sábado, 18 de junio de 2022

EL PAPA QUE QUEREMOS

Por: Miguel Godos Curay

Mi padre era un domador de intuiciones sabía de memoria arrinconar sus penas y nunca nos abrumó con desdichas. Se fue con el ánimo a tope escuchando música con los audífonos. En la recta final recitaba memoriosas salves a la Virgen y navegaba insomne sobre inolvidables recuerdos. Por designio de la vida sigo sus pasos. Y aún deseo atisbar con curiosidad en su cajón guarda recuerdos en donde atesoraba apasionado mis primeros escritos. Eran un tesoro muy valioso para él.


Me abrió los ojos a los libros y conjugó en todos los tiempos su incondicional adhesión a la tierra y a la vida. Era una réplica de mi abuelo José de la Rosa para quien el cine era un asunto serio.  Aún recuerdo el drill de sus ternos, su Longines de cuerda, la pluma fuente para la firma y el sombrero de paño. Sello de cotidianidad. Habita en una esquina de la memoria mirando desde lejos el reloj genovés de la iglesia de San Francisco de Paita.

Los tiempos han cambiado y la perennidad, eterna y efímera se desliza por las redes. La tecnología nos desborda. Los hologramas de Freddy Mercury hicieron brotar lágrimas a Brian May el guitarrista de Queen en el concierto en honor al Jubileo de Platino de la reina Isabel II. La virtualidad desafía las tres dimensiones y nos   muestra de modo asombroso en un espejo virtual el ayer la presencia misma.

No nos hemos olvidado. Nosotros, los de ayer, ya no somos los mismos. “Como se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando;” escribe el hombre de armas y bellas letras don Jorge Manrique. Pero ahí estamos resolviendo crucigramas y leyendo con fruición antídoto contra el Alzheimer. Nuestra existencia transcurre como piezas del tablero de ajedrez sumergidos en esa soledad sonora que hoy se torna deliciosa. Leer es una vocación irrenunciable para este Perú que se nos va de las manos. Escribir bien es una obligación imperdonable.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el mundo vive una “catástrofe generacional” con impactos severos en la educación, la ciencia y la cultura. En el Perú hemos retrocedido 20 años en logro educativo. Con una conectividad de internet del 32.8% el logro es un fracaso anunciado. La universidad no escapa a estas aplastantes estadísticas. Los métodos usados son los de la secundaria elemental de los países desarrollados. Tampoco se estimula la creatividad y la adecuación intelectual a este inédito desafío para las inteligencias.

Repensando el Perú desde todos los ángulos y buscando respuestas a esa estúpida pasión gozosa por el desgobierno producto de una mala elección. En política, economía, salud y educación estamos a ritmo del cangrejo. Los que vienen deberán quintuplicar esfuerzos por sacar adelante esta región de prosperidad y riqueza llamada Piura. En donde hoy sorteamos la nada. No somos aficionados a la natación política, un deporte estimulado por el fiasco y la sorpresa, pese al alarde publicitario en las redes, no hemos conseguido nada para hacer realidad el Hospital de Alta Complejidad. Necesidad urgente para el bienestar de todos los piuranos. Seguiremos por esta imperdonable negligencia llevando enfermos en condiciones indignas e inhumanas a Chiclayo o Lima. Una desigualdad patética nos arrincona el que tiene se sostiene el que no se muere irremediablemente. Vivimos cojudamente aliviados por el paracetamol de la indiferencia.

Somos una región abandonada por un padre ausente. Nos cuesta un Huascarán de dólares la refinería de Talara pero aún no funciona pues está en prueba consumiendo onerosos recursos. Tampoco tiene el crudo disponible para esta menuda tarea de refinar hidrocarburos.Mientras esto sucede las gasolinas suben de precio. La minería ilegal que extrae oro en el corredor Tambogrande, Las Lomas y Suyo crece peligrosamente. La policía se apoltrona por todos los lugares de paso para un laxo control previo pago. Las mafias se enriquecen con la provisión ilegal de insumos para la actividad minera, la trata de personas, la venta de alcohol vulnera la tranquilidad de un pueblo de extracción agrícola. La California de Piura es un anticipo de un desastre ambiental por la falta de autoridad y desgobierno. A nadie le importe consumir agua contaminada con arsénico y cianuro. Somos una potencia agroexportadora gracias a la inversión chilena y estamos satisfechos con el capital del sur porque la tierra es imposible de llevar en la alforja. El capital activa la economía crea empleos y paga impuestos. Nos obliga a un manejo responsable de nuestra agricultura. ¿El algodón de la edad del oro blanco? Fue un sueño de opio.

