PIURA EN EL CORAZON Y EN EL PENSAMIENTO
Por: Miguel Godos CurayUniversidad Nacional de Piura
Plaza Merino e Iglesia El Carmen |
Contemplar el pasado de
Piura despierta una entrañable admiración. Ya advierte Borges lo siguiente: “No
se puede contemplar sin pasión. Quien contempla desapasionadamente, no
contempla”. Contemplar en sentido etimológico
significa: “Poner la atención en algo material o espiritual” que es lo
que a continuación haré en torno al pasado y presente de Piura. No escatimaré
detenerme en el significado moral y patriótico que para los piuranos representa
el Almirante don Miguel Grau cuya
inmolación en Angamos recuerdan hoy todos los peruanos. Hoy también recordamos
el 191° aniversario de creación de la Marina de Guerra del Perú institución
señera en el Perú.
Piura, es un hito en la
historia peruana. Raúl Porras la llama donosamente “la primera sonrisa del
arenal, como el primer abrazo de paz dado a la tierra hostil, como una acción
de gracias dado al cielo sereno de los llanos del Perú.” Bien merece, por
justicia, el reconocimiento de su prosapia, su historia y su grandeza. Aurelio Miro Quesada anota lo siguiente: “San
Miguel de Piura tiene una tradición y un abolengo. Fundada por los conquistadores
en los primeros días de su ingreso al Perú, su historia, que cubre cuatro
siglos, está marcada por la gloria del lustre guerrero y de las artes.
Concentrado el prestigio, en solo unos decenios, en la primera parte del siglo
pasado, bajo su cielo claro y entre el calor intenso y sostenido de su clima,
vio nacer a un pintor como Merino, y a Miguel Grau nuestro héroe más
representativo y más señero, y cobijó la infancia de un poeta romántico como
Carlos Augusto Salaverry (1830-1891).” Piura, la primogénita de España en el Perú, guarda enormes y entrañables identidades. La historiadora Susana Aldana señala con puntualidad las siguientes: “Miguel Grau es el gran héroe de la guerra y el arquetipo nacional, cuya inmolación sentó las bases del ideal de marino en el Perú y opacó, por ejemplo, la destacada labor del también piurano Lizardo Montero. Pero hay muchas personas más que reflejan el ser piurano en el tiempo, en la región y la Nación. Desde Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, prócer de la independencia piurana, pasando por el médico Cayetano Heredia, el político Luis Antonio Eguiguren, el indigenista Hildebrando Castro Pozo, el costumbrista Justino Ramírez, el luchador social Sinforoso Benitez, la poetisa Carlota Ramos de Santolaya, el literato Jorge Moscol Urbina y hasta el banquero Dionisio Romero entre tantos otros.”
El periodista e inolvidable
profesor del Colegio San Miguel de Piura don Néstor Martos Garrido, refiere las
andanzas y mudanzas de Piura en su antológico
artículo “La Ciudad Volante”. El primer asiento (1532) corresponde a un
sitio sobre la margen derecha del Río Chira que Pizarro llamó San Miguel y que
nadie puede precisar ahora. Unos le llaman Tangarará, Tangarara o Tangaralá.
Posteriormente en 1534 los pobladores de San Miguel por orden de Almagro se
trasladaron al poblado indígena de Piura, en la margen derecha del río del
mismo nombre. En 1578 afectados por aires insalubres e infectos se trasladaron
al puerto de Paita, llamado San Francisco de Buenaventura, hasta que la ciudad
se instaló de manera definitiva en su actual asiento, el que se determinó
poblar, por mandato del Virrey Fernando Torres de Portugal Conde del Villar el
15 de agosto de 1588, con el nombre de San Miguel de Villar de Piura.
Piurano fue don Diego de
Villegas y Quevedo Vélez de Saavedra (24.VIII.1696-29.X.1751). Villegas y
Quevedo fue el primer peruano incorporado a la naciente Academia Española de la
Lengua. En la corporación a la que se presentó el 10 de octubre de 1730 con una
carta de presentación del sabio Pedro Peralta. Dada su inteligencia y vivo interés
por participar en las deliberaciones se resolvió encargarle la décimo quinta
letra del Diccionario. Para tan enjundiosa tarea revolvió libros y autores y a
fuer de americano incorporó expresiones nuestras como macana, maguey, mamujar,
manjar blanco, mate y mazamorra en el lexicón de autoridades.
