Por: Miguel Godos Curay
LA TIERRA DE LOS CHILALOS
Anne Marie Hocquenghem nos ha deslumbrado con una edad bronce en la Piura pre-hispánica. El hombre andino que pobló la costa elaboró bronce a partir de cobre y arsénico, el bronce se empleó para la confección de barretas, rejas y picas que empleó para arar la tierra, abrir surcos y hacer posible la agricultura en territorios abruptos e imposibles. A la llegada de los españoles se colectó este bronce y fundió para confeccionar tornillos de trapiches y ruedas de carreta. Durante las guerras de la independencia este bronce civilizador se empleó para fundir cañones, aparejos de guerra y trompetas. En aquel entonces, en 1532, lo que ahora es Catacaos, en el norte del Perú, era un industrioso hormiguero humano. Los catacaos se aplicaron al cultivo del maíz, el algodón de colores a mantener sus sementeras y conjurar todos los hambres, a la elaboración de chicha en inmensas tabernas, que no tienen comparación con las actuales. La chicha era el resorte de la economía cotidiana.
Otra parte de la gente se dedicaba a la producción alfar. Según la leyenda de los indígenas de Simbilá tras el diluvio universal Dios tuvo piedad de los hombres y envió al “chilalo”, el hornerito, enseñó a los sobrevivientes de la hecatombe a confeccionar ollas de barro y a construir casas de adobe. Por eso la veneración simbólica al “chilalo”. El “chilalo” simboliza la libertad pues esta avecilla no puede vivir en cautiverio. Otros lo consideran símbolo inquebrantable de la fidelidad pues siempre anda en parejitas.
COMO LOS BEREBERE DEL DESIERTO
La tradición joyera de Catacaos es añeja. Como los berebere en el desierto los joyeros de Catacaos utilizaban las semillas del algarrobo para pesar oro. Las joyas de oro catacadas – no las Cartier- son piezas únicas de extraordinaria belleza. Las dormilonas, unos primorosos aretes de filigrana, son expresión de una artística opulencia sensual y barroca. Algunos ven en ellas un homenaje arrobador a los ojos encantadores y las llaman “lloronas”. A ello podemos sumar esos ajuares de oro puro que exhibían antaño las abuelas. Luciendo en sus lóbulos “quintos de oro”, cadenas, cadenillas , esclavinas y narigueras. Oro empleado en los escapularios y diademas, anillos y sortijas para lucir en las grandes festividades religiosas. Oro en los altares y ornamentos, en las potencias de los cristos indios y en los corazones lacerados de las dolorosas.
SANTERIA MESTIZA
Sin embargo, la santería tradicional, es palabra mayor en esta tierra calenturienta e hipnótica. Los santeros de Catacaos aprendieron sus técnicas en la Escuela de Quito donde los artistas indios representaban vírgenes chaposas y primorosas, arcángeles para la contemplación, niñitos-dios para los nacimientos y cristos para fomentar la piedad hogareña. Muchos escultores de Catacaos se consagraron a fomentar la piedad estridente y vaporosa de sus devociones pueblerinas. En los talleres de los viejos maestros se retocaban las imágenes en cada fiesta y se les confeccionaba otras para no perder el fervor. Los secretos de este arte popular corrían de boca a oreja, de padres a hijos, de maestros a discípulos, de generación en generación.
Como bien anota Ugarte Elespuru: “ El Perú , es también en su arte, un problema y una posibilidad. Es un problema por cuanto hemos perdido aparentemente el nexo tradicional; la conexión telúrica y racial en que nos apoyábamos. Y una posibilidad, por cuanto dichos soportes subsisten circundantes en nuestra conciencia grupal”. (1)
DON JOSE FELIX AQUINO VALVERDE
Esta doble conexión está presente en el maestro y artesano don José Félix Aquino Valverde, nacido en Cucungurá, Cura Mori uno de los viejos repartimientos tallanes, un 10 de Julio de 1928. Hijo de Manuel Aquino Valencia y de doña Guadalupe Valverde Castro agricultores y diestros tejedores de sombreros de paja. Don Félix creció en una familia de agricultores y artesanos esperanzados a las intermitencias de la prosperidad y riqueza subordinadas a la periodicidad de las lluvias. Leguía y Martínez refiere: La dilatada sequía de quince años que siguió al copiosísimo de 1891, frustró ese género de esperanzas, y al fin hizo pensar que no hay más Providencia posible que el trabajo”. (2)
Por este motivo, los Aquino Valverde, confiaron su subsistencia a la floreciente industria del tejido de sombreros. La exportación de este primoroso producto a Panamá, Centroamérica y Las Antillas los hizo universales. Los puso de moda Eduardo VII de Inglaterra (3). En 1904 se exportaron 179 mil 738 docenas por un monto de 53 mil 921 Libras Peruana. Lamentablemente en los mercados internacionales el sombrero catacao se vendía como “Panamá Hat” sombrero de Panamá ignorándose su procedencia.
