sábado, 15 de marzo de 2008

LAURA BOZZO Y LA ACADEMIA


Por: Miguel Godos Curay

Pocos conocen que Jaime Baily debutó periodísticamente en La Prensa y que en Piura frecuentó, entre el 1982 y 1983, la buena amistad de Renán Estrada y la redacción de Correo. Sus crónicas incisivas y sabrosas perfilaban en él a un periodista inquietador e inquietante. A un escritor sin concesiones y aun liberal dispuesto a promover la candidatura de Vargas Llosa frente al estatismo privatizador del aprismo. El periodismo de Baily no deja de ser crítico y sutil. La autopsia de las farsas montadas por la Bozzo presentadas en la televisión por cable no deja de ser, burla burlando, uno de sus puyazos meritorios.

El urdir escándalos, el manipular personas con truculentos conflictos humanos que se desnudan con crudeza ante el público no deja de ser un platillo apetecible en la televisión popular peruana. Algunas veces, es probable, que la realidad desborde a la ficción pues la procacidad, el acoso, el adulterio, las violaciones, la discriminación, la corrupción el nepotismo y la desintegración de los valores humanos son acontecimientos cotidianos en un país en dónde la apuesta por la educación cuesta sangre, sudor y lágrimas.

Preocupante, resulta, que los actores de la Bozzo. Aquellos que fingen sostener con su labia tres amantes, o que presas de su impotencia no sirven al trajín erótico de sus consortes. O esas criaturas miserables despojadas de felicidad que no aceptan su adiposidad, el color de su piel o su opción sexual obtengan, como paga a ese forzado rol, aprendido en libretos urdidos para el regusto de los adictos a la escabrosidad y morbosidad enferma sumas de: 180, 200 ó 250 soles. Monto equivalente a diez veces lo que paga una universidad privada por hora de clase o cinco veces lo que una universidad pública.

Con la Bozzo vive y colea esa mafia corrupta que utilizó el fujimorismo para esterilizar las conciencias de los ciudadanos. De ese modo se impusieron coactivamente las perversiones humanas, se construyó una identidad artificial que presenta a los peruanos como cómplices de la degradación, la pobreza cultural, la corrupción e indiferencia sin capacidad de reacción. De este modo la existencia quedó condicionada por la televisión como un medio amplio cuyo formato facilita la manipulación de una realidad creada artificialmente para embrutecer a las masas.

Con esta estrategia mediática el objetivo es perpetuar un país de pobres y súbditos perpetuos incapaces de pensar, crear y construir espacios de respuesta y controversia. De este modo banal se debilita la escuela pública promoviéndose a la escuela privada como modelo de éxito. De este modo se multiplica la exclusión como una norma aceptada para la formación de jirafas intelectuales que creen saberlo todo sin saber nada en lugar de ciudadanos reflexivos y capaces del dominio de la matemática y el lenguaje considerados los códigos de la modernidad.

Las mentiras de la Bozzo no permanecen distantes de las mentiras académicas aquellas que utilizan la publicidad para vender en las aulas sebo de culebra y una formación precaria y deficiente. Oferta de carreras que no responden a las urgentes necesidades del país. En 1999 Laura Bozzo construyó, a fuerza de repetición, un perfil de defensora de los derechos de las mujeres humilladas o maltratadas. Para ello presentó sórdidos casos extraídos de la vida limeña obtenidos por su red de “investigadores” agentes expertos en falsear informaciones, inventar casos y reclutar víctimas por billete. Sin duda, que no estamos lejos de los “investigadores académicos” que reinventan la realidad y sus proyectos para cobrar una subvención. La mayor parte de ellos no tienen ni tendrán aplicación práctica con resultados a la vista. Y como sostienen los propios agricultores de Chulucanas. “con tales proyectos no se saca ni a las lagartijas de sus huecos”.

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