martes, 13 de febrero de 2007

EL AROMA DEL ROSAL VIVIENTE

Por: Miguel Godos Curay

El compositor Miguel Segundo Ciccia Vásquez acaba de partir en un viaje sin retorno. Ciccia Vásquez rezumaba vitalidad en cada gesto de camionero feliz, de serrano canchaqueño enamorado de la belleza del paisaje de su tierra. Una ingrata dolencia le consumió la vida a sorbos y no se arredró. A pesar de los males no perdió un instante de su vida. Lo encontré en el Aeropuerto de Sao Paulo estaba flaco y demacrado pero con el humor a tope y se aferraba a la vida con un tesón extraordinario. Asistía a las anuales ferias de la Mercedes Benz en Brasil. Fue un empresario del transporte: servicio público y negoció, al que dedicó todas sus fatigas. Fue congresista y estudió derecho para tener una profesión. No estaba hecho para dragonear con los códigos en los pasillos. La vida no le dio rédito y se lo llevó con la misma pasión con la que vivió.

La música le brotaba del alma. Era el lenguaje de la ternura que le abría las puertas de los corazones femeninos. Sus composiciones surgieron recorriendo las escarpadas cordilleras de la sierra huancabambina en donde no le faltó un poncho moro o una cautivadora sonrisa femenina. Amaba y se hizo amar, campechano, disfrutó de sus éxitos pero también de sus anhelos fervorosos. Esta vez no pudo renunciar al viaje sin retorno.

Quienes lo conocieron no pueden dejar de recordar la sentidas notas de su “Rosal Viviente” vals elevado ya a los altares de la consagración universal como síntesis de piuranidad. Sus notas las interpreta la Orquesta Sinfónica de Piura, las bandas pueblerinas y es el tema obligado cuando se quiere rendir culto a la añoranza y al rubio sol y a la belleza inolvidable de la mujer piurana. Hace poco Miguel recibió el homenaje del Municipios de Piura y Huancabamba, fueron jornadas emocionantes, acaso no una anticipada despedida que el disfrutó gozoso con intensa emoción.

Se había instalado en Tumbes junto al mar. Un serrano extasiado mirando el mar es una rareza pero no un imposible en Piura. Esta es una estancia para los poetas que disfrutan con ese cotidiano morir del sol para renacer pleno todas las mañanas. El mar y su presencia entrañable conmueven hasta las lágrimas. Esa significación la conocía el propio Ciccia quien se ha ido al despuntar en el calendario el invierno.

Poeta vital, bohemio de los caminos y humano de carne y hueso eso fue. Las nubes se han apropiado de sus ojos, la lluvia pertinaz camino a Huancabamba moja los rostros. El amor habita en la esencia del alma, la muerte raja el amor con un cuchillo y se lo lleva todo. Si muero de amor viviré feliz en la eternidad dice el poeta. El dolor apergamina el alma pero Miguel vive en sus canciones. Es ese rosal viviente que despide recuerdos y aromas.

1 comentario:

Richard Chavez dijo...

Es una gran pérdida que nos haya abandonado.
No lo conocí, pero según sus familiares era una buena persona.
Así como Los Romero, es una muestra de progreso.
Desde el cielo se escucha su canción. Sólo queda admirarse por su letra.
Viajé a su pueblo Canchaque y quedé admirado, se los recomiendo a todos los que escriben, en especial a los poetas.
De aquel viaje escribí una crónica, en donde humildemente relato lo que gocé en aquellos dias en ese idílico lugar.

Richard Chávez
www.richardchavez.blogspot.com