jueves, 6 de mayo de 2010

LUCHO BARRIOS. EL SABOR DEL CORAZON


Por: Miguel Godos Curay

Lo encontré en Guayaquil y según me dijo iba a un homenaje a Julio Jaramillo el “Ruiseñor de América”. Busco entre mis archivos la fotografía que le hice con el fondo del Guayas y no la encuentro. El anuncio de su partida en la radio me dejó atónito. Lucho Barrios fue un bardo popular que enterneció a nuestros abuelos. Eres mi niña bonita…uno de sus sentidos boleros es el himno cebollero de los chancleteros. Cuando nació mi hija. Después de recibir la noticia en la maternidad del Hospital Reátegui. Fuimos con los amigos de Correo a un brindis en el bar de “Las Mascaritas” y ahí Lucho Barrios convirtió mi alegría en lágrimas.

Por él conocimos pasajes de ese idilio atormentado y bohemio entre Julio Jaramillo y Anamelba la incomparable intérprete de boleros cantineros. El Rey del Bolero era un embajador musical del Perú en todas partes. Nació en el Callao un 22 de abril de 1935. Y como todos los porteños era expansivo y abierto. Sus canciones son parte de la artillería amorosa de los amantes de antaño. A Lucho Barrios se le recuerda entre nubes de humo de cigarro, perfume espeso y los ojos cerrados. El bolero se baila con las manos palpitando como el corazón y las mejillas pudorosamente esquivas pero con una proximidad estremecedora entre criaturas que sintonizan sus sentimientos.

Todas las ocasiones que estuvo en Piura era un contertulio obligado de Renán Estrada en cuya discoteca Lucho Barrios tenían un altar junto a Los Panchos. El bolero es un combustible de pasión para los amantes ardientes. Avis rara en este tiempo de síncopes musicales y torbellinos de ruido. La euforia del diletante de boleros es una euforia elegante de hombres hombres, bien peinados con brillantina y con aliento de chiclets Adams. El bolero no soporta el hedor abombado punky. La escasa higiene y el mal gusto.

Las letras de los boleros, de cualquier bolero son poemas que en algún momento penetraron en la memoria del pueblo. Partiendo de México, el bolero recorrió el Caribe echó raíces en Cuba y hasta recibió veneración de Rubén Darío. Era el ingrediente balbuceado de las serenatas y noches de ronda. El bolero surge de los sentidos sentimientos y nació para ser entonado a viva voz. El bolero nace de los arrebatos amorosos en los cuales el corazón nubla la razón.

Los boleros de Lucho Barrios son canciones del alma, añoranzas bajo la luna. El intérprete de boleros es un cantor o un guitarrista de carácter intuitivo como sostiene el cubano Helio Orovio. El Diccionario de la Real Academia define al bolero como “baile típico español, derivado de las seguidillas, ordinariamente cantado y seguido por una o varias guitarras”.

Pero el bolero nuestro es otra cosa. Ese esencialmente romántico y placentero, apasionado y sacude la imaginación frente a la belleza inasible de la mujer. Las historias, los requiebros, los sueños, los deseos en carne viva, las palabras, los dolores y los desengaños nutren las letras de los boleros. El bolero surge de la sutil alquimia del encuentro entre una mujer y un hombre. El bolero canta y cuenta. Es una canción del alma. Eso fue el rito cotidiano que significó al vida de Lucho Barrios.

Desde las 7.32 de la mañana, hora de su partida, su vida pasó a ser un grato recuerdo. El protocolo médico dice que una secuela complicada de la diabetes le arrancó la vida. Por eso era un hombre dulce de sentimientos a flor de piel. Aún recuerda su médico de cabecera que cuando ingresó al hospital advirtió lo siguiente: “Hermano, háganme lo que quieran pero no me entuben porque mi voz la quiero conservar”. Durante su meteórica carrera grabó 150 álbumes que hoy son piezas de antología y más de mil canciones. Todas con letras sentidas. Cuando anunciaban su presentación decían de él: “Con ustedes… "Mister Marabú", otras veces lo anunciaban como el "Amo y Señor del bolero" en Ecuador y el "Rey de los cebolleros" en Chile. “"Porque esas letras hacen llorar mi hermano".

El 8 de agosto de 2002 lo condecoró como Embajador Musical de Perú el propio presidente Ricardo Lagos, en reconocimiento a su trayectoria musical de más de 40 años y por su importante contribución a la hermandad entre Chile y Perú. En vida fue el único peruano que ofreció un recital en el Teatro Olimpia de París. La muerte quiso susurrarle al oído.. .. “ansiedad de tenerte en mis brazos musitando palabras de amor”. Y él respondió como Chico Novarro : “ Arráncame la vida de un tirón/ que el corazón ya te lo he dado…..”

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