sábado, 20 de septiembre de 2008

UN LIBRO, UN MUNDO Y UNA PASION


Por: Miguel Godos Curay

Sostiene Jorge Eslava que los verdaderos maestros son apasionados por lo que enseñan. Los desapasionados, los improvisadores, los insípidos, los acartonados, los que extorsionan con registro de calificativos en mano son odiosos y aburridos. No provocan ninguna emoción en los jóvenes ávidos de experiencias nuevas, plenas e intensas. Lo propio se produce con la lectura poco estimulada con programas rígidos repetidos por loros parlantes que nunca leen y que olvidan, por ejemplo, que la música popular es el fermento de la literatura. Un maestro apasionado con su vida y pensamiento fue Constantino Carvallo. Un maestro enamorado de su oficio humano.

Le lectura es un pasión que no requiere imposición sino disposición. Una actitud amorosa por el libro. El plan lector oficial es un fiasco mentiroso que ha servido para engordar a los vendedores de resúmenes que nutren a los mercachifles de resúmenes de los resúmenes. Una tontería para maquillar las estadísticas oficiales de nuestro desamor por la lectura y los libros. También, dijo Eslava, que mucho de lo que se propone como lectura para niños por las editoras es como la paja que se confunde con el trigo. Textos descontextualizados que los niños no entienden son nada ante un buen relato salpicado de recuerdos de un abuelo. Nuestra escuela requiere imaginación y creación.

No funciona la lectura cuando se impone a los pequeños lectores lo que deben leer. Es una obligación indeseable como el tomar la sopa. Son los niños y los jóvenes los que deben elegir lo que desean leer. Le lectura es también una práctica de libertad. Repetir de paporreta pasajes de la Ilíada y la Odisea, del propio Mio Cid que fueron escritos para ser cantados es tan vano como pretender enseñar fútbol por correspondencia. El fútbol y la lectura requieren práctica diaria hasta convertirse en destrezas humanas. A la épica le es consustancial la música, el ritmo interior que estremece el oído y que hace vivir en la imaginación el trote del rocín que conduce al héroe. La palabra conduce a la belleza. ¡Si la palabra vive, viva la palabra!.

Es el mismo consejo para los escritores y poetas jóvenes tan dados a la pose y al amaneramiento. Para ellos bien vale lo que Pulitzer recomendaba a los periodistas bisoños: “Escribe corto para que te lean. Amenamente para que te recuerden y con lealtad con la verdad para que te crean”. No es otra la distancia existente entre las ficciones verdaderas y las verdaderas ficciones. Los niños y los jóvenes buscan libros que les hablen y les toquen la inteligencia y el corazón. La escuela necesita también de maestros que lean con convicción.

Hemos llegado a un extremo, recordó Eslava, que la fuente principal de las monografías escolares y hasta universitarias es el sitio de Internet: “Rincón del vago”. No hay esfuerzo intelectual. No hay comprensión por lo que se dice y lo que se escribe. No hay tampoco maestros que deslumbren a sus alumnos. No hay en los alumnos la posibilidad de poder elegir los contenidos que quieren aprender tal como es práctica general en la escuela Finlandesa. En Finlandia no existen esos programas verticales que se imponen a los alumnos sin posibilidad de discusión. Son los alumnos los que eligen lo que quieren aprender porque de este modo se preparan mejor para elegir a quien debe gobernar. El yerro de nuestra escuela es la demolición de toda actitud crítica. El pensar que desde un sillón ministerial o burocrático se resuelven los problemas de la educación en el país.

Por eso como un brote de primavera, en propicio sol, resultó, agradable y tonificante, el II Festival Literario “Un libro…un mundo” del Colegio Montessori. Su experiencia fue compartida con otros colegios de Piura. Los quehaceres de la mente son un desafío para quienes entienden que el desarrollo humano empieza ahí en donde los ojos de los niños se abren a los libros. He escuchado a editores como Houdini Guerrero, que tiene nombre de mago y que tiene bien en claro que lo que Piura necesita es desanudar esos terribles y detestables nudos de la ignorancia.

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