sábado, 5 de enero de 2013

HISTORIAS DE ALMOHADA
Por: Miguel Godos Curay

Según el Diccionario  de la Real Academia la  palabra almohada procede del árabe hispánico almuẖádda, y este a su vez  del árabe clásico miẖaddah. Una almohada bien puede definirse como un “colchón pequeño que sirve para reclinar sobre él la cabeza en la cama”. El  almohadón  es el colchón pequeño para sentarse, arrodillarse, recostarse, etc. Por derivación se dice almohada a la funda de tela en que se mete la almohada de la cama. Almohadilla es la que se acondiciona en el reclinatorio para facilitar el postrarse de rodillas. Anteriormente usábamos la almohadilla para limpiar la pizarra. Consultar o aconsejarse con la almohada significa meditar con el tiempo necesario algún negocio, a fin de proceder en él con acierto. Dar almohada la reina a una dama significa. Darle posesión de la grandeza de España, haciéndola sentar ante ella en una almohada.
 
La almohada es el mudo refugio de los sueños y de los pensamientos. El cerebro procesa las preocupaciones cotidianas sobre su mullida presencia. Junto a la almohada esta la nuca el rincón más sensible del cuerpo para morir. Hubo momentos de la historia en la que los humanos garrote en mano se desnucaban para preservar su existencia. En la China dinástica los ricos descansaban su testa sobre almohadas de piedra, porcelana, madera u oro. En la almohada las madres afligidas por la desventura derraman lágrimas. Lo propio las enamoradas felices en sus sutiles confidencias cuando sus sueños se hacen realidad. Hay almohadas blandas y otras consistentes. Las abuelas fabricaban almohadas del traperío blando del crío. Tenían cuerpo y eran sumamente cómodas. Una almohada es lo más próximo a nosotros. Una guerra de almohadas es el recuerdo vivo de la infancia y de la adolescencia. Pero otra cosa es morder la almohada.

Alguna vez Anne Marie Hocquenghem  regaló a este cronista y a Manuel Dammert almohadas de ceibo. Eran almohadas con aroma de naturaleza para conciliar fatigas y alimentar sueños. Almohadas y colchones de ceibo confeccionaban nuestros abuelos para el reparador descanso. El tópico de la almohada es común en los artistas japoneses como Utamaro, Hokusai, Kuniyoshi y otros del «mundo flotante». La expresión “mundo flotante” procede del budismo y se aplica a la descripción del mundo en que vivimos. El mundo de las apariencias. El mundo real está más allá de lo aparente, tras el velo de la ilusión. Nosotros habitamos este mundo fluctuante, transitorio y fugaz.

En el budismo indio se consideraba que el mundo de la ilusión es triste, caduco y efímero, similar al occidental “valle de lágrimas”. El budismo compara el mundo “con un montón de espuma, una burbuja, un espejismo, un sueño, un espectáculo mágico”. Algo parecido a lo que se expresa en Occidente en estos versos: “Es el mundo efímero espectáculo/hecho para las ilusiones de los hombres,/Con sonrisas de dicha y lágrimas de pena/que con su brillo y su ausencia engañan/No hay nada, excepto el cielo, verdadero”.  Poco a poco el mundo fluctuante fue adquiriendo otras connotaciones, sobre todo en China y en Japón. En Japón se llamó al mundo fluctuante Ukiyo ("mundo triste", de uki, pena y ansiedad), pero con el tiempo se adoptó para representar el sonido ukiyo un ideograma homónimo que significa flotante, “que aparte de la imagen geográfica del mundo, también transmite muy adecuadamente la idea de la transitoriedad de la vida”. Hay que tener en cuenta que culturalmente los japoneses viven en un mundo flotante, o que al menos parece flotar sobre las aguas.

Una novela  de combate y fino erotismo es Con La hierba de Almohada, Leyenda de los Otori de Lian Hearn. La trama se desarrolla cuando Takeo descubre que su pueblo entero ha sido aniquilado, emprende una desesperada huida. En su camino aparece Shigeru, señor del clan Otori, quien lo adopta y prepara para cumplir un misterioso destino. Los poderes extraordinarios que Takeo posee lo convertirán en la pieza clave de la intriga, al tiempo que se enfrenta a la pasión de un amor incansable. Un cuento enmarañado referido a otros problemas de almohada, es un libro de Lewis Carroll, seudónimo con el que firmó sus obras literarias el clérigo anglicano Charles Lutwidge Dodgson, quien también fue fotógrafo y matemático. En esta última faceta, la combinación de sus conocimientos de matemáticas y lógica con ingenio literario, dio algunos frutos memorables.

Este libro reúne dos de sus geniales aportaciones a la divulgación del sugestivo y enigmático mundo de los números. Un cuento enmarañado es una disparatada historia que oculta en sus capítulos –aquí llamados “nudos”- diversos problemas de aritmética, álgebra y geometría para diversión y aprendizaje de los lectores, y Problemas de almohada reúne setenta y dos problemas matemáticos ideados y resueltos por el autor por la noche, mientras se mantenía en vela echado en su cama. Contra lo que pudiese pensarse la trama están en el razonamiento y la deducción lógica.

Silvina Ocampo (1903-1993), poetisa argentina  esposa de Adolfo Bioy Casares escribió el siguiente poema que tituló Quisiera ser tu predilecta almohada: “Quisiera ser tu predilecta almohada/ donde de noche apoyas tus orejas/ para ser tu secreto y ser las rejas/ de tu sueño: dormida o desvelada/ser tu puerta, tu luz cuando te alejas,/ alguien que no trató de ser amada./ Huir de la ansiedad que está en mis quejas,/ poder a veces ser lo que soy, nada,/no tener nunca miedo de perderte/ con variación y honda infidelidad,/ jamás llegar por nada a concederte/la tediosa y vulgar fidelidad/ de los abandonados que prefieren/ morir por no sufrir, y que no mueren”.

En Perú el compositor Lucas Borja Rojas en su vals Amorcito anota “… y solo con la idea de que me has olvidado/besando tu retrato sobre la almohada me echo a llorar” Llorar sobre la almohada  es consumirse en pena inconsolablemente. No hay placer más grato que el retornar al hogar y recostarse  sobre la almohada íntima aquella silenciosa confidente de nuestros desvelos.  Pero no hay nada más desolador que llorar sobre la almohada.  Mario Benedetti (1920-2009). Escribe en su poema Almohadas lo siguiente: “Nunca me ha sido fácil/ encontrar la almohada/ adecuada a mis sueños/ a su medida exacta/ en la cabeza noche/ se cruzan las fatigas/ se ahondan las arrugas/ de la pobre vigilia/en la cabeza noche/ huyen despavoridos/ los árboles los muros/ los cuerpos de aluminio/yo no elijo mis sueños/ es la almohada / es ella la que los incorpora/ en desorden de feria/mucho menos elijo  las pesadillas locas/ esos libros del viento/ sin letras y sin hojas/pero al cabo de tantas/ almohadas sin cuento/ sin historia y sin alas/ como siempre prefiero/la de tu vientre tibio/ cerca, cerca, cerquita/ del refugio imantado/ de tus pechos de vida. Las almohadas exactas a nuestros sueños son una aspiración inagotable. Como diría el poeta: Un pie sobre la tierra, otro en el mar.

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