Piurano el pintor Ignacio
Merino Muñoz (30.I.1817-17.II.1876) y don Miguel Grau Seminario
(27.VII.1834-08.X.1879). Entre las mujeres destaca por su coraje y valentía la
encomendera de Colán Paula Piraldo y Herrera de Andrade y Colmenero, viuda del
General Juan Andrade y Colmenero Corregidor de Lucanas y de Andamarca, que se
enfrentó en 1615 al pirata holandés Jorge Spilberg, contribuyendo a la defensa
del puerto de Paita impidiendo que se perpetrara el saqueo. Don Luis Antonio de
Oviedo y Herrera Conde de la Granja le dedica épicos versos en su Poema a Santa
Rosa de Lima:
“Sigo
al Pyrata de Payta, que me llama Desde Colán su ilustre Encomendera
Doña Paula Piraldo, cuya Fama
Al puerto preservó de arder Hoguera,
En la ocasión y sus elogios clama
Con tal ponderación pluma extranjera.
Que el Perú defraudara de esta gloria,
Si la mía no honrara su Memoria.”
Las señoras Capullanas gobernaban los antiguos territorios tallanes
y que según Fray Reginaldo de Lizárraga tenían efectivo poder. Dice el
cronista: :“…las mujeres a quien los nuestros llaman capullanas, por el vestido
que traen y traían a manera de capuces, con que se cubren desde la garganta a
los pies, y el día de hoy casi en todos los llanos usan las indias este
vestido; unas se ciñen por la cintura, otras le traen en bandas. Estas
capullanas, que eran las señoras en su infidelidad, se casaban como querían,
porque en no contentándolas el marido, le desechaban y casábanse con otro. El
día de la boda, el marido escogido se sentaba junto a la señora y se hacía gran
fiesta de borrachera; el desechado se hallaba allí, pero arrinconado, sentado
en el suelo, llorando su desventura sin que nadie le diese una sed de agua. Los
novios con grande alegría haciendo burla del pobre”.
Piura es causa de
desgarradores sentimientos e intensas emociones. Para el escritor chiclayano y
piurano de adopción don Enrique López Albújar es un jalón profundo del alma. En
Tacna, lejos de Piura al extremo sur del Perú escribió estos versos evocadores:
“Anoche estuve en Piura,/ anoche, a media noche, por ventura,/ ansiosos de
mirarle, reandarla, sentirla / y aspirar su terrígena fragancia/ para, como el
gigante mitológico,/recuperar mis fuerzas y pisarla.” Piura ejercita una gran
fascinación en quienes se sumergen en su vida y en su historia. Este
sentimiento no sólo aflora en López Albújar sino también en el Premio Nobel de
Literatura Vargas Llosa.
Carlos Robles Rázuri, en un
artículo premonitorio, publicado en El Tiempo el viernes 29 de septiembre de
1976 intitulado “Piura en el corazón de Vargas Llosa” abordará esta humana
impresión: “Con Vargas Llosa se repite lo que pasó a Salaverry y a López
Albújar. Su genio los hizo hijos del gran mundo de las letras, pero ellos, por
voluntad, libremente, se dijeron se sintieron piuranos. Salaverry -a decir de
sus íntimos de los viejos piuranos- nunca pudo olvidar el vientre que lo tuvo
ni la tierra que lo alumbró siempre reafirmó su origen; López Albújar, por
accidente, nació en Lambayeque, pero desde niño, sintió y vivió a Piura en su
pujanza de tierra y en la guapeza, desengaños y romances de sus gentes, y lo
sintió tanto y tanto que al morir, en su testamento literario ordenó que se
trajera su corazón para enterrarlo acá; Vargas Llosa nació allende nuestras
fronteras, quiere por supuesto su solar nativo, pero su amor está en Piura, la
Piura de Tacalá, de la Casa Verde, del Padre Santos García, del Auxiliar de
Educación Gallardo, de sus más fieles y nobles amigos, de sus profesores, de
sus mujeres que prendieron sus primeras ilusiones, de las auroras que encienden
el firmamento de rosa y de los crepúsculos que prenden fuegos artificiales de
colores únicos y, sobre todo, de sus hombres y mujeres que saben amar y saben
odiar, que nunca se doblegan ante la adversidad y que tienen la hidalguía y la
generosidad de un Grau para reconocer y valorar a las gentes y para tenderles
la mano y darles su amistad sincera tanto en la hora del éxito como en la de la
adversidad.”
