Una página que reune los artículos periodísticos de Miguel Godos Curay. Siempre con una lectura polémica, fresca y deslumbrante de la realidad.
domingo, 24 de octubre de 2010
INCERTIDUMBRE Y RESPONSABILIDAD SOCIAL
Por: Miguel Godos Curay
Los dilatados escrutinios de las actas electorales están a punto de concluirse. Lo que se viene no es para reírse ni para celebrar. Las papas queman en la mayor parte de municipios. Muchos electos alcaldes estarán atados de manos los primeros meses de gestión. Otros encontrarán una “caja” china” de sorpresas: incrementos remunerativos aprobados en la hora undécima, obras inconclusas, legiones de contratados con sus demandas en mano y la inminente paralización de servicios públicos como la evacuación de desperdicios en la ciudad. Esta es la sorpresa de año nuevo para los electos alcaldes. Sumemos a ello el pago de la gratificación a todos los servidores y la planilla adicional de cesantes y jubilados. Y el agotamiento de recursos en programas sociales como el “vaso de leche”.
Cuando culmina una gestión edil. Las primeras golondrinas en partir vuelo son los funcionarios de confianza. Los eficientes y los negligentes. Los que vienen tardan mucho en aprender. El problema es desmontar un aparato administrativo para montar otro sobre la marcha. No es suficiente una comisión de transferencia, generalmente, calientan la silla. El pedido a contraloría para deslindar la vieja gestión con la nueva tarda y demora en llegar. El desconcierto y la incertidumbre provocan climas de súbito e inesperado temor en servidores y funcionarios de carrera. Los contratados las ven negras. A contrapelo la flamante autoridad marcha con una legión de integrantes del equipo de campaña que esperan una colocación inmediata e impostergable.
Realmente estamos en cuenta regresiva. Y urge estar precavidos para que el trauma del cambio no paralice la administración de nuestras ciudades. Piura, en este momento está convertida en una trinchera insoportable, con zanjas y huecos por todas partes. Vehículos con materiales interrumpen el tráfico en cualquier momento. Arboricidios, como el perpetrado en el San Miguel revelan que el afán demoledor deja pingues ingresos en quienes aprovechando la circunstancia venden desde las varillas de hierro de los muros desplomados hasta la última raja de leña de añejos algarrobos traídos por los suelos. ¿Cuesta tanto el progreso?. Sin duda que en este arriba flores y abajo temblores la vigilancia ciudadana es una necesidad.
Piura parece un cuerpo humano al que el escalpelo y el bisturí han sometido a una intervención quirúrgica interminable. Pos supuesto que una ciudad con las vísceras en remiendo huele mal porque los trabajos, en muchos casos, no se realizan con la celeridad debida. Y a nadie, absolutamente a nadie se le ocurrió publicar un cronograma con plano adicional en donde se efectúan estas paralizantes intervenciones. El correlato son amontonamientos de basura justo en el momento en que arrecia el calor y el ciclo de propagación de las moscas por millones se cataliza irremediablemente. ¡Válganos Dios!.
Preocupante resulta que los candidatos, aquellos que pintan muros y empapelan la ciudad con su rostro y sus manidas ofertas electorales, salvo contadas excepciones, hayan tenido el coraje de dejar la ciudad limpia. Piura es un asco. Y nos falta la energía cívica para no ensuciarla más. Igualmente, hasta el momento, no hay autoridad que pueda detener esa grosera ocupación publicitaria de la ciudad que ha convertido el espacio urbano en un cancel de la huachafería y el consumismo salvaje.
El centro de la ciudad, realmente da pena. Ni la avenida Grau, el mentidero solaz de los piuranos se salva de los roba tapas y los roba losetas, que centímetro a centímetro, destrozan lo que nos queda de calzada. Mientras tanto, prosiguen nuestros males frente a la indiferencia que anonada y paraliza.
Ya es hora que todos pongamos freno a estos abusos que hacen de Piura un tugurio indigno para vivir lejos de la ciudad que todos soñamos. No es una tarea imposible, por ejemplo, ser limpios. No es una tarea imposible respetar las áreas verdes. Hoy en el mundo la arquitectura y la ingeniería respetan la naturaleza y con plasticidad respetan sus contornos. Bien se señalaba, hace poco, que nuestras autoridades se empecinan en hacer calles de avenidas amplias para que transiten vehículos pesados lo que no está mal. Pero es mucho más importante el preservar, defender y proteger una ciudad para sus habitantes. Ello demanda que las empresas que inundan la ciudad de cartelones gigantescos no atropellen nuestro derecho a mirar el cielo y a tener un paisaje urbano limpio. Sepan los salvajes taladores de algarrobos del Colegio San Miquel, que con saludable criterio, en la Universidad de Piura el rincón más hermoso es el que procura un viejo y vencido algarrobo que se cayó pero nadie, por puro amor a la naturaleza toco y ni siquiera afeitó con el filo de un hacha. Es una reliquia viva que fomenta el amor por la vida. En cambio hay quienes se empecinan por derribar todo. Son los nuevos bárbaros de esta errónea y falsaria modernidad.
Hace poco los vecinos de Sechura organizados cívicamente en un impecable acto de coraje cívico lograron en los tribunales una sentencia ejemplar que dispuso el retiro de una antena que con toda desfachatez se había erigido a unos metros de la antigua iglesia de San Martín de Tours con la complacencia de las autoridades municipales y los sinvergüenzas. En Piura, contradictoriamente, hasta el momento no se ha podido retirar uno de estos armatostes y ni siquiera uno de esos cartelones que afean la ciudad. Que conste que muchos de estos son un peligro público porque sostenidos con endebles pernos y cuatro alambres templados pueden caerse en cualquier momento.
Piura está cambiando, pero preservémosla para sus niños, sus jóvenes y para sus mujeres. Se yerguen centros comerciales en los cuatro puntos cardinales. Es hora de exigir a éstas apresuradas inversiones inmobiliarias que ejerciten la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) devolviéndonos en justa compensación parte de lo que no quitan. Si quieren una relación amable con Piura inviertan en su contorno, en las zonas de impacto directo pero también en las del indirecto. No se trata de que nos coloquen un colorido e iluminado arbolito de navidad. Sino que se acuerden que Piura y los piuranos existen. Y es preferible dar antes que con coraje y energía cívica tengamos que pedirlo. ( Foto: Arcangel Adrianzén Carrasco-Comunicación UNP)
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