lunes, 31 de marzo de 2008

DURA MEDIDA,NECESARIA MEDIDA


Por: Miguel Godos Curay

En el Perú existen actualmente 121 ISP Públicos y 224 ISP Privados (345 en total) y 45 Facultades de Educación; lo que suma un total de 390 Instituciones de donde han egresado los docentes que hasta hoy cumplían trabajo pedagógico en las escuelas públicas y privadas del país. El Gobierno, en saludable iniciativa, suspendió ayer de manera indefinida la creación de nuevas facultades de Educación en el país, además de los exámenes de admisión a esa carrera y los cursos de capacitación a distancia para docentes, hasta que acrediten, previa evaluación, la calidad de su enseñanza.

Los diagnósticos coinciden en señalar la deficiente formación de los profesores peruanos. Ni los pedagógicos ni las Facultades de Educación brindan una formación magisterial de calidad. A ello se suma la proliferación mercantil de programas de formación magisterial acelerados y a distancia de universidades privadas. Realmente una estafa para los futuros docentes.

Muchos docentes de las facultades de educación universitarias no dejan de ser una improvisada cosecha de las desaparecidas escuelas normales y los institutos pedagógicos con los que difícilmente y a duras penas se puede mejorar la calidad formativa de los futuros maestros. La formación magisterial, por eso, no deja de ser más de lo mismo. Sin un aire de renovación y cambio. Otro factor es la migración masiva de los postulantes que no son admitidos en las universidades a los institutos pedagógicos. Una vez egresados se reciclan en la universidad en donde con deficientes programas de formación magisterial obtienen la licenciatura universitaria con un simple recibo de pago.

Otros programas sólo funcionan sábados y domingos. Otros son los ciclos intensivos de verano que distan enormemente de la formación regular. El envilecimiento de los programas es un fiasco consumado que reporta pingues ganancias de la deshonestidad (tráfico de notas, acoso sexual, certificaciones y evaluaciones al mejor postor etc. ) . El propósito es brindar una titulación académica, sin escrúpulos, al precio que sea.

En la propia universidad se ha perdido el norte respecto a las demandas educativas del país. No existe claridad respecto a las líneas de investigación reducida a deleznables monografías sin aporte personal y sin aplicación absoluta a nada. Otro factor de distorsión es el conflicto de poder que despiertan los cargos directivos ejercitados como capellanías para sumar ingresos a la boleta de pagos.

La formación docente, es un tema crítico y la acreditación debe iniciar un proceso de evaluación a fondo que permita acabar con estas serias deficiencias no sólo en los aspectos cognoscitivos, valorativos y afectivos. Basta con observar el abandono de las aulas sin cuidado alguno, la falta de material bibliográfico fresco y las malas prácticas docentes como la impuntualidad, la improvisación, el pluriempleo para darnos cuenta que en estas precarias condiciones no se puede obtener mejores resultados en la escuela. ¿Cambiamos, nos acreditamos o desaparecemos?

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