PIURA Y LOS
PIURANOS
Por: Miguel
Godos CurayPercepción ciudadana con sentido de humor |
A todo ello
podemos sumar un clima agradable, la proximidad al mar y una cocina variada,
exquisita y envidiable. Por este territorio
se le hace la boca agua a muchos. A promisores inversionistas pero también a
voraces especuladores. Muchos piuranos
no se han dado cuenta de los atributos de su región. Y en la escuela pocas veces con
seriedad se enseña lo que tenemos. Fácilmente podríamos sumarnos a este emporio.
Pero los piuranos créanlo o no tienen virtudes y defectos. Virtud de algunos es
el trabajo. La ociosidad, esa falta de emprendimiento es un defecto detestable.
Algunos
piuranos desean con furia y vehemencia lo que otros tienen. Por ello viven de
la desconfianza y del guiso de lengua. Otros siembran. Hay quienes quieren
cosechar sin trabajar. Hay quienes se nutren de la vida institucional
consagrados al ejercicio de la función pública. Deberían ser los artífices de
las grandes decisiones. Pero viven sumergidos en un mar de indecisiones. Esta es
nuestra comedia y tragedia a la vez. Otros piensan que nuestros viejos problemas:
la inseguridad ciudadana, el desorden del transporte, el caos del mercado y el
desaseo urbano se resolverán de un día
para otro. No es así. Este rito mentiroso sangra presupuestos, aprueba cohechos
y convierte en un botín cualquier obra
pública. Al final del ejercicio fiscal con una baraja de floridos argumentos se
trata de explicar lo que no se hizo o se
dejó de hacer.
Tampoco faltan los ingenuos, calienta sillas y recoge bolas. En realidad Piura no necesita más de lo mismo.Piura no puede improvisar su futuro y contentarse con poco. Piura no puede ser un premio consuelo ni un huevo del viento de una gallinita desafortunada. Un territorio es un sueño construido afirma Luhmann. El conocimiento es una construcción del mundo en el mundo. Es un acto de creación por la observación y la distinción. La observación como método es el reconocimiento, el reflejo de una estructura subyacente de la comunicación. Es por tanto creadora de la sociedad. Sucede que el conocimiento de muchos piuranos se quedó extasiado en la aldea, en la avenida Grau el puente viejo y la picantería. Y ahí se quedaron estacionados.
Piura es mucho más. Algunos la llaman la California del Perú. Piura, vive una patente ausencia de liderazgos. Con malos ejemplos que sirven de ejemplo. Con goleadas y derrotas al extremo de vivir en una cuerda floja sin altura. Con una cocina memorable pero un afán sin memoria de vivir. Con invisibles iniciativas como las de Juan Hernández que pueden romper el alma a cualquiera. EL hogar para niños con Sida del jirón Lancones en Santa Rosa es un esfuerzo con garra que requiere apoyo. Criaturas que no pidieron venir al mundo pero que están aquí entre nosotros y que hay que atender. Y Juan que habla poco hace mucho.
Piura una
ciudad tan grande que utiliza la grandeza de Grau para medir su estatura moral
no puede ser esquiva a estas acciones
nobles. Programas en favor de los niños pobres como Manitos trabajando o Cannat.
Juan hace mucho mientras otros deshacen presupuestos sin pudor y vergüenza. El
presupuesto de Juan es diminuto porque es de sobrevivencia. Si Juan sobrevive
es porque Dios de vez en cuando estudia economía y hace ver color azul cielo
las cifras que están en rojo. Tocar la puerta y empujar el codo a empresarios sin
alma es una pérdida de tiempo. Tampoco es bueno convocar a los que hacen poco
pero lo anuncian tanto.
Esa paradoja
de ser ricos y vivir como pobres irrita el sentido común. Es una actitud
similar a la de la zorra que contempla las
uvas y se consuela con sólo
verlas. Piura tiene sol en abundancia, también tiene luna que nadie contempla.
En las ciudades de los rascacielos no es posible contemplar ese sol que se
sumerge como una ardiente naranja en el mar. O esa luna alunada que en Piura
luce lúbricamente extraordinaria. Por andar mirando el suelo los piuranos nos
perdemos el esplendor de ese espectáculo gratis y maravilloso. Vivimos como
cojudos cuando deberíamos asumir con garra y energía los desafíos de los nuevos
tiempos. Tenemos un cielo estrellado
pero nos faltan hombres y mujeres con sueños. Somos piuranos pero nos sentimos
como extranjeros y extraños en nuestro territorio. Algo así como tener una
biblioteca y no saber leer. O esa infelicidad mayor que es el renunciar a ser
buenos.
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