Piura geográficamente es
impresionante. Tierra luminosa de arenas calcinantes. Sus entrañas ocultan un
desconocido pasado prehistórico y abundante riqueza mineral, petróleo y gas. En
sus variados climas se mezclan la brisa fresca y el reverberante calor en las
dunas extensas que cierran el paso al río Piura. Litoral de aguas templadas
frente a Máncora y frías frente a Paita y Sechura donde las olas del mar
esculpen con su vaivén el litoral y lo erizan como filudos cuchillos que
penetran en el vientre del océano. Pero Piura es también sierra en Morropón,
Ayabaca y Huancabamba. Entre el océano y la cordillera se extiende un
piedemonte de 200 kilómetros regado por lluvias intermitentes durante los
veranos fertilizando los valles, resecos, durante los otros meses del año. La
sierra piurana es la más baja del Perú pues no alcanza los 4000 mil metros de
altura. El desierto representa una franja de 300 kilómetros poblada por zarzas
y algarrobos resecos en cuyas profundidades se guardan probadas reservas de
crudo y gas.
“Dos ríos, el Chira y el Piura, desembocan en el océano
formando los grandes valles costeños del departamento. Al norte, el río Chira
transporta el agua de la cordillera, entre Loja y Ayabaca, que vierte en un
estrecho y profundo lecho. Al sur, el río Piura recoge el agua del piedemonte
andino, bordeando el despoblado, zona de ganadería con población dispersa, y el
desierto de Sechura y se pierde en un amplio lecho”
El tiempo transcurre en
Piura marcado por el movimiento del sol. Los campesinos inician sus labores
entradas las cuatro de la mañana con la fresca. Cuando aparecen los primeros
rayos del sol la tarea está avanzada porque el calor hace insoportable la
jornada. Entonces los campesinos se refrescan con limetas de chicha y viandas
de yucas, plátano y carne seca. El piurano aprecia el pescado. En el fogón de
los campesinos pobres menudean cachemas y caballas recubiertas de cebollas, ají
y jugo de limón. Cachemas y caballas son ideales para el cebiche y las jaleas
son parte de los piqueos. Los chabelos y secos de carne de cabrito. Son también
bocado abundante y delicioso. En Piura no hay institución más democrática que
el chicherío. Ahí convergen atraídos por el aroma de la cocina los que tienen y
los que subsisten a la de Dios. Pese a que las grandes familias de hacendados
introdujeron y conservaron modos y costumbres europeos. Más de un hacendado
sucumbió a las delicias de una buena cocinera. Cocineras y chicheríos son parte
de la añeja tradición piurana. El piurano del mundo rural cuando acuerda una
cita no fija hora. Los matices de su puntualidad son “la mañana” o “la
mañanita”, “la tarde” o “la tardecita”, “la noche” o “la nochecita”. En esencia
son impuntuales.
Tras el terremoto del 24 de
julio de 1912 los piuranos rehicieron su cronología. Antes o después del
terremoto del año 12. Aunque el movimiento duró 40 segundos hizo movilizar a la
población a plazas y calles. El Comercio de Lima, a dos días del suceso.
Informó la siguiente: “Los daños materiales fueron totales, las pocas
edificaciones que quedaron en pie, día a día aumentaban el riesgo de
desplomarse. A consecuencia del terremoto. Las escuelas Fiscales. La escuela de
Lourdes de las Hermanas de la Caridad y la Escuela Salesiana quedaron
seriamente dañadas, mientras que el Colegio Nacional de San Miguel, debería
levantarse nuevamente desde sus cimientos. Los terremotos de 1587,1619, 1814 y
1845 de los que se tenía noticia no tenían comparación con el ocurrido en 1912.
”
Federico Helguero Seminario
(26.VII.1884-31.V.1930) recuerda como eran los tradicionales juegos de la niñez
piurana a inmediaciones del Río Piura allá por 1910. “Otra de nuestras
diversiones favoritas, eran las “guerras” a pedrada limpia, entre dos bandos de
mataperros, uno arriba, en el barranco, y otro en la playa el río. Recuerdo que
cierta vez formé parte del que dirigía el Capi Vargas. En lo más reñido del
combate, recibió una herida en la choquezuela que me hizo ver el firmamento;
pero -¡0h,humana maldad-¡ mis dolores tuvieron lenitivo, cuando arrastrado por
el Capi –pues íbamos en derrota- ví que uno de los contrarios. Don Anselmo, a
quien una peladilla hiciera blanco en la barba, mezclaba sus lágrimas con la
sangre que manaba de la herida.” La playa del Río Piura será, años después, el
escenario de Los Jefes de Vargas Llosa.
