domingo, 28 de marzo de 2010

EL INASIBLE CIELO DE FIRULAY


Por: Miguel Godos Curay

Si existe un cielo prometido para los canes es probable que nuestro recordado amigo Firulay esté disfrutando de celestiales brincos entre motosas nubes de algodón recorriendo los recovecos de la agustiniana “Ciudad de Dios” entre veloces ejércitos angelicales, querubines y regordetes serafines. Es también probable que su alma retozona y alegre recorra los pasillos de la vieja casona del INC entre el aroma de los mangos maduros. Firulay, pertenecía a la casta venerable de los cannis sechurensis, perros sin pelos de Sechura, los memorables viringos hoy ausentes en el paisaje de Piura. Fue acogido en el INC con irrepetible cariño, era todo un personaje aficionado a los chifles y al juego al escondite como un chiquillo. Giovanna Carranza puede dar testimonio de su terrenal vida.

La presencia de los viringos en Piura no es reciente. El hombre de quebrada Sícchez, hace once mil años es bastante probable lo haya tenido por compañero.Refieren las crónicas peruleras, por boca de Francisco Hernández: “que en los reinos del Pirú existe una casta de perros sin pelo, de cuero liso pintado…tienen un modo de ladrar distinto a los otros, de los cuales el príncipe Carlos nuestro señor tiene uno”.

Entre las curiosidades traídas de Indias que dejaron embobado a Felipe el Hermoso, yerno de los reyes Católicos, estuvo un viringo. Felipe saltó de curiosidad cuando le mostraron un perro completamente negro sin mata de pelo y que alargaba su hocico en forma de una negra, otra de las rarezas indianas fue un papagayo de colorido plumaje que ya empezaba a repetir voces castellanas para admiración de todos. Por eso “Periquito real dame la patita y te doy un real” repetían las abuelas engriendo a sus loras atrevidas y cachacientas.

Según Hans Horkheimer los viringos eran un bocado delicioso entre los moches y los vicús que los representaron en sus ceramios. Enrique de la Osa, el cubano director de Bohemia recordaba haber comido perrito cebado en Hong Kong en pleno año nuevo y no sabía mal. En Piura cuando la carne es muy pródiga en los chifas y en las picanterías flota la fundada sospecha que podría tratarse de un can difunto. La señal indeleble del comensal que ha comido perro, sostienen en Chulucanas es las ganas incontenibles de rascarse, el sueñito de perro que guarda parecido con la cabeceada siestera y la voz engolada a la hora de pagar tipo ladrido de perro.

Una de las cualidades del viringo es la ausencia de caninos por lo que su alimentación privilegia los vegetales. En los arenales de la costa fue un leal compañero e incluso por sus propiedades curativas los ancianos los utilizaban para calentar los pies en el crudo invierno. Su piel, gracias a Dios es insoportable para las pulgas y un verdadero y encantador juguete que no necesita pilas. Una jauría de viringos tenía en su refugio de Paita doña Manolita Sáenz. Los perros tibiaban sus entumecidas extremidades en la cama. El Diputado Cipriano Raygada refiere en sus cartas la afición canina de la Saénz. En Piura los consideran un remedio contra el reuma. Los viringos de “La Libertadora” tenían nombres de los generalotes conspiradores contra Bolívar y más de una vez causaron revuelo político en el miserable altillo de la quiteña.

Si bien el perrito sin pelo oriundo del Perú acompañaba a los pobladores en sus diarias tareas y mantenía las viviendas libres de roedores. Los conquistadores trajeron hambrientos perros de guerra, de una voracidad salvaje sedientos de sangre y carne humana que eran liberados y diezmaban a las indefensas poblaciones indias. Las perrerías son parte de ese episodio salvaje que dejó el paso de la hueste perulera por estas tierras. Refiere la historia que el encomendero Melchor Verdugo allá por 1534 desembarcó en las playas de Trujillo y una manada alegre y sonora de perros sin pelo lo rodearon. Junto a él llegó su lebrel de guerra de enorme tamaño que de un solo ladrido provocó la estampida de los viringos. Este perro, dio origen a una leyenda terrible pues de un solo mordisco acabó con la vida de por lo menos dos perros. Este mismo perro, más tarde, en un rapto de ferocidad salvaje devoró al hijo del cacique Cusimanco. Hay quienes encuentran entre los viringos y los allcos el origen de una raza peruana de perros cuya defensa y protección ha asumido el Kennel Club peruano pues es un símbolo notable de peruanidad.
(Correo 28.03. 2010)

