MALALA Y LA EDUCACION QUE TENEMOS
Por: Miguel Godos CurayMalala Yousufzai,una heroina de catorce años |
Malala Yousufzai es una
niña paquistaní de 14 años que se debate entre la visa y muerte tras recibir
dos balazos, uno en la cabeza y otro en el hombro de un fanático talibán. Malala a su corta
edad es una activista del derecho de las niñas a la escuela. Desde
el pasado martes en que se cometió el atentado hasta ayer las 16 mil escuelas
de Afganistán hicieron un alto para orar por su vida y salud. Malala según el
Ministro de Educación afgano Frauk Wardak, es un heroína contra quienes actúan contra la
educación y los educadores. En el mundo existen 35 millones de niñas sin
escolarizar lo que las deja indefensas frente al abuso y la exclusión.
En España el rector de
la Universidad Complutense Santiago Carrillo
convocó ayer a los estudiantes a
salir a las calles por los recortes presupuestales que obligan al incremento de
las tasas que pagan los estudiantes en
un 66%. Carrillo ha lanzado un dramático pedido de recursos a las comunidades
autónomas pues la universidad con lo poco que tiene sobrevivirá arañando
recursos. En las marchas callejeras protagonizadas por los estudiantes han
recalcado en su mensaje la afirmación siguiente: “Somos estudiantes, no somos
clientes”.En Chile, los estudiantes han salido a las calles para exigir una educación gratuita y de calidad. Las marchas nacionales por la educación son convocadas por estudiantes de la secundaria, universitarios y profesores. La Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH) tiene una enorme capacidad de convocatoria. Sólo los estudiantes secundarios de Chile movilizan miles de estudiantes en doce lugares diferentes. Como han advertido los dirigentes estudiantes que tiemblen los políticos en las próximas elecciones. Las demandas estudiantiles son muy claras. No queremos más de lo mismo y los maestros improvisadores y haraganes que se vayan a su casa.
Aunque la huelga del Sutep enerva demandas laborales. La educación pública en el Perú no es de lo mejor en el continente. Poco a poco, hemos visto el desmontaje de contenidos en aras de un espejismo de modernidad. Un estudiante recién egresado de la secundaria a duras penas entiende un texto que lee y en las principales operaciones aritméticas fácilmente puede equivocarse. No se piense que la educación privada es mejor que la pública. No es así, pues en muchos casos se trata de los mismos maestros que para mejorar sus ingresos reparten su tiempo laboral en dos centros educativos. Uno público y otro privado.
La formación pedagógica de los docentes no hace sino reproducir el arquetipo de la escuela autoritaria, verticalista y memorista. Se enseña a repetir contenidos que nadie enjuicia y critica. No hay innovación en ningún extremo. La amenaza mayor es la constatación de la escasez de docentes que leen, se informan y mejoran su desempeño. Educadores leídos, informados y dispuestos a confrontar sus experiencias no hay. Lo propio sucede con el aprendizaje idiomas. No existen docentes en capacidad de leer en inglés fluidamente y si los hay son raras avis. Una escuela en estas condiciones difícilmente enseña a pensar y a construir ciudadanía. Tampoco es cierto que la capacitación brindada por el Estado haya surtido efecto. Los indicadores catastróficos demuestran lo contrario.
Mientras en el mundo prospera la idea de dar una autonomía mayor a las escuelas y a los educadores. El verticalismo burocrático aniquila todas las iniciativas innovadoras. Pocas veces se valora el rol de los padres en la educación de sus hijos. En el Perú la educación sigue un camino diferente al de los impulsos de la economía. El tiempo perdido resulta irrecuperable. La escuela aún no se articula con las familias y con el mundo del trabajo. Con una educación sin competencias claras no se entiende que el desafío de la educación para el siglo XXI es el promover el aprender a aprender.
Las escuelas del futuro se ponderan por los logros de sus alumnos. Si los alumnos logran ubicarse en lugares expectantes de la sociedad a la que pertenecen habrán cumplido parte sus objetivos. Nuestra escuela marcha a paso de tortuga mientras el mundo del conocimiento y la tecnología lo hacen a grandes saltos. Los contenidos que hoy se enseñan no guardan correspondencia con la realidad. Bernardo Kliksberg señala que nuestra secundaria forma candidatos a ser pobres. Mientras las empresas quieren egresados de la secundaria para empleos no calificados. Nuestra escuela vive en un permanente bostezo estacionada en la indiferencia. A ello se suman los precarios presupuestos asignados por el Estado. Finalandia, el país con mayor logro educativo a nivel mundial invierte 5.373 dólares por estudiante. Colombia 1.257 euros y el Perú 446 a duras penas.
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