de pastores. Una estrella de Belén imponente surcando el cielo. Aldeas enteras recreadas con imaginación y macetas de trigo y maíz. La fiesta era grande, lagos con espejos y patos. En la cueva san José, la virgen y el niño. Todo un espectáculo para exaltar la imaginación. Siempre nos hemos sentido felices recordando estas memorables escenas parece que mi mirada se estacionó en esta familia trabajadora que se daba tiempo para todo. Alegrarse amasando el pan. En esta noche buena una oración por todos. Por los ausentes y los presentes. Tengo el corazón repicando de alegría porque llegó la navidad.

sábado, 21 de diciembre de 2013


JUGUETES PARA LA ILUSION Y LOS SUEÑOS
Por: Miguel Godos Curay

Un deslumbrante entretenimiento infantil
Mi amigo secreto es poco aficionado a la lectura. El libro que eligió  para mí lo he leído por lo menos tres veces y ejemplares del mismo tengo tres. Uno me lo dio una amiga periodista, otro su autor y uno subrayado con la presunta identidad de los personajes edición pirata. En realidad se lee poco en navidad. Prima la vanidad presumida y el mal gusto. Otros sucumben a esa afición del que compra libros pero nunca los lee ni los acaba. Estos lectores abundan en el mundo académico. Son los amigos de las diez primeras páginas. El tedio y la modorra los ganan. Son contados los que concurren a las librerías en pos de buenos libros y leer.
Hace poco recomendé  a un colega amigo que regalara un libro a su hijo adolescente pero me miró estupefacto. Su hijo prefiere un celular de última generación en el que puede desarrollar destrezas con sus pulgares. Su cerebro no desarrolla con los síncopes que intercambia mañana, tarde y noche. Ni con las fotos que envía exaltando hasta límites extremos su vanidad. Es el juguete favorito, la pasión desenfrenada con la que construye su mundo interior.

Otro amigo me hablaba de la despierta inteligencia de su hijo dotado -según su decir- para el razonamiento lógico. Según su relato la memoria prodigiosa de su genio  memorizaba las claves de los exámenes de la academia. Me costó mucho explicarle que el memorista de respuestas, no razona. No tiene la misma habilidad, por ejemplo, de un estudiante usando el sorobán, el ábaco japonés y después de ejercitarse se disciplina en el cálculo matemático. La comprensión lectora y el razonamiento lógico matemático. Son habilidades  que se aprenden y se desarrollan para toda la vida. No son una medida de referencia. Son los códigos imprescindibles para la vida.
Quien comprende lo que lee abre los cauces a los procesos del pensamiento. Sabe comunicarse y relacionarse con otros. El que falla en comprensión lectora tiene presencia física pero su entendimiento está en la nube. Esta es la tragedia de nuestros estudiantes. Los que naufragan en razonamiento lógico matemático, no tienen noción del número y no dominan las elementales operaciones aritméticas. No relacionan magnitudes. Están perdidos en la administración del dinero y se confunden  cuando relacionan longitudes con precios. Tienen también serias dificultades para iniciarse en el ajedrez, la administración del tiempo y el establecimiento de horarios para el estudio, el trabajo y el reposo. Finalmente su vida se convierte en  un caos.

Estos estudiantes son nutridos con el pánico emocional a la lectura y las matemáticas en su propio hogar. Uno de los mitos persistentes es el de pensar que el  leer mucho aloca a  las personas y que las matemáticas provocan patologías severas que deben ser tratadas con agua de manzana y tónicos. Poco es el afecto que se tiene también por el aprendizaje artístico. La pintura, la música, la danza y el teatro contribuyen al desenvolvimiento y expansión de las capacidades de los niños sin embargo, no son valoradas  como tales. Aunque muchos estudiantes confiesan que vencieron la timidez y se tornaron más díscolos con los talleres de arte poca importancia se les concede.
Tampoco se busca en navidad, con contadas excepciones, el contacto con la naturaleza. Pocos compran prismáticos para que sus hijos desarrollen la observación de aves. Ni adquieren una cuchilla suiza que permite enfrentar contingencias en el campo, un microscopio, una caña de pescar o una máscara de buceo. Todas estas herramientas que agudizan el sentido de la observación natural. Están vedadas como posibilidad y para ello sobran los falsos argumentos.