El Río Piura es todo un
personaje en el imaginario infantil piurano. En sus playas arenosas se producen
esos combates que ponen a prueba la virilidad. Ahí también transcurren las
tardes de fútbol de los peloteros de los barrios norte y sur. Cuando bajan las
aguas de las crecientes los churres disfrutan de refrescantes baños. Algunos
perecen ahogados y la búsqueda del cuerpo del infortunado es un rito en el que
se emplea una lapa que gira velozmente en los remolinos. Sobre ella se coloca
alguna prenda personal del ahogadito. En donde se detiene el mate flotante es
el lugar exacto en el que se encuentra el cuerpo de la inocente víctima del Río
Piura. “Río Piura veleidoso como tus chinas” escribe Miguel Correa Suárez
compositor cataquense. “Río Loco” lo llama el geógrafo Gonzalo Reparaz Ruiz. El
Río Piura también impresionó a Vargas Llosa. Testigo de su languidez de muerte
y de las repentinas crecientes con banda de músicos y chirimías en el Puente
viejo.
La geografía de Piura es impresionante. Sus arenales, sus
algarrobos y el sol calcinante son inolvidables. Rafael Otero, el célebre autor
de “Mis Algarrobos” en entrevista personal me refirió que fue echado en los otrora arenales del hoy Club
Grau y en la contemplación de las copas
de los algarrobos donde chilalos
y soñitas levantan sus nidos es que surgió este vals. Mario Vargas Llosa
escribe lo siguiente: “Esos arenales que rodean Piura, con sus médanos
movedizos, sus manchones de algarrobos y sus hatos de cabras, y los espejismos
de estanques y fuentes que se divisan en él, en las tardes, cuando la bola
rojiza del sol en el horizonte tiñe las blancas y doradas arenas con una luz
sangrienta, es un paisaje que siempre me emocionó, que nunca me he cansado de
mirar. Contemplándolo, mi imaginación se desbocaba. Era el escenario ideal para
hazañas épicas, de jinetes y de príncipes que rescataban a las doncellas prisioneras o de valientes
que se batían como leones hasta derrotar a los malvados.”
Piura tiene una incomparable
riqueza natural. Petróleo, gas, fosfatos, diatomitas, calizas y salmueras en
pleno desierto de Sechura. Pero también tiene cobre, oro y molibdeno. Para que
tengan, sólo una idea de su riqueza
mineral se precisa que el año pasado se extrajeron en Suyo, Las Lomas y
Sapillica ocho toneladas de oro. Este oro es extraído por 10 mil mineros
informales y por tratarse de una actividad al margen de la ley no rinde
beneficios ni para la región ni para el
país. Ni el gobierno regional, ni los municipios, ni las universidades ni los
tecnológicos se benefician con el Canon minero.
Piura dispone de 244 mil
hectáreas de alta calidad. La vocación agrícola de Piura ha experimentado notables cambios del cultivo
del algodón pima y el arroz hemos incorporado los cultivos de uva, mango y caña
de azúcar para producir etanol. El proyecto Alto Piura permitirá incorporar 20
mil hectáreas a la actividad agrícola. Piura también ha colocado en los nichos
de oportunidad del comercio justo: banano orgánico, cacao, café, panela y zumos
tropicales. En el plano pesquero Piura representa el 48% de la producción
nacional sigue liderando la pesca para el consumo humano pero esta importante
actividad extractiva apunta a la acuicultura y al mejor aprovechamiento de los
recursos hidrobiológicos.
Nuestra población estimada
es de un millón 800 mil habitantes. De este total aproximadamente 534 mil 600
son la población escolar de Piura. 82 mil en educación inicial, 241
mil en primaria, 151 mil en la
secundaria, 43 mil en educación superior universitaria y no universitaria, 10
mil 300 en otras modalidades educativas y alrededor de 7 mil 300 en educación
ocupacional no escolarizada. De modo que el desafío del futuro está en educar a
los nuevos ciudadanos.
Hoy también los piuranos
evocamos la epopeya de Angamos en donde se inmoló el Almirante don Miguel Grau. Su imagen bendita está
presente en la inmensidad del océano y en cada buque donde flamea el pabellón
nacional. Como dice Germán Leguía y Martínez: “La América lo venera, el mundo
lo admira, no hay corazón peruano que no se abra ante su nombre como un templo,
y vierta ante su gloria el incienso de una gratitud y un orgullo tan legítimo
como perdurable”. Grau es un modelo de integridad moral. Cuando se inmola en Angamos
tiene 45 años. Una foja impecable y la promesa de una vida apacible en el
hogar.
