domingo, 13 de mayo de 2012

MAMA: LA ENERGIA QUE MUEVE AL PERU

Por: Miguel Godos Curay
Carátula de Time. Las madres esquimales
lactan a sus hijos hasta las ocho años.
La alfalfa parlamentaria no conoce del amor de mamá. Hace tiempo este país conmemora el día de la madre pero hasta hoy no existe una ley que reconozca el trabajo digno y abnegado de miles y miles de mamás que mueven al Perú. Acaso nos hemos olvidado ¿Quién sirve el desayuno?, ¿Quién sancocha las papas?, ¿Quién compra el pan?, ¿Quién conduce a los críos a la escuela?, ¿Quién paga los recibos de consumo de agua y energía?, ¿Quién hace cola en los hospitales naufragando de consultorio en consultorio?, ¿Quién lava la ropa domingo y fiestas de guardar?, ¿Quién hace milagros en la olla con lo poco que tiene?.

A este Ministro de Economía genial cuando la preguntan los encuestadores: “¿En que trabaja Ud.? Responde de esta manera: “Yo no trabajo mi marido es el que trabaja”. Perogrullo. Falacia estadística. Una huelga de madres dejaría al Perú sin ternura y sin afecto. Un papá trabaja ocho horas en la fábrica y en la oficina. Mamá empieza su jornada muy temprano para que su hijo llegue puntual al trabajo y papá desayune con cafecito caliente. Ella alimenta a la tribu. Se ocupa de las tareas de sus hijos. Y cuando todos duermen los abriga a todos. Y cuando los hijos están enfermos no duerme velando el sueño de los débiles. ¿Qué le han hecho estas madres a sus hijos para que las leyes no tengan nombre propio? Ojalá algún día se acuerden de mamá.

¿Qué olvido tan imperdonable de estos hijos que cuando usan el poder se olvidan de su madre? Dicen que la mano que mece la cuna gobierna el mundo. En este país la mano que mueve la cuna. Es la mano que moviliza al país entero y nadie le reconoce ningún mérito. El amor de mamá no vale un ciento, un millar o un millón de ollas arroceras. El amor de mamá engrandece a la patria. Pero la patria se olvida de ella porque los que legislan perdieron la memoria.

Tanta madre anciana olvidada por este país que crece todos los días pero que a ratos se le encoge el corazón. ¿Señor Ministro de Salud tiene Ud. Una respuesta? ¿Señor Ministro de Economía Ud. que todos los día mide el pulso de la economía ha sentido alguna vez el latido del corazón de mamá? Maestros y maestras del Perú que hoy repiten poesías alusivas al día de la madre. Y que los niños aprenden de memoria. Enseñen a todos de una vez por todas que el día de la madre dura todo el año y que no hay fecha ni horario, ni calendario para decirle a este reina sin corona: ¡Mamita te quiero mucho! Y esa vieja linda convertida en una pasa de puro amor se sonreirá feliz y seguirá siendo ese ángel que zurce la media de los sueños de sus hijos con abnegación.

Y cuando mamita se va al cielo nos consume un profundo dolor en el alma y en corazón. Entonces nos arrepentimos de no haberle dicho lo que hoy se desborda de nuestros labios. Entonces se convierte en esa estrella solitaria que nos ilumina desde el cielo. Y su presencia de ángel nos acompaña siempre. Madre es una palabra sublime. Una condecoración ante la que son latón de adorno todos estos humanos inventos para nutrir la vanidad de aquellos que buscan la notoriedad en el pecho pero tienen insondable vacío en la inteligencia.

Una madre es un ruego a Dios a cada instante en donde decir: ¡mama!, ¡mamita!, ¡mamacita! ¡viejita! . Es como oír los dulces trinos en los verdes campos. Una madre es la exaltación de la vida. Es la energía que transmite movimiento al universo. Una caricia de madre es una bendición que no señala el rumbo en la vida. Un ruego de madre es un desafío a la soberbia del hijo que extravía los caminos. Una oración de madre es un pedido a Dios cara a cara y un recado a la eternidad en cada palabra.

“Mi madre es una rosa, mi padre es un clavel (aunque se marchita todos los días) yo soy un hijo agradecido que no sé cómo responder” a esta dicha de disfrutar de su presencia y de su confianza. Mi madre tiene una sonrisa que conjura la tristeza y el desencanto  y nos nutre de ganas de vivir. Es un acto de justicia reconocer a nuestras madres y elevar una oración por las que están ausentes pero se acercan a nosotros para recordarnos que la sustancia de su amor, es eterno. “Mamá…en los surcos que abren tus arrugas déjame plantar la semilla del amor”. Amén.

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