sábado, 7 de abril de 2012

EL LABERINTO DE LOS SUEÑOS


Por: Miguel Godos Curay

El miércoles pasado recordamos al filósofo pero mejor amigo Vicente Santuc Laborde ( SJ Francia 1936-2011) fundador del Cipca ( Centro de investigación para el desarrollo del campesinado), Radio Cutivalú y la Universidad Jesuita Antonio Ruiz de Montoya. Con este entrañable gesto humano se inició también la celebración de los cuarenta años del Cipca. En la cuenta menuda no es poco tiempo de trabajo en el campo, el escenario en donde mayores impactos económicos se han producido. Y en donde urge concentrar los esfuerzos para enfrentar la apropiación de la tierra (nuestra) frente a la arremetida brutal y hostil de un mercado que apaña predios y los negocia al más rico postor. La perogrullada de Olmos donde el estado invierte 20 mil por hectárea para adjudicarla a 4,500. No deja de preocupar respecto a lo que podría suceder en el Alto Piura. Lo mismo acontece en el Chira donde las tierras se arriendan y se venden a diario a los productores de etanol. En Piura ya se desbocó el negociado de la tierra y el agua. Y el tráfico está a la orden del día. Los ayer agricultores se asientan en las periferias urbanas de la ciudad. Hay un violento cambio de la matriz productiva. ¿Quiénes abordan la reflexión sobre esta crisis? ¿Preocupa esta crisis a los responsables de las decisiones políticas? ¿Está la crisis en la agenda de la universidad? ¿Cuánta falta nos hace Vicente?

Si hay un atributo con el que podemos recordar a Vicente es la frescura de su pensamiento. La alegría y la sencillez. En buena cuenta encarnaba el sensible humanismo que acompaña a los genuinos filósofos que no son complicados. El enredo y extravío en los vericuetos del dogmatismo no es un atributo propio de una inteligencia que descubre la verdad. Vicente fue un hombre esclarecido que abrió caminos y que construyó esperanza a través de sus sueños. Los sueños compartidos son realidades. Conforme al carisma ignaciano creía en el eficaz combustible de la solidaridad humana. Todos recuerdan su sonora carcajada pero también su sutileza lógica para extraer de los decires de la Chepa Mena filosofía pura.

Vicente se fue sin alarde, sin estridencia y sin miedo. Su cuidadosa elección de las palabras para expresar su verdad fue una nota distintiva. Amó lo peruano y lo piurano con una galana finura que todos recuerdan. Su calidad humana lo hizo dueño de un señorío de la inteligencia propio y profundamente humano y cristiano. Sus enseñanzas no se olvidan porque fueron actitud de vida. Sus inquietadoras lecciones de filosofía son un asomo reflexivo desde la sencillez hasta lo profundo esa fue la tónica que asumió en “El topo y su laberinto” (2005)

“El Perú es un país apasionante y a la vez desesperante” confesó a Caretas refiriéndose a la institucionalización costeña y urbana de la república sin incluir a la sierra y a la selva. El Perú es un país de exclusiones. En el territorio académico acusó a las universidades “que forman mentes estrechas de funcionarios que en cuanto tengan un poquito de poder lo harán sentir”. El Perú, puntualizó, necesita mentes abiertas capaces de competir en el mercado internacional. El desafío mayor es el conectar a la universidad con la vida nacional. Una universidad que enseña, indaga, investiga y propone. La distancia entre la universidad y la realidad es un océano de naufragios y desilusiones. Para la universidad no es suficiente ser el repositorio del pensamiento crítico sino del pensamiento constructivo que aporta soluciones. Si la universidad no se sumerge en la realidad difícilmente puede apelar a su ínsito afán de comprensión del mundo y ser predicada por muchos.

Vicente Santuc, advirtió premonitoriamente, que el Perú vive un momento de apuro por explotar los recursos naturales “sin siquiera hacer antes un mapa para saber cuáles son explotables, teniendo en cuenta las dimensiones humanas, sociológicas, los riesgos y de allí programar lo que se debe hacer hoy”. Su mensaje esencial, para una sensible peruanista, se resume en el “soñar un país en el que quepamos todos”. Sueño que aún se torna complicado por la inmadurez de nuestra clase política. El pretencioso afán de acumular riqueza sin compartirla. Por la superlativa confianza en una educación excluyente, distanciada de la realidad, discriminatoria y centrada en el retoricismo. Y por esa arrogante indiferencia del poder que cohabita con la corrupción, el abuso y la infelicidad.
Foto: Vicente Santuc, rodeado por el grupo fundador del Cipca. Bruno Revesz, Francisco Mugiro, Juan Hernández,Carlos Schmidt entre otros.

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