sábado, 5 de julio de 2008

¡APRENDA DE BOLIVAR SEÑOR MINISTRO!


Por: Miguel Godos Curay

Si el Libertador Bolívar viviera hubiese puesto de vuelta y media a las vacas sagradas académicas de nuestras universidades. Su pensamiento es como agua caliente para las cucarachas cerebrales que pueblan las frondosas burocracias de los ministerios de educación de nuestro continente. Para Bolívar el fin de la educación no consiste en formar profesionales insensibles a las demandas de su país, ni guerreros pervertidos ambiciosos del poder, ni estadistas proclives a la rapiña gananciosa del erario, sino “formar el espíritu y el corazón de juventud”.Con una visión muy actual recomendó que “la educación de los niños debe ser siempre adecuada a su edad. Inclinaciones, genio y temperamento”.De ningún modo se puede imponer propuestas pedagógicas que no surjan de la propia realidad.

Con penetración aborda temas psicológicos poco profundizados en los en apariencia innovadores programas de formación docente. Dice Bolívar: “ La memoria demasiado pronta siempre es una facultad brillante; pero redunda en detrimento de la comprensión; así es que el niño que demuestra demasiada facilidad para retener su lecciones de memoria, deberá enseñársele aquellas cosas que lo obliguen a meditar, como resolver problemas y poner ecuaciones; viceversa, a los lentos de retentiva, deberá enseñárseles a aprender de memoria y a recitar composiciones escogidas de los grandes poetas; tanto la memoria como el cálculo, están sujetos a fortalecerse por el ejercicio. La memoria debe ejercitarse por cuanto sea posible; pero jamás fatigarla hasta debilitarla”.

Con su intuición genial entendió que los futuros ciudadanos necesitan manejar, sin dificultad, el lenguaje y las matemáticas: imprescindibles códigos de la modernidad. Quien no domina el lenguaje para poder comunicarse, interactuar y exigir lo que por derecho le corresponde y el razonamiento matemático no accede a la innovación y el desarrollo humano. Decía el maestro Simón Rodríguez, que educó a Bolívar, necesitamos maestros para formar conciencias y no monigotes a los que todo el mundo engaña y compra.

Para el Libertador las matemáticas “nos enseñan el análisis en todo, pasando de lo conocido a lo desconocido, y por ese medio aprendamos a pensar y a raciocinar con lógica.” En todo momento “debe tenerse presente la capacidad del alumno para el cálculo”. “Generalmente, todos pueden aprender la geometría y comprenderla; pero no sucede lo mismo con el álgebra y el cálculo integral y diferencial” reflexiona.

Bolívar causaría espanto en los enemigos gratuitos de la ortografía y la expresión correcta. Al respecto dice: “Siendo la palabra vehículo de instrucción, es de los cuidados primeros del Director que la dicción sea pura, clara y correcta, es decir que no se admita barbarismo, ni solecismo; que se dé el valor a los acentos y se llaman las cosas por su propios nombres sin alterarlos”. Llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos, nos hace tanta falta en el periodismo y en la propia política en donde estamos acostumbrados a dorar la píldora

Con relación a la enseñanza de la historia señala “…debe principiarse por la contemporánea, para ir remontando por grados a los tiempos oscuros de la fábula.” Sin embargo, advertía Bolívar, que de nada sirve un caudal de conocimientos sin una vida honesta y sin una moral a toda prueba. De nada sirve la ciencia a un hombre sin principios. Bolívar esta convencido que “el rigor y el azote, son estímulo para las bestias”. Por eso propone premios y castigos morales propios de “racionales tiernos”. Nada escapa al genio. Recomienda incluso el baile. “El baile, que es la poesía del movimiento y que da gracia y soltura a la persona, es a la vez que es ejercicio higiénico en climas templados…”Respecto el juego indica que “es tan necesario a los niños, como el alimento”. Uno de sus pasatiempos favoritos es el ajedrez al que considera un desahogo útil y honesto. El ideario de Bolívar es una agenda pendiente para el señor Ministro de Educación y una viva inspiración para nuestros tan vilipendiados maestros.

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