LOS SECRETOS DEL OMBLIGO
Por: Miguel Godos Curay
En el mediodía de la
edad media muchos artistas se enfrascaban en grandes discusiones respecto a si debían representar
a Adán y Eva con o sin ombligo. Esa
cicatriz redonda que queda en medio del vientre después de romperse y secarse
el cordón umbilical. Para preservar su valor estético por aquellos tiempos se
colocaba bolitas de plomo y fajas pronunciando su oquedad. Nuestras abuelas
recurrían a los checos. La oriental danza del ombligo popularizada por Shakira
nos recuerda que el ombligo femenino tiene una enorme fascinación erótica. En
el mundo árabe el ombligo ejerce el encanto de un seductor atractivo. Por eso
las jovencitas se empecinan en el piercing para exhibirlo. Las viejas impúdicas
y ombligudas lo muestran gratis para consolar la última escena de su trajinada existencia.
El ombligo piurano salta
con la vergüenza del shucaque entonces hay que rezarlo, santiguarlo y sobarlo
con un panecillo de jabón blanco, un limón o un peseta gorda. Entonces dejará
de saltar y el paciente recobrará la salud. Conforme a su diagnóstico el
rezador quebrará el shucaque. Si se trata de vieja lengua larga y chismosa le
mentará la madre tantas veces sea necesario para conjurar el mal. Una fórmula para neutralizar el shucaque es
la rezondrada a boca de jarro. Dependiendo del daño provocado nuestras abuelas
recurrían a curiosos tratamientos como una tortilla frita en aceite rosado
colocada encima del vientre. Con la popularidad alcanzada por la sinvergüencería y la conchudez el shucaque ha quedado
disminuido al pudor inocente del que sabe que ha actuado mal y tiene que
rectificarse.
El topónimo Cuzco significa en quechua “ombligo”.
En el mundo mágico andino era considerado el ombligo del universo y como tal el
centro del mundo conocido. Lo propio sucede con la palabra México que en lengua náhuatl significa “ombligo de la luna”. Meztli significa luna
y xictli ombligo. Otros dicen que se
trata de una isla ubicada en el centro del ombligo del lago de Texcoco en la
que los aztecas vislumbraron al águila devorando la serpiente. El ombligo tiene una profunda significación en
las civilizaciones de todos los tiempos. En Australia las madres
lo arrojan al mar con la confianza que sus hijos serán buenos pescadores y
hábiles navegantes. En África se le entierra junto a los árboles para
garantizar longevidad.
Encogérsele el ombligo a
alguien significa amedrentarse o desalentarse. Cortarle el ombligo significa
ganarle la voluntad. Mirarse el ombligo significa
asumir la actitud autocomplaciente y narcisista de sentirse el centro de todo.
Algo así como ensimismarse en el espejo del egoísmo. Ombligo de Venus se denomina a la porción
calcárea de algunos moluscos bivalvos. Aunque algunos anatomistas sostienen que
el ombligo es un parte inútil del cuerpo. En realidad el cordón umbilical es
una fuente de células madre que permite
tratar la leucemia y otros males hematológicos. Se puede obtener glóbulos rojos
y glóbulos blancos para salvar la vida de muchos pacientes. Es también el
recuerdo de nuestras madres y la huella del origen en todos los mamíferos.
Los ombligos tienen variadas
formas: profundos y candorosos, largos y encogidos, salidos y pronunciados como
una oblonga nariz. Diminutos y proporcionados, desproporcionados y salientes como
ojo de buey. Los hay tímidos y abnegados por el valioso y desinteresado
servicio que prestan a sus dueños. En el arte, el ombligo ejerce una mágica
atracción que lo convierte en epicentro visual de la belleza humana. Hay
ombligos de abuela venerables y sabios que explican el curso de la vida humana
y la existencia. Hay otros desgarrados por el esfuerzo físico que provocan las hernias. No existen dos
ombligos iguales en la misma proporción
que no hay dos rostros iguales. Últimamente se ha puesto de moda el ombligo
exhibido sin recato a consecuencia de las prendas diminutas que eligen las
jovencitas y las no tan jovencitas. Otro es el ombligo que en sus lúbricos
movimientos se asoma para tomar el sol.
Buda muestra el ombligo rascado tantas veces con la secreta convicción que al sonreír la fortuna tocará la puerta.
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