jueves, 15 de febrero de 2007

EL VALOR DE SABER ESCUCHAR

Por: Miguel Godos Curay

La comunicación humana se cimienta en la palabra. Gracias a la palabra expresamos nuestros pensamientos, ideas, pedidos, sentimientos y nos relacionamos con los otros. Para que la palabra surta es necesario que sea oída y escuchada que nuestros interlocutores “decodifiquen” nuestro mensaje. Saber escuchar no sólo es una práctica necesaria sino una necesidad en la familia, en la escuela y en la propia sociedad.

Muchos conflictos se producen cuando no somos escuchados adecuadamente. Muchos conflictos se producen en la familia cuando los padres no escuchan a los hijos y los hijos no escuchan a sus padres. Para comunicarnos adecuadamente necesitamos climas de confianza que faciliten el entendimiento humano. Bien se ha dicho que Dios nos dotó de una sola boca pero de dos oídos para encontrar el sentido de los mensajes.

Saber escuchar requiere de una disciplina cotidiana. En primera lugar mostrar una actitud de confianza, una actitud respeto a la persona que nos habla para que pueda expresar con propiedad sus mensajes. Es distinta la capacidad de comunicar de un niño y la de un anciano porque importa esfuerzos de entendimiento distintos. Igualmente tenemos que procurar no sentirnos grandes con los pequeños ni pequeños con los grandes. Tenemos que tratar a todos con equidad y madurez para que la comunicación eficiente se produzca. Comunicación eficiente es la que cumple sus propósitos y objetivos.

En la sociedad la comunicación es el componente necesario para una fluida relación que provoque la armonía que no es otra cosa que el bien comunitario. La sociedad incomunicada está abierta a una serie de conflictos sociales, políticos y económicos productos de la falta de equidad y la injusticia. El desentendimiento social es producto de la incapacidad de escuchar a los demás. Muchas veces los gobernantes o quienes ejercen cargos públicos hacen oídos sordos a los gobernados y la confrontación se produce inmediatamente como una respuesta.

La tolerancia es un valor cívico fundamental que nos dispone a actitudes abiertas a una relación con los demás. El respeto , la cortesía son también valores que contribuyen a una mejor relación entre los hombres y mujeres y entre los integrantes de la sociedad. Cortesía significa abrir los cauces del corazón, es hablar con el lenguaje dela corazón y la sinceridad. Por ello nos apena cuando se dice que una de las virtudes que perdemos cada día es la virtud de la cortesía aquella que nos empuja a la amabilidad, al saludo respetuoso, a la atención y a la generosidad.

Por este motivo creemos necesario el fomentar estos valores en nuestros niños y jóvenes, en el seno de la familia, en la escuela y en la comunidad. Necesitamos nutrirnos de estos valores elementales que posibilitan el entendimiento humano en climas de confianza y tolerancia. Confianza, significa, confiar en alguien, confiar en el otro. Necesitamos también derribar esas barreras de incomunicación que existen en nuestras familias y en la propia sociedad. Necesitamos restituir la confianza entre los peruanos que gobiernan y los gobernados. Pero también entre los que más tienen y los que menos tienen en un clima de solidaridad social y respeto. Nosotros mismos podemos iniciar desde hoy un esfuerzo por mejorar nuestra capacidad de escuchar a los demás en especial de los mas pequeños e indefensos, de los jóvenes que no logran superar los serios conflictos que acompañan su existencia. Tenemos que aprender a escucharnos entre nosotros mismos los adultos tan pocos dispuestos, en muchas ocasiones, a la amabilidad y a la cortesía. Si queremos mejorar nuestros esfuerzos de comprensión de los demás tenemos que aprender a escuchar más.

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