sábado, 23 de junio de 2012

PIURA: 500 AÑOS DESPUES



Por: Miguel Godos Curay

San Miguel Tangarará, cumplirá el 2030 quinientos años de
fundada
El 2032 la ciudad de San Miguel de Tangarará cumplirá medio milenio. Quinientos años de existencia no son poca cosa. El plan de desarrollo urbano de la Municipalidad de Piura al 2030 tiene una pata coja. Necesita ser consensuado, apropiado y aplicado al crecimiento de la ciudad. El horizonte 2032 es un hito esclarecido porque se ancla en la identidad de una ciudad, la primera fundada por españoles en el Pacífico Sur. Un plan al 2032 se conecta con el origen desconocido por los técnicos. El horizonte milenario nos recuerda que los piuranos tenemos un enorme capital simbólico que no podemos desdeñar. El tener la capacidad de construir una imagen territorial susceptible de ser proyectada en el espacio y en el tiempo no es poca cosa en una Piura en donde quedan pocas huellas visibles de su pasado. Y en donde la arremetida del capital trastorna la tranquila vida de los habitantes de la ciudad.

No queda nada de la Piura rural, agreste con su mirada puesta en el río. Los piajenos y las cabritas desaparecieron del paisaje advierte Vargas Llosa. La expansión urbana se traga los ayer espacios verdes de las haciendas y da pie a la voracidad inmobiliaria y especulativa. Poco a poco devoramos las huertas en donde ayer su cultivaban los camotes y verduras. Los asentamientos humanos extienden esa mala práctica de los traficantes de tierras y el crecimiento explosivo de urbe hacinada y con mala calidad de vida. En este escenario las inversiones en servicios básicos imprescindibles son cuantiosas. El populismo y el clientelismo político pueden consumirse presupuestos municipales sin llegar finalmente a resolver las crecientes necesidades del crecimiento inorgánico horizontal.

Piura sigue creciendo a un ritmo vertiginoso y seguirá creciendo cuando los impactos del proyecto Olmos conviertan a Chiclayo en una urbe hacinada por la migración y afectada por la inseguridad que acompaña los períodos de bonanza económica. Entonces los que busquen universidades y espacios tranquilos para vivir dignamente vendrán a Piura. Piura tiene futuro si se planifica y se interpretan con lucidez las dinámicas de su economía. Piura tiene que crecer verticalmente. No podemos darnos el lujo de destruir el poco suelo habitable que tenemos a los alrededores y movernos a las expensas de los especuladores. Piura necesita orden, control urbano y preservación de su río y las escasas fuentes de agua que tiene.

Actualmente las pérdidas del agua potable producida son cuantiosas. El 60% del agua potable que se produce no se logra facturar y es una pérdida cuantiosa. La recuperación de pozos salinizados es muy onerosa y no se cubre con lo que pagan los usuarios. El simple incremento del 25% del costo de la tarifa a los usuarios que tienen tanques de almacenamiento permitiría disponer de un fondo para la recuperación de aguas grises y aplicarlas al riego de áreas verdes. El agua potable que se usa en los lavatorios y en las duchas se mezcla con el agua de alcantarilla y el desperdicio es realmente impresionante. Mucha de esta agua “gris” podría convertir a Piura en una ciudad verde y con extensos jardines. Ahora no todo se arroja inmisericordemente.

Otra preocupación sensible en Piura son los cables aéreos de la empresa eléctrica que trastornan el paisaje y nos convierten en una gran aldea en donde se destrozan los árboles para dar paso a los cables de alta tensión. La tendencia actual en el mundo son los cables subterráneos que permiten que el espacio urbano luzca mejor y en armonía con el ambiente. La energía es importante y necesaria pero al respeto a la persona humana está por encima de estos ímpetus de progreso. Ya es hora que Piura se vea mejor. El culto a los postes de alta tensión tiene que dar paso a un necesario respeto de los espacios urbanos y hacerlos propicios para la vida.

Piura tiene futuro. Pero este futuro exige un municipio vigoroso que exija el cumplimiento del orden necesario para que la ciudad sea propicia para la vida. En donde el control urbano se ejercite con sanciones efectivas para quienes hacen a su antojo lo que quieren con el espacio urbano. Piura sufre una crisis profunda de identidad de los vecinos que no respetan a su ciudad. La identidad es producto de la buena educación y el civismo. El respeto al espacio en el que se vive bien. La agresión a la ciudad finalmente atropella el bien común. Convierte a las áreas verdes en bocado apetecible de los traficantes de tierras y negociantes que sólo buscan maximizar sus ingresos a precio del hacinamiento, el abuso y el negociado salvaje.