Una cámara fotográfica con la que se podría estimular a un reportero aficionado es toda una revolución para un joven inquieto y con ganas de salir a descubrir el mundo. Lo que prima es la inmovilidad burguesa, la ojeriza con el deporte y los temores que van de mano con la inseguridad y la domesticación de la conciencia. Un trompo de zapote inspirado en la rotación del eje terrestre,  un maromero que nos distrae nos recuerda que los mejores juguetes son los que abren nuestra mente al mundo inagotable de la ilusión y de los sueños.

martes, 26 de noviembre de 2013


UN REENCUENTRO CON MANUELITA
Por: Miguel Godos Curay

Manuela Sáenz es un ícono de la libertad de América
Anoche estuve en Paita convocado por el congresista Manuel Dammert y esa invicta lealtad  y devoción a Manuelita Sáenz. Ayer se conmemoraron 157 años de su muerte un 23 de noviembre de 1856. Según el testimonio del general Antonio de la Guerra, su amigo, murió a las 6.00 de angina de pecho. Se la llevó el abominable mal de la garganta, según de la Guerra, su desgracia mayor fue haberla puesto en manos de la ciencia pues las comadres de la Sáenz con hierbas lograron batirse codo a codo con la peste. Días antes habían corrido igual destino sus criadas. Doña Manuelita en este doloroso trance fue amortajada y velada por sus comadres. La Tadea Orejuela, las Benites  que le tenían gran estima y fue sepultada en el viejo cementerio de San Pedro frente al mar de Paita.

Manuelita fue expulsada del Ecuador por Vicente Rocafuerte en 1834 y esta  mujer que en otro momento de su vida estremeció los salones con su audacia y confesó su amor a Bolívar a los cuatro vientos y sin recato en la etapa más dura del ostracismo, marchó a  la soledad de Paita. Ahí en el exilio se confundió con otros expatriados. Doña Manuelita no gozaba de mayor fortuna así los reveló en su declaración de pobreza de 1847. El mayor tesoro lo preservaba en su memoria, así lo confesó a Florencio Oleary desde Paita dando pormenores de la nefanda noche del 28 de septiembre de 1828 en que se pretendió asesinar al Libertador Bolívar en el Palacio de San Carlos en Bogotá.

Entonces Manuelita despertó e hizo vestir a Bolívar el que huyó por una de las ventanas mientras Manuela desnuda espada en mano se enfrentaba a los conspiradores. La treta dio resultado y Bolívar a buen recaudo salvó su vida. Los asesinos desconcertados sólo encontraron la cama caliente en la que descansaba el Libertador. Entonces repuestos los ánimos y en inmortal gesto de gratitud Bolívar le confesó a Manuela. “Tú eres la Libertadora del Libertador”.

Y así marchó sin fatiga por los andes, cabalgando como centauro y convertida en una hembra de armas tomar. Le iban el aroma de la lavanda y el vaho flamígero de la pólvora. Usaba pantalones de paño y blandía su espada con destreza, contestaba cartas y con intuición femenina advertía las felonías al Libertador. Tenía el rostro aperlado y la dentadura perfecta con una cabellera intensamente negra que parecía siempre húmeda. Manuelita era bella y los raptos de celos la convertían en gata rabiosa que con sus garras trazaba mapas ignotos de furia sobre el rostro del inmortal Simón.

Una mujer de armas tomar como Manuelita es cosa seria. Ella prefería hablar de política que de los últimos alaridos de la moda. Podría mostrar con desenfado sus enaguas y ropa interior para dar cuenta del primor del tejido y recitar de memoria a algún autor latino. Entendía perfectamente el inglés y el francés. Durante el exilio en Paita auxiliaba en las tareas de traducción, del inglés al español, al cónsul de los Estados Unidos Alexander Ruden. Fue en esas circunstancias que como tripulante de ballenero recaló por  Paita Herman Melville el autor de Moby Dick. Manuela tradujo al español sus testimoniales y declaraciones.

