jueves, 1 de noviembre de 2007

SANTO DOMINGO: UN RECADO EN EL CIELO


Por: Miguel Godos Curay
Santo Domingo es un distrito de Morropón en donde un impresionante verdor cubre las cordilleras. En otros tiempos, por su clima benigno, era recomendado para los pacientes tuberculosos. La adhesión al socialismo aquí es de vieja data. La primera Cooperativa Socialista del Perú se creó en Simmiris. Si algo caracteriza a sus pobladores es su cordialidad sonora y campesina: Los buenos días de Dios, buenas tardes de Dios, buenas noches de Dios…! Son una fórmula educada que recuerda, a propios y extraños, que la cortesía es el lenguaje del corazón.

En otros tiempos, estos cerros eran recorridos por montoneros y bandoleros que a caballo incursionaban en las haciendas. En los días festivos el golpe de arpa convocaba copleros, majadores y bailadores que en insomnes noches reeditaban memorables tonderos y jaranas. Se bebía aguardiente. Tras la juerga: la pelea: puñaleta y espada en mano. Otras empedernidas aficiones son los gallos, ajisecos y cenizos de casta y las peleas de toros en las invernas. Entonces sea en los pastizales de San Agustín o el Jazmín toros bravos y propietarios se enfrentaban probando temerariamente sus fuerzas mientras los espectadores huían despavoridos en la furiosa persecución de las cornamentas.

Los cultivos principales son el maíz, trigo, papa, arveja, café, caña, yuca, ajos y algunos frutales como la naranja, la lima fragante, el chicope, las granadillas y los tumbos. Los higuerones y nogales crecen fornidos pero sólo se aplica la corteza de estos últimos para teñir la lana de oveja con la que urden la trama de sus ponchos. Orquídeas y variedad de flores crecen de modo silvestre. La cocina es castiza y pasa por los caldos de ajos y arvejas, el sango y chicharrones conservados en botijas en el crudo invierno. No faltan los tamales, el mote y las yucas con queso. Con achira, camote y zambumba se prepara la conserva que se reparte por pura devoción a Santo Domingo. Las mestizas de largas trenzas guardan en sus ojos ensueños y encantos.

Aquí el tiempo transcurre lentamente y las bocinas de los camiones sólo se escuchan en la madrugada y al mediodía en el que llegan los viajeros de la yunga. Después todo es tranquilidad en este pueblo que hoy tiene energía eléctrica y hasta Internet. Santo Domingo tiene su propio himno cuyos versos recuerdan la proeza del progreso emprendido por sus hijos. Muchos de sus personajes son leyenda viva que la memoria recuerda. Los López, Ramírez, Córdova, Castro, Castillo, Carnero, Calle, Berrú, Domínguez, Chumacero, García, Hidalgo, Choquehuanca, Jiménez son viejos troncos familiares llenos de valerosa tradición pues sus antepasados conformaron la famosa montonera de los chalacos que el 28 de Enero de 1883 tomaron Piura como protesta por la extensión abusiva de los linderos de las haciendas.

De Santo Domingo es Sinesio López, sociólogo y estudioso profundo de la realidad nacional. Sinesio, al frente de la Biblioteca Nacional, inició, como exigencia de respeto elemental a los derechos culturales de los pueblos, las gestiones para la restitución del valioso patrimonio bibliográfico del Perú arrebatado como botín de guerra durante el saqueo de Lima por la soldadesca chilena. También está vinculado a esta tierra el escritor Cronwell Jara Jiménez quien muestra tópicos locales en sus narraciones.

Una de las viejas costumbres, que Jara refiere, es la de la marcha de los poblanos a la cordillera para capturar con mucho arte un cóndor, señor de las alturas, y bajarlo al pueblo para la curiosidad pública en la festividad patronal que el día de hoy se conmemora. Entonces coronaban el penacho del ave con cintas de colores y ataban a sus patas algunos mensajes escritos dirigidos a las alturas. El cóndor cautivo, después de los tres días de fiesta, era liberado con gran jolgorio para que conduzca su inolvidable recado al cielo.

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