domingo, 20 de julio de 2008

EL CAPITAL QUE NOS FALTA


Lic. Miguel Godos Curay

Según el Informe de Desarrollo Humano/Perú 2006 “Hacia una descentralización con ciudadanía” Piura tiene un IDH (Índice de Desarrollo Humano) de 0.5714 (Ranking 15). Lambayeque con un IDH de 0.6271 ocupa el puesto 6 del Ranking. La Libertad con un IDH de 0.6046 ocupa el puesto 8 en el Ranking. Ica con un IDH de 0.6481 ocupaba el puesto 3 entre los Departamentos costeros antes del terremoto. Piura, según los indicadores tiene un desarrollo medio y siendo el segundo Departamento más poblado del país ha sido superado ostensiblemente por sus pares vecinos.

El desarrollo tiene múltiples dimensiones: económica, social, cultural, ambiental, físico-territorial, político institucional…etc. Cuando hablamos de mejorar la vida de las personas nos referimos al desarrollo humano. Si lo extendemos a todas las personas hablamos de desarrollo social. Y si preservamos nuestra riqueza natural pensando en los que vendrán mañana nos referimos al desarrollo sostenible.

Piura, tiene un stock de capitales. Un capital natural: recursos naturales renovables y no renovables envidiables. Otro capital es el sinergético: entendido como la capacidad social de promover acciones en conjunto dirigidas a fines colectivos y democráticamente aceptados con el propósito de obtener un resultado mayor que la suma de las partes. En este extremo andamos flojos porque nuestros actores sociales, en el Consejo regional y el Municipio, no están a la altura de las grandes decisiones que Piura necesita. Nos perdemos en un deambular errático sobre asuntos domésticos y el cobro indigno de una dieta porque no hay logros ni resultados.

El capital cognitivo es la dotación de conocimiento científico y técnico disponible en una comunidad. Piura, por ejemplo, tiene una larga experiencia en el manejo del algodón sin embargo no hemos sabido capitalizar este conocimiento y convertirlo en herramienta para el desarrollo. Otro es el capital simbólico que según Bordieu es el poder de hacer cosas con la palabra. Es también la capacidad de construir una imagen territorial. En este extremo la construcción simbólica más decantada está en artistas como Liz Pérez León que representa en verdes el territorio del limonero y Pauta Salas, que se detiene en el microscópico plankton que sedimentado junto a las algas en millones de años se convirtió en la riqueza de Bayóvar.

Nuestro capital cultural es inigualable: tradiciones, mitos, leyendas, creencias y nuestro propio lenguaje son un bagaje digno del estudio profundo .El piurano es profundamente religioso pero su fervor raya en la superstición y el fetichismo. Basta con mirar lo escritorios de los burócratas regionales y municipales para descubrir sobre los escritorios las estampitas protectoras y coloridas del Cautivito de Ayabaca, San Judas Tadeo y el Señor de la Misericordia. La Biblia en Piura es un elemento decorativo de la sala. No es aún la palabra viva de Dios que habla.

Siendo ricos en recursos no tenemos los círculos virtuosos de la cooperación y la competencia que den vuelco a la economía. El colmo resulta nuestra Zona Industrial poblada de solapados prostíbulos. Nos falta aún capital institucional pues somos lentos a la hora de las decisiones. El piurano tiene fracturado su capital psicosocial. Sus emociones transitan por la envidia al que progresa y la maledicencia rajona. El colmo resulta, por ejemplo que los armadores pesqueros que protestan son los dueños de las camionetas 4x4 más opulentas que existe en Piura.

Si algo tenemos que hacer es cimentar la cultura de la confianza y el trabajo. Fomentar de la participación ciudadana. Nos falta también la práctica democrática y la confianza en nuestras instituciones. Y para ello hay que desterrar el nepotismo que convierte a la cosa pública en un botín con nombre propio. Un caso patético es el del sector educación. En el 2007 la Defensoría del Pueblo registró en Piura 952 quejas, 886 pedidos de investigación y 66 de mediación. Lo que demuestra que las cosas no están tan bien. Y que debemos brindar una atención preferente al capital humano que se forma en nuestras escuelas. (Lamina, Truxillo del Perú del Obispo Marínez de Compañón)

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