domingo, 21 de marzo de 2010

LOS PARAPEDEOS DEL SEMAFORO


Por: Miguel Godos Curay

La lealtad no camina con las ataduras a la conciencia. La lealtad no es incondicionalidad irreflexiva sino la suficiente capacidad humana para distinguir el bien verdadero del bien aparente. La lealtad humana nos obliga a decir con sinceridad siempre lo que pensamos y no acostumbrarnos a esa vieja “mala práctica” de dorar la píldora o decir lo que no sentimos. El eufemismo finalmente se convierte en una cosmética moral que maquilla la realidad al gusto del cliente. Y es ahí en donde conviene un punto de quiebre o un deslinde necesario que nos obliga a mirarnos realmente como somos y no como creemos que somos.

Era una arraigada costumbre de los césares romanos el de contratar a un hombre que a viva voz recordaba al emperador en la ebriedad de la gloria y el poder. Que era una criatura humana pasto para los gusanos y que todo poder y gloria son efímeros, tan volátiles como el etanol en el aire. Nosotros somos de una especie humana en la que nos creemos la última chupada del mango y no es así. Por ejemplo, creemos, que una camioneta vulgar y silvestre con cuatro números en la placa hace un cargo en cualquier organización. Y no es así. Es la inteligencia y el manejo diestro en dirigir a un grupo humano al cumplimiento de sus objetivos lo que provoca el resplandor inteligente. El pasar por la vida haciendo caminos que dejan huella y no surcos sobre el agua es lo que realmente prestigia a una gestión en cualquier institución.

Llamar a las cosas por su nombre era lo que el viejo Confucio denominaba la “justa designación de las cosas”. Una correspondencia con la realidad plena y humana. Nos hemos acostumbrado a desbordar la lógica con artificios retóricos. Así, por ejemplo, cuando la preguntamos a un alumno a boca de jarro: “¿Cómo está en el curso de biología, de física o ciencia jurídica?. Él, conforme a la lógica irreductible, nos podría responder. Estoy bien o estoy mal. Sin embargo, es muy probable que nos responda con la fórmula pervertida del “ni fu ni fa”. Algo así como “no estoy bien ni estoy mal”. Estoy “más o menos” que no es ni más ni menos es una categoría indefinida para maquillar la realidad. La vida como los semáforos tiene color verde que es lo que yo puedo hacer sin transgredir las leyes y la propia moral sin afectar a los demás. O por el contrario, el rojo, el ir contra las leyes y la propia moral. Me paso el semáforo en rojo a riesgo de mi propia vida.

Otra categoría híbrida que no es no rojo ni verde es el color ámbar. Vivir en ámbar es vivir en la cuerda floja, indefinidamente porque no se quiere aceptar la realidad. Es vivir en la apariencia de espaldas a la realidad. Santo Tomás de Aquino dice que la realidad es la adecuación de la mente a las cosas que existen fuera de mí. No es la adecuación de las cosas a mí capacidad fugaz e indecisa. En la vida somos buenos o somos malos. No hay términos medios. Parte de esa sinceridad ontológica es el ser buenos amigos. El buen amigo desea con lealtad para su mejor amigo lo que desearía para sí mismo sin menoscabo. ¡Ni más ni menos.! Desea que el bien para su amigo sea el bien que desea para sí mismo. Quien no actúa así y se desborda como poto de clarito en la expansión del chicherío busca una complicidad en la que la percepción de la realidad se convierte en un espejismo y se distancia de la objetividad. Por eso, es siempre bueno no pedir a los amigos lo que humanamente no podríamos consentir. Si algo nos falta es sinceridad, amistad genuina deseos de hacer mejor cada día las cosas. Es un deporte cotidiano el que busquemos los beneficios y provechos propios pero es sensato que busquemos el bien de las personas (desarrollo humano) y el bien de todos (desarrollo social).