Recuerda su biógrafo el
historiador José Agustín de la Puente: “Se embarca cuando tiene 9 años de edad
y regresa a Lima cuando cumple los 19”.
En esta etapa de su vida Grau penetra en el mundo de lo marinero a
través de una singular experiencia personal y no de los libros. Grau entre 1843
a 1853 recorrió un total de 102 mil 854 millas.
En Grau la felicidad es un
admirable amor a su esposa Dolores Cabero amor y a su numerosa familia. La
familia Grau y Cabero tuvo diez hijos: Enrique (18698), Miguel Gregorio (1869),
Juan Manuel Pedro Blas Oscar (1871), Ricardo Florencio (1872), María Luisa
(1873), Carlos Pedro (1874), Rafael Leopoldo (1876), Victoria (1877), Elena
(1877) y Miguel (1879). Grau fue un hombre de profundas vivencias cristianas.
Grau fue valeroso. El valeroso se presenta sin temor ante una muerte honrosa y
ante peligros que cada instante pueden caer sobre él. El valeroso sabe que hay
que darse del todo, entregarse del todo: es preciso que el sacrificio sea
holocausto. Aristóteles distingue cinco
tipos de valor: El valor cívico es propio de los héroes y de los soldados que
obedecen a sus jefes. Este es uno de los atributos de Grau. Otro es el valor de
la experiencia que nace del conocimiento y de la vida. La vida de Grau fue un
gran conocimiento del mar.
Otro es el valor de la
cólera, que según el estagirita no es otra cosa que capacidad de indignación
ante la injusticia y el menoscabo. En donde, en apariencia, resulta fácil y cómodo dejar pasar las cosas. También hay un valor de la confianza en la
que se sostiene la intrepidez y la sangre fría ante los peligros. Grau dio
numerosas demostraciones de audacia y con justicia simbolizó al Perú a bordo
del Huáscar. Finalmente esta el valor de la ignorancia que desaparece delante
del verdadero peligro y se convierte en
arrojo. La vida de Grau resume el valor
cívico, el valor de la justicia, el valor de la experiencia y el valor de la
confianza.
Grau simboliza a Piura. Y en
su vida fue un paradigma cívico. De él podemos extraer muchas lecciones. Yo me
pregunto cuáles hubiesen sido las decisiones de Grau al frente de la Alcaldía
de Piura o también del Gobierno regional. Políticamente Grau fue civilista y en
su trayectoria parlamentaria, como Diputado por Paita, mostró una preocupación
por los caminos que aproximan a los pueblos, los puertos, la defensa nacional
y la educación. Ahí donde nace una
escuela surge la conciencia ciudadana. Grau vislumbró las pretensiones
hegemónicas de Chile en el Pacífico y dio cuenta del expansionismo de Diego
Portales.
Creo que los
valores de Grau nos nutren y
fortalecen. Por ello creo que Grau en
tiempo presente es un gran agitador de las conciencias. A él le preocupaba el
bien común que es la felicidad de todos. Por eso quienes conducen los destinos
de Piura y la región no pueden detenerse
ante la energía paralizante del desaliento y el desanimo. Quienes
trabajan por el bien común tienen la certeza que dejarán huellas profundas.
Hace algunos días el doctor
Manuel Cerdoya, consultor del Proyecto Parque Tecnológico del Gobierno Regional
señalaba que este es un proyecto similar a otros proyectos ya realizados como
el Parque Tecnológico de Guipúzcoa, en San Sebastián, España y la Ciudad de del Conocimiento en Panamá que
actualmente funcionan con gran éxito. Este
es una iniciativa de gran aliento e impulso al desarrollo y a la ciencia.
No se detenga señor presidente regional en hacerlo. Inspírese en Grau y
entenderá usted que los sueños compartidos son realidades posibles. Por eso inspirados en Piura y en el
más grande de sus hijos el Almirante Grau acariciemos la esperanza en una Piura
y un Perú mejor. Como dice el poeta: El que mira hacia atrás ve lo que anhela.
El que corta la flor la inmortaliza. Yo corto aquí mi discurso porque en
nuestro pasado anida la grandeza en una Piura mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario