sábado, 16 de febrero de 2008

¡ NECESITAMOS LA DEFENSORIA UNIVERSITARIA!


Por: Miguel Godos Curay

La Defensoría Universitaria es una vieja institución en las universidades españolas y en algunas universidades sudamericanas como la Universidad Autónoma de México y universidades de Chile. El Defensor Universitario tiene como función esencial la protección y salvaguarda de los derechos y libertades de los miembros de la comunidad universitaria. Igualmente garantiza el desarrollo de la vida universitaria y el funcionamiento óptimo y transparente de los servicios de la universidad.

El Defensor Universitario cumple sus funciones con total independencia e imparcialidad, por este motivo, el ejercicio de su cargo es incompatible con cualquier otra función de gobierno de la universidad. El Defensor Universitario es elegido entre docentes de probada trayectoria académica y de foja impecable a propuesta de los docentes, los estudiantes o el propio Rector. Sus intervenciones se realizan a instancia de parte mediante quejas, denuncias, sugerencias y reclamaciones por lo que se solicita su participación. El Defensor Universitario, en todos los casos, preserva el anonimato y el cumplimiento de la justicia.

Sobre los hechos, materia de una denuncia o queja, el Defensor Universitario emite un informe y posteriormente una resolución que se comunica a las partes invocándose la reparación del daño a que ha lugar o la intervención administrativa y judicial conforme a la gravedad que ha motivado su participación. En 1996 la universidad mexicana consideró a la Defensoría Universitaria como una extensión del irrestricto ejercicio de los Derechos Humanos Fundamentales y como tal una institución necesaria e imprescindible.

En Chile el Defensor del Estudiante Universitario contribuye a la calidad y el buen funcionamiento de la universidad. Su ámbito de competencias comprende: Servicios y prestaciones universitarias, actos administrativos y la función docente. Toda queja, propuesta de mediación o iniciativa; presentada mediante escrito firmado por el interesado; indica su nombre y apellido, documento de identidad, domicilio, estudios que realiza, etc.

La proliferación de establecimientos universitarios, públicos y privados, ha convertido a la comunidad inteligente que investiga, estudia y propone soluciones a los complejos problemas de la sociedad en un mero negocio en donde importan los mayores ingresos y viene de menos la calidad formativa. Muchas malas prácticas docentes, la negligencia administrativa, el incumplimiento de funciones, el trato discriminatorio, la ausencias en las aulas, el acoso sexual, los excesos en los trámites, la enseñanza de mala calidad, el negociado de calificaciones, la falta de investigaciones realmente útiles y de aplicación práctica que sirvan de modelos a los alumnos otorgan plena vigencia a la Defensoría Universitaria en todo el sistema de la Universidad Peruana.

Si en el Perú exigimos el respeto irrestricto a los derechos del niño, la defensa de los derechos humanos, la defensa de la propiedad intelectual, la defensa de los consumidores. ¿Por qué no defender la calidad de la formación universitaria frente a la amenaza de la mediocridad, la superficialidad y la reiterada malversación de los recursos del Estado asignados a la universidad pública?. ¿Por qué no exigir un mejor trato al docente y al estudiante universitario?. Si el Perú quiere preservar su capacidad de futuro tiene que tener en las manos la vigilancia responsable del cumplimiento del presente. No se trata simplemente de vidriar los pisos del recinto académico para que provoquen el idilio de un paisaje de aparente limpieza. Sino de entender el rol definitivo de la limpieza moral de las conciencias.

Como decía el poeta paiteño Rufo Cárcamo hay muchos togados y doctores que con ingenuidad creen aún, en su arrogancia, que la libertad es un monumento en los Estados Unidos. Otros con pretensiones exultantes repiten: que la libertad, en el Perú, es un departamento sin darse cuenta de las ominosas cadenas que los mantienen prisioneros por el cuello. Pocos realmente se han dado cuenta que la libertad genuina es una buena razón para hacer realidad los sueños colectivos de un Perú con vocación de grandeza y de futuro.

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