Los piuranos queremos una ciudad digna, limpia, hermosa no para los grandes negocios comerciales sino para los piuranos. Y los piuranos somos todos usted, yo y ellos. Todos necesitamos un escenario apacible para nuestra vida, deseos y sueños. Una ciudad sin rejas y exclusiones en la que podamos plantar árboles tan gratos como los algarrobos y en donde el ruido y la intranquilidad no acaben con nuestra cortesía y amabilidad. Lamentablemente muchas veces las autoridades que elegimos pretenden por el pervertido afán de modernidad vender la tranquilidad de la ciudad con un inoportuno y torpemente vehemente afán de votos. No es así. Piura siempre Piura para los piuranos.

sábado, 16 de junio de 2012

José y el niño Jesús
IMÁGENES DE PAPA

Por: Miguel Godos Curay

Invocan los católicos a San José “nuestro padre y señor”. José fue el padre putativo de Jesús y según consta en la historia sagrada fue un señor de luenga barba y manos encallecidas. La docilidad de José no anidó nunca la desconfianza. Su fidelidad a María fue extraordinariamente ejemplar. Educó al niño Jesús para el trabajo en su taller de carpintero. José fue un hombre casto. Un ejemplo proverbial de pureza. Yo lo recuerdo en uno de los altares laterales de la antigua Iglesia de la Merced con un lirio blanco en la mano y sus ojos vidriosos. Un padre es un héroe con nombre propio para sus hijos. Miguel Grau peregrinó hasta Valparaíso para recoger los despojos de su padre don Juan Manuel Grau Berrio. Juan Manuel Grau, un siete oficios impenitente, llenó los callejones de Piura con aventuras que quedaron registradas en la numerosa prole en los cuatro extremos de la ciudad. Lo que no fue motivo para que sus hijos dejaran de venerarlo.

Padre llamaban los estudiantes a don Jesús Santos García el inolvidable cura filatelista y profesor de religión en el Colegio San Miguel en la narrativa inolvidable de Mario Vargas Llosa. La jaculatoria milagrosa para aprobar el curso de religión decía: “Jesús, José y María que viva el padre García”. Y problema resuelto. Cura memorable fue don Lucio Marcaaide, muerto de infarto celebrando misa en la iglesia matriz de Paita. De él me legaron algunos libros de filosofía en donde encontré algunas anotaciones en menuda caligrafía. Padre también le llaman al doctor Eduardo Palacios Morey los feligreses de Talara. También a Jorge Dedios Morán párroco de Las Lomas.

Tengo en mi memoria la presencia fugaz de mis abuelos José de la Rosa Godos y Miguel Curay. Mi abuelo José se santiguaba a las doce del día y seis de la tarde religiosamente y donde estuviese. Entonces se detenía y se sacaba el sombre de paño gris. En navidad y año nuevo se remangaba sus camisas largas para amasar con arte la masa del pastel de fuente conforme a una fórmula transmitida de boca a oreja por su padre. Mi abuelo Miguel partió poco antes de que yo naciera. Pero la foto que se conserva en su lápida recuerda que fue un hombre dedicado al comercio y a afortunadas andanzas.

Junto a ellos recuerdo a muchos papás. A don Félix Flores, un fotógrafo que con admirable lealtad dedicó su vida a su familia y a cumplir con la palabra de Dios. A don Darío Miranda un peluquero amable que siempre nos maravilló por su sentido del orden para los turnos y su conversación sobre los acontecimientos cotidianos. A don Moisés Farfán un pulcro maestro de capilla con voz sonora que para calentar en los momentos previos de los solemnes oficios religiosos interpretaba fragmentos de los clásicos. Hay en todos ellos una devoción por el trabajo como herramienta digna para el progreso humano. Aquí está la impronta del trabajo bien hecho.

Engelberto Ramírez era un pintor virtuoso que para resolver sus urgencias económicas pintaba noche y día rodeado de sus discípulos. Entonces los lienzos se llenaban de rostros iluminados con espátulas y pinceles. Todo lo que quería o necesitaba lo conseguía con sus cuadros y para ello derrochaba energía. Se marchó cuando mucho se esperaba de él. Sus hijos prosiguen con su entusiasta tarea creadora. Otro artista apasionado es Oscar Aquino, artista sencillo, bueno como el pan. Oscar abre los ojos de sus alumnos del Colegio San Miguel al arte, la belleza y la creatividad y pese a las dificultades y a la adversidad su desinteresado servicio por el arte no tiene límites.

Luis Córdova Rumiche es el papá de “Piajeno”. Lucho crea con su calenturienta imaginación y habla por la boca de su hijo de lo que diariamente acontece en Piura. Piajeno tiene la rara virtud piurana de decir mucho con pocas palabras. Mientras unos despulgan sus desazones con rabia y pesimismo. Piajeno lo hace con fino humor. Su eficacia comunicativa es arrolladora en Piura.

