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Por: Miguel Godos Curay
Todo amor es producto de un complejo juego entre la memoria y el olvido, entre la evocación voluntaria del pasado y la nostalgia involuntaria que asalta el presente. Como sostiene Alfredo Bryce de las tranquilas profundidades el subconsciente: “ aflora, surge, brota, nos invade y nos moja”. En opinión de Oscar Wilde: “ Cuando uno está enamorado empieza engañándose a sí mismo y termina engañando a los demás. Esto es en esencia el amor romático”.
Abrenuncio, el asexuado personaje de “Del amor y otros demonios” de García Márquez dice que: “el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa”. Una explicación deslumbrante del amor es la que nos dan los neuroquímicos que explican que los cambios en la composición hormonal y endorfinas del tronco cerebral, el hipotálamo y el lóbulo límbico del sistema nervioso central son causantes del fenómeno amoroso.
Así cuando hay mayores concentraciones de dopamina y adrenalina la atracción amorosa funciona. El descenso de estos neurotransmisores equivale al bloqueo y el desenamoramiento. Otra hormona excitadora es la ocitocina que libera la parte posterior de la hipófisis. En las mujeres provoca sensibilidad corporal y eyección de leche, en los hombres contrae la próstata. Cuerpos contrahechos y envejecidos de pronto se yerguen milagrosamente. Al momento del orgasmo su nivel aumenta cinco veces en el plasma sanguíneo reduciéndose hasta que la pasión se esfuma.
Una descripción científica del enamoramiento elaborada por Perder y Eibl-Eibesfeldt señala la siguiente conducta propia de los enamorados: Un contacto visual con fijación de la mirada hasta la “caída de ojos” para retornar a la fijación. Del “coqueteo de ojos” se pasa a la animación y temblor de la voz. De pronto aumenta el tono de la voz para aterrizar en risas eufóricas. La cara gira de un lado a otro, se producen movimientos mutuos de aproximación, los labios se humedecen repentinamente. Los enamorados se acomodan la ropa para revelar la piel desnuda. Finalmente copian mutuamente los gestos y sincronizan movimientos.
A estas manifestaciones se añade el aumento de la frecuencia cardiaca, sudor, latido epigástrico. El extremo del sentimiento amoroso es el ensueño, la fantasía y el apetito repentino. Para el psicólogo Keith Davis el amor es producto de la suma del cariño amistoso y la pasión sexual con algunas gotitas de altruismo. Evelina, personaje de “La Escuela de Mujeres” de André Gide dice: “Lo propio del amor es enceguecernos ante nosotros y ante los defectos de la persona que se ama”. Lo opuesto al amor es la desilusión y la decepción. La ruptura de la burbuja y el retorno a la realidad muchas veces doloroso y desgarrador.
La expresión más sublime del amor es el beso. En la escala animal usan el pico para acariciarse los pájaros y para lamerse los caracoles. El perro muestra su cariño lamiendo al amo. Los perros se lamen unos a otros en señal de cariño y contento. Anatómicamente el beso es una forma ideal de expresión afectiva que aprendimos de los simios. Erasmo de Rótterdam, cuenta que cuando visitó Inglaterra observó que el beso se había extendido como señal de cortesía y felicitación. Hay besos que son puro chasquido de labios, besos olfatorios y acercamiento de mejillas. En Samoa el beso es una sonora aspiración nasal. El beso mordisco es expresión de ardor sexual. Hay besos curativos como los que dan las mamás. El beso entre hombres es el beso platónico en ambas mejillas. El beso entre los políticos y los encandilados en el poder es el antecedente remotamente próximo del beso de Judas por eso a nadie en su sano juicio se le ocurre acudir en su búsqueda. Einstein respecto al amor escribió: “Enamorarse no es en absoluto los más estúpido que puede hacer la gente…pero de ello no se puede echar la culpa a la gravitación”
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