Comercializaban los sombreros negocios prósperos como los de Mendoza Hermanos, Calixto Romero y Medardo Calle quienes se dedicaban al comercio de exportación. En el tejido de sombreros se ocupaba toda la población: hombres, mujeres, niños y ancianos que cuando no se ocupaban en la agricultura tejían sombreros. Los mejores sombreros se tejían a la luz de velas o en las noches de luna porque la paja dócil conservaba la suavidad y flexibilidad suficiente que no se tenía en las pesadas temperaturas del día. Se asegura que este es el motivo del notable numero de ciegos en el distrito. En cada feria dominical alrededor de 20 mil indios, anota Leguía y Martínez, subastaban sus productos y proveían de materia prima, la paja toquilla, procedente de Loja Ecuador.
EN AROMA DE ARTE
Don José Félix Aquino aprendió de su madre la habilidad en el tejido de sombreros de hebra fina. “ Mi mamita me enseñó a tejer sombrero y yo aprendí. Todos trabajábamos en la casa para poder llevar nuestros productos a la feria del domingo. Era una fiesta con gran movimiento económico. Lo importante era que no nos faltaba para comer.” A los ocho inició sus estudios en la Escuela 27 que funcionaba en los bajos de la Municipalidad fue su maestro don Carlos Edmundo Zapata. “Don Carlos Edmundo Zapata era un reconocido educador y periodista, vivía enamorado de la historia y la conversa amena de Monseñor Jesús Villalobos cuya amistad frecuentaba.”
Según recuerda en el trayecto a la escuela descubrió el maravilloso arte de la santería en el taller del maestro Félix Cherre. “Fue una visión que se metió profundamente en la mente. Descubrí que podía crear, que podía dar forma a las cosas, el barro, la tierra me jalaban. Quería ser como el maestre Cherre. Como mi tocayo y conocer sus secretos y habilidad.” Algunas veces se sorprendía con los diestros golpes de cincel del artista. Otras con los rostros moldeados con arcilla y yeso. “Hasta el taller de Cherre llegábamos para ver sus habilidosos trabajos modelando rostros humanos y algunas figuritas de animales que el maestro elaboraba por encargo para los nacimientos. Otras veces retocaba con laca y aceite de linaza los santos de algunas cofradías” .
“Aquí contemplando su taller nació mi vocación por el arte. El arte es algo que tienes en tu interior como un cauce indetenible. Eso mismo le pasaba a mi mamita con los sombreros, hay que esforzarse por un producto de calidad que hable por ti mismo, un buen trabajo es una marca que habla. La buena chicha por eso no necesita bandera”.
EN EL TALLER DE CHERRE
A los 13 José Félix, como era su deseo, fue admitido como aprendiz al poco tiempo obtuvo progresos notables. Uno de sus descubrimientos fue las características anatómicas de los cholitos y cholitas. Los rostros indígenas de los personajes del pueblo, los gestos y la solemne expresividad de los abuelos son aprehendidos de memoria. Rostros alegres laxos por la ingesta de la chicha. Es una etapa de fecundo aprendizaje. Culminada la primaria ingresó a trabajar como empleado en la casa comercial de don Calixto Mendoza. Posteriormente en busca de mejor fortuna fue a trabajar como mozo en el “Chifa Iris” de Augusto Lau en Piura. Aquí no sólo descubrió los secretos de la cocina china sino los sutiles encantos del arte oriental en la imaginería decorativa del chino Lao.
A los 20 se produce su reencuentro con el arte de la escultura, se dedica a modelar con entusiasmo. “Paralelamente aprendí el oficio de peluquero pero por puro pretexto para conocer la anatomía del rostro humano. Con este nuevo oficio recorrí haciendas y conocí personajes. “ Me asomé a un mundo colorido que desfilaba entre mis manos” Descubrió rostros y ángulos faciales de sus clientes, profundizó en los trazos y en las expresiones múltiples de la faz humana. En los momentos de ocio modelaba en arcilla mostrando notables progresos hasta que decidió dedicarse a la pasión de su vida fue en aquel entonces en que se instaló en su taller del jirón Pisco 625.
