martes, 13 de febrero de 2007

LA LECCION DE DON MILTON FRIEDMAN

Por Miguel Godos Curay

Milton Friedman (1912-2006) el más conocido economista de la Escuela de Chicago y uno de los más activos defensores del libre mercado falleció el pasado jueves víctima de un paro cardiaco en un hospital de San Francisco en EEUUU. Friedman en 1976 obtuvo el Premio Nóbel de Economía. Sus teorías monetaristas fueron aplicadas por Nixon, Ford y Reagan. Es autor de más de una docena de libros y hasta su muerte mantuvo una de las columnas más sabrosas y leídas en Newsweek.

Friedman estuvo en 1981 en el Perú. En aquella ocasión dijo que se sentía contento de estar en la tierra de su amigo Pedro Beltrán a quien llamó: vigoroso defensor de la libre expresión. Friedman en su mensaje a los peruanos señaló : “Es cierto, como dice la Biblia, que no solo de pan vive el hombre pero también es verdad que la libertad no puede sobrevivir en un mundo sin pan”. El Perú vivía aquel entonces las postrimerías del estatismo velasquista.

La lección inolvidable del maestro estuvo referida a la inflación. Friedman definió a la inflación como una enfermedad social similar al alcoholismo. Tanto la inflación como el alcoholismo son enfermedades adictivas. El adicto al alcohol descubre en su agonía que cada día tiene que tomar más para sentir la misma sensación de estímulo. Ergo las naciones se tornan adictas a la inflación y necesitan dosis más altas de inflación para sentir un aparente efecto placentero de bienestar. Sin embargo, después de la farra queda una sensación de angustia y desesperación acompañada del alza generalizada de los precios. La cura está en dejar de consumir alcohol. En la economía dejar de imprimir dinero sin respaldo. En política no prometer lo que no se va a cumplir.

Friedman, advirtió también, que como en todo tratamiento, los malos efectos vienen antes y los buenos efectos después. El adicto al alcohol sufre tormentos dolorosos antes de haberse librado de la adicción. Tampoco hay tratamiento indoloro y con anestesia para la inflación. Las naciones para acabar con la inflación urgen reajustes dolorosos hasta que aprenden a que no pueden gastar lo que no producen.

Los ciudadanos tienen que entender, por ejemplo, que nadie se vuelve alcohólico por tomar leche. Ni que los jóvenes que estudian mucho perderán el juicio. O que quienes practican la responsabilidad cívica de pagar sus impuestos o respetar la luz roja de los semáforos son cojudos. Lo políticos deben aprender a no mentir y a dejar de hacerlo compulsivamente.

La inflación se produce cuando el dinero aumenta más que la producción. Cuando se gasta lo que no se tiene. Cuando circula moneda sin respaldo. Cuando las mentiras son materia de las propuestas electorales. Y cuando los ciudadanos cometen la torpeza de tropezarse dos veces con la misma piedra y no aprenden de sus errores. Fiedman tenía razón.

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