miércoles, 3 de marzo de 2010

¡HASTA CUANDO PIURA! ¿HASTA CUANDO?


Por: Miguel Godos Curay
Un día de zozobra vivió ayer Piura a consecuencia del desasosiego e intranquilidad causado por el enfrentamiento entre comerciantes del mercado, entre los que se habían infiltrado avezados delincuentes, y efectivos de la Policía Nacional del Perú. El saldo sangriento a la hora de escribir esta nota era de tres muertos. El conflicto acaparó espacios en las páginas de los diarios. Los actores bien pueden llamarse, alcaldesa, regidores y funcionarios. Pero también son parte de esta tragedia los dirigentes irresponsables, los abogadines oportunistas, los incendiarios prontuariados, los policías amenazados y quienes se refocilan de la informalidad, el caos y el desorden. Todos tienen su cuota de responsabilidad.

Nuestro Mercado Modelo, es en efecto modelo de desorden, de suciedad y antihigiene. Ordenarlo fue siempre una decisión plausible. Lo intentó en su momento el regidor Jorge Reusens que en un censo detallado descubrió que los puestos habían pasado de sus originales propietarios a más de un postor y que una mafia enquistada vendía y revendía puestos en el interior y en el exterior. Otra mafia negocia y vende de palmo a palmo los pasadizos del mercado. No importa la ocupación de la vía pública y que el caos se entronice porque de este modo se facilita la evasión tributaria al municipio y la evasión fiscal a la Sunat.

También es cierto que la informalidad creciente es como un cáncer que consume todo el cuerpo y se convierte en una forma de vivir que hace insoportable cualquier esfuerzo de ordenamiento. Así por ejemplo, los piuranos toleran kilos de 700 gramos, condimentos bamba, productos realmente inaptos para el consumo humano, carnes clandestinas, cuartillas de limón con siete a ocho limones menos, robos descarados y beneficios no declarados. Un espectáculo cotidiano por ejemplo es ver a algunos comerciantes empinando el codo y timbeando en su centro de trabajo. Otros, especialmente en los alrededores y con patente de intocables dedicados al comercio de alcohol y trata de personas. Jovencitas migrantes de Ayabaca y Huancabamba, son empujadas con descaro al comercio carnal. Y nadie dice ni dijo nada.

Por supuesto, que no dieron resultado las asociaciones para fomentar la formalidad y el ordenamiento porque es una vieja costumbre el no tributar, el robar energía eléctrica, el hacer las necesidades fisiológicas en bolsas plásticas arrojadas a los techos y a los pasillos. El apilar productos inflamables como se me viene en gana y a invadir las calles porque el tumulto favorece el hurto, la viveza y la estafa. Esta tragedia tiene varios actos. El epílogo no es sino la consecuencia de esas tácticas salvajes y brutales que utilizan a los inocentes como escudos humanos. Igualmente la Policía Nacional del Perú, no debió caer en el juego provocador de los agitadores que en su contabilidad de muertos dentro de poco hablarán de los mártires del mercado y tendrán argumento sin argumento para continuar con el desorden.

El mercado de Piura es una bomba de tiempo. Y lo seguirá siendo. Contra la lógica curiosamente sólo en Piura nunca se usaron los Mercados Pueblo canibalizados porque quienes vieron en ellos una amenazadora competencia. De estos mercados destartalados por la incuria aún se mantienen en pie en el jirón Tumbes, en Santa Rosa, en San Martín, en los Tallanes, en San Bernardo (Castilla) y en Ignacio Marino. Y el Mercado Principal Franco Montes ene Bello Horizonte. Nunca se usaron pese a que estaban dotados de frigoríficos y panificadoras modernas. Esta tierra de nadie oculta grandes responsabilidades públicas. Ya mañana escucharemos el jarabe de baba de los regidores pretenciosos, de los dirigentes contumazmente azuzadores y de los funcionarios urraca en su perplejidad cagona. Es probable que mañana la inmundicia se continúe acumulando y que la cobradoras de sisa sigan sacándole la vuelta al Municipio. Pero nadie podrá devolverle la vida a estas tres víctimas de la violencia artera y el diálogo se sordos.

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