lunes, 12 de octubre de 2020

PLEGARIA AL SEÑOR CAUTIVO DE AYABACA

 

Por: Miguel Godos Curay

¡Señor Cautivo, Bendito Cristo del pueblo!

Peregrinos fatigados en todos los caminos

imploramos tu bendición desde muy lejos.

Por las cordilleras escarpadas, caminando

y desfalleciendo la lluvia, el frío y la noche,

todo por ti y para ti nuestro último aliento.

Cautivo de Ayabaca, Cristo del sufrimiento

acoge nuestros ruegos, lamentos del silencio,

madres agradecidas te ofrendan a sus hijos

los pobres comparten su austero alimento

tortillas y tamales, carne y pescado fresco.

poco a poco se disipan con amor las fatigas

peregrinos surcan los caminos y los vientos.

 

Absortos, los abuelos, cuentan tu historia

angelicales talladores venidos desde Quito

pidieron un rincón para el taller artesanal

agua y recado austero, para poder trabajar.

Puntual la comida, tortillas de maíz y trigo

agua fresca de cántaro para la sed abreviar

la comida junto al poyo cerca a la puerta

golpe a golpe, la gubia y el cincel en mano,

dando forma divina a las fibras de la corteza

en el silencio de la noche surgió tu rostro

tus párpados amoratados, labios marchitos,

las sienes lastimadas por corona de espinas

Tus ojos ay lastimeros taladran el corazón.

Tus manos abiertas, heridas por los azotes

surcadas de llagas y costras las espaldas

los hombros en carne viva Cristo del dolor

perdona señor los agravios y ofensas a Dios.

El ángel de la pasión limpia la herida  frente

Tu pueblo adolorido te sigue acompañando

hace siglos el tradicional rito de procesión.

El shulay de la mañana refresca el amanecer

penitentes de rodillas invocan tu bendición.

 

Padre Nuestro Cautivo del dolor intenso.

aquí estás junto a este tu pueblo  contrito

ríos de sangre recorren costradas tus sienes

Para tu sed  las orquídeas mojan tus labios

como luciérnagas los cirios iluminan tu camino

no descansa en su trayecto el Cristo peregrino

el Cristo del pueblo andino redimido en la cruz.

La noche cubre con su poncho oscuro el cielo

Oraciones brotan de los humildes labios serenos

Taitito Cautivo tu silueta en el cerro Campanario

protege tutelar este rincón bendito de Ayabaca.

Los gallos cantan para iniciar el día y la jornada

la oración en los hogares se eleva a tu morada

¡Padre nuestro que nos das el aire, la semilla

para fecundar los suelos protégenos Señor

de la extracción mineral que destruye pueblos.

Cuida a los niños pobres privados de deseos,

Escucha los ruegos de las madres en sus desvelos,

La tristeza y la soledad de los tristes abuelos

No desatiendas clamores de todos los enfermos

protege los hospitales donde convalecen silencios

ahí donde invocan tu nombre no faltes Nazareno.

 

Contemplamos tu faz Señor, tu rostro lacerado

debe dolerte mucho el corazón, lo dice  Vallejo,

tus labios tumefactos, tus ojos entreabiertos

y adoloridos, escucha Cristo la  humilde oración

por los niños, por las madres, por los viejos,

por los que sufren en su lecho el duro  dolor.

Tú eres la viva fe de un pueblo, su liberación

del pecado ominoso, del abuso y la traición.

De los que invocan tu nombre ante la muerte

los sintiendo el hambre, comparten con el pobre,

los que en la altura miran con asombro el cielo

para invocar tu nombre Padre Cautivo nuestro.

Señor tus habitas en los altares pueblerinos,

decorados con papelillos de cometa de colores

con diamelas, margaritas, rosas y claveles

ahí están en cada hogar tus coloridas estampas

hábitos morados y vinchas de tus leales devotos. 

