lunes, 1 de octubre de 2012


PIURA Y LOS PIURANOS
Por: Miguel Godos Curay

Percepción ciudadana con sentido de humor
Parece que los piuranos no nos hemos dado cuenta que el territorio que habitamos es una abundante despensa  de variada riqueza. Piura tiene 35 mil 892.49 kilómetros cuadrados, el 3.0 % del territorio nacional.  Piura es rica. Tiene hidrocarburos (petróleo y gas), fosfatos, cobre, molibdeno y oro. Tiene todo el reino mineral bajo su corteza esperando convertirse en inversiones y beneficios para la región en algún momento.  También tiene una agricultura diversificada como para no morirse de hambre. Tiene agua pero debe administrarla sin desperdicio. Nuestra pesquería es la más variada del país. En Piura se come bien y en abundancia lo que otros sólo miran. La riqueza de Piura es más que expectante.

A todo ello podemos sumar un clima agradable, la proximidad al mar y una cocina variada, exquisita y envidiable.  Por este territorio se le hace la boca agua a muchos. A promisores inversionistas pero también a voraces especuladores. Muchos piuranos  no se han dado cuenta de los atributos  de su región. Y en la escuela pocas veces con seriedad se enseña lo que tenemos. Fácilmente podríamos sumarnos a este emporio. Pero los piuranos créanlo o no tienen virtudes y defectos. Virtud de algunos es el trabajo. La ociosidad, esa falta de emprendimiento es un defecto detestable.

Algunos piuranos desean con furia y vehemencia lo que otros tienen. Por ello viven de la desconfianza y del guiso de lengua. Otros siembran. Hay quienes quieren cosechar sin trabajar. Hay quienes se nutren de la vida institucional consagrados al ejercicio de la función pública. Deberían ser los artífices de las grandes decisiones. Pero viven sumergidos en un mar de indecisiones. Esta es nuestra comedia y tragedia a la vez. Otros piensan que nuestros viejos problemas: la inseguridad ciudadana, el desorden del transporte, el caos del mercado y el desaseo urbano  se resolverán de un día para otro. No es así. Este rito mentiroso sangra presupuestos, aprueba cohechos y  convierte en un botín cualquier obra pública. Al final del ejercicio fiscal con una baraja de floridos argumentos se trata de explicar lo que no se hizo  o se dejó de hacer.

Tampoco faltan los ingenuos, calienta sillas y recoge bolas.  En realidad Piura no necesita más de lo mismo.Piura no puede improvisar su futuro y contentarse con poco. Piura no puede ser un premio consuelo ni un huevo del viento de una gallinita desafortunada. Un territorio es un sueño construido afirma  Luhmann.  El conocimiento es una construcción del mundo en el mundo. Es  un acto de creación por la observación y la distinción. La observación como método es el reconocimiento, el reflejo de una estructura subyacente de la comunicación. Es por tanto creadora de la sociedad. Sucede que el conocimiento de muchos piuranos se quedó extasiado en la aldea, en la avenida Grau el puente viejo y la picantería.  Y ahí se quedaron estacionados.

Piura es mucho más. Algunos la llaman la California del Perú. Piura, vive una patente ausencia de liderazgos. Con malos ejemplos que sirven de ejemplo. Con goleadas y derrotas al extremo de vivir en una cuerda floja sin altura. Con una cocina memorable pero un afán sin memoria de vivir. Con invisibles iniciativas como las de Juan Hernández que pueden romper el alma a cualquiera. EL hogar para niños con Sida del jirón Lancones en Santa Rosa  es un esfuerzo con garra que requiere apoyo. Criaturas que no pidieron venir al mundo  pero que están aquí entre nosotros y que hay que atender. Y Juan  que habla poco hace mucho.

Piura una ciudad tan grande que utiliza la grandeza de Grau para medir su estatura moral no puede ser esquiva  a estas acciones nobles. Programas en favor de los niños pobres como Manitos trabajando o Cannat. Juan hace mucho mientras otros deshacen presupuestos sin pudor y vergüenza. El presupuesto de Juan es diminuto porque es de sobrevivencia. Si Juan sobrevive es porque Dios de vez en cuando estudia economía y hace ver color azul cielo las cifras que están en rojo. Tocar la puerta y empujar el codo a empresarios sin alma es una pérdida de tiempo. Tampoco es bueno convocar a los que hacen poco pero lo anuncian tanto.

Esa paradoja de ser ricos y vivir como pobres irrita el sentido común. Es una actitud similar a la de la zorra que contempla las  uvas  y se consuela con sólo verlas. Piura tiene sol en abundancia, también tiene luna que nadie contempla. En las ciudades de los rascacielos no es posible contemplar ese sol que se sumerge como una ardiente naranja en el mar. O esa luna alunada que en Piura luce lúbricamente extraordinaria. Por andar mirando el suelo los piuranos nos perdemos el esplendor de ese espectáculo gratis y maravilloso. Vivimos como cojudos cuando deberíamos asumir con  garra y energía los desafíos de los nuevos tiempos.  Tenemos un cielo estrellado pero nos faltan hombres y mujeres con sueños. Somos piuranos pero nos sentimos como extranjeros y extraños en nuestro territorio. Algo así como tener una biblioteca y no saber leer. O esa infelicidad mayor que es el renunciar a ser buenos.

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