Es bueno que cada uno tenga su forma personal de ver las cosas y el mundo. Es bueno ser tolerantes pero también tener suficiente capacidad de pensar de modo diferente. Como en la pintura, la belleza de un cuadro no está en la monotonía del gris que pinta de cuerpo entero los apetitos personales y la frustración. Sino en la policromía de los colores encendidos con todos su matices. Igualmente en la música la armonía es producto de la polifonía. Son los diversos sonidos y tonos los que dan a la música personalidad propia. Lo mismo acontece en las instituciones en donde la pluralidad viva y democrática construye cimientos sólidos. Alguna vez oí decir a los sechuranos esta frase : “Nosotros nos llevamos bien porque en lo único que estamos de acuerdo es que no estamos de acuerdo y así nos entendemos”.¿Me entendieron?

domingo, 14 de marzo de 2010

LA CIUDAD QUE FUIMOS Y QUE AMAMOS


Por: Miguel Godos Curay
Tenemos que sacudirnos para despertar y darnos cuenta que si no nos unimos somos débiles frente a la desesperanza y la violencia. No se piense que tras el vandalismo desbocado no hay criminales que ganan a río revuelto. Los hay de todo pelaje. Algunos son lobos disfrazados de corderos. Otros disfrutan del temor y la incertidumbre exacerbando conflictos sociales, enfrentándonos a unos con otros. Luego aparecerán solidariamente comprometidos con estas causas sin causa que significan perpetuar el desorden y el caos. Así seguiremos siendo tierra de nadie. Fomentando el atropello a la propiedad privada y pública. Según este desvencijado criterio: “la tierra no es de su propietario sino de quien la necesita incluso para malvenderla”.

La mejor forma de acceder a la propiedad según esta intestina manera de ver las cosas es la “apropiación ilícita”, el “robo”, el hurto famélico y el satisfecho. De este modo enervamos una patente de corso para arrojar, sin miramientos, los desperdicios en la vía pública. Todo está permitido: el mear y hacer nuestras necesidades fisiológicas donde se nos ocurra sin respeto a nosotros mismos. Las vías y accesos son “propiedad” de quien los ocupa. Los efectivos del orden son el abuso encarnado y no merecen el respeto. Está justificado el hurto en la escuela. En donde el potencial ladrón es un vivo que se aprovecha de la mochila de los tontos. El tiempo se mide por “horas pedagógicas” que curiosamente no son horas educadas sino un sistema de medida que reduce a 30 o 45 minutos la hora diaria de clase.

Así en el mercado, por ejemplo, los kilos tienen a lo sumo 700 gramos. Los comerciantes expenden: “cabeceando” productos buenos y malos o “chicos” y “grandes”. Toda oferta a precio módico no es otra cosa que un eufemismo para vender lo invendible. ¡Esta es nuestra precaria y en apariencia inverosímil concepción del mundo!

Igualmente podemos seguir hablando del “gobernante que roba pero hace obra”. Del “buen” profesor que pasa por agua caliente a los desaplicados o el que en la universidad tras el examen sustitutorio inventa el “resustitutorio”. Del universitario que se apropia como un pirata de una investigación ajena a la que coloca su nombre como si fuera suya. De esa fe pervertida que le enciende una vela a Dios y otra al diablo. Del que se santigua de rodillas pero le hace guiños al demonio en La Huaringas. Del que finge amor para la fotografía. Del que no se acepta a sí mismo y recurre el falsete de la tinta y la cosmética. De la doncella que finge virginidad tras kilómetros de recorrido a 120 por hora y sin semáforos morales.

De la falsa lealtad política. De los áulicos que repiten en corifeo: “Contigo hasta la muerte…” y con el puñal de la traición te desflecan el alma. De los matones a sueldo que ofrecen sus servicios al mejor postor. De los que te ayudan porque están mirando en donde morderte. De los que inventan dificultades para vender facilidades. De los que presumen con decoro de señorita antigua para la foto. De los perjuros. De los músicos que soplan pero en esencia están despojados para la música. De lo que revientan a más no poder pero no tienen papilas para sentir el sabor de las cosas.

De los que procrean como las reses porque sus espermatozoides no conocen el verbo amor. De los que lloran a sus deudos con un antifaz de odio y rencor. De los que no tienen ni papá ni mamá, porque la duda metódica no les resuelve la fractura de su origen. De los que leen y no entienden. De los que alimentan su envidia y deseos con lo que otros tienen y nunca podrán alcanzar. De los que creen que la felicidad no existe porque beben de su amargura y su incapacidad de soñar una Piura en la que puedan habitar los hombres, las mujeres los niños y las lagartijas. En donde se pueda mirar al cielo y contemplar las estrellas en la quietud de la noche. Y en donde se pueda escuchar a la viandera:”frito..frito…frito calientito” la mañana del domingo. O un sonoro –“Buenos días de Dios” a la lechera que recorre tempranera desde los Ejidos, Piura. ¿Costará tanto el levantar de sus escombros esta arquitectura moral de la ciudad que fuimos y que en silencio amamos?.