 

Devoción de mis mayores, perdón y penitencia

Jesús de Nazaret, tu eres Cristo Señor, el ungido

Tu eres el verbo, el hijo de Dios hecho hombre,

sustancia teológica de nuestro creer y confiar en

la salvación de los creyentes fieles a tu palabra

tu eres la esperanza en el poder de tu justicia divina

ahí están tus hijos que ofrendan lo poco que tienen

y entregan su vida por los que más te aman.

Tras tu presencia la diligente mirada de María

fiel la que ha creído, fiel a los designios de Dios.

Juan tu apóstol metafísico, el buen discípulo  amado

Repite a viva voz: “Cordero de Dios que quita

los pecados del mundo”, mientras el Señor pasa.

Maestro de los maestros tu voz es autoridad

predicas a los cautivos, esperanza de oprimidos,

fuego ardiente contra los vanos y presumidos,

Eres como el mordisco de la áspid, penetras el

corazón con tus palabras, tus ojos lo ven todo

tu mirada lee todo lo que habita en el corazón.

 

Señor Cautivo, bendito Cristo del pueblo

Imploramos tu bendición desde lejos.

Los enfermos y convalecientes tu salud esperan

Tú curas nuestras enfermedades y males, curas

nuestras dolencias y  heridas, dice el profeta Isaías.

Como a la casa de Zaqueo, ven a nuestra morada

tus manos sostienen el cáliz de la tu dura pasión

el mar de tormento y dolor que haz de cruzar

por conquistar para los tuyos promesa de salvación

Tú eres Cristo,  luz de los ciegos, agua para la sed

pan para los hambrientos, tu eres divino maestro

el perdón, el amor, la grandeza de Dios eterno.

 

Dejad que los niños se acerquen a ti, de ellos es

el reino de los cielos, bendice las pobres escuelas

sigan los maestros tu lección de entrega, tu ejemplo

enseñen  tu palabra de paz a todos los alumnos

abre nuestros corazones ilumina las mentes.

Líbranos de la arrogancia y del vil embrutecer

de la deshonestidad y los extravíos imprudentes

no tiene buen corazón el que finge bien hacer.

El que el al pobre oprime inescrupuloso proceder,

nuestra fe es la victoria que ha vencido al mundo

Tu misericordia Señor, inunde nuestras conciencias

sea tu amor de Dios nuestra legítima recompensa.

Haznos fuertes frente a los corruptos y usurpadores,

los sin verdad, los ladrones, procaces festinadores. 

 

Señor Cautivo, bendito Cristo del pueblo

Imploramos tu bendición desde lejos.

Tu potente voz de trueno estremece la montaña,

Vive el evangelio que de tu vida da patente cuenta

Bienaventurados los que tienen hambre y sed

de justicia porque ellos serán por Dios saciados.

Grande eres Señor que ocultaste la verdad a los

sabios y prudentes y la revelaste a los pequeños,

Líbranos Señor de la torva ceguera de la mirada,

de la frialdad artera del que no tiene corazón.

Son claras tus palabras:  el que a mí me recibe,

recibe con toda su alma al Padre que me envía,

por eso desciende en nosotros el Espíritu Santo

Señor tu resucitaste al amigo Lázaro de Betania

Enciende la lámpara del amor en nuestra alma,

Ingresa y bendice cada hogar de este pueblo

 

 

Señor Cautivo, bendito Cristo del pueblo

Imploramos tu bendición desde lejos.

Ven Señor tu eres nuestra fuerza y fortaleza

en la lucha contra el mal, contra el vil abuso

y el desprecio al pobre como vil y torpe  recurso.

Escucha nuestra oración un pueblo te invoca

Bendice en la mesa cada pan y cada sopa

que nutre con alegría a los que te invocan.

Padre nuestro que habitas entre nosotros

protégenos de todo mal ahora y siempre.

Ayabaca, Octubre del 2020


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