Ricardo Palma, que la visitó en Paita, recuerda, tenía la majestad de una reina sobre su trono. Garibaldi que la frecuentó lloraba a moco tendido evocando el cancionero del mar y de la pena. Manuelita en su conversación guardaba con siete llaves los secretos y los sentimientos más profundos de su corazón. Tenía un parvulario  y rodeada de churres les instruía y les enseñaba a leer mientras en un pequeño brasero fabricaba dulces de azúcar, clavo y canela. Numerosos perros con nombres de los generales de la independencia le rodeaban y tibiaban en el crudo invierno sus extremidades inmovilizadas por el reuma y la parálisis.

¿Creen ustedes que una mujer de la estatura de la Sáenz iba a estar en Paita cruzada de brazos?. No, de ninguna manera. Se dedicaba al espionaje político y con el seudónimo de María de los Ángeles  Calderón daba cuenta pormenorizada de los movimientos de sus adversarios a su compadre el general Juan José Flores en Quito. Manuela construyó la unidad del Ecuador desde Paita. También se daba tiempo para leer todos los impresos plagados de intrigas y denuestos. La incansable Manuela se daba tiempo con su talante insobornable para responder sin miramientos. Habiendo administrado el archivo del Libertador. Por boca de Bolívar, lo sabía y lo conocía todo. Por ello muchos la odiaban y la temían. Neruda le llamó Julieta huracanada. Una mujer que tiene como amante una espada habita con la inmortalidad.

sábado, 16 de noviembre de 2013


ENREDADOS EN LA TERRIBLE ENREDADERA

Por: Miguel Godos Curay
Enredados en la red. El nuevo dilema existencial.
Internet se ha convertido en el sistema nervioso de la sociedad contemporánea. Las redes son como las conexiones sinápticas que conectan a las comunidades humanas. Unos intercambian conocimientos y experiencias. Otros se desnudan sin recato mostrando todas sus pobrezas. Otros han encontrado un confesionario para su soledad. Otros como las niñas bobas no se cansan de exhibir su rostro ingenuo. Hay quienes juegan con la iconografía piadosa y la fe. Se inventan cadenas interminables y portentosas. Dios está en la red. Sonríe Dios te ama. Otros saludan al otro extremo de la red a sus ausentes a la espera de una respuesta que demora. Otros se sientan a esperar de tarde en tarde como frente al espejito de la bruja del cuento de hadas.

Internet tiene una potencia educativa enorme. Usarlo como descartable lo pervierte y lo convierte en empaque de la estulticia. Algunos han encontrado la posibilidad de mostrar el color de sus emociones y de sus coloridos instintos. Quienes se exhiben como la bailarina del tubo lo hacen para satisfacer su egolatría. Ignoran que han pelado el choclo de su inmadurez. Han profanado su intimidad  para abrir las puertas de la privacidad natural. Han rebanado las telas de su intimidad por un efervescente afán de popularidad.
Hay los que se deleitan con la procacidad, el tremendismo de la vulgaridad, la grosería, el defecto humano, la mala leche, la inconducta, el regusto por la asquerosidad y la inmundicia humana. Los políticos tienen una ventana persuasiva y barata para la demagogia, la sonrisita de las hienas. El maquillaje perfecto para las garras. La decoración de torta para los latrocinios. El barquichuelo de papel para las promesas incumplidas. El ventilador de mierda contra los opositores y enemigos. El cucurucho empalagoso para los adeptos. Así estamos alelados como apóstoles de la última cena.

