sábado, 21 de diciembre de 2013


JUGUETES PARA LA ILUSION Y LOS SUEÑOS
Por: Miguel Godos Curay

Un deslumbrante entretenimiento infantil
Mi amigo secreto es poco aficionado a la lectura. El libro que eligió  para mí lo he leído por lo menos tres veces y ejemplares del mismo tengo tres. Uno me lo dio una amiga periodista, otro su autor y uno subrayado con la presunta identidad de los personajes edición pirata. En realidad se lee poco en navidad. Prima la vanidad presumida y el mal gusto. Otros sucumben a esa afición del que compra libros pero nunca los lee ni los acaba. Estos lectores abundan en el mundo académico. Son los amigos de las diez primeras páginas. El tedio y la modorra los ganan. Son contados los que concurren a las librerías en pos de buenos libros y leer.
Hace poco recomendé  a un colega amigo que regalara un libro a su hijo adolescente pero me miró estupefacto. Su hijo prefiere un celular de última generación en el que puede desarrollar destrezas con sus pulgares. Su cerebro no desarrolla con los síncopes que intercambia mañana, tarde y noche. Ni con las fotos que envía exaltando hasta límites extremos su vanidad. Es el juguete favorito, la pasión desenfrenada con la que construye su mundo interior.

Otro amigo me hablaba de la despierta inteligencia de su hijo dotado -según su decir- para el razonamiento lógico. Según su relato la memoria prodigiosa de su genio  memorizaba las claves de los exámenes de la academia. Me costó mucho explicarle que el memorista de respuestas, no razona. No tiene la misma habilidad, por ejemplo, de un estudiante usando el sorobán, el ábaco japonés y después de ejercitarse se disciplina en el cálculo matemático. La comprensión lectora y el razonamiento lógico matemático. Son habilidades  que se aprenden y se desarrollan para toda la vida. No son una medida de referencia. Son los códigos imprescindibles para la vida.
Quien comprende lo que lee abre los cauces a los procesos del pensamiento. Sabe comunicarse y relacionarse con otros. El que falla en comprensión lectora tiene presencia física pero su entendimiento está en la nube. Esta es la tragedia de nuestros estudiantes. Los que naufragan en razonamiento lógico matemático, no tienen noción del número y no dominan las elementales operaciones aritméticas. No relacionan magnitudes. Están perdidos en la administración del dinero y se confunden  cuando relacionan longitudes con precios. Tienen también serias dificultades para iniciarse en el ajedrez, la administración del tiempo y el establecimiento de horarios para el estudio, el trabajo y el reposo. Finalmente su vida se convierte en  un caos.

Estos estudiantes son nutridos con el pánico emocional a la lectura y las matemáticas en su propio hogar. Uno de los mitos persistentes es el de pensar que el  leer mucho aloca a  las personas y que las matemáticas provocan patologías severas que deben ser tratadas con agua de manzana y tónicos. Poco es el afecto que se tiene también por el aprendizaje artístico. La pintura, la música, la danza y el teatro contribuyen al desenvolvimiento y expansión de las capacidades de los niños sin embargo, no son valoradas  como tales. Aunque muchos estudiantes confiesan que vencieron la timidez y se tornaron más díscolos con los talleres de arte poca importancia se les concede.
Tampoco se busca en navidad, con contadas excepciones, el contacto con la naturaleza. Pocos compran prismáticos para que sus hijos desarrollen la observación de aves. Ni adquieren una cuchilla suiza que permite enfrentar contingencias en el campo, un microscopio, una caña de pescar o una máscara de buceo. Todas estas herramientas que agudizan el sentido de la observación natural. Están vedadas como posibilidad y para ello sobran los falsos argumentos.

Una cámara fotográfica con la que se podría estimular a un reportero aficionado es toda una revolución para un joven inquieto y con ganas de salir a descubrir el mundo. Lo que prima es la inmovilidad burguesa, la ojeriza con el deporte y los temores que van de mano con la inseguridad y la domesticación de la conciencia. Un trompo de zapote inspirado en la rotación del eje terrestre,  un maromero que nos distrae nos recuerda que los mejores juguetes son los que abren nuestra mente al mundo inagotable de la ilusión y de los sueños.

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