domingo, 3 de junio de 2007

LA DECISION FOFA DE LA FIFA


Por: Miguel Godos Curay
La decisión de la FIFA de prohibir partidos de fútbol a más de 2.500 metros de altura argumentando que podrían producirse lesiones a la salud de los jugadores ha provocado la inmediata protesta de los mandatarios de Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia. Un futbolicidio se avecina. Evo Morales, señaló:No es posible que la FIFA trate de dividir a Sudamérica. Blatter no sabe el daño que puede causar a nuestras naciones. Somos países que cuando no tenemos nada que hacer disfrutamos del fútbol. No tenemos otra vía de escape. Ciudades como Potosí, Cochabamba, La Paz, Oruro quedarían huérfanas sin disfrutar del olor a multitud del fútbol cada fin de semana, recalcó. Ciudad de México a 2.680 y Quito a 2,800 m.s.n.m ciudades donde el fútbol es una pasión de multitudes se quedarían sin este deleite humano planetario.

Igual sucede en Colombia. Alvarito Uribe, histérico, demandó la unidad continental. La Copa Libertadores cuyos partidos provocan fiebre apasionada de fútbol perdería su encanto de multitudes. Equipos como el Toluca, Millonarios de Bogotá, Liga y Deportivo de Quito y Bolívar, no podrán disputar encuentros en sus respectivos estadios. El estadio más alto de toda Sudamérica se encuentra en Potosí. El “Mario Mercado”, donde juega el Real Potosí, alcanza los 3.710 metros de altura. En el Perú ciudades como Huaraz a 3,207, Huancayo a 3,270, Cuzco a 3,430., Huancavelica a 3,700; La Oroya a 3,780; Puno a 3,850; Casapalca a 4,190; Cerro de Pasco a 4,340; Morococha a 4,500; están vetadas para la práctica deportiva.

Según argumenta, Joseph Blatter, Presidente de la FIFA; la decisión fue adoptada tras un informe médico que señala que el esfuerzo cardiovascular y respiratorio en zonas de altura es extremadamente perjudicial para los deportistas. Uno de los riesgos es el aumento de la alcalinidad en la sangre (alcalosis), que provoca nauseas, mareos y fatiga. Lo que no sucede con quienes se han adaptado a las exigentes condiciones de la altura. Algunos expertos en medicina deportiva señalan que si se considera a la altura como un riesgo para los deportistas lo mismo debería hacerse con el calor que en algunos casos llega a los 40 grados provocando la deshidratación de los peloteros.

Actualmente son más de 80 millones las personas que viven en localidades por encima de los 2,500 metros sobre el nivel del mar a las que esta decisión de la FIFA excluye de un plumazo del deporte rey. Pero ¿qué es el mal de altura? Es esa sensación de falta de aire que se produce a medida que ascendemos a consecuencia de la disminución de la presión del oxígeno, lo que requiere necesariamente la adaptación del cuerpo. Ya en 1590 el jesuita José Acosta describe el “soroche” o mal de altura.

Un hecho físico que se puede constatar es que mientras a nivel del mar el agua hierve a los 100 grados centígrados, pasados los 3,000 metros, hierve a 86 grados. Los sujetos que ascienden desde el nivel del mar a la altura necesitan de un proceso de aclimatación pues aumenta su frecuencia respiratoria y la producción de hemoglobina en los alvéolos pulmonares. Los vasos pulmonares en la altura llevan una mayor cantidad de sangre por eso el perímetro del tórax del habitante de las alturas es en consecuencia mucho mayor. A nivel glandular los adultos de las zonas de montaña tienen mayores niveles de hormona del crecimiento por el incremento de la serotonina. La glucosa en sangre se mantiene en niveles bajos debido a que se libera como glucagón que se sintetiza en el mayor esfuerzo físico. En las alturas hay una baja prevalencia de la diabetes y de afecciones producto del colesterol.

La gestación a altura requiere también de un proceso de adaptación biológico expresado en el grosor de la placenta en la que es posible observar a través del microscopio electrónico una serie de vellosidades que facilitan la oxigenación del feto. En la altura la menarquía (menstruación) es retardada pero la menopausia temprana. Sin duda, que se trata de un verdadero desafío de respuesta humana. No hay duda que Blatter no puede dejar de mirar a un futbolista sin calcular su precio, ni mirar su futura reelección sin un conteo prematuro de votos.
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