¿QUÉ
UNIVERSIDAD QUIERE EL GENERAL MORA?
Por:
Miguel Godos
Ley del SMO y la nueva Ley Universitaria son inconstitucionales. |
De
la universidad se ha hecho puré con rocoto toda la semana. Esta ley con sesgo
autoritario e intervencionista pretende
conforme a las buenas intenciones
de la Comisión de Educación convertir a la universidad peruana en
formadora de los profesionales que demanda el mercado. La autonomía universitaria
ya no existe hoy prima la burbuja de la euforia económica en un Perú con una
deplorable redistribución de la riqueza y con serias trabas en rendimiento y
logro educativo. El caballazo de Mora tiene indecibles consecuencias para el
futuro del país.
Los
humanistas, los filósofos, los científicos, los investigadores, la crema y nata de la inteligencia del Perú no
tiene lugar en este armatoste autoritario. No nos extrañe que mañana con la misma pretensión se conculquen libertades
ciudadanas fundamentales. Y el Estado excediéndose en sus obligaciones acabe en
una incierta aventura totalitaria. Mejorar la universidad es un propósito
plausible. El método intervencionista acabará
convirtiendo a la institución universitaria en una farmacia de turno.
No
seamos ingenuos. El abuso ya empezó. El servicio militar obligatorio y
discriminatorio. Sigue viento en popa aplastando derechos inalienables e imprescriptibles
de la juventud peruana. La futura tropa estará compuesta por todos aquellos
jóvenes que por no tener dinero no pueden pagar la onerosa multa. La futura
universidad peruana será una universidad aplastada por el abuso, por la
negación del genuino espíritu de la academia. En la futura universidad que propone el congresista Mora está prohibido
el pensamiento disidente, la discrepancia y el debate público ingredientes
fundamentales de la democracia.
No
se piense que a la universidad pública
le sobran recursos para la investigación y la acreditación. No es as.
Los recortes se suman todos los días. Los docentes no homologados ganan menos
y viven de tumbo en tumbo buscando horas
de clase para mejorar sus ingresos. Los homologados han mejorado su
situación pero no en la misma proporción
que los magistrados del poder judicial como señala la constitución.
Hay
universidades privadas que han desnaturalizado el sentido de la academia y son prósperos
negocios. Pero también hay universidades que prestan un invalorable servicio a
la sociedad. Hay universidades en las que se forman y educan los hijos de los
obreros y campesinos pobres. Así como hay universidades a las que concurren quienes tienen solvencia y
recursos. El mercado, podemos colegir, elige las carreras rentables de rápido retorno.
Sin embargo, la pretendida ley ignora que la libre competencia es fundamental para la
calidad.
Esta ley ignora que la libertad
es un soporte natural de la universidad y de sus cimientos. El mercado muchas
veces se mueve por la apariencia fugaz
de la economía próspera frente a la euforia demoledora. El mercado maquilla la
pobreza. Oculta la miseria que obliga a los estudiantes a compartir un menú. El
mercado ignora que un profesor universitario que adquiere libros compromete
durante muchos meses sus ingresos. Y a duras penas puede adquirir un software
original para uso de su laptop. Si se
pretende construir universidad acorde con las demandas del país empecemos con
un presupuesto digno y un elemental respeto a los derechos ciudadanos.
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