sábado, 9 de junio de 2007

CHAPULTEPEC: VERDAD, PODER Y MERCACHIFLES


Por: Miguel Godos Curay
La Declaración de Chapultepec a la que recientemente se adhirió el Estado peruano reconoce que la democracia y la libertad son un binomio indisoluble sin las cuales el desarrollo, la expansión de libertades, se convierte en una mera ficción. Premisa fundamental: la libertad pertenece a los ciudadanos no al poder. Una sociedad libre necesita de: “la libre expresión de las ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de exponer y reaccionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar, de publicar y transmitir”. Sólo de este modo se pueden construir consensos y resolver los problemas de la sociedad. Las censuras son propias de los tiranos, los déspotas y los autoritarios.

Sin embargo, hay que precisar también que no existe prensa libre sin medios independientes con plena garantía de su funcionamiento libre. La libertad de prensa no sólo sufre la amenaza de los gobiernos despóticos sino también por los delincuentes, terroristas y narcotraficantes que agraden y asesinan a los periodistas. Señala también la declaración la que cito textualmente: “Políticos que proclaman su fe en la democracia son a menudo intolerantes a las críticas públicas. Sectores sociales diversos adjudican a la prensa culpas inexistentes. Jueces con poca visión exigen a los periodistas divulguen fuentes que deben permanecer en reserva. Funcionarios celosos niegan a los ciudadanos accesos a la información pública”.

Particularmente hay que recordar estos principios esenciales contenidos en la declaración:
“No hay persona ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades, es un derecho inalienable del pueblo.”
“Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir información, expresar opiniones y divulgarlas libremente. Nadie puede restringir o negar estos derechos”.
“Los medios de comunicación y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores en razón de lo que escriban o digan”.
“El carácter colegiado de periodistas, su incorporación a asociaciones profesionales o gremiales y la afiliación de los medios de comunicación a cámaras empresariales, deben se estrictamente voluntarios.”
“La credibilidad de la prensa está ligada al compromiso con la verdad, a la búsqueda de precisión, imparcialidad y equidad, y a la clara diferenciación entre los mensajes periodísticos y los comerciales. El logro de estos fines y la observación de los valores éticos y profesionales no deben ser impuestos. Son responsabilidad exclusiva de periodistas y medio. En una sociedad libre la opinión pública premia o castiga”.

Cierto es también que existe una legión de mercaderes que ha convertido a las dependencias públicas en una buena ubre para sobrevivir de un pervertido sentido de la comunicación pública. Por lo que también resultaría saludable que estas instituciones hagan de conocimiento ciudadano las relaciones de estos informadores mercachifles que no sólo han prostituido el ejercicio de una profesión. Sino que han permitido que los adocenados, banales, estólidos, vacíos, ignorantes, majaderos, pusilánimes, pícaros, fanfarrones, inmorales y bribones sienten sus reales en nuestra sociedad. A los que hacen uso del poder les corresponde entender que todo pasa y todo queda, como diría el poeta, y que las grandezas caen como los tamarindos secos al suelo y se parten. El ejercicio del poder es transitorio y efímero. Se evapora como la buena chicha en la apacible picantería piurana.

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