sábado, 12 de mayo de 2007

LOS 30 DE OSCAR AQUINO


Por: Miguel Godos Curay
Oscar Aquino Ipanaqué cumple el 2007 treinta años de intensa creación. Él sólo recuerda los días en los que aprendió al lado de don Félix y Margarita sus padres y la numerosa hermandad familiar. Mientras los cataquenses respiran los Aquino crean y recrean. Oscar es una viva expresión inteligente del arte que surge en la memoria genética de la heredad.

Sus materias primas son las maderas que utiliza magníficamente para su copiosa producción escultórica. Su fuente de inspiración es la vida .El mundanal y provocador ruido del mercado, cetrinas campesinas, cholos sombrerones, churres y mataperros que persiguen sin piedad a los chilalos. En este caleidoscopio viviente no pueden faltar las expresiones de la santería popular: los cristos lacerados para la devoción pueblerina y sus vírgenes aromáticas de palo santo. Impresionan sus Cristos Cautivos pero también, sus torsos desnudos y sus gordas a lo Botero.

A Oscar Aquino no le sucede lo que a los huachafos y estrafalarios para tentar la fama. El es universal siendo sencillo sin renunciar a ser un artista popular. Los que lo imitan torpemente, no se han dado cuenta que Aquino es un artista inagotable cuyas formas de expresión son deslumbrantes. Sus manos no se fatigan en el taller con el buril en la mano y la fe puesta en el corazón. Su casa del jirón Arequipa en Catacaos es un taller y morada al mismo tiempo.

Aquino e desvive por la artesanía regional. Otra de su preocupaciones cotidianas es la enseñanza en el Colegio San Miguel donde muestra a sus estudiantes que los caminos del arte. El artista genuino -lo ha demostrado Aquino- es como la joya valiosa : brilla por el mérito propio. El maestro no habla de sí mismo por pura sencillez porque otros dan cuenta de su obra maravillosa. En este secreto profundamente humano descansa su vocación.

Pero estos treinta años de creación en Oscar son un verdadero acontecimiento pues también se recuerdan: el centenario de Frida Kahalo ese apasionado ángel cejijunto que dejó de ser sí misma para no opacar el esplendor de su marido: Diego Rivera. Los vanguardistas poetas de la Generación del 27 son hoy abuelos antañones de 80 años. Este año los libidinosos también recuerdan el centenario de ese desafío a la gravedad llamado “brassiere”. Antes los corsés torturantes remplazaban este hoy adminículo femenino indispensable. Los treinta años de Oscar, por eso, sean bienvenidos y sirvan al maestro para gratificar su presencia pues los años que vengan serán fecundos y maduros.

Por eso quienes no lo conocen, sepan, de ahora en adelante, que sus obras recorren el mundo sin que su mágico autor se mueva de su sitio. Están en el Japón en la sede del movimiento Sokk Gakai de Daisaku Ikeda. En el madrileño escritorio de Mario Vargas Llosa, en la oficina de Enrique Iglesias en Washington y en lugares tan lejanos como Pekín, París, Guatemala o Sao Paulo. Deseamos que el maestro disfrute el arribo a este puerto y quienes hoy concurren a esta muestra disfruten de sus creaciones. Con verdadera emoción quisiéramos acompañar a Oscar con un sonoro: ¡Salud! En un bullicioso chicherío con un poto de chicha en la mano y con la alegría inasible de la fiesta popular.

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