Pese a alza de precios, técnicamente inflación, aún nos quedan algunos huevos en la cesta para tortillas en tiempos de vacas flacas. Sin embargo, no tenemos decisiones y coraje por la prosperidad de la región. En Piura las corruptas repartijas son el bolsillo roto de la inversión. La economía se estaciona y se añaden riesgos. Así no se mueve el motor de las inversiones. Las cutras en los municipios y en la región alientan negocios sin riesgos: peluquerías, casas de cambio y hoteles para el negocio más antiguo del mundo, bunkers playeros que el mar voraz se traga sin remedio. Negocios de oportunidad se esfuman en un momento.  Lo que mal se gana mal acaba.

Piura, necesita un papá con el cinturón bien puesto. Administrador sensato de su dinero para invertir y sus ahorros. Sin el malgasto en huevadas ni en enormes cartelones con la efigie del huevón encandilado por esa costosa publicidad de bebida gaseosa. Necesitamos un papá planificador que apueste por la nutrición, educación y salud de sus hijos.  No queremos una rata con cuello y corbata. Pues así se lime las uñas para engañar a los felinos de la Contraloría no deja de ser un roedor de la peor especie. Hoy todos los movimientos de dinero quedan registrados. El robo al erario deja huellas. Dinero que entra y sale de cajeros, compra de vehículos y festines inmobiliarios registrados en notarías por testaferros, compra de dólares y oro. Todo deja huella.

Necesitamos de un papá con visión de futuro con la suficiente valentía para acabar con todas las plagas que atascan la inversión pública. Un papá responsable dispuesto a hacer siempre bien las cosas y  no rodearse de pillos infames y adulones. Queremos un papá serio comprometido con las buenas inversiones no un   Vito Corleone con cascara de buen señor pero mafioso hasta el tuétano. Un papá gestor de una ciudad limpia porque esta es su casa. Con agua y energía ahí donde hace falta. Hombre de trabajo. Un ejemplo digno de imitar por su incondicional responsabilidad con todos. Por eso mueve el progreso y sale adelante. Con los pies en el presente vislumbra futuro.

Un papá con una fe para mover montañas. Un hombre con cojones para exigir con legítimo derecho lo que por justicia nos corresponde. Y si no nos escuchan y atienden gatille el reclamo con firmeza movilizando con energía cívica a la población. Nunca el hazmerreír de los poderosos. Tanto hemos dado por el Perú. Es una vergüenza que con eufemismos nos doren la píldora y al final nada. No nos vengan con fruslerías engaña muchachos y cuentos chinos o brasileños son igual de mafiosos.

Un papá responsable: digno y decente.Un hombre con agallas para sacar adelante esa numerosa familia de casi dos millones de piuranos.Un padre, ejemplo de sus hijos, luminaria inteligente en  la mejora y perfección de todos sin distingos.  Un padre honesto no un amarra chivas para exigir sus legítimos derechos. Un padre noble cuya voz se oiga y tenga eco.

Hombre capaz con voluntad de hierro para sacar su región adelante. Un hombre sin nada que ocultar y maquillar porque su existencia siempre fue decente. Un hombre siempre presente en todo lo que está bien hecho y que no necesita una placa enorme para estirar su vanidad. Un hombre grave que se acepta tal como es y que no recurre al amoniaco del tinte para aparentar rejuvenecimiento. Un hombre servicial que es distinto que el servil exigente consigo mismo y con todos. Un hombre pendiente del bienestar de su pueblo con clara visión de cambio. Leal con la cultura, la buena educación y el respeto.

Un hombre capaz de poner patas arriba a la burocracia ociosa perfora presupuestos y devora el erario . Un hombre que cuando planta un árbol su puro ejemplo crea un bosque. Un hombre afable, abierto a las buenas iniciativas y capaz de escuchar a todos. Un hombre capaz de servir y no de servirse en provecho propio del erario. Hombre de lealtad insobornable con su pueblo sin miedo al combate contra la corrupción y el soborno que penetra la administración pública para robar y no se avergüenza. Hombre de talante moral impecable no señalado por nadie. Hombre de conducta decorosa y ejemplar para todos. Hombre de principios cuya fortaleza mayor es la firmeza en el gobierno y la conducción de la cosa pública hacia objetivos claros y metas puntuales. Hombre de palabra firme dueño de un solo discurso responsable para todos. Hombre dueño de sí mismo no un malandrín, oportunista, aventurero, medrador, vulgar y grosero. De esos ya estamos hartos y los debemos encomendar al mismo infierno.

Un papá con el lenguaje inasible de los afectos en su lejana ausencia. Es posible mi viejo esté leyendo estas líneas. Cercano y presente. Con él recorrimos las orillas del mar y contemplamos absortos las puestas del sol en la tarde porteña. Con portentosa humildad hizo de su vida un consejo inolvidable. Evocando su indeclinable vocación saludamos a todos los papás en su día. Como ayer, dejo este recado en su cajón de hatos y recuerdos. Seguro que al leerlo sonreirá de puro contento. ¡Gracias papá!