Don Félix Montúfar, fue un maestro de prédica y firmeza invariable. En Paita dejó huella. Mi padre fue un hombre de trabajo que dejó un impecable ejemplo. Su gran preocupación fue la educación de sus hijos. Una de sus advertencias repetía que si uno no se educa se vuelve un carcamán, una persona de muchas pretensiones y poco mérito. En otras ocasiones mostraba su repugnancia por los autoritarismos. La última vez que pude conversar con él me recordó que en la vida lo más importante es que una persona sea íntegra, firme y leal con sus propias convicciones. Lo demás es siempre lo de menos. Y tenía razón.

sábado, 9 de junio de 2012


Para los pesimistas predomina el mal al que buscan
 inconsolablemente.

OPTIMISMO Y PESIMISMO A LA PIURANA


Por: Miguel Godos Curay

Los pesimistas voluntariosos aquellos que sostienen que en el mundo predomina el mal y se afirman en la imposibilidad de perfeccionar el mundo no son esencialmente malos. Sucede que al desajustárseles el tornillo del sentido común. Sólo ven el mal y lo buscan a toda costa en donde su aguda capacidad de sospecha les indica que lo pueden olfatear. Así se convierten en huaqueros de soterradas emociones interiores en donde les brota un aparente afán de justicia. En el fondo su contagioso pesimismo se convierte en una desgarradora insatisfacción que les acompaña toda la vida. El colmo del pesimismo exacerbado es el escepticismo y finalmente el cinismo.

No se trata de un café amargo cotidiano sino de una terrible busca de todo aquello que a su criterio les parece torcido. Y por ello mueren y sufren. En Piura bien podemos hablar de optimistas y pesimistas. Optimistas los que piensan que se pueden hacer mejor las cosas y pesimistas los que creen con vehemencia que Piura no mejora sino empeora. Por ello administran desgracias, opresiones, culpas, ignorancia, rabia, desconcierto, desaliento, frustraciones, amenazas, ansiedad, indignación, impaciencia y amargura. Y el resultado de este puré insoportable no puede ser otro que el desánimo. El desaliento. Esa sensación de impotencia que mina los esfuerzos de mejora personales.

Piura tiene enormes potencialidades que no son otra cosa que acontecimientos provistos de futuro. Piura tiene futuro. Pero este futuro es una construcción en la que tienen que involucrarse el Estado, el sector empresarial y la sociedad civil que somos todos. Los esfuerzos individuales son iniciativas que al replicarse se convierten en un valioso capital sinérgico que hace visibles y profundos cambios en la sociedad. Si cada uno de los piuranos como tributo a la tierra en la que nacieron plantaran un algarrobo frente a su casa. Una brisa fresca sería como una amable caricia de la tarde. Piura tiene un millón 800 mil habitantes. Si la mitad de los piuranos plantara un árbol. Piura no necesitaría ventiladores.

Iniciativas tan sencillas nos asomarían al cambio. Si los vehículos del sector público movilizaran diariamente a estudiantes a la escuela sentiríamos que el Estado no está ausente. Nos hemos acostumbrado al uso de los bienes del Estado como si fueran una prenda onerosa para provecho propio. Mucho podríamos conseguir si fuéramos solidarios y humanos. Nos parece irracional, por ejemplo, que las salas de cine durante la semana sirvan para el solaz de cuatro gatos. Cuando a precios económicos, muchos podrían disfrutar de una buena película. El cine también alivia frustraciones.

Piura ha crecido gracias a las dinámicas del crecimiento poblacional y la migración. Sin embargo, el territorio que debería ser un espacio de inclusión se convierte en espacio de exclusión. El piurano distingue la “urba” del “asentamiento humano”, “el pueblo joven”, “la barriada” y “la invasión”. También hay distingos entre la escuela pública y la privada. En donde con erróneo criterio se afirma que “privado” es bueno y “público” es malo. En verdad no todo lo privado es bueno ni todo lo público es malo.

Recientemente el Gobierno Regional anunció los estudios para el “Parque Científico y Tecnológico” que permitirá que los emprendimientos y la inversión tengan un espacio seguro para convertirse en fuentes de empleo y engranajes del desarrollo. La iniciativa es plausible y merece el compromiso de las universidades, empresarios e inversionistas. Sin embargo, esperamos que no suceda lo mismo que con la Zona Industrial de Piura convertida en un consentido puterío gigantesco con establecimientos dedicados al aparente servicio de relax y expendio de alcohol. Si eso sucede con la denominada zona industrial corresponde a la municipalidad exigir el cumplimiento estricto del plan de desarrollo urbano de la ciudad.

