sábado, 26 de mayo de 2007

UN MAESTRO ENAMORADO DE PIURA


Por: Miguel Godos Curay

En la Universidad de Piura lo consideramos nuestro y entrañable. De hecho lo es por decisión personal. Los estudiantes de periodismo lo recuerdan con gratitud por la claridad de sus ideas y convicciones en torno a un tema exquisito pero crucial para la democracia continental: el derecho a la información. Don José María Desantes ha emprendido tras su partida un retorno de fervoroso peregrino a Piura. Ha venido como a él le hubiese gustado convertido en un libro abierto y gentil para la avidez de las inteligencias y con un mensaje de profunda lealtad para los corazones. Su biblioteca en la Universidad de Piura será como una semilla de algarrobo de raíces profundas. Será umbría sombra en la albarina arena piurana de la que se enamoró con ilusión por el futuro. Será también nutritivo y generoso como el maná del desierto. Será una aspiración inefable de grandeza que crece como la sombra del sol en el ocaso tornasol del campus.

A quienes concurrimos y fuimos protagonistas de esa gesta heroica entre los arenales calentrunientos, que es la Universidad de Piura, nos deslumbra esta adhesión humana de un hombre sabio que vivió con intensidad la convicción del maestro que aprende de sus alumnos. Tal categoría intelectual requiere dos premisas básicas difíciles de encontrar cuando menudean las pretensiones vanas y el exhibicionismo togado : la humildad y el amor que se congratula en los frutos. Moneda irrepetible don Josemaria. Como recuerda Primi, la esposa y compañera, de esa proeza noble de multiplicar la familia. Don Josemaria amaba a Piura compartía sus sueños, el inventario de sus legítimas aspiraciones por hacer un Perú unido y feliz. Como recuerda San Agustín el amor se hace uno cuando el amante se convierte en la sustancia misma del objeto amado. Eso fue lo que pasó con el maestro. Tanto amó a Piura que se hizo piurano de corazón con vivencias tan intensas e irrepetibles que nos emocionan hasta las lágrimas. Piurano de mirada transparente. Piurano en la distancia de ultramar alimentado en su amor por los recuerdos y la gratitud inolvidable.

Recuerda Primi, que don Josemaria, se llenaba de energía humana todas las veces que venía a Piura entonces aprendía a sobreponerse a las debilidades del cuerpo que envejece con una inaudita vitalidad que sólo procura la tierra amada. Estaba ahí con su viva inteligencia, con esa ternura feliz del que contempla lo frutos de su amor. Con lealtad planetaria, porque el amor no tiene fronteras ni límites. Tenía su mente y su corazón puestos en Piura. Don Josemaría entendió que en este tren heroico y memorable del periodismo hay que decir la verdad aunque cueste y aunque duela y andarse sin remilgos de mano con la justicia. Fue íntegro y leal con sus convicciones en tiempos de camaleones. Leal hasta el tuétano y sin dilación. Integridad de hombre y de maestro.

Trabajador sin tregua Desantes nos enseñó que el trabajo es digno y que en muchas ocasiones por cada hijo corresponde tener un empleo que sostenga con decoro la hacienda familiar. Con los piuranos tuvo un trato singular no sólo se convirtió en paciente brújula para señalar un derrotero intelectual de los jóvenes doctorandos sino que fue, en muchas ocasiones, padre y amigo. El creyó en nuestros sueños de arenal y descubrió con claridad nuestra vocación de perennidad y grandeza.

Está viva su presencia en el claustro el que con espíritu de justicia le confirió en septiembre del 2001 el Doctorado Honoris Causa. En aquella propicia ocasión, citando a Cicerón, recordó, que el genuino maestro es pura vocación de servicio: “Si quieres aprender, enseña”. Premonitorio, en aquel inolvidable encuentro ocasión de la investidura doctoral, dijo: “ En sus Anales constará mi nombre como testimonio de que, por ese acoplamiento agustiniano de conocimiento y amor, he ido aprendiendo lo que es sustancialmente una Universidad, despojada de todo lo que supone el oropel externo, en unas condiciones geográficas que obligan a una perseverante y sana austeridad académica”.Otra de sus convicciones fue la de remarcar que la comunicación es la ciencia en la que se forja la escuela de la convivencia.

Por eso pervierte el sentido ético de su profesión aquel comunicador que se convierte en dúctil herramienta de las pasiones soterradas, del mercantilismo banal y grosero. Como si fuera poco siendo maestro universal y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid ( España) con encendido y cortesano cometido nos dijo a los piuranos:”Piura es un buen lugar para el estudio sabroso”. Estas palabras resuenan en el oído y deben inspirar un futuro prometedor en donde se entienda que la educación no es el colorido pastillaje que decora la torta sino la materia esencial de cualquier empresa que acometa con obstinada seriedad el desarrollo.

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