sábado, 6 de marzo de 2010

LEGALIDAD, LEGITIMIDAD Y CRIMINALIDAD


Por: Miguel Godos Curay

Nada volverá a ser como antes. La proverbial clama piurana se ha roto. Las pérdidas materiales son cuantiosas y superan el millón de dólares en daños a la propiedad pública y privada, horas de clase pérdidas, comercios paralizados, pertrechos y afectaciones a la vida, el cuerpo y la salud. La angustia y la incertidumbre intranquilizan a los piuranos. Nadie podrá consolar a los deudos de los cinco muertos. En Piura, no solo nace el sol sino la violencia de alrededor de 60 pandillas que reúnen a mil quinientos jóvenes de zonas marginales que aupados a agitadores movilizados hasta Piura hoy son una amenaza para la paz y la tranquilidad. Los efectivos policiales han resultado insuficientes.

Cuando una acción humana es respetuosa de la ley (legalidad) y del consenso (legitimidad) fluye normalmente. El gobierno local en tanto expresión de la voluntad ciudadana busca que el respeto a las leyes vaya de la mano con la legitimidad. Es legítimo por ejemplo que las personas busquen honestamente el sustento para sus hijos. Pero es absolutamente ilegal que ocupen las vías públicas y que lo hagan en total desorden y en condiciones de salubridad precarias. Lo legítimo pero ilegal es la informalidad declarada. Lo peligroso de la informalidad es que las personas se acostumbran a vivir en ella. La informalidad benigna es ese impulso y salto de oportunidad para mover la economía. La informalidad maligna y cancerosa es aquella que justifica la piratería, el peso incompleto, los productos bamba y de mala calidad. La evasión tributaria municipal y la evasión fiscal a la Sunat. Es un cáncer de la economía y un lastre para el progreso pues las personas se acostumbran a convivir con el desorden y al margen de la ley.

Cuando hablamos de ilegalidad y de ilegitimidad juntas hablamos de la acción criminal. Criminal es vender productos adulterados, productos bamba, vender con falta de peso, vender carne de equino como si fuera de res, vender productos en malas condiciones de higiene. Criminal es el trabajo infantil, criminal es la trata de blancas. Criminal es la usura y el “alquiler” del dinero con intereses leoninos, criminal es el expendio de alcohol y drogas. Criminal es la estafa, la manipulación y el chantaje.

Cuando una acción es legal pero es ilegítima hablamos de violencia legal. Por ejemplo, cuando la autoridad despoja con un embargo de sus bienes a una anciana que no tiene otra propiedad que en la que vive por no pagar tributos se ejercita violencia legal. ¿Es violencia legal ordenar el mercado y sacar a los ambulantes? Si los comerciantes estuvieran debidamente ubicados en donde deberían estar sin obstruir accesos ordenadamente indudablemente que sí. Pero es el caso que se encuentran en espacios indebidamente ocupados y que deben ser ordenados.

¿Qué pasaría en caso de terremoto en nuestro principal centros de abastos? Dios nos tenga confesados. Habría miles de muertos apiñados y aplastados por que las vías de ingreso y salidas están colapsadas. Otro tanto morirían sofocados, otros elctrocutados y en caso de siniestro los grifos contra incendios no funcionarían.

Las muertes de niños, mujeres y ancianos serían cuantiosas y el fuego daría cuenta de los plásticos, insecticidas, trapos y alimentos que en total desorden se expenden sin miramientos en nuestro principal centro de abastos. Este es el mercado modelo de Piura en el que ya el experto Julio Kuroiwa, recomendó al entonces alcalde Luis Paredes Maceda una evaluación de las áreas expuestas a fuego pues el concreto cristalizado en cualquier momento se podría desprender y aplastar a comerciantes y compradores. ¿Se efectuó la evaluación? ¿Las construcciones realizadas por los propios comerciantes se han evaluado técnicamente?. El mercado central sigue siendo una bomba de tiempo mientras persista la informalidad, el desorden y la falta de autoridad.

Creemos que en el diálogo no se trata de defender posiciones o que una de la partes “gana por goleada” como sostienen algunos irresponsables dirigentes. Ni nos hace ningún bien aparecer en la prensa internacional como una ciudad ingobernable ganada por la violencia delincuencial. Eso no habla bien de los piuranos y peruanos. El diálogo debe explorar propuestas posibles y viables que beneficien a Piura más allá de los intereses de parte. Para ello hay que tener claridad en quienes son los actores, conocer sus expectativas. Pero también hay que identificar a los saboteadores quienes con sus acciones criminales dificultan cualquier esfuerzo conciliador. No se trata de un conflicto de un grupo de comerciantes con la alcaldesa y los regidores. Sino de acontecimientos que el pueblo de Piura rechaza y en los que tiene que respetarse las leyes y los consensos porque Piura hace rato merece mercados dignos, limpios y ordenados. ¿Dónde estamos?
Foto: Diario CORREO Piura

miércoles, 3 de marzo de 2010

¡HASTA CUANDO PIURA! ¿HASTA CUANDO?


Por: Miguel Godos Curay
Un día de zozobra vivió ayer Piura a consecuencia del desasosiego e intranquilidad causado por el enfrentamiento entre comerciantes del mercado, entre los que se habían infiltrado avezados delincuentes, y efectivos de la Policía Nacional del Perú. El saldo sangriento a la hora de escribir esta nota era de tres muertos. El conflicto acaparó espacios en las páginas de los diarios. Los actores bien pueden llamarse, alcaldesa, regidores y funcionarios. Pero también son parte de esta tragedia los dirigentes irresponsables, los abogadines oportunistas, los incendiarios prontuariados, los policías amenazados y quienes se refocilan de la informalidad, el caos y el desorden. Todos tienen su cuota de responsabilidad.

Nuestro Mercado Modelo, es en efecto modelo de desorden, de suciedad y antihigiene. Ordenarlo fue siempre una decisión plausible. Lo intentó en su momento el regidor Jorge Reusens que en un censo detallado descubrió que los puestos habían pasado de sus originales propietarios a más de un postor y que una mafia enquistada vendía y revendía puestos en el interior y en el exterior. Otra mafia negocia y vende de palmo a palmo los pasadizos del mercado. No importa la ocupación de la vía pública y que el caos se entronice porque de este modo se facilita la evasión tributaria al municipio y la evasión fiscal a la Sunat.

También es cierto que la informalidad creciente es como un cáncer que consume todo el cuerpo y se convierte en una forma de vivir que hace insoportable cualquier esfuerzo de ordenamiento. Así por ejemplo, los piuranos toleran kilos de 700 gramos, condimentos bamba, productos realmente inaptos para el consumo humano, carnes clandestinas, cuartillas de limón con siete a ocho limones menos, robos descarados y beneficios no declarados. Un espectáculo cotidiano por ejemplo es ver a algunos comerciantes empinando el codo y timbeando en su centro de trabajo. Otros, especialmente en los alrededores y con patente de intocables dedicados al comercio de alcohol y trata de personas. Jovencitas migrantes de Ayabaca y Huancabamba, son empujadas con descaro al comercio carnal. Y nadie dice ni dijo nada.

Por supuesto, que no dieron resultado las asociaciones para fomentar la formalidad y el ordenamiento porque es una vieja costumbre el no tributar, el robar energía eléctrica, el hacer las necesidades fisiológicas en bolsas plásticas arrojadas a los techos y a los pasillos. El apilar productos inflamables como se me viene en gana y a invadir las calles porque el tumulto favorece el hurto, la viveza y la estafa. Esta tragedia tiene varios actos. El epílogo no es sino la consecuencia de esas tácticas salvajes y brutales que utilizan a los inocentes como escudos humanos. Igualmente la Policía Nacional del Perú, no debió caer en el juego provocador de los agitadores que en su contabilidad de muertos dentro de poco hablarán de los mártires del mercado y tendrán argumento sin argumento para continuar con el desorden.

El mercado de Piura es una bomba de tiempo. Y lo seguirá siendo. Contra la lógica curiosamente sólo en Piura nunca se usaron los Mercados Pueblo canibalizados porque quienes vieron en ellos una amenazadora competencia. De estos mercados destartalados por la incuria aún se mantienen en pie en el jirón Tumbes, en Santa Rosa, en San Martín, en los Tallanes, en San Bernardo (Castilla) y en Ignacio Marino. Y el Mercado Principal Franco Montes ene Bello Horizonte. Nunca se usaron pese a que estaban dotados de frigoríficos y panificadoras modernas. Esta tierra de nadie oculta grandes responsabilidades públicas. Ya mañana escucharemos el jarabe de baba de los regidores pretenciosos, de los dirigentes contumazmente azuzadores y de los funcionarios urraca en su perplejidad cagona. Es probable que mañana la inmundicia se continúe acumulando y que la cobradoras de sisa sigan sacándole la vuelta al Municipio. Pero nadie podrá devolverle la vida a estas tres víctimas de la violencia artera y el diálogo se sordos.