Ministro de Interior Daniel Urresti Elera |
Preocupante resulta, por ejemplo, en el propio Aeropuerto Jorge Chávez
son los efectivos policiales los responsables de la salida clandestina de cocaína a los
grandes mercados del narcotráfico. La PNP en todos sus niveles padece el cáncer
de la corrupción. La coima se cobra a la vera del camino por la policía de
control de carreteras y los coimeros consideran como parte de su rutina el
obtener ingresos pingues en nombre de la ley. En las comisarías nada se mueve
sino hay dinero de por medio “para la gaseosita”, “para el combustible”. La
experticia corrupta ha adquirido dimensiones asquerosamente tremendas. Hay
efectivos policiales provistos en su bolsillo de la tarjeta para “la parrillada
de solidaridad” la que nunca se realiza
pero provee de algunos soles al corrupto. De algo hay que vivir. responden, los
propios efectivos, porque en las ligas mayores
las mordidas tienen nombre propio.
La mayor parte de los conductores, por mencionar un ejemplo, saben que
las infracciones se resuelven con billete en mano. Como señalan algunos ciudadanos
antes encontrarse por las calles con un efectivo de la Guardia Civil inspiraba
respeto. Hoy encontrarse con un efectivo
policial da miedo. El tema de la inmoralidad está presente en el debate
institucional. Todo el mundo, en el seno de la institución policial, sabe que
desde el ministerio se negocia la seguridad a empresas mineras. Pagan muy bien
y sostienen lubricados beneficios. Las empresas bancarias lo saben. La PNP
suministra cholo barato para proteger sus instalaciones.
Otro aspecto crítico es a formación policial ineficiente. Los perfiles
psicológicos de los postulantes no encajan con los que corresponden a una
institución en la que los ciudadanos puedan confiar. A esta formación académica
precaria, de medio pelo, se suma, la entrega de un arma de reglamento adquirida
con el propio peculio y un uniforme empleado no para simbolizar el orden y el
respeto sino una patente de corso para en nombre de la ley obtener descarados beneficios.
Frente a este desolador panorama resultan divertidas las exposiciones
mediáticas de Urresti. Un payaso que usa portátiles en las puertas del congreso
y que en las incautaciones de drogas confirma que la cocaína incautada era
yeso. La actuación policial estridente tiene mucho de los deslices de Urresti.
No hace mucho un joven y aplicado estudiante universitario al que se le sindicó
como delincuente en la puerta de su pensión fue baleado, perdió el bazo. Y la
PNP bien gracias.
Cualquier esfuerzo de mejora en la PNP no sólo requiere de un ministro
con la suficiente seriedad, entereza moral y cautela para entender que la
seguridad ciudadana es un ingrediente imprescindible de la vida nacional. Tan
importante para salir del subdesarrollo y sentirnos seguros. El Perú requiere
de una PNP que no tenga carcomidos sus cimientos por la inmoralidad y la
desvergüenza. Todos reconocemos al policía abnegado que expone su vida y se esfuerza por prestigiar a su
institución. Sin embargo, nos indigna aquel efectivo que con menoscabo de su
decoro y dignidad actúa como un asaltante a mano armada exigiendo coima y pervirtiendo a su institución.
Hace algunos días inquirimos a un efectivo policial sobre ¿cómo se
podría combatir la corrupción policial? Sus propuestas apuntaban en dos
direcciones. La primera: mejor formación académica y profesional con estímulos
para los mejores. La segunda: adecuados y efectivos mecanismos de sanción a los
corruptos. Las pequeñas faltas de hoy son las raíces de los males mayores. La
evaluación psicológica es necesaria pues en el propio seno de la institución
hay drogadictos y sujetos con serios trastornos de la personalidad. Sin
embargo, nadie valora estos aspectos.
La evaluación tiene que ser estricta y la propia comunidad debe ser con
independencia un referente para evaluar el trabajo policial. Poco o nada, lo sabemos todos, se hace en la
prevención del delito. El reconocimiento a los mejores estimula a los peores a
un cambio de actitud. En un mundo competitivo los ineficientes y los productos desprovistos de calidad se retiran
del mercado. Es mejor retirar a un efectivo policial incompetente a tiempo que
permitir que el gusano de la corrupción horade las bases de una institución que
queremos mejore. Este es el sentir de todos los peruanos.
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