jueves, 13 de junio de 2013



¿QUÉ UNIVERSIDAD QUIERE EL GENERAL MORA?

Por: Miguel Godos

Ley del SMO  y la nueva Ley Universitaria son inconstitucionales.

De la universidad se ha hecho puré con rocoto toda la semana. Esta ley con sesgo autoritario e intervencionista pretende  conforme a las buenas intenciones  de la Comisión de Educación convertir a la universidad peruana en formadora de los profesionales que demanda el mercado. La autonomía universitaria ya no existe hoy prima la burbuja de la euforia económica en un Perú con una deplorable redistribución de la riqueza y con serias trabas en rendimiento y logro educativo. El caballazo de Mora tiene indecibles consecuencias para el futuro del país. 
Los humanistas, los filósofos, los científicos, los investigadores,  la crema y nata de la inteligencia del Perú no tiene lugar en este armatoste autoritario.  No nos extrañe que mañana  con la misma pretensión se conculquen libertades ciudadanas fundamentales. Y el Estado     excediéndose en sus obligaciones acabe en una incierta aventura totalitaria. Mejorar la universidad es un propósito plausible.  El método intervencionista acabará convirtiendo a la institución universitaria en una farmacia de turno.

No seamos ingenuos. El abuso ya empezó. El servicio militar obligatorio y discriminatorio. Sigue viento en popa aplastando derechos inalienables e imprescriptibles de la juventud peruana. La futura tropa estará compuesta por todos aquellos jóvenes que por no tener dinero no pueden pagar la onerosa multa. La futura universidad peruana será una universidad aplastada por el abuso, por la negación del genuino espíritu de la academia. En la futura universidad  que propone el congresista Mora está prohibido el pensamiento disidente, la discrepancia y el debate público ingredientes fundamentales de la democracia.

No se piense que a la universidad pública  le sobran recursos para la investigación y la acreditación. No es as. Los recortes se suman todos los días. Los docentes no homologados ganan menos y  viven de tumbo en tumbo buscando horas de clase para mejorar sus ingresos. Los homologados han mejorado su situación  pero no en la misma proporción que los magistrados del poder judicial como señala la constitución.

Hay universidades privadas que han desnaturalizado el sentido de la academia y son prósperos negocios. Pero también hay universidades que prestan un invalorable servicio a la sociedad. Hay universidades en las que se forman y educan los hijos de los obreros y campesinos pobres. Así como hay universidades  a las que concurren quienes tienen solvencia y recursos. El mercado, podemos colegir, elige las carreras rentables de rápido retorno. Sin embargo, la pretendida ley ignora que la  libre competencia es fundamental para la calidad. 

Esta ley ignora  que la libertad es un soporte natural de la universidad y de sus cimientos. El mercado muchas veces se mueve por la apariencia  fugaz de la economía próspera frente a la euforia demoledora. El mercado maquilla la pobreza. Oculta la miseria que obliga a los estudiantes a compartir un menú. El mercado ignora que un profesor universitario que adquiere libros compromete durante muchos meses sus ingresos. Y a duras penas puede adquirir un software original para uso de su laptop.  Si se pretende construir universidad acorde con las demandas del país empecemos con un presupuesto digno y un elemental respeto a los derechos ciudadanos.

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