AQUÍ ES MI HOGAR, MI TALLER, AQUÍ ESTA MI VIDA
“ Desde entonces estoy aquí, aquí siempre me van a encontrar en mi hogar, en mi taller, aquí formé mi familia y cada uno de mis hijos. Gracias Dios todos aprendieron a vivir del arte que aprendieron de sus padres. Ellos han tenido la oportunidad del estudio y han llegado a la Escuela de Bellas Artes Ignacio Merino. Antes no era así”.
Su nuevo oficio fue el de la confección de cristos, santos y vírgenes para la piedad popular. Escogió materiales: arcilla y yeso; maderas aromáticas de palo santo, cedro amargo, guayacán y corteza de algarrobo. Desde la primera visión estética surgida en la contemplación del maestro Cherre surgió el artista autodidacta. Pronto el taller recogió los pedidos de todos los caseríos. Sus efigies del Señor Cautivo recorrieron todas las campiñas, de mano en mano, en cada altar de los chicheríos estaban presentes sus creaciones.
“Poco a poco surgió el taller, fui haciéndome de mis herramientas, gubias y formones, hachas para descoyuntar las cortezas. Otras herramientas fueron hechas por mí mismo conforme a mis necesidades. Mi compañera doña Margarita Ipanaqué Chunga, me acompañaba en cada una de mis tareas. Ella aprendió las técnicas del bordado, elaboraba los mantos de los santos de vestir. Así surgieron preciosas imágenes que se veneran en el Alto, el Medio y el Bajo Piura. Margarita confeccionaba las cabelleras del Cristo cautivo.”
LA SAGRADA FAMILIA
Don Félix, se concentra en su trabajo. Algunas veces talló de rodillas al Cautivo como agradecimiento y devoción al Señor. En otras acompañó con oraciones cada uno de sus trabajos. Gracias a Dios, dice, nunca nos ha faltado que comer. El taller es una colmena, un hormiguero humano en donde crecieron en aroma de arte Teófilo (1954), Eddy (1956), Oscar (1958), Manuel (1960), Juan de Dios (1962), Luis Alfredo (1964), Carmen (1966) y Nemesia (1968).
Los hermanos Aquino viven consagrados al arte. Teófilo es un reconocido pintor y escultor. Eddy se dedicó a la joyería como sus antepasados. Oscar destaca por sus esculturas que han dado la vuelta al mundo. Sus creaciones han sido entregadas a Enrique Iglesias Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a Mario Vargas Llosa y a Daisaku Ikeda el líder del movimiento Soka Gakai. Manuel, Juan de Dios y Luis Alfredo incursionan en la pintura y escultura. Carmen y Nemesia son expertas en el bordado, el dibujo y la pintura. Los Aquino son una demostración viviente de lo que el esfuerzo humano puede hacer. Tras la muerte de la madre amorosa y bíblica los jóvenes artistas continuaron sus estudios en la Escuela Regional de Bellas Artes Ignacio Merino de Piura.
UN ARTISTA ANÓNIMO VIVO EN LA MEMORIA DE LOS PUEBLOS
Hijo de artistas y padres de artistas es el calificativo que mejor encaja con la personalidad de Don Félix Aquino Valverde. Junto a esta legión la convocatoria esencial al arte para inmortalizar a los humanos. Miniaturistas y retratistas anónimos. En Catacaos el arte es posible por esa inagotable vena de sus hombres y mujeres. No existen categorías en la percepción de la belleza, las distinciones casuales y accidentales. La capacidad de admiración es única.
Mucho se podría hacer por los artistas cataquenses tal como hemos registrado allá por el año 1900 eran extraordinarios productores de sombreros que dieron lugar a fortunas insospechadas. Los tejedores eran hombres, mujeres y niños de esta tierra. La materia prima venía de Monte Christi ( Ecuador). Lamentablemente los desentendimientos políticos, gracias a Dios ya superados, desplomaron esta actividad económica que urge reeditar en un momento en que la radiación solar incrementa el consumo de bloqueadores solares y lociones protectoras de texturas espesas y grasientas que hacen más cómodo y elegante un sombrero. Benetton apostaría por esos sombreros de ala grande que confieren elegancia soberana a las cholitas.
