sábado, 1 de diciembre de 2007

LOS UNOS Y LOS OTROS


Por: Miguel Godos Curay

Cuando se entrega una hoja en blanco a un niño de cualquier asentamiento humano para que dibuje lo más hermoso de Piura no resiste la tentación de representar un río aunque tenga un hilito de agua. Un sol radiante y luminoso y un árbol enhiesto y umbrío: un algarrobo. Lo mismo sucede en los adolescentes. Ellos sienten que Piura es una ciudad bella y luminosa amenazada por sus propios habitantes que arrojan basura a la vía pública y utilizan los techos de sus principales edificios para colocar sin consideración cachivaches de todo tipo y anuncios publicitarios. Piura, lo dicen los jóvenes, sería más hermosa y bella si todos plantásemos más algarrobos y menos arbustos exóticos. Si el escudo republicano de Piura se resume en un algarrobo, un piajeno y un piurano de la estirpe de los Seminario. No hay razón para que se arranquen de cuajo los algarrobos de la ciudad y se decrete el exterminio de los asnos.

En Piura colisionan como desaforadas pasiones dos fuerzas incontenibles. Una que bulle en cada ladrillo que se coloca como apuesta por la inversión, el trabajo y el cambio. Y otra corrosiva, rabiosa y pervertida como rescoldo de la envidia y el odio que roba el cemento en las obras públicas, que alienta la corrupción, el robo, el abuso, el dinero fácil, el capricho y el mal gusto. Unos progresan los otros atrasan y en la arquitectura imperfecta del fracaso se oponen a todo. Unos avanzan los otros retroceden. Unos inyectan optimismo los otros suman fracasos para no hacer nada. Unos enmiendan rumbos para ser mejores los otros maquillan sus malas prácticas para dar apariencia de bondad. Unos elogian los otros rajan. Unos ayudan a los pobres los otros roban. Unos pagan impuestos los otros los evaden.

Son dos fuerzas irreconciliables. Son como la luz y la sombra. Unos son transparentes los otros son tenebrosos. Unos son honestos los otros deshonestos. Unos aman los otros odian. Unos viven la verdad los otros se solazan en la mentira. Unos dan los otros medran. Unos leen los otros se conforman con la ignorancia. Unos piensan lo que dicen y dicen lo que piensan los otros ocultan lo que piensan y dicen lo que no sienten. Unos disfrutan la alegría lo otros se hartan con el café hediondo de su amargura.

Unos plantan árboles con la ilusión que algún día sus nietos disfruten de aire puro los otros los mean sin decoro. Unos dan la mano con indeleble asomo de cortesía los otros ocultan sus crecidas uñas negras. Unos comparten los otros reparten coimas. Unos dicen lo que son los otros aparentan lo que no son. Unos son corteses y expansivos los otros tienen la cara dura del cinismo. Unos hablan los otros callan. Unos sirven los otros con su dosis de soberbia esperan ser servidos sin la mínima consideración humana. Unos limpian los otros desperdigan la porquería de sus miserias.

En apariencia son dos polos opuestos pero son como las dos extremidades de un mismo cuerpo. Son como la diestra y la siniestra que juntas son fuertes e invencibles. Pero solas son almas en pena solitarias. Juntos son como las manos que permiten el despliegue inteligente de las genialidades creadoras.

En apariencia son irreductibles pero unidas podrían encumbrar proyectos humanos posibles y extraordinarios. Son como la mayoría y la minoría en los municipios en apariencia irreconciliables que torpemente se desgastan sin importar las necesidades de la ciudad y de sus pobladores. Son como toda institución llámese universidad, club deportivo, empresa, comunidad, barrio, iglesia o familia donde el desentendimiento anida y los objetivos se pisotean como anhelos inservibles. Sin embargo, esta historia interminable de las pasiones confrontadas se podría desterrar si como los niños retomamos esa capacidad humana de asombro para sentir que esta Piura radiante y bella merece nuestros mejores esfuerzos. ¿Entendieron?.

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