jueves, 18 de septiembre de 2008

CARTA PARA UN JOVEN SUICIDA



Por: Miguel Godos Curay

Deploro no haberte conocido. De haberte podido hablar al oído te hubiese dicho como me lo digo a mi mismo cada vez que siento ese ánimo insoportable de la derrota: ¡Sólo vencen los que luchan y resisten! Te hubiese repetido en tu conciencia lo valioso que eres y lo irrepetible que eres. Te hubiese invitado a viajar en la caseta de un camión a la sierra con el viento a la cara. Caminar a algún rincón que nunca haz visitado. Te hubiese invitado a comer con pobres que nunca te mostraron de verdad y te ayudaría a descubrir el mensaje de un libro que nunca leíste en la escuela bajo un árbol frondoso al que ninguna vez se te ocurrió regar con un poco de agua.

Descubrirías que eres millonario de ternura y no te habías dado cuenta. Descubrirías que la vida no es todo lo que ambicionas y esperas porque siempre habrá algo esencial que es invisible a los ojos. Ahí está el secreto. Te mostraría los cientos y miles de poemas escritos por quienes como tú se sintieron al borde del abismo cuando en las cuatro paredes de su soledad les faltó el amor. Te repetiría que en-amorarse es como dice Lacan: “Dar lo que no se tiene a alguien que no lo quiere”. Una pretensión vana de detener el tiempo o coger el aire con las yemas de los dedos. En realidad todo cambia inexorablemente. Tus emociones dolorosas de hoy son las alegrías del mañana. Todo lo bello de hoy se estruja irremediablemente porque cada instante, mandato de la vida, envejecemos. Acéptate como eres y no pierdas tiempo pretendiendo ser lo contrario.

Descubrirías que eres apasionado pero también perezoso en tu esfuerzo para llegar a lo que te propones. La vida tiene sabor propio y lo sientes realmente cuando aprendes a disfrutarla. No antes ni después. Sino cuando comprendas, en el sosiego, que entiendes la página de un libro y que tratándolo de explicártelo te llegó el sueño. Emprende nuevamente el recorrido de descubrir que tú no vales por lo que tienes sino por lo que sabes. Entonces tu brújula interior te señalará el rumbo seguro y no desmayes.

Mira tu interior: toda tu soledad y tu dolor son nada ante la soledad y el dolor de los otros. Descubre el verdadero significado de la amistad y el amor. Y si te apasionas vive intensamente tu vida, no temas equivocarte, pero saca de ella esas lecciones que nunca se aprenden de paporreta sino paso a paso y algunas veces por correspondencia. Nunca te sientas menos ni más que los demás. Si te minusvaloras serás siempre temeroso y si te crees la divina pomada, finalmente, te quedarás solo intentando hacer creer a otros tu cuento.

Tal como eres, eres un tesoro y no te habías dado cuenta. La existencia, la valiosa existencia no puede reducirse al reflejo engañoso del espejo, a un partido de fútbol, a una promesa incumplida en el hogar, en la escuela en tu círculo amistoso o en tu trabajo. No creas todo lo que te dicen pero si crees ten certeza en lo que crees. No te confrontes en la esterilidad de las discusiones. No finjas y te ahorrarás caminos. Ama a tus padres y nunca te avergüences de ellos.

La vida es como una catedral que construyes con los ladrillos de tu esfuerzo personal. Cada experiencia tuya buena o mala es un cimiento sobre el que se levantan los muros. No te amilanes en los intentos y persevera en lo que haces. Descubre tus dones y no los ocultes por la incapacidad que deposita en tu vida la amargura. No seas una carga pesada en tu vida y si sufres desahógate si te es dado hasta con las lágrimas. Llora donde nadie te mire pero después ten esa capacidad de recordar que algún día fuiste triste y aprende a ser alegre.

No te compares con nadie. Siempre habrá mejores y peores que tú. Y cuando en la noche esas ganas irrefrenables de aventuras irrepetibles te asalten sonríe. No te detengas. Mantente alegre siempre. La alegría nos protege contra todas las desgracias. Personalmente me río cuando descubro que todo el dinero del mundo no sirve para comprar la felicidad de contemplar el amanecer y el esplendor de la felicidad de un flamante papá en los corredores de un hospital. Busca el placer pero no embotes tus sentidos. La vida se nos escurre entre los dedos y la amo tanto que tú teniéndola a manos llenas ignoras la enorme fortuna que tienes en tus manos.

No hay comentarios: