Por: Miguel Godos Curay
Protestas estudiantiles en Brasil. Los jóvenes exigen educación de calidad |
Las protestas callejeras y las demandas ciudadanas por servicios sociales, atención a los menos favorecidos y calidad de la educación pública han acabado con la tranquilidad pública de Brasil y Chile. La inversión de 14 mil millones de dólares en la mejora de los escenarios deportivos en Brasil para el próximo mundial y los juegos olímpicos ha provocado la indignación y rabia de los ciudadanos que han salido a las calles para decirle al gobierno que esas no son las expectativas de las mayorías. La población le ha dicho a boca de jarro a Dilma Rouseff que estas millonarias inversiones debieron tener mejor destino atendiendo a los pobres y excluidos. El incremento de las tarifas de transporte fue el detonante. Finalmente el gobierno retrocedió pero la protesta se extiende en todo el país.
Preocupante resulta en Brasil que la policía se haya sumado con legitimidad a la protesta y que haya arrojado sus armas a las fogatas de los manifestantes. La protesta crece a nivel continental. En Nicaragua los viejitos que demandan justas pensiones son reprimidos violentamente por las huestes sandinistas. La protesta no es sólo expresión de descontento sino un rechazo a la insensibilidad de los gobiernos.
En Chile pasa lo mismo, la economía va bien pero los pobres y las clases medias la pasan muy mal. La educación pública ha sido confrontada por su mala calidad y el mercantilismo que sostiene a muchos centros de formación superior. En el Perú la situación no es otra. Los jóvenes no quieren saber nada con el Servicio Militar Obligatorio. La arbitraria y discriminatoria medida no encaja con la actitud del gobierno que se golpea el pecho de sus logros económicos y por otro oferta vergonzosas propinas a los jóvenes reclutas arrinconados por la imposibilidad de pagar una multa onerosa.
Sumemos a ello la pretensión de acabar con la autonomía universitaria, el recorte del Canon a los municipios que pueden exacerbar las protestas. La inconstitucionalidad de estas medidas y la firme posición de la Defensoría del Pueblo, frente a las destempladas voces de los voceros del gobierno han contribuido al respaldo ciudadano y a la caída de la popularidad del Presidente Humala.
Las protestas son el efecto visible de una serie de causas entre las que se pueden enumerar el encarecimiento de servicios, la corrupción en las instituciones públicas donde las sanciones nunca se aplican, el descontento de la población con muchas de las medidas dispuestas por los gobiernos, la falta de oportunidades para los jóvenes, indigna también la desconfianza en la administración de justicia y en las fuerzas del orden. La violencia callejera y la delincuencia son otro dolor de cabeza en muchas poblaciones. También es detonante de protestas la afectación al medio ambiente con impactos sobre la vida de las personas.
Hoy las protestas están a la vuelta de la esquina. Muchas amas de casa recurren a los cacerolazos para hacer oír sus demandas que no son pocas. Los estudiantes y los docentes universitarios también han salido a las calles. No se trata de pegarle un tiro de gracia a la Asociación Nacional de Rectores (ANR) sino de ponerle freno al afán intervencionista del gobierno. Muchos de los anuncios y promesas como la baja del precio del gas para consumo doméstico no han dado resultado. La Convención (Cuzco) pese a ser zona productora es una región del país en donde se paga entre cuarenta a cincuenta soles por un balón de gas. Estas contradicciones alimentan la protesta y el descontento.
En Piura es visible también la tensión y el conflictivo desasosiego que se vive en el Mercado Central, a ello se suma el descontento de los vecinos por el cuestionamiento a una serie de obras públicas. Las inversiones comprometen recursos cuyo gasto debe ser estrictamente vigilado por los ciudadanos. La saludable práctica de rendir cuentas preserva la tranquilidad del mar picado de las protestas. Similar desconcierto se vive en Talara en donde los cuestionamientos al Alcalde ocupan las primeras planas de los diarios. Corresponde a nuestras autoridades regionales y municipales no hacer oídos sordos a las demandas ciudadanas y a los cuestionamientos. Ahí donde hay señalamientos es probable se oculten malas práctica. Medidas correctivas y oportunas garantizan finalmente una buena gestión.
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