Basta un recorrido nocturno por este sector para darnos cuenta que la papa caliente está en el corazón económico de Piura y que los regidores no hacen absolutamente nada por el desarrollo y seguridad en la ciudad. Los optimistas creemos que nada impide a la comuna que se esfuerce por cambiar el rostro de Piura. Para los pesimistas de siempre los regidores amarran la chiva, cobran dieta y bien gracias. A ellos corresponde con firmeza ocuparse de los problemas de Piura. Caso contrario el pesimismo, aquel señor que cuando aparece siembra el desaliento, sentará sus reales entre nosotros.

En nuestra escuela no existen innovaciones pedagógicas

A PROPOSITO DE LA EDUCACION EN PIURA

Por: Miguel Godos Curay

El otro día me pidieron con mucha gentileza respondiera a una serie de interrogantes sobre la educación en Piura. Mi respuesta fue la siguiente. No es de lo mejor. Los estudiantes piuranos siguen naufragando en razonamiento matemático y comprensión lectora. Una constatación vergonzosa es la de que la mayor parte de profesores de literatura no ha leído El Quijote. Y la mayor parte de los docentes no lee y lo poco que lee lo lee mal. Muchos de ellos han convertido en un negocio pingue el vender resúmenes de la mayor parte de obras que compendia el plan lector. Sin embargo, hay que señalar que existen saludables y notables excepciones.

El pánico emocional a las matemáticas está intacto. Es un miedo que aterroriza a buen número de los estudiantes piuranos. No es extraño, por eso, que la mayor parte de los estudiantes de derecho se tuerzan y retuerzan cuando ven números. Otra legión de alumnos cree tontamente que los cálculos matemáticos acaban en la tabla del doce. Los cálculos matemáticos y numéricos son infinitos. No se piense tampoco que la escuela privada es mejor que la escuela pública. ¿Cómo podrían existir diferencias si los docentes son los mismos? Nuestra escuela es un vergel de intrascendencias y simulacros. Las innovaciones pedagógicas no existen. Y los actos más significativos de la escuela son los desfiles por aniversario del colegio y fiestas patrias. Falta el civismo esencial que forma ciudadanos.

Tampoco estamos bien en geografía y nuestra propia historia está plagada de cuentos, inexactitudes a granel. La mitología tallán, tantas veces repetida, nutre uno de esos repetidos cuentos. Para empezar hemos construido una escuela rígida refocilada en hacer más de lo mismo. Conocimiento fresco no hay. La lectura de la realidad está ausente. Y la enseñanza de educación física, arte e idiomas son cursos para perder el tiempo. Salvo honestas y contadas excepciones. Después nada. Nuestras escuelas tienen abismales carencias y una frágil convicción por parte de los maestros.

Preocupante es la situación de las asociaciones de padres de familia. Un botín suculento para directivos inescrupulosos que arrasan impunemente con las cuotas de los sufridos padres de familia. Frente este abuso consumado las autoridades no intervienen. Se coluden. Una asamblea de padres de familia es una barahúnda grosera e insoportable en donde unos acusan a otros. Y en donde los temas carnudos de la educación son letra muerta. Interesa la plata. Poco importa la calidad de una buena educación. La historia de las Apafas no es otra que un inventario de pillos y sinvergüenzas.

¿Podemos hablar de Proyecto Educativo Regional? Un proyecto tiene que involucrar a los estudiantes, a los maestros pero también a los padres de familia para que vigilen y cautelen la calidad de educación que se imparte a sus hijos. Una monserga de maestros voluntariosos no puede ser el proyecto de la educación que necesitamos y queremos. La educación es un territorio en donde los diagnósticos son volátiles. El mundo cambia irremediablemente. La educación necesita de una sintonía humana extraordinaria. Necesita una serena convicción en el futuro no el ejercicio pirulero de repetir hasta la necedad lo que dicen unos textos aplastados por la incompetencia, por una programación curricular cuya ineptitud está por los cuatro costados demostrada.

Tampoco puede haber educación para el cambio sin un compromiso ético. Una educación que forme ciudadanos para el reclamo. Una educación que no se solace en la conformidad sensual de los que nunca dicen nada aunque sientan vulnerados sus derechos. No podemos continuar predicando un evangelio de desesperanza. Ni inoculando en las conciencias el virus de la conformidad odiosa. Ese espíritu de trabajo anémico de cambio. La escuela forma ciudadanos y ciudadanas para la vida. Este proyecto humano harto ambicioso necesita de la ética esencial del que construye una catedral con cimientos sólidos. Mi padre decía que hay que educar a nuestros críos sin chambonadas. Con el ejemplo vivo y no con el verbo inconexo de la acción cotidiana. Un proyecto puede ser un anhelo ambicioso y si del papel no se encarna en la práctica sin crueldad podemos afirmar que no tiene ninguna utilidad práctica. Como se dice en Piura un saludo a la bandera para consolar la pereza y la negligencia.