LA ARTESANIA ES UN DINAMO DE LA ECONOMIA
La actividad artesanal es un motor económico que activa el turismo. Sin embargo, hay que distinguir entre lo que genuinamente se produce y en esos artificios grotescos que como artesanía se nos pretende endilgar. Por ejemplo: ardillas, zorros y gavilanes polleros ultimados con mala técnica taxidermica. La matanza de las expresiones casi extintas de nuestra fauna es una salvajada distante del esplendor de la belleza que es lo que saben hacer las mentes y las manos de Catacaos.
Don Félix Aquino, es una extraordinaria lección de consecuencia. Una verdadera universidad del conocimiento y la experiencia volcada en sus hijos. Por sus venas circula el torrente de un pasión intensa por el arte. Bien pueden hablar de ello su numerosa y fecunda prole. Cada uno con una vocación por la pintura, la escultura, el bordado el arte y la vida misma. Estos frutos son producto de la gratitud filial y del reconocimiento a la venerable edad del maestro. Los Aquino son parte de una vieja tradición artística que habita en Catacaos. Al margen de los reconocimientos y merecimientos, estos creadores nos han enseñado con la prosa cotidiana de su existencia que es posible transitar a la universalidad.
REDESCUBRIENDO AL MAESTRO
Don Félix Aquino es, sin embargo, un artista del pueblo anónimo. Por eso este redescubrimiento debe tener el mismo jolgorio vocinglero con el que se reconcentra la amistad en el chicherío, con el mismo esplendor de una fervorosa procesión de San Dimas por las campiñas de Catacaos o con el rostro de algún churre que entre los arenales calenturientos. Las prodigiosas manos de Don Félix provocan sonrisas bienaventuradas a las Vírgenes. Estas manos milagrosas y benditas bien merecen el homenaje de gratitud de los fieles fervorosos que se santiguan antes esas replicas virtuosas del Cautivo de Ayabaca o de Nuestra Señora de las Mercedes de Paita que recorren los valles y congregan a los fieles ante las expresiones patéticas del fervor popular.
UNA CONTINUIDAD MESTIZA
Admirable es esta tradición de la que es perfecta continuidad mestiza. La escultura religiosa es un viejo vínculo que recorre pueblos fomentando devociones y marcando con festividades estridentes el santoral de cada villorrio. En cada fiesta el sahumerio, el aroma del palo santo y los papelitos multicolores de los arcos y las nubes nos recuerdan el cielo imaginario de las creencias formando arcos y nubes en los que las décimas perfumadas repiten jaculatorias o versos dedicados a la Virgen y al Señor.
Es a este arte al que rendimos homenaje. A la inocultable significación de la grandeza humana. Al realismo mágico que se nos va de las manos. A esa religiosidad plena de iconografías variadas que nos presentan Cristo sufridores y por ello humanos. Una Virgen que ciñe su cintura con la banda de Mariscala de los Ejércitos del Perú o un Santiago Apóstol venido de la España castiza del Cid. Esta es la significación profunda de los santeros de Catacaos. En ellos nuestra mirada a la cultura popular desde la orilla de la admiración y el respeto.
IDENTIDAD FRENTE A LA FRENÉTICA GLOBALIZACION
Vivimos un tiempo de profundos cambios en donde la globalización de la economía amenaza la singularidad de las identidades. Sin embargo, en este reducto aldeano de Catacaos es posible asomarse a la belleza universal de lo local y propio. Esta no es una osadía irreverente sino genuina expresión de libertad contra quienes se miran en los espejos de la academia y los cánones de la sociedad de consumo. Aquí esta presente el aroma de las diamelas, la chicha, los padrenuestros campesinos con el corazón abierto. Es la tierra de don Félix Aquino Valverde que habla con el lenguaje de sus creadores, aquellos que repiten a través del arte que la vida se renueva todos los días en el vigor de la cultura de los pueblos.
(1) UGARTE ELESPURU Juan Manuel, PINTURA Y ESCULTURA EN EL PERU CONTEMPORÁNEO, editorial universitaria s. a, Lima 1970.
(2) LEGUIA Y MARTINEZ, Germán, DICCIONARIO GEOGRAFICO, HISTORICO, ESTADÍSTICO DEL DEPARTAMENTO DE PIURA, Tipografía El Lucero, Lima, 1914.
(3) LEGUIA, Opus Cit.
1 comentario:
EXCELENTE SU ARTÍCULO SEÑOR MIGUEL GODOS Y SON DE COLECCIÓN TAMBIÉN SUS ARTÍCULOS QUE PUBLICA EN EL DIARIO "CORREO".
UN ABRAZO,
PROF. GABRIEL NIMA ALBÁN
WWW.GABRIELNIMAPRODUCCIONES.BLOGSPOT.COM
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