Manuel Dammert Ego Aguirre |
La economía y la historia tienen sus momentos señala Braudel. Metafóricamente la mar en calma corresponde a momentos de estructura. Una ola corresponde a momentos de coyuntura. Y la espuma a momentos de acontecimiento. La economía configura un escenario de profundos cambios. Cambian las vocaciones productivas. La Piura algodonera abre paso a la Piura frutícola y exportadora. Las inversiones corresponden a la coyuntura de la economía global. No es casual que el narcotráfico apunte su acumulación sucia a la compra de oro de la minería artesanal, al comercio de exportación y al blanqueo de activos en curiosas y sospechosas formas de eruptivos negocios (farmacias, hoteles, transportes, cuentas de ahorros en cajas, alquiler de dinero, trata de blancas y el divertimiento). Queramos o no admitirlo. La economía de Piura está narcotizada.
Piura vive en estos momentos lo que se llama “californización del gusto”. Un afán de mejora y un consumo compulsivo de artefactos novedosos para estar al día con la modernidad. Basta visitar una familia para darnos cuenta que está conectada a la aldea cableada. Sin embargo, aún persiste ese afán parroquial de cerrar los ojos a un mundo en donde los modelos se desploman por las leyes de la gravedad económica. Los piuranos somos exportadores de materias primas sin valor agregado. De ese modo no se fomenta el empleo ni se abren posibilidades al desarrollo humano. Preocupante resulta que las plantaciones de caña para producir etanol ocupen tierras que deberían destinarse a la producción de alimentos. Tampoco tenemos un estudio sobre el costo energético de producir etanol. ¿Alimentación o producción de etanol?: This is the question.
Muchos piuranos han crecido con la fijación del estereotipo del hacendado bueno al que los yanaconas surtían la mesa con primicias de las primeras cosechas. Otros deliran con la IPC en Talara en donde la atención médica y educativa brindada a las familias era de primera. Tampoco faltan los centralistas activos y pasivos entre los que se encuentran un buen filón de funcionarios públicos incapaces de tomar decisiones porque todo depende Lima. Y los numerosos áulicos que les siguen con resignación para validar esta falacia. En este escenario tan controversial el libro “Las Reformas Progresistas Impostergables” de Manuel Dammert es como una luz al final del túnel con propuestas frescas para entender este momento en donde la descentralización está plenamente vigente.
Dammert al decir de Bordieu es un viejo zahorí en la exploración de la “universalidad de las condiciones de acceso a lo universal”. Su preocupación es un Perú que enfrenta el desafío de su cuarta reestructuración con las articulaciones macrorregionales en una Suramérica emergente. Es un momento de reformas institucionales y de empoderamiento ciudadano con una interrelación de los territorios en red. El territorio, puntualiza, es el espacio producido socialmente en la reproducción de la especie humana. La estructura del territorio comprende: recursos naturales (que los tenemos abundantes), infraestructuras (Talara y Paita núcleos de la producción de hidrocarburos y pesquería sólo tienen cuatro horas de agua potable al día), patrimonio, capital humano y la individualización de las identidades territoriales.
Son de cardinal importancia, como anota Sergio Boisier, los capitales intangibles en los que se sustenta el desarrollo. Estos son: el capital cognitivo que es el conocimiento acumulado y desarrollado de modo sistemático por las universidades. El capital simbólico que es la capacidad de construir una imagen territorial susceptible de ser proyectada en el espacio y el tiempo. El capital cultural. La cultura como patrimonio societal y también como cosmogonía que es la actitud ante la vida. El capital social que es la capacidad humana de respuesta a los desafíos del presente. Es una capacidad de respuesta. Capital cívico es el compromiso cívico espontáneo de los ciudadanos por el fortalecimiento y preservación de la democracia. Capital institucional es la arquitectura organizacional de la sociedad desplegada a la consecución de logros mensurables en las mejores condiciones de vida. El capital psicosocial es la permeabilidad para el cambio y el asumir la gestión autonómica. Es la certeza y confianza en sí mismo. Es también la tolerancia y la capacidad de convivencia intercultural. Capital humano es la población viva en un escenario de expansión de oportunidades sin exclusión. Finalmente el capital sinergético que es la capacidad de obtener resultados mayores que la suma de los esfuerzos individuales. Las sinergias son necesarias no sólo para obtener recursos del Estado sino para penetrar y abrir mercados. Ampliar las ventajas de la educación, la salud y el empleo.
Señala también Dammert que las potencialidades son una garantía de futuro. Piura tiene enormes potencialidades que deben ser aprovechadas con beneficios para todos. Epílogo. Una estudiante me preguntó hace algunas horas lo siguiente: ¿En qué se diferencia un obrero chino de un obrero piurano? Mi respuesta fue la siguiente: -Un obrero chino trabaja un promedio de 14 horas diarias. Un obrero piurano trabaja 8 horas nominales. Una hora se dedica al raje y a la conversa. Otra hora a lamentarse de por qué no se saca la tinka. Y otra hora a simular que trabaja pero en verdad no trabaja. ¿Podemos cambiar?
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