La hembrita fea y con depilados bigotes hormonales mejora la fachada. El fotoshop hace milagros. Convierte en cándidas monalisas a las jetonas. Colorea los ojos y los alinea con una sospechosa perfección. Los intercambios de afectos virtuales no dejan de ser el ritual del autoengaño. Es el trueque apache entre lo que yo quiero ser con lo que tú aún no eres. Internet ha matado la clientela a los cirujanos plásticos. Las fotos virtuales son mucho más eficientes. Son como el bombom chileno. Tienen color atractivo y olor pero son golosamente incomibles. Los galanes de  la red son como el anuncio de kolynos. Pura sonrisa, no muestran los defectos de fábrica. Ocultan las orejas del conejo interior y las desvencijadas quijadas de la vejez prematura.
Las viejas revejidas pero con pretensiones seductoras repiten en coro: ¡Somos bellas seámoslo siempre! Por eso recurren a la metamorfosis de la rana, al tinte, a la masilla facial que convierte en pistas nuevas los tramos arrugados de la humanidad. Igual sucede con la musculatura descolgada ahí en donde resulta indetenible la ley de la gravedad. Los panqueques de la vanidad surten efecto y reparten carne ahí donde no la hay. Estos monumentos reverentes son producto de la red. En realidad el provocador chicharrón de carne que le ofertan podría ser la abuelita de caperucita roja. El jamón del país del que se considera afortunado no es más que un amasijo de huesos. Y la dulce sonrisa que le tienta carnalmente podría pertenecer a la desdentada abuelita que le detiene al pasar la calle.

Los galanes de internet son venenosos. La red bien podría ser el disfraz de las incongruencias podría tratarse de colectivos pervertidos del grupo somos muchos pero no somos machos. O también de Dulcineas que han decidido jugar por el otro equipo. Estos habitantes de la red son muy peligrosos. Confunden, engañan y seducen a los más indefensos. Las bestias pardas se colocan caretas con rostros de dulzura para engañar a los niños empujados a la red por la soledad de su hogar. Otras veces adolescentes inseguros y con voluntad endeble acatan los mandatos del tú invisible de la red. Penetran en los hogares como gusanos terribles e infectan la conciencia de los jóvenes.  Bueno es culantro pero no tanto. Niños y adultos han encontrado en la red un refugio para su fractura familiar. Una amistosa válvula aparente para su soledad interior. Hay quienes antes del aseo diario se pegan un baño de red. Así transcurren sus días, navegando y naufragando sobre tonterías. La red tiene una enorme potencia evasiva  y compulsiva. Ahí puedes encontrar una fórmula de asesinar a mamá sin dejar huella. ¿Se dieron cuenta?

sábado, 9 de noviembre de 2013


¿SON LOS PIURANOS SALADOS?
Por: Miguel Godos Curay

¿Son los piuranos salados? Por qué se regodea con nosotros el infortunio
Los piuranos somos salados con las autoridades que elegimos. Nos persigue el infortunio, el desacierto, la cojudez, el facilismo, la tolerancia inaudita, el fracaso, la anomia y la miseria en todos sus extremos. Nos hemos convertido, por nuestra incapacidad de ejercitar ciudadanía activa, en eternos candidatos para el premio consuelo. La sal nos persigue en el territorio de las decisiones políticas y en el deporte. Somos buenos para nada. Lo mejor de nosotros es lo peor en otros escenarios en donde la incompetencia no es admitida. Para algunos, estamos hasta las rehuevas que es el extremo del no estar bien. Eso me dijeron los comerciantes del Mercado Central.
Y en el escenario académico también nos acompaña ese autoengaño complaciente. Los inteligentes en los exámenes de ingreso a las universidades en su esencia no lo son. Los claveteros no razonan, son memoristas de claves de respuestas en balotarios repetidos hasta la saciedad. No piensan, marcan respuestas como robots. No se prueba la capacidad de razonamiento lógico. Se memorizan respuestas sin razonamiento previo. Cara a cara con las matemáticas puras son molleras tapadas. Cántaros vacíos. Mucho ruido y pocas nueces. Así nos contemplamos en el espejo de nuestra desnudez.

