domingo, 16 de diciembre de 2007

¿ME ENTIENDES NIÑO DIOS?


Por Miguel Godos Curay

Escribo esta carta con premura y con recato porque tiene como destino al niño Dios y a los niños no se les puede hablar como a los viejos que tienen tantas formas para ocultar sus verdaderas intenciones. Tendría que confesarle al niño Jesús que los niños del Perú no la están pasando bien y que por eso le pedimos con todo fervor que el próximo año no falte el agua potable en todas las escuelas y que sus maestros no desatiendan sus obligaciones escolares.

Querido Niño Dios estamos preocupados por los niños que no crecen a consecuencia de la desnutrición, por la leche aguada que no alimenta, por los niños y niñas violentados en su propio hogar, por las cabinas de Internet en donde impunemente se destroza su inocencia, por los niños que dejan de ser niños porque tienen que trabajar en los socavones de las minas, en los lavaderos de los ríos, en las calles de las ciudades recolectando basura para sostener a sus familias.¡Todo es nos duele Niño Dios!

Hay muchos niños que sufren y pocos niños alegres. Niños discriminados ahí en donde no debería existir la discriminación. Niños excluidos en las escuelas porque son obligados a pagar con humillación los yerros de sus padres. Niños que no saben lo que es el juego porque les está prohibido. Niños que tienen encarcelados sus sueños y a los que les niega el derecho a expresar sus emociones y sus deseos.

Hay niños a los que se les impide ser dignos y educados y niñas que nunca tendrán la posibilidad de aprender a leer y escribir. Hay niños abandonados y otros que son considerados una carga para sus familias y que sus padres hubiesen preferido que no vengan al mundo para no tener que sufrir. Hay niños buenos que se tornan malos porque sus padres les enseñan a despreciar y a humillar. Niños educados para la vanidad, el odio y el rencor. Niños que comparten pero los adultos mutilan su generosidad.

Hay niños en este país que comen mucho y se embotan de hamburguesas y coca cola. Pero también hay niños que concurren a la escuela con una tacita de té y solo un pan. Hay niños que eligen en los escaparates lo que quisieran vestir pero también niños que no tienen nada que elegir. Hay niños que comparten sus golosinas con sus mascotas y es verdad hay mascotas que viven mejor que muchos niños. Mascotas, bien amadas, alimentadas con productos vitaminados, con control médico y puntuales vacunas contra todos los males. En cambio hay niños que ignoran las vacunas, los médicos, mucho menos, las vitaminas. En este Perú signatario del TLC hay perros afortunados que viven en la opulencia pero hay niños desafortunados que viven en la cruda pobreza.

En el Perú hay niños que leen y escriben. Otros que no entienden ni lo que leen ni lo que escriben. Hay también niños que no leen ni escriben. Hay niños en las alturas andinas que no conocen el mar y niños de los conglomerados urbanos costeros que no conocen las alturas. Hay niños obesos que se agotan en media cancha jugando fútbol y otros que en los arenales sueñan apasionados con un gol. Hay niños que cierran sus ojos escuchando el cuento de caperucita perseguida por un lobo rapaz imaginario. Pero hay niños que se enfrentan todos los días a los lobos del acoso y la agresión sexual.
Hay niños que sólo cierran los ojos para morirse en este Perú de pisco y terremotos. Hay niños que soportan en sus cuerpos enclenques: el cáncer, el SIDA y otros males inimaginables porque son afortunados en el dolor. Hay niños con sueños enormes como el edificio del Ministerio de Educación pero duermen en las calles con los pulmones perforados por el terokal. ¡Aquí no pasó nada .! Hay niños que se sienten como pelotas desinfladas por la desilusión que provoca la inmoralidad de su cracks favoritos. Hay niños que aman este país y este país no los ama. ¿Me entiendes Niño Dios?

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