¿Qué hacer? Confucio recomendaba la justa designación de las cosas. Llamar a las cosas por su nombre. Evitar los eufemismos. Huir del disfraz de la irrealidad que nos confunde y nos engaña con la apariencia de vivir  en el mejor de los mundos cuando estamos en la solera. En el territorio ético desembocamos en el relativismo, una especie de vida en la cuerda floja que convierte nuestra axiología en un referente de jebe que se estira y se acomoda como preservativo. Así se puede afirmar que algunos alcaldes roban pero hacen obras. Otros dilapidan recursos públicos porque nadie los vigila y les pide cuentas. También hay los que disfrutan del decir ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón. El correlato es una renuncia al ejercicio de la ciudadanía clamoroso y preocupante.
La ética es preceptiva. Es la arquitectura normativa del desempeño honesto. Cuando falla la ética en una sociedad, el vacío lo ocupa la viveza, el autoritarismo del más fuerte, el capricho en apariencia inocuo del contumaz, la falacia farisea del diablo predicador. El bien común se deforma para dar paso a un mal entendido bien personal del que usa el poder para la repartija, el amiguismo, la complicidad mafiosa. Finalmente los presupuestos públicos se pulverizan  por birlibirloque y las mañas de Alibabá y los cuarenta inescrupulosos responsables de nuestra descarnada realidad.

Otro es el territorio de la moralidad, el consenso de las buenas costumbres socialmente aceptadas. Vivimos una especie de anemia moral, tenemos cada vez menos glóbulos rojos de decencia, dignidad y decoro. Y a contrapelo hemos infectado  el territorio de las grandes decisiones con la inmoralidad de quienes les importa un  bledo el señalamiento público. Y transgreden la moral a su regalado gusto. Inmorales hay por todos lados. En los colegios profesionales y con nombre propio, en la escuela, en el municipio, en los gremios,  en instituciones en apariencia serias como la seguridad social, el foro, la propia policía y la universidad.
Es inmoral el burócrata que crea dificultades para vender facilidades en su provecho, el alumno que copia en el examen, el profesor que sustrae de internet un documento ajeno y lo convierte sin miramientos en producto propio, el mercader que hurta doscientos gramos por kilo en el mercado, el sinverguenza del moll que oculta el libro de reclamos, el diablo predicador que señala las faltas ajenas y maquilla las propias. El que firma asistencia pero practica la fuga de tondero, el que marca horas extras para condecorar su ociosidad, el que se lleva compulsivamente lo que encuentra mal puesto. Aquí la inmoralidad se enquista y crece como un cáncer que consume las energías morales de la sociedad

El profesor que improvisa porque no preparó clase. El conductor que se pasa el semáforo en rojo porque se considera aviesamente violador de la ley. El que urde farsas en las competencias. El que acepta lo inaceptable. El que promete y no cumple. El perjuro siete suelas. El periodista coimero que disfruta sin recato su mordida sin que le remuerda la conciencia porque no la tiene. El vendedor de sebo de culebra. El médico que convierte sin escrúpulos a su paciente en cliente y le esquilma los bolsillos. El saca vueltas. El cementerio ecológico. El panetón con bromato y el pavo engordado con jeringa.
La amoralidad es una especie de disemia axiológica. El amoral no se percata de su entorno y contorno como escenario social. No conoce la moral o pretende desconocerla. Su modo de  solución de urgencias es la invasión o la apropiación ilícita. Tiene derechos pero nunca deberes. Quiere servicios públicos pero nunca los paga. Según su estrecho entender para todos amanece Dios pero él madruga a todos. Es aquel que en el chocolate navideño reemplaza la leche por agua. Es aquel al que das de comer pero se lleva la cuchara. En otras ocasiones muerde la mano. El poeta Juan Luis Velásquez decía: Piura, que soledad sin soledad siquiera… que trincheras tan altas sin altura.

jueves, 31 de octubre de 2013



LA HERMANA MUERTE EN LA OTRA ESQUINA
Por: Miguel Godos Curay

Los piuranos concurren masivamente a los cementerios a venerar a sus difuntos
A los piuranos nos causa profunda conmoción la muerte. Desde tiempos inmemoriales las tumbas provocaron respeto y veneración. Las huacas de los gentiles son lugares de recogimiento, temor y adoración. Cuando se profanaron las necrópolis de Vicús se hablaba de males indecibles y maldiciones para los huaqueros. Durante días y noches  antiguos cementerios fueron reducidos a polvo y el oro cernido fundido y  convertido en lingotes. Para los vecinos de los villorrios aledaños el antimonio, el veneno de las huacas, surtiría efectos y los encantos acabarían con esas fortunas dilapidadas por el infortunio.

El piurano mantiene una profunda devoción a sus muertos. Hay los que veneran una tibia o una canilla de muerto a la que velan y rezan por la salvación de su alma. Las penas, el trajinar de animas por casonas, es algo común en Piura. Todas las viejas casonas y algunas nuevas tienen sus aparecidos en formas indescriptibles e imaginables. Los choferes hablan de la jovencita que al filo de la carretera pide  que la aproximen a su destino. Nadie le ha podido contemplar el rostro porque aparece y desaparece. Es una alma en pena.

Cada cementerio tiene  su historia, sus personajes  y sus apariciones. El san Teodoro guarda los restos de don Teodoro de los Santos Fernández y Paredes. Muerto joven y al que sus acongojados padres le consagraron el camposanto más antiguo que tiene Piura. Del San Teodoro dicen que algunas almas  de párvulos juegan con los felinos que lo habitan durante las noches de luna. Otras ocasiones personajes vaporosos recorren el camposanto.

Las velaciones están dedicadas a los difuntos. Aquellos que habitan en el más allá. En Sullana, se ha convertido en una práctica extendida colocar en la boca del nicho la “chapa” o el apodo del muerto. Hay difuntos con apodos curiosos como “Borradito”, “Pajarito”, “Polverita”, “Papayita”, “Mama Yeya” este es un recado cariñoso a los muertos. Junto a la oración no falta la interpretación de boleros, rancheras, tonderos y marineras para alegrar a los difuntos. Una de las interpretaciones más populares es “Amor eterno” de Juan Gabriel cantada  con sentimiento y corazón. Otros prefieren el tondero “La Perla del Chira” con acompañamiento de cajón. También se reza el rosario y se repiten jaculatorias sentidas como la que dice: “Virgen del Monte Carmelo conduce su alma al cielo”.

Las tradicionales lápidas de mármol han sido remplazadas por el porcelanato chino con la efigie del difunto. Las velas por los focos. Sin embargo la vieja tradición se mantiene en pie. Hoy todos los piuranos concurrirán a los cementerios. En Paita, antiguamente se acostumbraba a disfrutar de un picante de pescado frente a la tumba. Y durante  la noche la velación conforme a la añeja tradición tan viva. En Catacaos, las celdas del cementerio totalmente iluminadas son un espectáculo impresionante. En Sechura, todas las familias amanecen en los camposantos. Los que están lejos de sus hogares concurren a la Cruz mayor  y ahí evocan a sus seres queridos.

Los piuranos no le temen a la muerte. Sucede que hay que dejar todo en orden para partir  sin contratiempos. En nicho o bajo tierra. En muchos casos es preferible bien acompañado que sólo con la desolación de una tumba fría. Como reflexionaba Aranguren existen hasta cinco formas de morir. La muerte eludida, es aquella de la que nadie habla pero nos coloca cara a cara con  la fugacidad de la vida y los placeres. Muerte apropiada es la que nosotros aceptamos como parte constitutiva de nuestra vida. Dice el filósofo siempre somos lo que todavía no somos.

Existe la muerte absurda e inesperada la que nos sorprende a la vuelta de la esquina y nos estremece  porque nos arranca lo que más nos complace y gusta. También existe la muerte negada la que nos asalta como sentimiento morboso en medio de la felicidad. Frente a ella se agota la vanidad de todas las empresas humanas. Es una desnudez sobre la opulencia, los caprichos y los títulos acumulados con los que se extingue la existencia. A la muerte le llegan al rabo las cuentas corrientes, las fortunas  y el oro. Igual te vas con el inventario de tus pecados entre las piernas. La muerte buscada es aquella  a la que Francisco el pobrecito de Asís le llamó hermana. Finalmente estamos solos entre el absurdo total y el misterio, entre la nada absoluta y la presencia de Dios. San Pablo dijo: ninguno muere para sí mismo, morimos para el Señor.